SOBRE LIBERALES Y LIBERTARIOS EN LA ERA MILEI

El día martes 19 de marzo, organicé un conversatorio con Hernán Blejer (economista de la London School of Economics), sobre qué significa ser liberal y qué, libertario en estos tiempos de Milei y Trump. Este es el video del seminario.

MILEI-MASLATON: EL QUIEBRE

En las últimas semanas, Javier Milei cometió todo tipo de dislates discursivos y logísticos y descendió notoriamente en las encuestas. Justificar la venta ilegal de órganos -prohibida en todo el mundo-, la libre portación de armas -en un país como éste, con una insuficiente madurez educativa- y organizar actos hace un par de semanas, en el conurbano bonaerense (Gerli) y hoy, en Córdoba Capital, con “derecho de admisión”, que fueron sendos fiascos, por la poca o nula masividad, fueron sólo algunos de dichos errores. Producto de ellos, ante una opinión pública hipersensible, de pronto, el otrora”León” de hace unos meses, se transformó en un “gatito” inofensivo.

Bajo el influjo de su hermana “demasiado afín”, haciendo “buenas migas” con el ex “armador” de Domingo Cavallo en 1999,  Carlos Kikuchi, de origen japonés, un periodista -más RRPP que lo anterior-,  Milei centralizó en ellos toda la “campaña”, desplazando al eje protoperonista de “La Libertad Avanza”, es decir, la dupla de los legisladores porteños Eugenio Casielles y Ramiro Marra más el abogado bitcoinero y ex concejal, autopercibido “puntero gratuito” Carlos Maslatón y los “twiteros”.

Desde estas páginas hemos sido particularmente críticos con todo esta estructura que nunca fue tal o, que en todo caso, fue demasiado monárquica y verticalista pero desorganizada, lo cual le hizo perder a Milei, desde setiembre de 2021, debates televisivos, puntos esenciales en la elección legislativa de noviembre y el alejamiento definitivo del centro electoral, esencial para aspirar al ballotage de 2023. Tal “derechización” de Milei, bastante incoherente por cierto, al embanderarse el diputado en febrero de este año con la causa de Ucrania, se vio rematada con dos decisiones de la dupla Karina Milei-Kikuchi: una, el armado nacional bajo el viejo Partido Demócrata (de tinte rancio conservador aunque de dudosos papeles en regla) y otra, la formación de alianzas con partidos provinciales, que actuaron como satelitales durante la dictadura militar, por ejemplo, el bussismo tucumano.

Semejante desprecio de Milei por la tradición liberal -pero también por la libertaria, a la que siempre usó con bastante ignorancia- no pudo disimularse aunque la familia Benegas Lynch, de prosapia en el liberalismo argentino, pero demasiado antiperonista y pro-Juntos por el Cambio, lo bendijera. Con el tiempo, lo que veíamos hace meses respecto a una radicalización de los entusiastas por el diputado -bastante poco laborioso en ese rol-, se fue confirmando tristemente. Asesorado por el idóneo sin título universitario alguno, el gay Alvaro Zicarelli, su apoyo reciente al perdedor de la elección presidencial colombiana, un anciano dirigente misógino, violento y realmente populista, sumado al show conservador montado en Brasil, al lado del hijo de Bolsonaro -cuyo padre marcha segundo cómodo en las encuestas para el comicio de octubre-, no hizo más que coronar tal derrotero frustrante.

Tras su viaje en abril-mayo pasado, junto al ex Embajador Mariano Caucino, por Israel, Armenia, Georgia y Rusia, Carlos Maslatón ha decidido enfrentarlo. Conocedor de todos sus secretos -y sus trampas- el ex dirigente de la Ucede y UPAU en los ochenta, creador del estilo “barrani”, el gran rebelde de la cuarentena de 2020 y que se jugara por la causa rusa como ningún dirigente político en la Argentina, ha resuelto pedirle internas, intentando que recapacite y se aleje del nepotismo. Lo veo improbable pero si de algo estoy seguro es que el lugar de “antisistema” que Milei ocupó coyunturalmente, hoy está vacante y seguirá así si nadie puede erigirse en la figura que canalice el malestar latente del argentino medio.

Será Maslatón quien lo ocupe? Anticambiemita y enemigo de los radicales desde hace 4 décadas, aunque nada “gorila” ( o sea, antiperonista), posee a su favor, la cuota de realismo político y experiencia organizativa de la que carece el 90 % de los políticos que aspiran a representar las ideas liberales y/o libertarias.

Encuentro casual con Maslatón en el Edificio Kavanagh, CABA, diciembre de 2021.

