YURI GAGARIN

Yuri Aleksieyievich Gagarin (Юрий Алексеевич Гагарин), nacido el 9 de marzo de 1934, en la región de Smolensk (hoy Rusia), fue un cosmonauta soviético, que se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior. A esta proeza, la logró el 12 de abril de 1961, a través de la nave espacial Vostok.

Busto de Gagarin, en el Museo Cosmonáutico de Moscú.

Desde ella, pronunció sus célebres palabras: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”, adelantándose más de dos décadas, a las iniciativas pacifistas del reformador soviético, Mikhail Gorbachov.

Siete años después de su hazaña y tras haber sido reconocido y honrado por la URSS -y también fuera de ella-, murió en un accidente de aviación a bordo de MiG-15, aparentemente por un error humano, pero de otro piloto. En efecto, éste, que hoy cuenta con más de 80 años de edad, pero cuyo nombre se desconoce,  tras haberse desclasificado los documentos oficiales del ex Imperio soviético y según la cadena RT en 2013, tripulaba un Sukhoi Su-15, que se elevó a mucho menos metros de altura de lo normal, provocando una onda de choque supersónica que afectó al avión de Gagarin y su copiloto, haciendo que se estrellasen.

Gagarin está enterrado en la necrópolis de la Muralla del Kremlin en Moscú.

Музей космонавтики

A pesar de que eran tiempos de Guerra Fría, así lo reconocieron sus colegas de Estados Unidos.

LA LLEGADA DEL HOMBRE A LA LUNA

Tras despegar un 16 de julio de 1969, de la Tierra, desde Cabo Cañaveral (Houston, Estados Unidos), la nave espacial norteamericana Apolo XI, llegó a la Luna, cuatro días después. Neil Armstrong, Edward “Buzz” Aldrin -ambos pisaron su superficie- y  Michael Collins eran los tripulantes en aquel viaje histórico. Contrariamente a lo que se cree, el hito se retransmitió a través de un Observatorio cercano a Canberra (Australia) y no desde una base de Estados Unidos. Con cinco años de edad, yo era una de las 600 millones de personas que vimos el evento por TV.

El 24 de julio, se produjo el amerizaje de los tres pilotos en las aguas del Océano Pacífico, a 1.500 km de las Islas Hawaii, siendo recibidos por el entonces Presidente Richard Nixon.

No pertenecí a las generaciones como las de mis padres y abuelos, que vivieron dos Guerras Mundiales, la Crisis del ’30, las guerra de Corea y Vietnam, gran número de golpes militares, la Revolución Cubana, etc. pero yo, sin saberlo, sería testigo privilegiado de este hecho único en la historia civilizatoria, que encabezaría la secuencia de muchos otros, más inclinados a la paz y la cooperación global, que al conflicto.

FRIEDRICH AUGUST VON HAYEK

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Gracias a este filósofo, jurista, politólogo y economista austríaco (1899-1992), conocí las diferencias entre libertad negativa y positiva, conceptos como el “orden espontáneo” (en griego, “kosmos”) versus el orden creado, planificado y controlado (“taxis”), la fábula de las abejas del francés Mandeville y la Ilustración Escocesa, la relevancia del “Common Law” , las diferencias entre los conceptos de “ley” y “legislación”, sus agudas observaciones sobre la democracia mayoritaria y sobre todo, cómo se puede perder un orden liberal, entre otros grandes aportes. Fue Premio Nobel de Economía, compartido con el sueco Gunnar Myrdal en 1974.

Ex socialista fabiano en su juventud, fue el padre de la llamada “Escuela Austríaca” y, mantuvo interesantes debates no sólo con John Maynard Keynes -el keynesianismo es el archirrival de los austríacos- sino también con su propio colega de su misma Escuela, el economista alemán Ludwig Von Mises.

Altamente recomendable, su libro “Los fundamentos de la libertad”(1960), aunque “Camino de Servidumbre” (1944) fue su obra consagratoria.

NIKOLA TESLA

Mucho antes que Novak Djokovic o el Padre de la ex Yugoslavia, el croata Mariscal Tito, hubo un serbio-croata que hoy reconoce Elon Musk llamando por su nombre a su empresa de autos eléctricos y que también es reconocido por el propio Aeropuerto de Belgrado. Hollywood lo mencionó en “El ilusionista”, el film de Christopher Nolan, estrenada en 2006. Se llamaba Nikola Tesla, un genio olvidado, casi condenado al ostracismo científico, por sus rivalidades con Thomas Alva Edison, entre otros.

Nacido el 10 de julio de 1856, en Smiljan, en el seno del Imperio Austrohúngaro (hoy Croacia), pero hijo de padres serbios, Milutin, sacerdote ortodoxo y Duka, un ama de casa especializada en fabricar aparatos caseros, Nikola no terminó sus estudios universitarios de ingeniería eléctrica pero se convirtió en un genio estudioso de la corriente alterna. Poseía una inusual e inigualable memoria fotográfica, visulizaba un objeto con sólo escuchar su nombre y concebía sus ideas con precisión extrema, sin aferrarse al dibujo de esquemas. Todo ello, afectaba su cuerpo, provocándole alucinaciones, ya desde su infancia.

