AUGE Y CAIDA DE UN GRANDE DEL INTERIOR

Desde 2018 en que jugó la Copa Sudamericana, Colón vivió momentos inolvidables en su historia deportiva. Ganó en el Morumbí contra Sao Paulo, fue subcampeón de la Copa Sudamericana, fue por primera vez campeón a nivel nacional, jugó otra final local y participó nuevamente de una nueva edición (tercera) de la Copa Libertadores. Un año después de tal resonante participación, de manera insólita -o no tanto-, descendió a la B Nacional. Si bien los descensos se viven de manera diferente a antaño, habida cuenta que casi todos los equipos del fútbol argentino han bajado de categoría alguna vez, la pasión con la que se vive este deporte aquí, aún provoca desazón, frustración e incluso muerte de algunos hinchas fanáticos.

No era muy sensato pensar en tal desencanto cuando uno mira tal camino lleno de éxitos recientes. Pero si uno observa la trayectoria del club desde el más reciente ascenso (2014), es decir, si uno aplica el lente retrovisor con mayor distancia, percibirá que Colón venía cumpliendo mediocres o malas campañas deportivas en torneos nacionales, con técnicos y equipos muy caros pero poco eficientes. Lo cual sin dudas, revela que detrás de tales compromisos, la Comisión Directiva a cargo del “hombre fuerte” del club desde 1991, José Néstor Vignatti, iba de fracaso en fracaso, intentando perfilar un proyecto deportivo con un resultado diferente al de ayer. De hecho, Colón, si se salvaba ayer tras el desempate contra GELP, en el 2024, tendría que haber hecho una campaña casi de campeón, para poder salvarse por los promedios.

No hay otra lección de lo sucedido que verificar cuan difícil para nuestra cultura política, incluso para la futbolística, es construir liderazgos no personalistas, que por el contrario, se animen a generar legados y no eternizaciones, que los hagan caer en la soberbia y el mesianismo. Al descender por cuarta vez en su historia, Colón habrá aprendido -o no- a forjar nuevas alternativas por vía electoral, para construir dirigencias que equilibren la relación entre fines sociales del club, éxitos deportivos y buenas conducciones juveniles, evitando la trampa facilita de grandes halagos internacionales sin suficientes cimientos.

Precisamente, para edificar una casa, hay que comenzar por el piso y tal vez, Colón, se haya dejado arrastrar por la vanidad de creer que se comienza por el techo -y el cielo-. Así conoció nuevamente el infierno. Es hora de mirar hacia atrás y volver a inventarse. Esta vez se parte de una historia mejor que la previa a 1981, incluso a 2014. Hay que aprovecharla y volver a la máxima categoría cuanto antes. Ojalá lo veamos así a fines de 2024.

A UN AÑO DE LA “OPERACION MILITAR ESPECIAL” RUSA EN UCRANIA

Difícilmente a tantas décadas de mi ausencia en mi ciudad natal (Santa Fe) podría existir un reconocimiento, pero ya hace unos años, con mi charla sobre la Federación Rusa en la UCSF en noviembre de 2018 y ahora, este viernes 24, presente en un canal de cable, tal vez, nos hayamos acercado como nunca, a esa necesidad interior de intentar esa valoración.

Aquí les dejo entonces, ese último reportaje, aunque todavía no quede tan claro, la verdadera motivación que halló Putin para atacar Ucrania -y por ejemplo, no haberlo hecho antes-.

Una guerra que así como a muchos nos sorprendió por su origen y evolución posterior, hoy, podría prolongarse y hasta desencadenar una guerra nuclear, si los actores siguen perdiendo el control de sus actos.