De seguro, si fuera él, tendrá que exigir y autoexigirse el cumplimiento de varias condiciones. Insisto en el punto: si deseara hacerlo. Porque será clave corregir el error básico de Milei: éste jamás prestó atención a la necesaria institucionalización y nacionalización de una estructura partidaria única y novedosa en el escenario político, incluyendo por qué no a José Luis Espert, que lo proyecte de manera competitiva de cara al 2023. Aún hay tiempo.

Cena con Maslatón y mi amigo Julio Nieto, CABA, enero de 2021.

Aquí la nota que le dio a Julio anticipando su interés por candidatearse hace más de un año, en el cual, incluso se animó a hablar de Maradona y el amor a la patria, entre tantos tópicos abordados.

DEBATE CON LIBERALES SOBRE LA GUERRA EN UCRANIA

Jóvenes liberales y libertarios de Fiscales Por La Libertad (Córdoba), me invitaron a participar en un debate por zoom con otros divulgadores de ideas, el martes 15 de marzo a las 22 horas. Aquí está la presentación grabada en You Tube.

UN LEON CONFUNDIDO

Dos o tres golpes de efecto de una persona sanguínea y carismática sobre una sociedad anestesiada, perdida, sin rumbo pero sobre frustrada, desencantada, pueden servir para que ésta quede deslumbrada y lo siga sin cuestionamiento alguno.

Inaugurando su gira nacional como diputado, con clases de Economía, que apenas lo son, apelando a shows que se parecen más a los de un rockero que a los de un político, mediados por influencers de opacos y hasta nulos pergaminos académicos, Javier Milei vive ese momento de fama. Las encuestas le dan excelentes números en vistas al 2023 y en cada Provincia que estará, seguramente, llenará plazas o parques.

Se disimularán así, errores no forzados de la campaña electoral como la derrota del debate legislativo de CABA, los ataques de furia en una charla en Montevideo o el desborde del supuesto agente de seguridad en el festejo del Luna Park. Incluso la rara percepción popular del sorteo de su dieta, a todas luces, un acto demagógico de baja estofa pero que para los Millennials ingenuos, jóvenes aturdidos y adultos buscadores de salvación material inmediata, pudo ser una bisagra en la política argentina, más allá de que como investigó el especialista en informática Javier Smaldone, puede ocultar una vil operatoria de venta ilegal de datos personales. Es que “todo vale” en un momento así, de euforia, de exaltación, hasta de clímax: la gente se enceguece con esta figura y eso le dará una cierta impunidad que se agrega al endiosamiento que ya hacen de su personalidad.

Lo que sería una buena noticia para el liberalismo argentino, en realidad, tal vez, no lo sea. Un entorno que lo rodea, bastante mediocre y pletórico en obsecuencia y adulación al nuevo “Mesías”; un misticismo que se difunde incluso en Twitter -su red preferida para satisfacer su irrefrenable vocación egocéntrica, narcisista y nada sensible-, que tal vez, encubre la red de negocios de sus adláteres, el siniestro dirigente sionista Maslatón y el financista  Marra -hoy legislador porteño-; un armado político que no tiene nada como tal, porque se nutre de mucho personalismo, influencers y sellos partidarios de oscura procedencia (UNITE, el partido de un kiosquero rosarino de diarios y ex concejal, PAC, la agrupación de ex policías y un Partido Libertario que es un “cóctel” de personajes ignotos, aunque todos peleados entre sí).

Es que además de mantener dudas sobre la falta de equilibrio emocional de Milei, que lo convierte en poco apto para desempeñar un rol ejecutivo, de un país anómico como Argentina, hay también mucho por advertir, en materia ideológica. El aspirante a león de la jauría, tiene confusiones ideológicas estridentes, de envergadura, no menores para alguien que se precia venir del mundo académico -apenas de paso, si lo sabrá su padrino Eurnekian-.

Dice que el impuesto es un robo sin entender que es la única forma de financiamiento de un Estado, que él, como anarcocapitalista -como el hijo de Milton Friedman– aborrece pero que es preferible a emitir moneda o pedir crédito interno o externo. Ignorando defensas tales como las de Adam Smith, Tocqueville y Sarmiento, entre tantos, defenestra a la educación pública lo cual puede ser comprensible considerando el estado de deterioro de la misma y la situación social general de Argentina, pero no toma conciencia que este país encontró la senda del progreso una vez, de la mano de dicha escuela sarmientina. Además, el esquema de vouchers (subsidio a la demanda) que él mismo propone -aunque muchos lo hicieran ya mientras él se dedicaba al fútbol profesional hace 3 décadas-, es un mecanismo de financiación pública, medida por alumno/a, sin privilegiar a la escuela privada, que allí perdería su razón de ser. Finalmente, la eliminación del Banco Central puede ser popularmente contrastante con el pasado y presente de destrucción de la moneda en el país, pero no es nada realista si se cree que la inflación desaparecerá producto de ello. Mientras continúe un nivel de gasto público infinanciable, la fórmula mileirista, aplicada en otros contextos históricos y geográficos, mucho más fáciles que el nacional, es absurda y hasta podría generar carcajadas en un café imaginario con economistas de la Escuela Austríaca, monetaristas-Public Choice a lo Buchanan y fiscalistas a lo Musgrave.