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LA CATASTROFE AEREA DE TENERIFE

Todavía recuerdo las terribles fotos de la Revista Gente, cubriendo en color las penosas imágenes. Dos aviones habían chocado y no precisamente, en el aire, lo cual podía imaginar un adolescente como yo, de 13 años, sino en la mismísima pista y debido a una evidente falla humana.

ACCIDENTE LOS RODEOS 1977 3

El domingo 27 de marzo de 1977, hace exactamente, cuatro décadas, chocaron en el aeropuerto Los Rodeos, de la Isla española de Santa Cruz de Tenerife, en medio del Océano Atlántico, dos Boeing 747, uno de la compañía holandesa KLM -que hacía el trayecto Amsterdam-Las Palmas- y otro de la ya desaparecida estadounidense Pan Am -que partió de Los Angeles con destino Atenas-, mientras realizaban maniobras de despegue.

Aparentemente, el comandante de la aerolínea holandesa procedió al despegue, sin la previa autorización de la torre de control, por fallas en la comunicación. Obviamente, otros factores exógenos como una deficiente iluminación, en gran medida, por la niebla existente y la ausencia de un radar de superficie, contribuyeron a la génesis de la tragedia.

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PAISES ESCANDINAVOS: EL MUNDO PERFECTO?

Nunca entendí demasiado el éxito o atractivo popular de los rankings de felicidad a nivel mundial, pero resulta evidente que éstos revisten un enorme interés cada vez que se difunden y generan toda una serie de comentarios, los más diversos, en las redes sociales. La semana pasada, apareció el último, que data de 2016, y una vez más, en los diez primeros lugares, encabezados por Dinamarca y Noruega, cinco son los escandinavos -se suman a los dos nombrados, a Suecia, Finlandia e Islandia-, erigidos en “los países más felices del mundo”. El indicador se suma y ratifica la enorme buena prensa que tiene aquel rincón del mundo, ya sea en términos de nivel de vida, desarrollo económico y humano, estabilidad política institucional, igualitarismo, etc.

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ESCOCIA: LA TIERRA QUE LA RAZON NO ENTIENDE

Famosa en los años setenta, por la tradicional vestimenta del kilt y el tartán, que incluso difundiera el buen inglés Príncipe Carlos de Windsor o, por el monstruo del Lago Ness o, por las películas de James Bond, protagonizadas por Sean Connery, un verdadero militante de la causa nacionalista; en los ochenta, por las canciones de Rod Stewart, Big Country, The Proclaimers (con su más que popular “I´m gonna be -5000 Miles”-) o, la película “Highlander”, con Christopher Lambert y en los noventa, por las de Travis; en tiempos recientes, nuevamente, el espía del MI5 ahora encarnado por Daniel Craig o, por el propio Premier británico David Cameron que sin desearlo, la puso en el mapa mundial, producto de su torpeza previa al referéndum de setiembre de 2014. No olvido al australiano Mel Gibson, que le rindió homenaje en su película “Braveheart” (Corazón Valiente) a uno de los tantos héroes nacionalistas de este pueblo, William Wallace, quien murió condenado al descuartizamiento y decapitación por los ingleses, pero, cuándo no, traicionado por los propios. Escocia, sí, Escocia.

Esas tierras montañosas y con valles bien verdes, hegemonizadas durante buena parte del año, por la humedad, la bruma y la lluvia, pero que conocieron tribus humanas desde tiempos inmemoriales, dando lugar a una historia pletórica en aventuras épicas, nobleza y como no podía ser de otra manera, ríos de sangre. Tal vez por ello, no sea extraño ni sorprendente que, en tiempos de gran revalozarización de las identidades políticas, es decir, aquellas “fantasías de completitud” que muchas naciones todavía legitiman, como respuestas a la inexorable globalización, en Escocia, la semana pasada, Nicola Sturgeon, la valerosa dirigente política y líder del SNP (Scottish Nationalist Party) haya solicitado formalmente al gobierno británico, la posibilidad de formular un nuevo referéndum hacia 2018 o 2019, con la esperanza de que esta vez, el “Sí” a la separación del Reino Unido -a la que está integrada desde 1707-, se imponga de modo pacífico en las urnas.

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LA HISTORIA BRITANICA A TRAVES DEL CINE

A lo largo de mis clases en Sistemas Políticos Comparados, cuando expongo el caso británico y su tan singular evolución histórica, suelo aburrir a mis alumnos, con enorme cantidad de menciones de películas y series europeas y norteamericanas, que se han detenido en diferentes episodios de aquélla. En tiempos de “Brexit” y de eventuales divorcios, respecto a Europa y Escocia misma, bien vale recordar cómo el cine a lo largo de décadas, ha expuesto esa variada historia.