NOTA PARA SPUTNIK MUNDO RESPECTO AL VIAJE DE BIDEN A UCRANIA

NOTA EN “EL HERALDO” DE BARRANQUILLA (COLOMBIA)

ENTREVISTA PARA TELESCOPIO DE SPUTNIK SOBRE LAS INTERNAS DE LA OTAN

ENTREVISTA PARA RT, SOBRE LA POLITICA DE ENGAÑOS DE EEUU

ENTREVISTA PARA RT SOBRE ACTIVISTA UCRANIANA RECONOCIDA POR EEUU

RECUERDOS DE ADOLESCENCIA EN EL RIO

Febrero es un mes que suele ser corto y excepto los Carnavales, no tiene ningún aditamento especial para quienes trabajamos todo el año y ya no viajamos al exterior como antes. No es absolutamente laborable porque no tengo clases aunque sí turnos de exámenes y tampoco es comparable a enero, que suele ser el mes clave para vacacionar. Tampoco lo ayuda el clima. Suele ser más lluvioso en zonas cálidas como la costa atlántica o las sierras, cuando no frío, como resultó ser la semana pasada, la más otoñal en seis décadas.

En ese contexto, motivando a un amigo a viajar una vez más, al menos a nivel “cabotaje” (turismo interno), dado que dados los impuestos, es aún caro viajar al exterior, a diferencia de 2016-2019, tomamos el auto y nos encaminamos a recorrer la llanura argentina, en las Provincias de Córdoba y Santa Fe, por el interior de su interior. Pueblitos pequeños, algunos insignificantes, otros más destacados y hasta pujantes. Partimos de Villa María a las 10 hs. de la mañana y al llegar a Cintra (1.200 habitantes), doblamos hacia la izquierda con rumbo noroeste, alcanzando San Antonio de Litín (algo más de 1.200 hab.) primero y Alicia (3.600 hab.), después.

A continuación, cruzamos la frontera interprovincial y adentrándonos en Santa Fe, conocimos Landeta, donde nos llamó la atención una mansión que alcanza una manzana, con parque incluido, que están aún sin terminar, en un pueblo realmente fantasmal. Me propuse averiguar qué político o empresario puede ser el dueño de semejante inmueble equivalente a una pirámide egipcia en medio de la nada misma, del tipo de los edificios exóticos de los megalomaníacos Rodríguez Saá que solemos ver a la vera del camino en San Luis, pero en el interín prosigo con el relato. Por el estilo albañilesco a secas de la casona, me inclino a pensar que su propietario es un político, por qué no el propio Presidente Comunal, dado el mal gusto evidente en la construcción.

Nos esperaba Carlos Pellegrini (6.700 hab.) en la misma ruta provincial que Las Rosas, Las Parejas y Armstrong, ciudades industriales del oeste santafesino. Allí nos tomamos un café en la Estación de Servicio de Axion.

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450 AÑOS DE SANTA FE -POR MUCHOS MAS Y GRACIAS-

Se hayan cumplido 449 o se estén por cumplir 450, según los usos políticos que se le den, no importa. Fue un nuevo aniversario de una de las ciudades más emblemáticas y antiguas del país, aunque claramente no de las más populosas, pero sobre todo, la que me recibió a este mundo por primera y única vez. Mi Santa Fe de la Vera Cruz.

Tenía otra de mis varias cuentas pendientes con ella y por lo tanto, saldé una más: estar allí en sus festejos, con Los Palmeras, celebrando sus cinco décadas de carrera musical, llevando a un par de alumnos cordobeses avanzados míos de confianza, como Lucio Piatti Borello y Alvaro Oliva y siendo agasajado allá por una pareja amiga, Gastón y Cayena, dos grandes hinchas de mi Colón querido.

El mural de Los Palmeras

Como corolario, degustamos pescado de río, en todas sus variedades, en el popular Quincho de Chiquito, cuyo dueño falleciera hace algunos años pero nos dejara el permanente recuerdo de “La Vuelta del Pirata” y éste, su nuevo legado, donde hay fotos y recuerdos históricos por doquier, como los de boxeo, fútbol y sus grandes campeones nacionales e internacionales.

