EL DIA QUE LA F1 NOS HIZO EMOCIONAR

Desde 2018 que la F1 no nos daba espectáculos más o menos dignos. El dominio de Mercedes Benz y Lewsi Hamilton era abrumador y Ferrari se hunde en el fondo. Salvo el holandés Max Verstappen, nadie les daba pelea. Hoy en una Monza semivacía, con Vettel más filántropo que piloto, regalando sus ingresos para financiar a 200 médicos y paramédicos del Servicio de Salud del Ejército italiano, homenajeados por su encomiable labor en la lucha contra la pandemia, ganó por primera vez el francés Pierre Gasly, en un AlphaTauri (ex Toro Rosso), una marca del final del pelotón, que no triunfaba desde 2008, también con Vettel.

La carrera fue tremenda porque tras el accidente de Leclerc, Hamilton fue sancionado con 10 segundos por lo que quedó fuera de competencia por el primer lugar ya a la mitad. Eso facilitó una pelea más pareja entre Gasly, Bottas y los Mc Laren de Sainz (hijo) y Norris, con un buen tercer lugar a cargo del canadiense Stroll. El español también ilusionó a todos en la Península Ibérica con su primer triunfo pero tuvo que contentarse con el segundo lugar, llegando a pocos metros de Gasly, en un Mc Laren que no gana desde 2012.

Así, la F1 nos regaló hoy, una mañana (o tarde) de grandes emociones, con un podio joven que anticipa recambio de pilotos, donde por fin, se volvió a escuchar la Marsellesa, luego de muchos años sin un francés ganador y donde se despidió el equipo Williams, una empresa familiar donde Claire, sustituyó a su padre Frank, hacedor de tantos éxitos, campeones y subcampeones, como nuestro “Lole” Reutemann. Ojalá se repita más a menudo hasta el fin de este año tan anormal por el Covid19.

EL NIÑO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO

Este domingo se festeja como todos los terceros de agosto de cada año, el Día del Niño en Argentina. Este es muy particular porque se da en un contexto de cuarentena generalizada, con ciertas reaperturas pero parciales y jamás integrales. Por ejemplo, los niños han tenido que seguir formándose en sus hogares, porque el gobierno nacional y los provinciales, salvo San Juan esta semana que termina, decidieron mantener cerradas las escuelas para el cursado lectivo. Esto supuso además de una gran desigualdad en el acceso a conexiones digitales, una enorme carga adicional, laboral y mental para los padres, que debieron oficiar súbitamente de maestros full time. También -y esto es lo más importante-, afectó y afectará gravemente la salud mental de los propios infantes. Con sólo ver en CABA, mientras estábamos varados, sus caras tristes, histerias y ansiedades reprimidas, a lo largo de los llamados “paseos recreativos” los fines de semana, durante mayo, cuando fueron autorizados por el alcalde porteño Rodríguez Larreta, bastaba para evaluar el enorme trauma de por vida, que les quedará por vivir esta tremenda experiencia.

Mi homenaje hoy, entonces, será a ellos, pero a través de los que yo tuve. Los rosarinos, Verónica, casi socióloga, más parecida a mí en carácter, Tomás, casi profesor de Física y el villamariense Nicolás, el más realista y con un sentido del humor y el sarcasmo que me supera, han podido tener una niñez envidiable en Villa María, una ciudad cordobesa del centro del país, para luego crecer con su madre, en la hermosa Mar del Plata, donde ya hacen y harán, seguramente, sus vidas. De mi parte, los cuidé hasta que nos separamos de común acuerdo, hace ya una década, pero siempre, motivándolos en libertad, lo cual redundó para que años más tarde, tomen sus propias decisiones y y formas de vida, que más les conviniera, aún en contextos de restricciones económicas, de las que me hago cargo en lo que me corresponda. Seguramente, esas circunstancias les dan y darán la fuerza moral necesaria para transitar las próximas décadas de sus vidas respectivas.