Por ejemplo, si alguno de Ustedes, quiere conocer los orígenes de la Britania, esa isla poblada por tribus del norte de Europa, como los celtas, sajones y normandos, sometidos al dominio del Imperio Romano, pueden ver “La última legión”, con los actores ingleses Colin Firth y Ben Kingsley. La película trata sobre el ocaso del reinado de Rómulo Augústulo, cuando precisamente fueron los pobladores de las islas, los que devenidos en soldados del Imperio Romano decadente, intentaron resistir en inferioridad de condiciones, los embates de los bárbaros. Tal vez, los británicos hayan heredado esos genes guerreros de los romanos y mezclándolos con los de sus invasores, lograron forjar ese temple y capacidad de resistencia original, que han mostrado a lo largo de siglos.

Tanto “Rey Arturo”, en su versión más moderna, con Clive Owen, como “Los Caballeros de la Tabla Redonda”, en su versión más antigua, con Rod Taylor y Ava Gardner, son otras menciones ineludibles a la hora de planear sobre la historia británica, en sus inicios, sobre todo, describiendo al legendario rey y su grupo de nobles leales. “Ivanhoe” y “Robin Hood” son también films obligados, retratando en estos casos, las historias de otros nobles, ya sea en su versión de caballero guerrero -en el primer ejemplo- o de ladrón justiciero -en el segundo-, en tiempos de Cruzadas heroicas y reyes contrastantes como los hermanos Plantagenet, Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra.

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LA LECCION HOLANDESA

Esta semana, la novedad internacional la constituyó el resultado electoral de Holanda. En sus comicios parlamentarios, el oficialismo liberal de Mark Rutte (VVD), volvió a ganar como en 2012, aunque esta vez, sobre el candidato populista Geert Wilders (PVV), el “Trump nederlandés”. Este líder político, con su discurso xenófobo y antieuropeísta, había liderado las encuestas hasta las últimas semanas, en las que, producto de algunos errores de campaña, como su silencio ante la prensa, a la que también juzgó como “mentirosa”, fue cayendo hasta perder en los votos -aunque haya subido en el número de escaños-.

Pero cuáles son las reflexiones que demanda el caso holandés a esta hora? Así como desde hace siglos, la sociedad de ese país de Europa septentrional, otrora colonia española, fue un ejemplo paradigmático de tolerancia religiosa y hasta sexual, pluralismo cultural y civismo político, resultaba asombroso que también pudiera caer en la red del populismo antidemocrático. Las preguntas serían, en todo caso, qué razones o factores influyeron para que Holanda -un país, con un sistema atomizado de partidos, que no cumplía el mandato completo de su gobierno desde 1998-,  se viera sometida a tal amenaza y por qué finalmente, nunca terminó de plasmarse en un resultado electoral exitoso? Continúe leyendo

LOS IDUS DE MARZO

Tal vez, cualquier alumno de Teoría Política I pueda conocer el significado de “los idus de marzo” en la Roma antigua. Eran por ejemplo, los días 13 de cada mes, excepto en marzo, mayo, julio y octubre, en que se celebraban los días 15. Precisamente, el idus de marzo se festejaba el día 15, en honor a Marte, el dios de la guerra.

Pero básicamente, los idus implican en el lenguaje postmoderno, el advenimiento de tiempos con buenos augurios, pero que pueden torcerse súbitamente y tornarse negativos para quienes afrontan desafíos de gobierno o del poder.

La película que nos convoca, en términos de ficción, protagonizada por Ryan Gosling, George Clooney y el malogrado actor Philip Seymour Hoffman, entre otros, trata la campaña primaria del Partido Demócrata entre dos candidatos, un gobernador y un político tradicional, ambos asesorados por sus equipos de consultores. De un lado, un profesional joven, un tanto idealista, contratado por su amigo, un veterano del marketing político y del otro, su contracara, un consultor también avezado pero inescrupuloso. En el medio, una periodista contratada por el segundo para manipular la información del primer candidato.

En un contexto de ideas y valores progresistas, tras el fiasco de los “neocon” de Bush (hijo) en pleno comienzo de la era Obama, cuando se aguardaba en el mundo y en la propia Estados Unidos, una revalorización de la política doméstica y de los políticos en general, el film ofrece una mirada demasiado descarnada y realista que parece opacar aquellas expectativas iniciales.

Hoy, en una nueva era, la de Trump, ya habiendo vivido lo años de Obama, que pasaron sin pena ni gloria, “Los idus de marzo” nos recuerdan que el plano de los valores y los ideales se hallan en tensión permanente con los del poder y los votos, en el mundo de la política.

Claro que, semejante conclusión atrapa a los ciudadanos en un dilema igualmente desconsolador: la frescura que suponen la consecución de ideales, la alternancia y el cambio democrático, pierde sentido ante la ambición desmedida de los políticos, que no trepidan en apelar a cualquier estrategia, incluso inmoral, para acceder y mantener el poder. Esto explica en parte, la atracción que ejercen los nuevos líderes “antiestablishment”.