Agustín Uleriche

Dedicado al “Chino”Maidana

Dedicado al “Zurdo” Vázquez

Carlos Monzón, Diego Maradona, Carlos Reutemann, entre tantas estrellas del deporte y el espectáculo, pasaron por allí y posaron junto a “Chiquito”. Buena parte de mis recuerdos emocionantes de mi infancia y adolescencia se concentraron allí la noche del martes 15N.

el recuerdo de Carlos Monzón

la imponente estatua que lo recuerda en la calle aledaña al restaurante

LOS QUE SE NOS VAN

Ayer, viernes 19 de agosto, hubiera cumplido años Sandro, el gran cantante argentino de origen gitano, con una voz inigualable que tuviera canciones exitosas y películas taquilleras en la década del ’70. Pero en la misma jornada, también murió Oscar Bergesio, gran periodista santafesino, comentarista de fútbol, con quien también desde los ’70 hasta los ’90, incluso más cerca en el tiempo, hasta su retiro en julio de 2019, me entretuviera cada tarde o noche de radio en la universitaria LT10, estando yo en Santa Fe o aquí en Córdoba.

Sandro y Bergesio no tienen nada en común, excepto que fueron contemporáneos, pero sí poseen sus vidas, un magnetismo especial en la mía misma, porque cubren etapas de ella que fueron particularmente singulares, como mi niñez y adolescencia, tiempos de TV en blanco y negro, tocadiscos y transistores.

Como también adquieren un especial significado, otros protagonistas de la pantalla chica de aquellos años, que también nos dejaran recientemente: el actor Rodolfo Bebán hace una semana,  además del conductor Norberto Palese (alias “Cacho Fontana”) y su ex esposa, la ex modelo Liliana Caldini, a inicios de julio, con apenas dos días de diferencia.

Bebán fue protagonista de películas históricas como “Juan Manuel de Rosas” (1972), “Juan Moreira” (1973) y las tiras televisivas “Malevo” (1972) y “El precio del poder” (1992-1993), que tuvieron elevados niveles de taquilla y rating, respectivamente. Mientras tanto, Fontana, tristemente recordado por su programa ómnibus de 24 horas junto a Pinky en 1982, recaudando fondos -que no llegaron o sólo parcialmente- para los soldados de la guerra de Malvinas, tuvo dos grandes participaciones que yo nunca olvidaré: la conducción del programa de preguntas y respuestas “Odol Pregunta” que catapultara a la fama, por ejemplo, al entonces niño Carlos María Domínguez y “Videoshow” (1977) donde estrenaría la llamada “máquina de mirar”, o sea, la videocassetera, que revolucionaría la era de la TV a nivel nacional, ambos episodios en los ’70.

Cuando ocurre esta seguidilla de pérdidas, similares a otras de hace unos años, siento que una parte importante de mi vida se va con ellas, pero al mismo tiempo, me transmiten la energía necesaria para recordarlos a todos con alegría y renovarla para continuar hasta el final de mis días.

EL CAMPO ARGENTINO EN REBELDIA?

Recuerdo que en uno de mis tantos viajes (laborales) entre 1998 y 2001 a Rosario, cuando decidí emigrar a Villa María, por motivos personales, una noche del primer semestre de 1999, me tocó ver a orillas de la vieja Ruta 9 -en aquel momento, en impecable gracias a los peajes e inversiones privadas de la Presidencia Menem-, una serie de tractores y pancartas de productores lácteos. Era el famoso “tractorazo”, movimiento cuasi piquetero que nucleó a numerosos productores tamberos de la zona aledaña a Villa María, que reclamaban en plena Convertibilidad, un “precio justo” para el litro de leche, que en caso de no tener respuesta oficial, por parte de la Administración menemista, derivaría en crisis de abastecimiento en las góndolas de los supermercados.

Ese tema sería objeto de profundas y numerosas investigaciones sociológicas que eran novedosas porque hacía tiempo que el campo, en aquel momento, sin retenciones pero con precios internacionales muy deprimidos, no generaba interrogantes ni tampoco respuestas académicas de ningún tipo, excepto en el ámbito de las Ciencias Básicas, a partir de la enorme modernización tecnológica que vivió a partir de fines de los ochenta (sojificación, riego artificial, siembra directa, grupos CREA, etc.). Los últimos estudios databan de la década del ’60 cuando la preocupación de los cientistas sociales era la naturaleza oligopólica de las propiedades y en todo caso, el cambio de manos de las familias patricias argentinas a nuevos sectores.