Pero más allá de la dureza estoica o mi reproche de ser “maduros”, nunca han perdido esa alma de niños, de poder disfrutar de cada minuto, sin preocupación por el siguiente, de reír descaradamente, de jugar ya no con muñecas o autitos o videojuegos, sino de mirar y obnubilarse con películas de Disney o, simplemente, disfrutar del mar con su madre, que les festeja cada cumpleaños como si aún fueran pequeños, con tortas y cotillón especial.

La niñez en cada una de nuestras almas, nunca muere. Es más, es lo que nos mantiene vivos, la mayor parte del tiempo. Me atrevería a agregar que nos extiende la vida, mejor que cualquier medicina. Qué otra cosa podríamos decir, por ejemplo, de nuestro querido “Carlitos” Balá, que nos hizo reír ingenuamente, tal vez, en nuestra infancia, que esta semana, cumplió 95 infantiles años. Por muchos más y mucha más niñez en nuestras almas.

Aquí, un video con los uruguayos Espalter y D’ Angelo. Inefables, pícaros, sin golpes bajos.

 

HISTORIAS DE NAZCA-PALPA (PERU)

A 450 km. al sur de Lima, enclavada en un angosto valle, Nazca tiene una población de 40.000 habitantes pero posee una enorme impronta histórica incluso para los argentinos.

Por un lado, la zona, situada en la Provincia del mismo nombre y en el Departamento de Ica, incluyendo la vecina Palpa, al norte de la ciudad, contiene un atractivo arqueológico turístico innegable, con la presencia de geoglifos, dibujos de formas extrañas, hechas por tribus centenarias, como los nazca, en el propio suelo de las sierras. Ellos, ubicados en una superficie de unos 520 km. cuadrados, fueron descubiertos recién en los años treinta y sólo pueden divisados desde el aire. Algunos de esos parajes serían escenarios del Rally Dakar, a lo largo de los últimos años, lo cual motivó la protesta de algunos conservacionistas y ecologistas, en contra de que pilotos y público pisara o destruyera algunos de los geoglifos.

Por otra parte, Nazca fue escenario de una famosa batalla el 14 de octubre de 1820, en el marco de la Expedición sanmartiniana de los Andes, para desalojar a las fuerzas españolas (realistas) de territorio sudamericano. Fue un triunfo rotundo y decisivo para las tropas argentinas, dirigidas por el general salteño Juan Antonio Alvarez de Arenales pero con un mando compartido por el mayor Juan Galo Lavalle, el teniente coronel inglés William Miller y el capitán francés Carlos Federico Brandsen, todos al servicio del General an Martín.  Además, en Nazca, ya más lejos en el tiempo, en el mismo siglo XIX, en 1837, sería asesinado Hipólito Bouchard (o Buchardo), el gran marino (corsario), de origen francés (nació en Saint Tropez, en plena Costa Azul en el siglo XVIII), pero que al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, surcara los mares del mundo con la fragata “La Argentina”, llegando a tierras lejanas como California, Hawaii y las Islas Filipinas, entre otras. Tras retirarse de la Marina, incluyendo la peruana a la que contribuyó a formar, Bouchard residió en el vecino país, haciéndose cargo de dos fincas, montando un ingenio azucarero en la propia Nazca pero merced a su manejo severo  y nada complaciente con la indisciplina, provocó una rebelión de sus esclavos, que finalmente le darían muerte. Su cuerpo sería enterrado temporariamente en Perú hasta que su restos serían repatriados sus restos a Buenos Aires, donde decansan en el cementerio de la Chacarita.

Hoy, Nazca intenta sobrevivir gracias al turismo -los geoglifos generan una curiosidad creciente en todo el mundo- y por supuesto, el propio Dakar que se corre en la zona, sobre todo en la promocionada San Juan de Marcona (20.000 habitantes). Esta población costera a apenas 80 km. de Nazca, además de ser el epicentro de yacimientos de hierro en manos de una empresa china, cuenta con playas hermosas y una enorme reserva natural de lobos marinos y pingüinos.

