ERA “LA AMPLIA AVENIDA DEL MEDIO”

Producto de haber vivido la decepción que me acarreara la caída de la Convertibilidad en 2001, pude aferrarme a la figura de Macri, por la proyección de su presidencia en Boca y creer ingenuamente que podía convertirse en un “liberal pragmático, lo apoyé desde 2009 hasta 2019, en que lo terminé votando, no en las PASO -dada mi ausencia del país- sino en el ballotage. Fue tal mi desencanto con aquella gestión iniciada en diciembre de 2015, que me juré para siempre, dejar de apoyar a “Cambiemos” o “Juntos por el Cambio”. Me confirmó mi decisión, la patética actuación de los “amarillos” en la cuarentena en 2020, sobre todo del supuesto heredero de ese espacio, Horacio Rodríguez Larreta, por haber sido un gran exponente del encierro que yo mismo sufriera “in situ” en CABA. Eso permitió un nuevo enamoramiento -breve- del espacio liberal representado por Espert, Milei y Rosales, pero esto también se acabó en ocasión de mi reclamo por conformar un espacio nacional nuevo, organizado y democrático, sobre todo, al segundo, en noviembre de 2021. Cuando comprobé el carácter monárquico, nepótico-e irracional- de su liderazgo, una vez más, recuperé mi libertad personal. En agosto de 2022, cuando accedió al Ministerio de Economía, para evitar la hiperinflación, algo que ningún político argentino, había podido hacer hasta ahora, decidí apoyar la trayectoria política, tan errática como la mía, de Sergio Tomás Massa.

Hoy, en la PASO, de juega el primer capítulo de esta historia personal, que tiene identificación con mi propio día de nacimiento, el 17 de octubre, fecha tan cara para los sentimientos del peronismo. Nunca fui peronista, pero siempre simpaticé con esa creencia en la posibilidad de la justicia para todo el colectivo nacional, pero sobre todo, con la empatía con el prójimo, algo que jamás vi en las tribus liberales a lo largo de décadas. La orfandad anímica que me trajo la muerte de mi hijo Tomás, me exigió volver a la política otra vez, aunque en este oportunidad, cobijado bajo el manto omnipresente del peronismo.

Tengo gran expectativa de que Massa, también pragmático, pueda unir lo desunido y en ese esfuerzo, “deskirchnerice” al peronismo, como ni siquiera lo intentó -con el país- la alianza cambiemita. En el intento, también, puede caberle la responsabilidad de recuperar al país, insertándolo en la senda del progreso. Así volveremos todos a ser orgullosamente argentinos.

Junto a “Pato” Galmarini, el suegro de Sergio Massa y ex referente del menemismo.

La referencia al tiempo es inevitable. Tal vez debí votarlo en 2015, quizás sea el Menem del siglo XXI. Voy a intentar descubrirlo y experimentarlo. Tengo la libertad de hacerlo y lo haré.