La crisis de 2001 encontró al campo en plena expansión, en parte, producto de aquella reconversión, a contramano del resto de la economía argentina. Los precios de las commodities subieron exponencialmente y eso permitió que el nuevo milenio encuentre al país recuperándose de la fenomenal reconversión de precios producto de la ruptura de contratos que duraron una década. Ese aumento generó una gran entrada de divisas para el país, la que sería récord en la historia argentina y la misma de alguna forma, satisfizo dos roles: una, “acolchonar” los efectos de la crisis inicial y otra, financiar el creciente gasto público en áreas urbanas, destinado a sectores vulnerables, pero también empleos formales de clase media.

En marzo de 2008, en pleno auge, el campo dijo “basta” y volvió a las rutas, como una década antes. La Resolución 125 del entonces Ministro de Economía de CFK, Martín Lousteau, hoy devenido en antikirchnerista, que amenazaba aumentarle la retención estatal a la producción sojera, se convirtió en el centro del contraataque ruralista. La crisis llegó a tal punto que el propio Vicepresidente Cobos (radical, de Mendoza) tuvo que desempatar en el Senado de la Nación, haciéndolo de una manera dubitativa, pero en contra del propio proyecto de su gobierno. Esto agrietó no sólo a la coalición oficial ‘transversal” sino a toda la sociedad argentina que vio consumir semanas al borde de la violencia civil.

Alfredo De Angeli, productor entrerriano de la zona de Gualeguaychú, hoy senador nacional, fue uno de los protagonistas políticos de aquellas jornadas aciagas, junto con los integrantes de la entonces llamada “Mesa de Enlace”, conformada por las organizaciones gremiales representantes de la diversidad política del campo: Llambías (CRA), Biolcati y Miguens (SRA), dos entidades a la derecha del espectro ideológico y, Garetto (Coninagro) y Buzzi (Federación Agraria), a la izquierda de aquél.

Con mi amigo Julio Nieto y el propio De Angeli

Las tensiones extremas y el “voto no positivo” de Cobos obligaron al gobierno a retroceder, la oposición supo explotar ese momento político en las parlamentarias del 2009 pero con el transcurso del tiempo todo se fue diluyendo y el statu quo se impuso. El campo disfrutó de algunos años más de precios elevados, pero el Estado acrecentó su voracidad fiscal de modo sutil. La reaparición de una inflación que llegó para quedarse, con un nivel elevado respecto al plano mundial, obligó al kirchnerismo a incurrir una vez más en el error histórico de prohibiciones de exportar cortes cárnicos, “para garantizar el precio interno” y otros absurdos que lo único que lograr, fue favorecer a la ganadería de países vecinos y las exportaciones de terceros a mercados no tradicionales.

El campo volvió a atomizarse políticamente, tuvo un pequeño veranito con el macrismo, ya con otros precios internacionales -a la baja- y esperó a fines de 2019, a la gestión Fernández, en pie de guerra, porque sabía que la situación de 2008 podía volver a repetirse. Sin embargo, el kirchnerismo no mostró los dientes, prefiriendo una salida elegante y negociadora (el Consejo Empresarial Agroindustrial), para diluir cualquier oposición productora, pero la pandemia interrumpió el sonido de las armas.

Enero de 2022 empezó con todo y los ruralistas eligieron juntarse en asamblea nacional, el sábado 9, en la localidad santafesina de Armstrong, en la intersección de la ruta 9 y el camino a la pujante Las Parejas, tras la negativa de la intendenta de Cañada de Gómez a recibirlos. Allí fue la nueva Mesa de Enlace, a modo de reconstrucción del liderazgo político, pero esta vez, la ocasión parece diferir de la anterior. Productores autoconvocados, con el ingeniero agrónomo Dieter Von Pannwitz a la cabeza, fueron los organizadores y las bases se hicieron escuchar: hicieron autocrítica de la escasa relevancia política y económica que le dan a la agremiación ruralista; reprocharon traiciones pasadas a sus dirigentes rurales; pidieron cabezas de líderes cooptados por el gobierno, por ejemplo, los de Coninagro y hasta trataron a la coalición gobernante de “enemigos mentirosos”.