Avanzando hacia Nazca, desde el norte de Perú.

UN WEBINAR CON MATIAS LONGONI: EL GRAN APORTE DEL CAMPO ARGENTINO

Luego de una serie de protestas de productores lácteos al borde de las rutas nacionales en el invierno de 1999, cuando solía viajar ida y vuelta entre Villa María (Córdoba) y Rosario (Santa Fe), para cumplir con obligaciones profesionales de aquella época, casi nueve años después, volvería a ver dicho espectáculo pero multiplicado por varias ciudades y pueblos más, incluyendo soja, trigo y hasta ganadería. Producto de la decisión del Presidente Néstor Kirchner de primero, fijar cupos a la exportación de carne vacuna para asegurar stocks ganaderos y precios mínimos al consumo de carne doméstica y segundo, vía, la polémica Resolución 125, en un esquema de retenciones móviles, aumentar estos impuestos a la exportación a la soja y derivados, en un contexto de boom de precios internacionales -el mayor en 150 años de historia argentina-, los productores volvieron a salir a las rutas, incluso con un nivel de acatamiento a sus paros y cortes, más exposición mediática, como nunca antes habíamos visto, los argentinos, nacidos y criados en ciudades. Estamos hablando de Argentina, un país donde se da la triste paradoja del sector más productivo y competitivo incluso a nivel internacional, conviviendo con uno de los rangos más altos en materia de urbanización.

Los niveles de violencia verbal y actoral más el desabastecimiento puntual de leche y derivados, en aquellos aciagos días de marzo de 2008, impactaron fuertemente en las clases medias urbanas del país, lo cual llevó a un grado de polarización nunca visto, entre la ciudad que se dividió entre los favorables al gobierno nacional kirchnerista y aquellos que defendimos la causa del campo, que también tuvo la habilidad comunicacional de identificarse tal vez, tardíamente, con la nación y la familia, valores algo perdidos a lo largo de las décadas. El resultado de tales jornadas de enfrentamiento político, realmente estériles, fue el voto del Vicepresidente Julio Cobos, que terminó desempatando en contra de su propio gobierno y a favor de la oposición política del campo como sector, en una pulseada que determinó que no se aplicara la suba de la retención hasta el 35 % sino que por supuesto, implicó la primera gran derrota política del kirchnerismo, a poco más de cinco años de haber asumido, incluyendo la caída de un tal Alberto Fernández como Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, por haber propiciado supuestamente, el diálogo y no la confrontación. Esa victoria alentó la conformación de un bloque político que aglutinaría a radicales, con peronistas moderados como Felipe Solá (actual Canciller de Fernández, hoy Presidente) y el empresario colombiano De Narváez y proístas como Macri y Rodríguez Larreta, que ganaría las elecciones parlamentarias de medio término de 2009 dejándolos con expectativas inmejorables para 2011. La muerte de Néstor pero sobre todo, el quiebre de esa coalición opositora en 2010 y el insólito voto del campo a CFK  más la deserción de Macri en 2011, contarían el resto de la película de la supervivencia del kirchnerismo hasta 2015. De todos modos, como el país, nunca la hegemonía de unos y otros, pudo permanecer o imponerse.

Aquel fue un empate técnico, con una leve inclinación hacia un lado o hacia el otro de la grieta, pero sin finalmente, como también suele repetir el economista de la UTDT, Pablo Gerchunoff, cambiar la estructura social agropecuaria del país, que necesita divisas frescas por un lado para pagar sus compromisos externos como deudor serial que es, pero al mismo tiempo resolver su déficit alimentario (en calorías) en clases bajas y su pésima dieta en ese rubro, incluso en los hijos de la clase media urbana (obesidad) y problemas ecológicos (degradación de los suelos, producto del extractivismo sojero).

