LA LECCION HOLANDESA

Esta semana, la novedad internacional la constituyó el resultado electoral de Holanda. En sus comicios parlamentarios, el oficialismo liberal de Mark Rutte (VVD), volvió a ganar como en 2012, aunque esta vez, sobre el candidato populista Geert Wilders (PVV), el “Trump nederlandés”. Este líder político, con su discurso xenófobo y antieuropeísta, había liderado las encuestas hasta las últimas semanas, en las que, producto de algunos errores de campaña, como su silencio ante la prensa, a la que también juzgó como “mentirosa”, fue cayendo hasta perder en los votos -aunque haya subido en el número de escaños-.

Pero cuáles son las reflexiones que demanda el caso holandés a esta hora? Así como desde hace siglos, la sociedad de ese país de Europa septentrional, otrora colonia española, fue un ejemplo paradigmático de tolerancia religiosa y hasta sexual, pluralismo cultural y civismo político, resultaba asombroso que también pudiera caer en la red del populismo antidemocrático. Las preguntas serían, en todo caso, qué razones o factores influyeron para que Holanda -un país, con un sistema atomizado de partidos, que no cumplía el mandato completo de su gobierno desde 1998-,  se viera sometida a tal amenaza y por qué finalmente, nunca terminó de plasmarse en un resultado electoral exitoso?En realidad, hay una trayectoria histórica y no puede soslayarse. En 2002, un líder holandés de extrema derecha, Pim Fortuyn, quien juzgaba de “estúpido” al Islam, fue asesinado en el parking de su auto, en Hilversum, a plena luz del día, por un ecologista radicalizado (defensor de los animales) y dos años más tarde, el controvertido cineasta antislamista Theo Van Gogh fue muerto por un joven marroquí en las calles de Amsterdam. Esos antecedentes influyeron para que Wilders, un concejal liberal de Utrecht, corriera su discurso hacia la extrema derecha, aunque conservara cierto toque progresista en su propuesta social moral: de hecho defiende a rajatabla, los derechos de gays y lesbianas. A partir de allí, Wilders, criado en un ambiente católico pero luego, autodeclarado agnóstico aunque fuertemente influido por el judaísmo, casado con una mujer húngara y viviendo bajo constante protección policial, trasladó el eje del debate político holandés hacia lo intocable: cuáles son los límites de la tolerancia cultural, cuando hay religiones, como la musulmana, que se tornan antisistema.

A ello, podría agregarse un factor estructural. Holanda es una sociedad fuertemente multicultural pero en algún momento, motivado por lo comentado en el párrafo anterior, en el marco de hechos traumáticos, comenzó a dudar de su propia identidad política, con todo el significado que lo axiológico representa en el contexto nacional y mundial. Esta erosión de los valores que llevaron a Holanda al sitial de respeto europeo e internacional, retroalimentaron el apoyo al discurso de personajes como Wilders y sus seguidores.

Avanzando hacia las razones por la que finalmente, el líder populista no ganó, resulta claro que la globalización no deja de tener vigencia, porque factores exógenos gravitaron en el comportamiento societal nederlandés. Hay explicaciones mediáticas, de campaña electoral propiamente dicha, como la ya apuntada del silencio expreso ante los medios, copiando las últimas semanas de Trump; existieron eventos inesperados como la “guerra de propaganda” que fue escalando hasta desencadenar una escalada diplomática insólita entre Holanda y Turquía y, hubo una reacción del propio Rutte quien se desenvolvió como un verdadero líder, revirtiendo con sus actitudes y acciones, las dudas que había sembrado en el propio electorado. Así, como en España y Gran Bretaña, cuando ganaron Rajoy y Cameron, el miedo al “salto al vacío” de Wilders, incluyendo su “Nexit” (salida de la Unión Europea), se apoderó de la mayoría de los votantes y, finalmente, la derecha liberal se terminó imponiendo sobre la populista, opacando a los social-liberales y demócrata-cristianos, aunque no tanto a los ecologistas (con una promesa joven como Jesse Klaver, el “Justin Trudeau holandés”), el Partido Denk (proislamista), el Partido Animalista (defensor de los animales) y el Senior (inclinado a los mayores de 50 años).

Nuevamente, en la lógica de la vertiginosa dinámica política mundial, el resultado holandés puede -o no-, influir en el desenlace de las otras dos elecciones europeas que quedan por delante, la francesa (en abril) y la alemana (en setiembre).

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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