Las semanas venideras, en las que pueden vislumbrarse momentos difíciles, en función de la gran sequía que afecta a nuestra región y la concreción de nuevas asambleas en un centenar de puntos estratégicos del país, amenazando por ejemplo, no realizar cultivos de invierno, algo que sería gravísimo, nos permitirán ser testigos de nuevos conflictos.

Será la repetición de otra fase más del eterno ciclo político argentino?

RUTAS ARGENTINAS

De ida, las bellezas de las serranías de Tandil y Balcarce. Camino a Mar del Plata, para festejar con mis hijos, el feriado navideno, pero sobre todo, el cumpleaños de mi segundo hijo Tomás Martín.

Marquesinas de Teatro

Playa del centro de MDP

Tomás y Nicolás

En cambio, de regreso, un desperfecto mecánico menor (el alternador), hizo que mi viaje normal de 10 horas, se convirtiera en una odisea de casi dos días. La parada técnica en San Miguel del Monte -donde naciera el gran Ubaldo Matildo Fillol, ex arquero campeón del Mundo 1978-, en la intersección de las Rutas 41 (provincial, bonaerense) y 3 (nacional, hacia Bahía Blanca y el sur), tras una noche de espera, alteró mis planes iniciales.

No me quiero olvidar del gesto desinteresado y solidario que tuvo Sergio, el dueño del Parador y Balanza de la Ruta 41 en General Belgrano, el pueblo anterior a San Miguel del Monte. El me cargó una hora la batería de mi coche, para que pudiera llegar a Monte al menos, antes del anochecer, sin siquiera poder encender las luces bajas para no gastar energía inútilmente.

Pero como “no hay mal que por bien no venga”, ello me obligó a buscar rutas alternativas para tratar de acortar camino hasta el destino final. Primero, en pleno corazón de la “Pampa Gringa” bonaerense, antes de llegar a San Andrés de Giles -donde naciera el ex Presidente justicialista Héctor J. Cámpora- desvié en Mercedes, hacia la provincial 5, con destino a Chivilcoy y luego hasta la nacional 7, a la altura de Chacabuco. Desde allí, hasta Junín, luego entré a Provincia de Santa Fe, hacia el sur, a la altura de Diego de Alvear y Rufino y en breve, penetré a Córdoba, en Rosales y Laboulaye. En dos horas más, estaría en Villa María, exactamente en el centro de la Argentina.

Históricamente, todas las localidades bonaerenses nombradas tienen algo para narrarnos. En términos genéricos, podría decirse que no existían hasta la primera mitad del siglo XIX, pues eran territorios ganados al indio. Paradójicamente, quien era el dueño y señor de aquellos parajes, Don Juan Manuel de Rosas tenía sus estancias y ranchos en la zona, encargándose de la seguridad militar de la misma. hay numerosos sitios históricos que tienen relación con la vida del ex gobernador de la Provincia.

En cambio, las ciudades santafesinas y cordobesas del trayecto tienen un patrón fundacional diferente: están vinculadas con la conquista roquista del “desierto” en la segunda mitad del siglo XIX, la colonización agrícola de los inmigrantes europeos y la llegada del ferrocarril.

En tren de hallar de cada desgracia, una oportunidad, tal recorrido me permitió observar sociológicamente lo que ocurría. De haberlo hecho con mayor sustento científico, podría haber formulado todo un diagnóstico basado en la lógica del interaccionismo simbólico a lo Alfred Schütz, el austríaco célebre por “el mundo de vida”.

La experiencia de esas casi 48 horas, pude compartirla con miles de argentinos/as desconocidos, seguramente provenientes de varias Provincias, no sólo bonaerenses y porteños, a través de sus múltiples vivencias respectivas, como trabajadores (jóvenes) en las estaciones de servicios que frecuenté; como turistas yendo a los centros de veraneo en la Costa Atlántica; como habitantes de las localidades y ciudades que iba recorriendo; incluso como trabajadores del campo, trabajando a sol y sombra, sembrando, arando y regando las inconmensurables hectáreas de cereales y oleaginosas.