Claro, el gobierno de Macri, sí, el hijo de un empresario industrialista y desarrollista, por ende, supuestamente antagónico con el campo, producto de la vieja, superada y hasta falsa antinomia campo-industria, prometió y cumplió con la rebaja de retenciones, incluso favoreciendo algunas explotaciones como las del maíz, en detrimento de la soja. Ni hablar del boom ganadero que provocó, eliminando las distorsiones y trabas que había pergeñado el cavernícola de Guillermo Moreno como Secretario de Comercio, para exportar carne vacuna a mercados tradicionales pero también alternativos, demostrando que es absolutamente falso el dilema de exportar y traer dólares y garantizar el “asadito” para los argentinos a precios razonables. Porque en realidad, todo se trata de incentivos. Con unos pocos incentivos institucionales, impositivos, burocráticos, el campo argentino y particularmente, la ganadería, reacciona favorablemente, de manera rápida y eficiente, a pesar de que hay que esperar a un proceso lento de cría y engorde de las especies. Imaginemos el shock que se produciría si hubiera una verdadera, única, integral y duradera política de Estado para el sector.

Es que es este distanciamiento absurdo entre el campo y la ciudad en Argentina, es en el fondo, epistemológico, de desconocimiento mutuo. El kirchnerismo y buena parte de la clase política argentina, jamás entendió ese proceso, que demanda trabajo, esfuerzo diario, paciencia, mucha vulnerabilidad, porque está sometido a cambios climáticos de largo plazo pero sobre todo, de corto -una lluvia, un granizo, una nieve, una sequía larga, como la que vivimos ahora mismo en Córdoba y buena parte de la llamada “Pampa Gringa”-. Porque excepto el mencionado Solá, ingeniero agrónomo de profesión, hoy improvisado como Canciller o De Angeli o Buryaile o Etchevehere, se trata de una gran mayoría de adultos criados como jóvenes en las ciudades, lejos del campo, beneficiándose de los productos de éste, pero sin jamás entender ni estudiar el verdadero aporte del campo a esa ciudad y la Nación entera.

Mucho menos, jamás entendí a mi ex esposa, arquitecta egresada de la UNC pero criada  en un pueblo de 5.000 habitantes que vive del campo, despotricando contra los “gringos” (productores agropecuarios), por comprarse una “chata” o pickup o camioneta Ford u hoy, Toyota Hilux o invertir en departamentos en Córdoba. Así sucesivamente, tampoco entendí a ex alumnos universitarios, leyendo libros de Economía o Sociología Rural, formados en la diatriba contra la “oligarquía” agropecuaria y mucho menos, admirar a antropólogas e historiadoras de este corazón de la “Pampa Gringa” que atacan al proyecto agroexportador de la “Generación del Ochenta” y por el contrario, reivindican al gaucho o al indio asesinado o marginado por ese “macabro plan exterminador”, siempre en términos de una antinomia absurda, que atrasa el debate, porque impide ver todos los grises que hay en el medio.

Porque claro, la realidad es la que trajo a colación Matías Longoni hoy en un fenomenal webinar, por cómo “nos abrió las cabezas” y éste es tal vez, uno de los únicos efectos positivos de esta pandemia, la posibilidad de contar con analistas o periodistas de lujo, que conocen el sector, mejor que los propios políticos y dirigentes ruralistas. A Longoni, lo conocí en el mismo 2008, en medio de la crisis del campo, y desde ese momento me sorprendió por la lucidez y claridad con la que describía el fenómeno rural en Argentina, destruyendo uno por uno, los mitos, con los que, primero, en los años ochenta, radicales alfonsinistas, los de la Franja Morada y la Junta Coordinadora Nacional -sí, los Jesús Rodríguez, los Marcelo Stubrin, los Jaroslavsky, los Suárez Lastra, los Laferriere, los Raimundi, los Leopoldo Moreau -muchos de ellos hoy en Juntos por el Cambio con Macri, excepto los dos últimos en el kirchnerismo- y en los dos mil, los kirchneristas, edificaron sus proyectos de reforma agraria, impuesto a la tierra “libre de mejoras” y aumento de las retenciones, entre otras “locuras”. Longoni fue el gran artífice de las investigaciones y denuncias contra las irregularidades de la ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario), el organismo regulador del kirchnerismo, bajo la jefatura del polémico abogado Ricardo Echegaray, luego detenido por asociación ilícita y enriquecimiento ilícito (en su gestión de la AFIP) -recientemente sobreseído-.