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EL CHUPETE DE LOS ARGENTINOS

El chupete cumple una función para los recién nacidos: la de succión. Sólo ellos saben cómo los calma, cómo los relaja, cómo les genera cierta dosis de placer. Pero es un mero paliativo, incluso para padres ansiosos o presionados ante el nuevo hijo. Ese calmante transitorio no es solución de los problemas de gases, cólicos o dentadura, que sí intranquilizan al niño. En todo caso, forma parte de los nuevos problemas que arrastra la vida en su fase inicial. El chupete en exceso, puede ocasionar problemas de dentadura a futuro, pero lo más grave, puede agradar su dependencia y hasta generar retraso en el habla, cuando no, otras dificultades.

Incapaces de lidiar con sus problemas estructurales, así como las personas, inmaduras o no, las sociedades también pueden emplear paliativos para sus dramas existenciales, a modo de “chupetes”. Argentina parece no estar exenta de obrar o imitar semejantes conductas.

Nadie parece ya recordar el triunfo de la oposición parlamentaria del setiembre y noviembre pasados. Se han licuado sus efectos por virtudes ajenas (mediáticas, del oficialismo kirchnerista) pero sobre todo por errores propios. Primero, lejos de las promesas de campaña, ayudaron a reelegir como Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, a Sergio Massa. Luego, votaron nuevos impuestos, perdiendo votaciones por ausencia de diputados propios y finalmente, aprobaron reelecciones de intendentes bonaerenses y hasta la legalización de juegos online en Provincias. Es decir, se comportaron como integrantes de una verdadera “casta política”. Sí, idénticamente al relato del flamante diputado nacional Javier Milei.

la genial caricatura de mi amigo, el sociólogo Dr. Matías Giletta

Pero claro, éste, ya que le gustan tanto las citas bíblicas, tampoco puede “arrojar la primera piedra”. A poco de andar en el ruedo legislativo, desbarrancó. Se vacunó fallándole a los muchos “antivacunas” seducidos por su discurso. Cobró su dieta en lugar de donarla, tal cual lo también prometido. Nombró como secretaria del minibloque parlamentario, a una joven sin antecedentes, más que mostrar su cuerpo en Instagram. Se ausentó en la primera reunión de Comisión de Presupuesto, aduciendo no haber sido invitado mientras realizaba un acto político -disfrazado de “clase de Economía”- en Rosario. Mientras muchos en el interior esperaban una institucionalización seria de su armado partidario nacional, sorprendió ungiendo “gatos”  al frente de esos actos en las Provincias, por encima de dirigentes que habían estado esperándolo ilusionados con su llegada novedosa a la política.

Como si todo ello fuera poco, para completar esta secuencia de errores no forzados, de un advenedizo de la política que se precia de ser presidenciable, mal asesorado por su entorno de oportunistas, “amigas de la cama” e influencers, cuya lealtad está por verse, rompió lazos con José Luis Espert, el otro gran dirigente liberal que lo invitó hace un año y pico a ingresar a la arena política.

Todo lo que el economista apadrinado por el legendario empresario Eurnekian ha denostado en los demás, lo está promoviendo en su propio círculo de amigos y acciones.

Lo expresado me lleva a concluir que Milei puede estar convirtiéndose en un nuevo “chupete” colectivo de los argentinos. Sin relativizar el peso de las ideas liberal-libertarias, cuando uno piensa en ese cúmulo de decisiones mal ejecutadas, de manera improvisada y sin lógica alguna, que aún él hoy puede defender, porque no estamos habituados a ver combatir a esa “casta”, queda claro que es difícil que Milei asome como algo demasiado novedoso en un país tan conservador. Lo más probable es que sea una muestra más de un producto con contenido viejo en un frasco inédito. Cabe preguntarse por ejemplo, dónde estaba Milei en las últimas dos décadas. No es un joven de 20 o 30 años, tiene 51 ya. Qué le impidió actuar antes en política?

