ESPEJOS DETRAS DE UNA RECIENTE SOCIEDAD POLITICA

Más allá del cálculo y las supuestas ventajas y desventajas que lograrían Milei y Macri, con esta nueva y breve “alianza” en estas dos semanas que quedan para el crucial ballotage del 19N, puede resultar interesante un enfoque alternativo desde la Psicología Política. Esta subdisciplina realiza aportes científicos novedosos para intentar explicar cómo funciona la cabeza de los políticos, pero sobre todo, cómo influyen sus emociones, las de sus respectivos pasados, en sus acciones y decisiones del presente. Siendo la política una actividad que motiva inicialmente a quien participa en ella, desde la pasión -aunque también sus intereses-, es atractivo conocer cómo opera “”el cerebro político”.

Yendo al caso propuesto, en primer lugar, se trata de dos personajes cuyos pasados familiares, en especial, sus dominantes y subestimadoras figuras paternas, han tenido y tienen un enorme impacto en ellos. Emergiendo transitoriamente de dichos traumas, vía contención profesional o ‘’shocks emocionales”, como un secuestro -sobre Macri-, a partir de allí, los caminos personales pueden bifurcarse. Macri y Milei salieron adelante demostrando a sus padres, que podían ser valiosos por sí mismos, en el fútbol, la academia y la política, aunque llevaron consigo sus “mochilas afectivas”, con sus pros y contras.

Segundo, ambos lograron hallar padres “postizos” de la vida, que los acompañaron en sus empinados derroteros. En el caso de Milei, tanto su hermana como Eurnekian, a quien Franco Macri tenía como archirrival en el mundo de los negocios (con el Estado), desempeñan esos roles durante mucho tiempo. Mientras Macri halló en su madre (Blanco Villegas) y la camaradería de sus compañeros del Cardenal Newman, la contención que necesitaba frente a su padre, tan omnipresente y ausente a la vez. Eso les permitió forjar cierto carácter, con no poca resiliencia aunque escaso empoderamiento, para enfrentar los desafíos de la vida, que en ambos casos, siendo hijos de prósperos empresarios en ascenso, eran mayores que los de un sujeto promedio.

En tercer lugar, pudiendo superar las restricciones del núcleo familiar inicial, Macri y Milei se rodearon de seguidores y amigos, logrando aquí, sí hacer diferencia. Como no podía ser de otra manera, ambos entienden las relaciones personales, como ellos mismos las han sufrido. Inicialmente, de a pares, por ejemplo, hijos de padres dominantes, pero también de manera asimétrica y verticalista, sometiendo o dominando sin permitir disenso. Este, de ocurrir, se transforma rápidamente en deslealtad.

Así, Macri y Milei culminan representando una pareja de verdaderos espejos personales, que construyeron identidades paralelas, entendiendo la política como un trampolín para desarrollar sendas carreras personales en aras de superar a sus padres y demostrarles que ellos mismos podían encumbrarse ante los ojos de sus progenitores. En el caso de Milei, claramente, “la casta” es su propio padre y en el de Macri, tanto Boca Juniors como su llegada a la Presidencia, tenían como principal destinatario, a Franco.

Queda por interrogarse si esta pareja trascenderá el 19N -dependiendo del resultado- y por qué la sociedad argentina ha contribuido a legitimar este tipo de liderazgos.

Por una parte, si las relaciones personales que ambos han mantenido, han sido efímeras, tal vez, tampoco la de ellos mismos dure demasiado. Por otra, quizás, en la sociedad argentina, un porcentaje alto aunque no mayoritario, incluya  jóvenes y adultos, como Macri y Milei: hijos subestimados, relegados, opacados, que buscan lo mejor que pueden, cómo sobrevivir y ascender.

Personalmente, no creo que el país necesite un futuro que los tenga como líderes. Ojalá podamos ungir otros que demuestren compromiso y sacrificio con los demás además de positividad y esperanza.