Irracionalidades, al igual que la reciente expropiación de Vicentín o la proyectada YPF Agro como “empresa testigo” o, la misma Ley de Humedales, que no lo son tanto, si se discutieran en el marco de una política agropecuaria integral, con incentivos a la producción, con retenciones móviles y diferenciadas según esa misma producción, para evitar el extractivismo, con subsidios puntuales, no indiscriminados, para evitar tensiones inútiles y calmar a las organizaciones ecologistas de la ciudad, por ejemplo, para realizar las inversiones necesarias para no degradar los suelos o evitar las quemas o favorecer las granjas agroecológicas o retener a las miles de familias frutihortícolas en el Alto Valle del Río Negro, evitando los excesos megainmobiliarios. Porque en todo ello hay razonabilidad siempre y cuando se piense en favorecer a productores que luchan por sobrevivir, en un proceso de urbanización que no se detuvo nunca en siete décadas, primero en el marco del insensato y desmedido proceso de sustitución de importaciones que terminó favoreciendo la megalomanía del conurbano bonaerense, más el hacinamiento invivible de sus ciudades, algo que la clase política ignorante del campo, alentó y aprovechó, además y en segundo término, tuvo que soportar la “demonización” académica, como si el productor, fuera el victimario de este proceso, cuando en realidad, es la víctima, de otros eslabones de una cadena rentística (grandes exportadoras, pooles de siembra, feedloteros, arbitrajistas, supermercados, etc.). Para colmo, de nuevo, todo ello, con la diatriba de los profesores de la UBA, como suele repetir Longoni, en la que se suele estigmatizar al productor agropecuario, como si fuera el viejo “oligarca”  terrateniente, con la ignorante de CFK resonando en mis oídos, acerca de “los piquetes de abundancia”, para referirse peyorativamente a los ruralistas asentados en carpas y fogones, a la vera de los caminos, en aquel frío invierno de 2008.

Realmente, Longoni, hoy, nos dio en un par de horas amenas, una clase condensada de Sociología Rural, de Economía Agraria, de Historia Política, de Medio Ambiente, hasta de Comercio Internacional, cuando se refirió al proyecto de inversión millonaria de los chinos para cría de chanchos y exportación de carne porcina, un mercado que irresponsablemente, por falta de políticas de Estado, los argentinos, a pesar de nuestra retórica nacionalista, terminamos cediendo a extranjeros. Son nuestras absurdas contradicciones, por el erratismo crónico, por nuestros ideologismos estúpidos, por las pésimas y torpes ejecuciones de medidas por parte de los kirchneristas. Los que hicieron que por tanto hablar de los pooles de siembra, ya éstos dejaran de ser rentables y Grobocopatel, el otrora zar de la soja, hoy se dedique a tener todo concentrado en una empresa de agroquímicos. O que la improvisada jugada de Fernández de expropiar Vicentín, terminada ayer en un fiasco, en nombre de “la soberanía alimentaria”, que no estaba en juego realmente, derive en la venta a Glencore, una multinacional extranjera. Porque, a fuerza de ser sinceros, toda la clase política sabía hacía largo rato, del “descalce” de los osados del Grupo exportador de Avellaneda y que habían dejado a Bancos y muchísimos productores, sin cobrar sus acreencias. Tanto Macri como Fernández, fueron cómplices de esa estafa, negociaron una transición de cuatro meses, en medio de ese desfalco y jamás ordenaron a sus equipos respectivos, para que anticiparan una solución viable para evitar llegar a esta situación indeseable -aclaramos, en el marco de una ley que permitió tal estafa, que data de la época de la dictadura del General Videla-. Aquí, según parece, tampoco hubo grieta alguna.