Miremos por ejemplo, sus seguidores. Ellos, jóvenes, provenientes de familias deshechas o ensambladas, con padres ausentes o madres omnipresentes, lo apoyan porque se identifican con él, quien también sufriera violencia doméstica, como ellos. No es que han logrado escapar a un supuesto “adoctrinamiento” educativo o tienen acceso a las NTICs y por eso saben quién es Mises o Hayek, sin leer siquiera un libro físico de ellos, como suele repetir el propio Milei. La causa de tal apoyo es más profunda y por ende, más compleja. Milei es para ellos, un guía espiritual, hasta una proyección, de sus propias penurias personales. Pobremente educados en todo caso, incluso en reglas mínimas de urbanidad, en nada se parece esta juventud a la liberal de los ochenta, proveniente de familias consolidadas y de aceptable nivel económico y educativo. Son chicos de bajísima autoestima, para quienes los gritos de Milei, son sus propios gritos de “libertad” contra sus padres que no tuvieron, contra su entorno conurbanizado, rodeados de drogas, fracaso, destrucción, muerte. Para ellos, la palabra “libertad” es un atajo, para salir de ese horrible mundo, no una elección racional.

Milei no deja de ser un consolador, un calmante. Es sorprendente pero su propio grito sacía la sed de bronca de los enardecidos, como él mismo contra su pasado infantil. Hace las veces de un “chupete societal”. Dependerá de él y nada más que él, transformarse en alguien que ayude a reconstruir la Argentina, bajo otros parámetros de mayor sustancia.

Claro, tal vez, le estemos pidiendo demasiado en función del drama que él mismo vivió y del cual no parece querer salir, con ayuda profesional, sino con misticismo, mala contención familiar y entorno donde sobran “los amigos del campeón”. Tal vez, vamos camino, a pesar de que llene plazas en todo el país, durante el 2022, a ver otra decepción, como lo fueron Alfonsín, De La Rúa y Macri. A veces, es mejor criarse sin chupete y dejar que gobiernen los sátrapas que nos gobiernan antes que persistir en las decepciones. La terapia puede ser peor que la enfermedad: la frustración puede conducir a la violencia.

Mientras tanto, sigamos como sociedad jugando como bebés que ya no lo somos. O como “corderos”, como le gusta repetir a Milei, supuesto gran León. Algún día -o no-, como enseñaban los estoicos, asumiremos que la escalera se termina escalón por escalón, con la virtud de la paciencia, incluso golpeándonos, sin siquiera paliativos que nos distraigan del objetivo.

EL ABRAZO DEL OSO

La frase del título de esta nota tiene una connotación especial. Trae a colación una referencia innegable, típica de la Guerra Fría, cuando se decía en tiempos de la “détente” o distensión entre americanos y soviéticos que el “Oso” (nominando así a la vieja URSS), aprovechando esa “ventana de oportunidad”, podría en cualquier momento seducir, envolver y hasta asfixiar a Europa Occidental, influida por los “cantos de sirena” pacifistas antinucleares. El objetivo era dividir el frente occidental, rompiendo la alianza de postguerra con Estados Unidos. La URSS así lograría ganar la Guerra Fría, sin disparar un sólo tiro. Sus propios errores de cálculo más tarde, como la invasión a Afganistán en 1979, contribuyeron a su posterior caída, varios años después.

Claro, nadie vio en ese momento el intento -frustrado- del Oso.

Apelo a la metáfora comunista/anticomunista porque viene como “anillo al dedo” para mi análisis político de hoy. Anoche, habiendo llegado tarde al acto de Javier Milei en Rosario, claramente desganado, desentusiasmado, porque veía la peligrosa tendencia de un nuevo “abrazo del Oso” -esta vez vernáculo- que finalmente corroboré, desde hacía semanas, mis temores se hicieron realidad. Preadvertidos por uno u otro canal -hoy, en el reinado de las NTICs y las redes, eso es posible-, de que había gente -propia y externa- insatisfecha con el armado desde arriba y desde CABA, de ese acto, cuya identidad (acto político, evento social o clase), nunca quedó claro, la seguridad de Milei, conformada por los “Osos Gordos” del inefable Carlos Maslatón, el “Rasputín postmoderno” del nuevo diputado, se encargaron de diluir cualquier intento de sabotaje del acto.

Claro, quedó también en evidencia el formato especial de la obra y obviamente, los intérpretes de la misma. Una pléyade de actores de poca monta, los llamados influencers o you tubers; el despotricador serial “anticasta política” Maslatón y su esposa, que vive de la casta, como empleada del alcalde porteño Rodríguez Larreta y como si esto fuera poco, la hermana del propio Milei, llamada por el mismo, “El Jefe”, lo cual revela que hasta el más genuino liberal, reconoce algún grado de autoridad y dependencia de alguien cercano? Mas un discurso largo, tedioso, que sólo levantaba aplausos con los gritos característicos de Milei. En el interín, “los otros liberales” Espert, Píparo y López Murphy, luchaban durante 9 horas, cuan gladiadores, contra las insólitas argumentaciones del Ministro de Economía Martín Guzmán.