Realidades múltiples pero coexistentes e interactivas. Así, fui testigo desde las particulares -e insensatas, a la luz de la expansión de la variante Omicron de Covid-19aglomeraciones de los argentinos, compartiendo mates, baños, reuniones de todo tipo, etc., pasando por el pésimo estado de las rutas, tanto nacionales como provinciales y como contraste, hasta la fenomenal laboriosidad y productividad del campo argentino, aún agobiado por la pesada carga impositiva a la que se ve sometido por la voracidad estatal. En un país, donde hasta se puede sembrar soja en las banquinas, como se ve en las fotos.

Argentina tiene toda una historia por resolver con la improvisación, la impericia de su propia sociedad y sus gobiernos, pero también con la actitud del campo que alimenta esa voracidad fiscal. Ojalá en los próximos meses y años, se de el verdadero debate acerca de cómo distribuir mejor esas cargas y así recrear un país mucho más productivo y socialmente más parejo, con oportunidades para todos.

RECUERDOS DE GLORIA Y DESPEDIDAS?

Como visitantes, dos derrotas al hilo, ambas por goleada en menos en una semana y sin anotar goles a favor. Una frente al clásico rival, posibilitándoles clasificar a una Copa internacional y otra, en una final contra el mejor equipo del segundo semestre del año: si la ganaba, lograba su segunda estrella en la historia de 116 años y todo el país hablaría nuevamente de Colón. Todo ello, luego de una brillante exhibición ante los tucumanos, como local. Claro, ahora que el periodismo porteño vocifera lo que el santafesino calló, lo que desde el 29 de noviembre estaba sentenciado, es decir, que por diferencias con la dirigencia, el DT del campeón del primer semestre, Eduardo Domínguez, se iría del club, ese brutal bajón del equipo en pocas jornadas, tiene algún grado de justificación.

Nadie niega el mérito de Domínguez. Hace casi dos años, es cierto: tomó el equipo casi descendido, fue y ganó en Rosario. Ordenó todo puertas adentro, potenció jugadores y armó un equipo con un sentido de pertenencia notable para salir campeón del fútbol argentino, un total de 64 puntos contabilizando todo el año, el cuarto mejor equipo del país y el regreso, tras 12 años, a la Copa Libertadores.

En este segundo ciclo de Domínguez en el club, logró un 55,95 % de efectividad sobre un total de 56 partidos: 27 triunfos, 13 empates y 16 derrotas, con 76 goles a favor y 59 en contra.

En el primer ciclo, había ganado 7 partidos consecutivos y en este segundo,  5.  Dos veces nos alejó del fantasma del descenso. Le ganó al Sao Paulo en Brasil y le ganó a Unión como visitante. También ya nos había clasificado a la Copa Sudamericana en 2018.

En total, contando los dos ciclos, Domínguez logró sobre un total de 126 partidos, un 53,7 % de efectividad, con 56 victorias, 35 empates y 35 derrotas, con 158 goles a favor y 119 en contra.

El destino del ex jugador y técnico de Huracán puede ser Independiente, Boca o el Inter de Porto Alegre, pero eso ya no importa. Incluso Colón podría hacer un último esfuerzo por intentar retenerlo.

Al menos a los hinchas de Colón que poblamos y hasta superamos en número, apoyo y cánticos a una tribuna como la riverplatense, sí nos importa seguir agradeciendo por aquel campeonato logrado pero sobre todo, volver a energizarnos para disponernos a vivir años mejores que éste que se va. Porque Colón está por encima de sus técnicos, de sus jugadores, de sus presidentes, de sus socios. Ello explica su creciente grandeza, representada una y otra vez, por el amor de sus simpatizantes. Como yo mismo fui testigo de esa pasión en Santiago del Estero, el pasado sábado 18.

DALE CAMPEON!!!

Resonó más que nunca y como lo habíamos soñado muchas veces. Pero además de la presión enorme de la hinchada, en un día especial por partida triple (de la Madre, de la Lealtad Peronista y mi cumpleaños), resonó ese grito de guerra para tirarle toda la “chapa” encima a un Talleres que venía agrandado y hasta subestimando a Colón -reservando tres titulares para el cotejo del jueves con River en Córdoba-.