Como tampoco y con ello, voy terminando, la dirigencia ruralista estuvo a la altura de las circunstancias. La llamada “Mesa de Enlace”‘, “salvó la ropa” gracias a Eduardo Buzzi (Federación Agraria), un líder de gran exposición en la crisis de 2008 pero que luego, gracias a sus oscilaciones políticas y demás factores, hoy quedó relegado a ser dirigente de un club de fútbol del interior, de tercera división. Jamás, en los años de Macri, con toda a favor, con dos Ministros de Agricultura, oriundos del sector, se pudo motorizar y concretar un recambio dirigencial y mucho menos, algo fundamental, una ley que le asegure al lobby gremial rural, una unificación de las cuatro entidades (FAA, CRA, Sociedad Rural y Coninagro), con el mismo o mayor peso institucional que la UIA, proporcional a su gravitación económica. La Argentina se da esos lujos insólitos, de quemar liderazgos políticos y arriesga seguir perdiendo capital social, con los productores ya abuelos, sin descendencia, con sus hijos y nietos emigrados a la gran ciudad, a estudiar Sociología o Ciencia Política.

Por todo ello, no queda otra, termina Longoni, que optar por un minimalismo realista: bajar la cabeza, evitar la confrontación y relegando a “las damas”, por ejemplo, tanto la “Gran Dama” CFK, que necesita descomprimir, si quiere asegurar sus proyecto político, como del otro, la Mesa de Enlace y de la mano de la gran necesidad económica de urgencia financiera, con el marco de la negociación resuelta con los bonistas, teniendo la excusa ecológica enfrente (sequía, Ley de Humedales), acordar con el gobierno y el Congreso, una gran política de Estado que gire en torno a una agenda innovadora de grandes temas: impositivo (retenciones), medio ambiente, banco de tierras, despoblamiento, una nueva Ley de Arrendamientos, subsidios de pequeños productores, etc. El primer paso ya se dio y hay una foto elocuente de ello: la reunión de la pragmática CFK con los directivos del Consejo Agroindustrial Argentino (CEA). Para Longoni, es la única manera de dar un salto rápido y hacia delante, si es que se viene otro viento favorable de cola, otra vez, gracias a China y post pandemia.

Porque el campo argentino una y otra vez, a lo largo de la historia, fue leal a su país. En toda la cuarentena, gracias a él, junto a los transportistas, como lo vimos en el Canal Rural y lo escuchamos en el programa radial de Longoni, “Bichos de Campo” en AM Rivadavia, desde el 20 de marzo, nunca dejó de trabajar y operar, nunca dejó de abastecernos, nunca dejó de alimentarnos. Quizás, en un contexto de destrucción empresaria, con la mitad de los argentinos en situación de pobreza, que arrastró esta “cuarentena china” de Alberto Fernández, no es hora de que la ciudad y la clase política le devuelva algo por esa lealtad incondicional? No es hora de demostrar que la oportunidad histórica del 2008 no fue en vano?

EL INFIERNO TAN TEMIDO

Una crisis de gobernabilidad no se incuba en unas semanas, tampoco en meses. Quizás algunos años. Cuando el mundo le sinceró a Macri que ya no habría financiamiento externo en marzo de 2018 y toda la fantasía del “genial timbero financiero” Caputo, cayó como “un castillo de naipes”, entró en un tobogán permanente que desembocaría en la “sorpresiva” derrota en las PASO contra los Fernández, para no poder ser revertida a pesar del esfuerzo final, en octubre de 2019. Había alternativa política allí, el recambio, a pesar de que espantara a casi la mitad del electorado.