Ahora bien, semejante despliegue populista, reivindicando explícitamente la presencia en las calles, versus la discusión presupuestaria en el Congreso, el ámbito institucional para el cual fue elegido Milei y para lo cual sí está preparado debidamente, denota parte del plan siniestro de Maslatón, un sórdido personaje de la política, de origen judío-sionista, simpatizante del peronismo, armador de una organización estudiantil liberal pero sobre todo, originariamente anticomunista y ex concejal de CABA por la Ucede oficialista (la alsogaraísta), la misma que se entregara como “prostituta” al menemismo en los ochenta. Esta vez, tras un largo receso de más de 2 décadas, donde amasara una enorme fortuna con las criptomonedas o bitcoins, parece estar intentando lo mismo que aquella vez: habiendo votado al kirchnerismo en 2019, para que no gane Juntos por el Cambio, por su supuesto carácter socialdemócrata, Maslatón le hace creer a propios y extraños, que esa jugada le permitió a Milei crecer exponencialmente por encima de todo y todos, siendo “la real oposición a la casta”, reproduciendo el modelo de organización política movimientista que creara el General Perón en contra del esquema típicamente europeo institucionalista de “comités de notables”.

Ese modelo supone, como me dijera explícitamente el legislador porteño lavagnista -hoy mileirista- Ramiro Marra, que mientras “todos tributemos a Milei” -erigido en un gran Zar -endeble emocionalmente por cierto-, puede haber multiplicidad de grupos “armando” en el interior del país, eligiendo fundamentalmente figuras mediáticas y hasta verdaderos/as “paracaidistas”, siempre y cuando agraden al Gran Jefe -o a su Jefa-.

Lo visto y lo afirmado, reproducen una vez más, una Argentina que se niega a morir. Bajo el formato de novedad, con la excusa perfecta de que la política nacional es el barro en estado puro, emergen líderes que dicen representar lo original, lo impoluto, lo diferente, incluso encarnando ideas, como las liberales -o libertarias aunque en clave demasiado “paleo”, conservadora o derechista-. El problema es que ellos mismos a medida que se van desprendiendo de viejos socios (como Espert o Rosales, supuestos “traidores” hoy a los ojos de este Milei versión rockstar 2.0), empiezan a rodearse y dejarse influir por nuevos oportunistas mediocres y adulones, que no trepidan en sumar sus “aportes” aprovechando su popularidad en likes o vistas de Twitter o Instagram.

Maslatón como un titiritero, logra como un sesentón fracasado, embaucar a millones de jóvenes embrutecidos o analfabetizados pero fanatizados conocedores de las redes y los bitcoins, pero sobre todo, al “León de la jauría”, aprovechándose de su debilidad emocional -por viejos traumas infantiles- de éste. Resulta llamativo -aunque no tanto-, que para desequilibrar a esta sociedad anestesiada, los argentinos hayan tenido que recurrir a un verdaderamente desequilibrado como Milei. 

Un Milei que psicológicamente, está lejos hoy del que era hace meses, por ejemplo en marzo pasado. Afable, simpático, siempre prestándose a una selfie, el de hoy luce malhumorado, exigido, nervioso, tal como se lo vio en el debate de candidatos en octubre.

Si esta historia termina bien o mal para el país, dependerá de nosotros. De los que aún creemos que el Congreso es una institución en la que pueden y no deben calentarse las sillas; de quienes concebimos que hay formas no populistas de no renovar la política; de los que pensamos que entre la mirada corta o miope que tienen algunos porteños digitando referentes y la nada misma, hay alternativas locales, federales, de reclutamiento o emergencia de nuevos liderazgos más democráticos.

Será, si triunfamos, la única posibilidad de resistir o ahuyentar al Oso. De lo contrario, aumentará el desaliento, insistirá en destruirnos y con ello, a la propia nación. Pero lo peor es que llevará al propio suicidio político a Javier Milei.

PODER AL SENTIDO COMUN

Muchos especulábamos que el domingo 14 de noviembre se empezaba a terminar la famosa “grieta” entre kirchneristas y antikirchneristas en las elecciones parlamentarias de Argentina. Sencillamente, ello no ocurrió porque el oficialismo logró disimular su estrepitosa derrota general –perdió la hegemonía en el Senado que mantenía desde 1983 y, 13 de 24 provincias, incluyendo las 5 más grandes-, con su relativo emparejamiento- en relación a la PASO de setiembre- en la Provincia de Buenos Aires y su consolidación en el norte del país. Tampoco el triunfo opositor, no obstante ser de casi 8 puntos a favor- fue lo suficientemente holgado en especial, para Horacio Rodríguez Larreta, el alcalde porteño, quien de manera obsesiva, quiere ser Presidente a base de la prolongación de la grieta. En su propio terruño y la Provincia bonaerense, tuvo sus propios obstáculos, en las apariciones fulgurantes de sendos economistas, el libertario Javier Milei y el liberal José Luis Espert, respectivamente.