Robando cámara en “Paso a Paso” (TyC Sports)

En fin, fue una jornada hermosa de sol -como siempre un 17/10- y otra vez, como tantas, la lealtad del pueblo “sabalero” fue pagada con creces, por este equipo campeón. Ojalá pueda seguir así en las fechas restantes hasta el final del torneo, porque ese título fija la vara ahora muy elevada -para propios y extraños-.

Llegando temprano al Estadio Brigadier López

Entrando al Estadio

Una panorámica de un Estadio bastante lleno

El festejo posterior con el tradicional liso santafesino

DE APAGONES Y CAMPEONES

Cuenta la leyenda que Colón de Santa Fe está indisolublemente ligado a cataclismos.

Me tocó vivir uno, el sábado 29 de julio de 1995 estando en Viña del Mar, Chile. Ese día, durante la tarde, escuchaba por radio, cómo mi club favorito de fútbol, ascendía por fin a Primera División, luego de enormes peripecias que duraron 14 largos años en la liga inmediata inferior (Nacional B) pero a la primera hora del día siguiente, como si la energía festiva del sudeste del continente, se hubiera trasladado a la costa oeste del Pacífico, temblaba la tierra justo al lado del mar, en mi edificio de 22 pisos, por un terremoto con epicentro en Antofagasta. El lunes pasado, parecía volverse a repetir la historia.

Siete horas duró mi viaje ida y vuelta a Santa Fe, desde el interior de Córdoba, para volver al Estadio Centenario, tras un año y medio de ausencia de público en las canchas -por la pandemia- y tres y medio de mi última visita, en ocasión de un empate con Huracán 0-0. También siete horas duró un gigantesco e inexplicable apagón mundial de las redes sociales gerenciadas por Mark Zuckerberg: Facebook, Instagram y lo más grave, Whatsapp.

El motivo del viaje especial tenía relación con una razón poderosa para celebrar. Colón había salido campeón el 4 de junio pasado, en la ciudad de San Juan, muy lejos de Santa Fe y sin público en las gradas, en razón de las restricciones de la cuarentena: hace exactamente cuatro meses atrás. El festejo del plantel en soledad y apenas la algarabía que duró días enteros, en la propia Santa Fe, en las calles. No había existido ocasión de compartir juntos, hinchas, dirigentes y jugadores, eso que habíamos soñado durante generaciones enteras a lo largo de 116 años: una vuelta olímpica, fuegos artificiales, ritmos musicales, fotos y videos para compartir en un día, donde las redes volvieron sí, apenas comenzó el partido, como si milagrosamente, quisieran formar parte de esa verdadera fiesta colectiva.

Pensé de inmediato en mi viejo, que me llevó por primera vez a una cancha, siendo un niño, haciéndome fanático de esos colores rojinegros; en mi vieja, que siempre me apoyó, aún cuando sufriera como yo, por cada derrota, por radio, por TV o viajando a Santa Fe, cada 15 días desde Rosario; en mi rusa Ekaterina quien sin conocer todo ese pasado de alegrías y sufrimientos varios, volcados más de una vez en estas páginas, me acompañara una y otra vez, en la propia cancha o fuera de ella, cada vez que jugaba Colón, desde donde estemos, incluso en alguna madrugada europea. Yo era un privilegiado que ahora ya por fin, habiéndome asociado recientemente, por primera vez en mi vida, podía estar esa noche especial de lunes laborable, siendo testigo de semejante demostración de fe y lealtad a esos colores “sangre y luto”.

en las afueras del Estadio, en la cola para ingresar, sobre Boulevard Zavalla

Les dejo algunas fotos propias -y ajenas- además de videos alusivos, para que sean copartícipes de esa gran vivencia que me tocó experimentar ese inolvidable 4 de octubre de 2021.

Luis “Pulga” Rodríguez, viajó especialmente desde La Plata, para posar con la Copa y Eduardo Domínguez, DT del equipo campeón.

Me despido recordándoles que las mayoría de las veces, las leyendas asumen la realidad. LA LEYENDA CONITNÚA.