Siempre me pregunté qué sería de la Argentina si volviera a gobernar CFK, aún encubierta o abiertamente como ahora, y voy respondiéndome esa pregunta día a día, a medida que se aproxima la tormenta perfecta, del default, del impacto del emisionismo monetario sin igual de estos meses de cuarentena, del sinceramiento de precios y tarifas, de la devaluación, cuando se achique la brecha con el dólar paralelo, en fin, cuando quede al desnudo, el gobierno de los “no científicos”.  Ni la épica del triunfo sobre el virus, ni la apelación al esfuerzo colectivo ni la solución semiautoritaria vía la renuncia de Alberto y la asunción de CFK o la de Berni ganando la parlamentaria en Buenos Aires, podrán salvar al gobiermo y tampoco a la oposición, cómplice de este desaguisado. Como se ha visto con las iniciativas más proclives al “paladar negro K”, como la expropiación de Vicentín o ahora, la reforma judicial, enfrentarán crecientes rechazos sociales que terminan acorralando los intentos de frágil moderación de unos y otros.

Entonces, una crisis institucional y por qué no, de gobernabilidad, está a la vuelta de la esquina en Argentina, no creo que esperemos al 2021 para verla  y nadie quiere asumirlo, porque se mezclan tabúes de golpismo histórico y autismo más miedo generalizados. Una vez más, la pandemia desnudó y agudizó los graves déficits institucionales allí donde los había y en 37 años de democracia, nunca resolvimos. El gobierno por más que “saque de la galera”, 60 medidas, no cree en los planes, no tenía ninguno desde que asumió, por eso se aferró a la cuarentena y tampoco podrá elaborar uno, por más que el FMI, en caso de evitar el default, le exija uno.

Pero qué antecedentes hallamos en la historia para llegar a tan terrible pronóstico. Desde luego, hay factores multicausales, para arribar a esta conclusión, como la anomia social, el pésimo resultado macroeconómico, la inseguridad, el Estado fallido, pero sobre todo, la ausencia de plan u horizonte integral por parte de la clase política, que terminó por hartar a la sociedad. Un consenso para hacer reformas de fondo, como las que necesita Argentina, no puede avizorarse en un plazo corto. Por lo que la situación se asemeja a 1974-1975, cuando murió Perón, gobernó Isabel, con la sombra de López Rega y fracasó el plan de sinceramiento de precios de Celestino Rodrigo, depositándonos en la hiper de 1975. Si a ello le sumamos que el mismo gobierno constitucional había elegido la opción legal de la guerra antisubversiva con todo el aparato represivo estatal, acabó de “cavarse la propia tumba”, cuando el líder de la oposición, Ricardo Balbín, de la UCR, dijo ya no tener soluciones para salvar al gobierno. Tampoco olvidemos que aquel regreso de Perón, fue precedido por el gobierno “comodín” del “Tío” Alberto J. Cámpora, cuya principal medida fue la liberación masiva de presos políticos, no por corrupción o delincuencia, como en abril pasado, sino ex guerrilleros urbanos y terroristas. En marzo de 1976, tras aquel caos, sin rumbo alguno, con violencia política – y no tanta delincuencial, como la actual-, todos esperábamos a la dictadura militar aunque nos agradara el eufemismo de “Proceso de Reorganización Nacional”. Todos sabemos también lo mal que terminó -y terminamos- al cabo de 7 largos años.

2001 fue una catarata de errores no forzados. El nombramiento y falta de apoyo suficiente a López Murphy, para enmendar los errores fiscales de los noventa, en un momento sin apoyo financiero externo, la asunción de Cavallo para salvar a su criatura, la Convertibilidad, el intento de bancarización de los informales y el primer “corralito”, terminaron con el gobierno de De la Rúa. Este ya venía golpeado desde la renuncia del Vicepresidente Alvarez por lo que con una alianza entre el propio radicalismo conspirando con Alfonsín a la cabeza, seguido por Leopoldo Moreau, sobre todo contra la figura de Cavallo y el peronismo, el bonaerense de Duhalde, luchando desde 1997, sostenido por una poderosa coalición antimercado y pro salvataje de deudas en dólares (Grupo Clarín, UIA y CAME), no pudo sostenerse y pronto fue derribado. En octubre, había ganado el “voto bronca”, con el muñeco “Clemente” a la cabeza, por lo que existía un notorio vacío de poder. Algunos de los sindicalistas tradicionales que conspiraron contra De la Rúa, ahora le dan un ultimátum al gobierno de los Fernández.