Desde hacía décadas, el liberalismo no contaba con diputados electos y menos, por los distritos más significativos. A diferencia de otrora, sus campañas fueron personalizadas, con mucha exposición física, en las calles, dando clases públicas, visitando plazas, negocios, fábricas, con una fuerte difusión en redes, a cargo de voluntarios. Desde el alfonsinismo y el propio kirchnerismo, nunca se había visto tanta juventud en torno a líderes políticos. Los jóvenes argentinos, incluso adolescentes, se dejaron seducir por la verborragia y el despliegue incansable de Espert que recorrió una provincia que tiene el tamaño de Alemania pero sobre todo, se identificaron con la rabia contenida que explotó en griterío e insultos, de Milei. Enfrentando el primero, al “sistema” -la trilogía de políticos mediocres y saqueadores, empresarios prebendarios y mafias sindicales- y el segundo, a la “casta” -los políticos que viven del Estado-, ambos candidatos hallaron al responsable perfecto para explicar de modo sencillo, a una sociedad empobrecida y subeducada, las razones de una debacle nacional que ya lleva más de un siglo.

 

Cualquier ideologización del discurso de Espert y Milei suena a esfuerzo banal y reduccionista. Es mucho más complejo de lo que a priori, parece.  Al primero lo apoyan sectores más bien centristas y republicanos, incluso partidos históricos como la Unión de Centro Democrático (Ucede), el Partido Demócrata (PD), el Partido Autonomista Nacional (PAN), pero también nuevos como Republicanos Unidos (RU) y afines. Al segundo en cambio, lo sostienen los libertarios, que rechazan al primero: anarcocapitalistas, minarquistas y objetivistas randianos. Pero también nacionalistas y conservadores, como Victoria Villarruel (diputada electa), Carlos Maslatón y hasta you tubers mediáticos, como “Dannan”, “El Presto”, “Deperoncho” y la cosplay “Lilia Lemoine”, entre otros.

 

El peronismo no está ausente en ambas coaliciones. Raúl Aragón es el sociólogo embanderado en ese movimiento, que siente un profundo rechazo al kirchnerismo, contratado por el operador de Espert, el periodista y ex diputado mendocino Luis Rosales, ex socio del consultor Dick Morris. El recomendó al economista oriundo de Pergamino, ir cooptando a los punteros peronistas del conurbano, abandonados a su suerte por Sergio Massa y el avance de Máximo Kirchner. Del lado de Milei, Ramiro Marra, hoy legislador electo por CABA, militaba junto al ya legislador de Consenso Federal, Eugenio Casielles, en el lavagnismo.

No es fácil por lo tanto, hablar de una “derecha”o de un “bolsonarismo” a la argentina. Mientras Espert está dispuesto a discutir en un referéndum temas como el aborto, Milei se aleja de posiciones liberales, en torno al tema, declarándose “provida” y también discrepan en torno a la gestión de la dieta parlamentaria, el rol del Banco Central y el castigo a los delincuentes y el rol de las fuerzas de seguridad. Milei admira a Trump y lo tiene entre sus gif preferidos en sus chats mientras Espert se declara antipopulista en todas sus formas, tiempos y exponentes. Si esta alianza sobrevive a lo largo del tiempo, lo veremos en los próximos meses.

Es que el mensaje de ambos no parece ser intelectual, ni depende del ya trillado negocio de las fundaciones liberales, ni de las clases medias, algo refractarias al mismo: se sustenta en la actitud y aptitud de entrar al “barro de la política”: involucrarse, comprometerse y llegar a alcanzar los votos de “la otra orilla”, como solía repetir Perón, parafraseado por el gran Mariano Grondona. Cuando los liberales abandonaron la política y la retomaron sólo parcialmente, en los ochenta, gracias a Alsogaray, el país quedó abandonado a su suerte. Como se siente hoy el habitante de Berazategui, Quilmes, Lanús, Lomas de Zamora, Avellaneda, etc. o el vecino de Pompeya, Lugano, Villa Soldati, la Villa 31 y es allí donde por primera vez, un liberal fue a buscar y logró votos. A ellos se llega, no recitando a Hayek o Nozick sino simplemente, siendo sensible a su estado de deterioro, comprendiéndolos, aumentándoles la autoestima, fortaleciéndolos moralmente, para que sean capaces de rechazar toda manipulación clientelar y hasta psicológica, que los haga descreer de que ellos pueden lograr sólo con su esfuerzo.

Con tal apelación al sentido común, el éxito liberal está a la vista: más de un millón de votos, tercera fuerza en dos de los distritos más grandes, cuatro diputados nacionales asegurados -uno más en discusión-, cinco legisladores porteños, tres legisladores provinciales, decenas de concejales bonaerenses, etc. Ahora llega la hora de las previsiones político-estratégicas con vistas a 2023 y aspirar a terciar en la grieta, ante un eventual ballotage: para ello deberán  pensar en la posibilidad de un bloque legislativo propio y unido o, un interbloque, la conformación de un único partido nacional  o, una confederación de partidos y, finalmente, lo más importante, candidaturas votables, populares, con convicciones pero sobre todo, empáticos, con la angustia de la gente.

No será nada fácil pero lo logrado este año, les permite abrigar cifradas esperanzas.

ALVARO ALSOGARAY (HIJO): LA HISTORIA DE LA UCEDE

La evolución histórica de la Argentina está ligada indisolublemente a la del liberalismo. Como tradición, como doctrina o, recientemente, como identidad, ha ocupado un lugar central en la construcción institucional del país moderno, en la segunda mitad del siglo XIX hasta aproximadamente 1930.

Luego, el giro ideológico que tuvo la clase dirigente del país, del que ya nos hemos ocupado antes, nos condujo inexorablemente a un derrotero de decadencia y frustración que ya dura varias décadas. De modo paradojal, la pandemia ha reinstalado un enorme entusiasmo de la juventud por las ideas liberales, que tal vez, estén ligadas mejor que otras -o no-, al éxito del país, por lo que, de triunfar electoralmente en los próximos años, podrán augurarle un destino más venturoso, torciendo aquel rumbo.

Hubo un antecedente de esta tendencia, hace 3 décadas: el fenómeno de la UCEDE, partido político de centro-derecha liberal, liderado por el Ingeniero Alvaro Alsogaray (diputado nacional), cuyo hijo Alvaro Luis, hoy nos pudo entregar su testimonio de aquellos grandes momentos de la agrupación partidaria, que llegó a influir en el programa de gobierno, parcialmente aplicado por Carlos Saúl Menem.

Las generaciones jóvenes de la actualidad, entusiasmados por el fenómeno de Javier Milei, debieran conocer este “relato” para de esta manera, recoger aquella tradición, aprender de los errores del pasado y por qué no, intentar aplicarla con éxito en un futuro cercano.

LAS RAICES DE LA DECADENCIA SOCIAL Y EDUCATIVA ARGENTINA

Una de las ventajas no deseadas del encierro motivado por la cuarentena: la proyección de videos reproduciendo interesantísimas conversaciones o diálogos entre intelectuales. En este caso, el historiador Ricardo López Göttig charlando con el politólogo Pablo Dons, acerca de la desvalorización gradual de la educación y los orígenes de la destrucción del proyecto exitoso de la post Generación del ’37 (o sea, la Generación del Ochenta). Dons plantea que el odio a la democracia liberal y al capitalismo ha sido la gran fuente de la decadencia a lo largo del último siglo y medio, abrevando en la generación tardía de los Ochenta (Ibarguren, Carlés, Lugones -cuyo aniversario de su muerte es hoy- y cía). La crítica moral a la sociedad abierta que favorecía la movilidad social ascendente y por el contrario, la reivindicación de los valores tradicionales de la sociedad que se iba quedando en la retaguardia, fueron los cimientos de aquél odio. La misma elite se fue disparando gradualmente en los pies: aquí, lejos de existir una “revolución popular” -como aducen peronistas y kirchneristas al unísono, hubo una erosión de los mismos valores que llevaron al progreso de la sociedad.

Dons empieza con un dato revelador de la tragedia educativa argentina: mientras hace 20 años atrás, los niños de primer grado aprendían ya a leer y escribir, ahora aprenden recién a partir de sexto grado. Resulta interesante como Dons, a la hora de las responsabilidades lejanas al respecto, hace hincapié en la fortaleza del nacionalismo católico a lo largo del tiempo, hoy potenciado por el pensamiento de Jorge Bergoglio, como Papa Francisco, exaltando la sacralización o glorificación de la pobreza y un orden social jerárquico, donde cada uno mantiene, sin ascender, su lugar en la escala social, sólo matizado por cierto grado de distribucionismo.

Llama la atención entonces, dice Dons, en la última discusión por el aborto, cómo libertarios anarcocapitalistas iban a las plazas, acompañando a los “Provida”, que están en la antítesis de una sociedad abierta y demás valores liberales. Existe una falta de cultura generalizada y mucho esnobismo, que explican estas insólitas alianzas, potencialmente explosivas según López Göttig. Remarca Dons que la “patria instagramera” puede tener un éxito efímero y es una demostración más de cómo el liberalismo argentino hasta ahora, ha carecido de cultura política y militancia.