Tanto en 1976 como en el 2001, la situación de deterioro macroeconómico pero sobre todo, político, desembocó en sendas crisis institucionales, incluso de gobernabilidad. Se trataba de gobiernos que no gobiernan: pueden gritar como lo hacía “Isabelita” pero sin comunicar nada; pueden sobreactuar o contradecirse, dar alguna muestra de gestión mínima, como comunicar el número de contagiados y fallecidos por Covid-19 día a día, pero la gente espera de ellos, otra faceta. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.

Hoy, ya sin el recuerdo generacional de 1976, los “Millennials” ni siquiera imaginan una circunstancia tan dramática como aquélla. Pero está a la vuelta del camino porque el actual gobierno e insisto, la oposición, con “fuego amigo” en ambos bandos, se han “anotado todos los números”. Al incubamiento previo, le han “echado más nafta al fuego” y dudo que un sinceramiento de precios pueda ser resuelto pacíficamente, con medios de comunicación comprados, sindicatos apenas murmurando y una sociedad anestesiada y con miedo producto del terrorismo mediático. Tarde o temprano, esa olla a presión estallará. Un mix de 1975, 1989 (la segunda hiperinflación) y 2001, se avecina. Un arreglo de la deuda, el esperado rebote del “gato muerto” o la suba de la Bolsa y acciones, no alcanzan para disimular la caída. La regresión semiautoritaria de los últimos años en la región con rebrotes en tal sentido en la Brasil de Dilma y la Bolivia de Morales, más la supervivencia de Cuba y Venezuela, favorece la resiliencia autocrática de la Argentina.

Ojalá me equivoque. Por ahora, una vez más, es “la tragedia que deviene en farsa”.

UNA “BALA PERDIDA” DE ORIGEN FRANCES

Desde “Contacto en Francia” y aún pasando por los “Ríos de color púrpura”, no me veía gratamente sorprendido como con el estreno de Netflix -al que no adoro como la mayoría- del 19 de junio pasado.

Se trata de “Balle perdue” (en francés) o “Lost bullet” (en inglés) o “Bala perdida”, un film policial que tiene todos los aditamentos – y más- para ser la revelación del año, por su guión, su fotografía, efectos especiales y una actuación convincente de sus protagonistas como Alban Lenoir en el papel del ex convicto y mecánico Lino, Nicolás Duvachelle como el oficial corrupto ligado a narcos y la morena Stéfi Celma, como la compañera del primero.

Dirigida por Guillaume Pierret, ya ha batido todos los récords en la teleaudiencia europea y va camino a ser la competencia de “Rápido y furioso” pero en versión del Viejo Mundo. Cabe subrayar que está ambientada en hermosos paisajes de la región de Sète, cerca de Montpellier, al sur de Francia. Auspician dos productos típicamente galos, como Renault y Carrefour pero bueno, la perfección no existe. A no perdérsela.

Trailer en versión anglosajona:

Trailer en versión francesa:

TRES DECADAS DEL FESTEJO MUSICAL DE POSTDAMMER PLATZ (BERLIN)

Hace 30 años, Roger Waters, el emblemático líder de Pink Floyd, le hizo un merecido homenaje a la Caída del Muro de Berlín el 21 de julio de 1990. Organizó un gran festival de rock and pop, con la presencia de Phil Collins, Sinead O’Connor, Cyndi Lauper, Bryan Adams, Scorpions, entre otros.

El símbolo de “The Wall” y “Otro ladrillo en la pared” había tenido una militancia activa en contra de los autoritarismos y los derechos humanos en el mundo, aunque con algunas contradicciones posteriores, por lo que su iniciativa tuvo un enorme éxito.

Aquí les dejo tres videos, no del recital citado, sino tres presentaciones en la mencionada Berlín, de Collins (en 1990), Scorpions (en el año 2000) y Adams (en junio del año pasado), que son mis preferidos de la lista de aquel día histórico.