Resulta paradójico en tal sentido que, a diferencia de lo postulado por el anarcocapitalismo, el liberalismo argentino contribuyó según el historiador Ezequiel Gallo, a crear el Estado, concentrarlo en nichos estratégicos y luego limitarlo, no “explotar el Banco Central”, como a veces se postula en los vivos de Instagram. Según Dons, hay que militar en la calle, penetrar en las villas, generando un liberalismo popular, sin esnobismo, sin la conexión “online“, sino con formación y lectura. Claro, sobrevuela en este pasaje, una crítica velada a los Maslatón, a los Milei, a los Gómez Centurión y obviamente, los “influencers”. Aunque por lo visto en Carlos Paz y otras ocasiones, juzgarlo a Milei como superficial, es por de pronto, muy exagerado si tenemos en cuenta su algún grado de formación académica.

Finalmente, los interlocutores exploran las raíces del mundo sindical argentino, su carácter crecientemente patrimonialista, sus concubinatos a partir de negocios como contratistas del Estado, etc. Incluso, cómo en “la vieja guardia sindical” argentina -citando López Göttig un estudio de Rubén Zorrilla-, el hijo de un sindicalista se casaba vía matrimonio civil y pretendía escalar socialmente, fuera del ámbito gremial y ahora, por el contrario, decide casarse vía Iglesia Católica y se convierte en sucesor de su padre, en el sindicato. Cualquier parecido con la familia Moyano, es pura coincidencia.

Respecto al futuro, Dons plantea un escenario complejo, testimoniando el enorme desencanto social con la gestión Macri, fracasada por la falta de visión de la realidad. Todo ello se agudiza con la enorme “politización de la política”, esta especie de reinado de la hermenéutica, la interpretación permanente de lo que pasa. Sin embargo, se puede salir adelante si a la formación se le agrega la participación: a la ejemplaridad individual hay que sumarle la pública, para ser buenos ciudadanos. El desprecio a los sectores populares -a través de las veladas críticas a los “choriplaneros”- de parte por ejemplo de los vecinos de clase media de Recoleta que, de manera contradictoria, también rechazan ganar dinero por vía lícita, debiera dejar lugar una mayor formación e involucramiento con pensamiento crítico, en la cosa pública.

Aquí les dejo la totalidad del rico diálogo.

LIBERALES O ANTI-IZQUIERDA EN EEUU?

“Separando la paja del trigo”.
Hay un fanatismo absurdo de algunos #liberales argentinos con el #trumpismo y el espectáculo circense, cuasi latinoamericano de ayer, confundiendo todo, una vez más. Por ejemplo, reflotando el fenómeno de un supuesto #comunismo en #EEUU.
Pero debe subrayarse que esa doctrina nunca prendió ni alcanzó popularidad alguna en ese país, excepto en algunos campuses universitarios, más para consumo externo que doméstico. Siempre estuvo bajo una matriz muy débil en cierto sector del Partido #Demócrata pero de manera poco o nula influyente. Todos sus candidatos, más radicalizados (Jesse #Jackson, Bernie #Sanders y tantos otros en el pasado) perdieron categóricamente en primarias contra candidatos más moderados. Lo más socialista que tuvo EEUU fue el New Deal -frenado por la Corte Suprema-, el Medicaid y el Medicare.
Hoy en términos de libre comercio global, asociados a #China por supuesto, el Partido Demócrata norteamericano está más a la derecha que el propio #GOP. Esto no significa apoyar a #Biden, mucho más senil y pusilánime que Trump o asumir posturas “liberprogres” u otras patrañas. Pero de ahí a creer que este magnate inmobiliario, QAnon y demás visiones conspiranoides, estilos personalistas-populistas y esquemas comerciales industrialistas o proteccionistas, tengan que ser tolerados en función de una nueva supuesta cruzada anticomunista o sean afines al liberalismo, es absurdo.
Lo que está en juego en EEUU hoy, es la propia supervivencia del sistema democrático tal como lo imaginaron los Padres Fundadores e incluso, la del propio país, porque si se desmadra todo, cada Estado podría hasta separarse de la Unión, o sea, paradójicamente, el fenómeno de la ex #URSS 30 años después. Lo que les preocupa a muchos liberales argentinos, en realidad, es quedarse sin “la gallinita de los huevos de oro” que los ha bancado tanto tiempo.
En cuanto a algo más vernáculo, es interesante este intercambio entre Mariano Grondona y un entonces joven Jorge Lanata, quien se declaraba en aquellos lejanos años noventa, como un “liberal de izquierda”.