450 AÑOS DE SANTA FE -POR MUCHOS MAS Y GRACIAS-

Se hayan cumplido 449 o se estén por cumplir 450, según los usos políticos que se le den, no importa. Fue un nuevo aniversario de una de las ciudades más emblemáticas y antiguas del país, aunque claramente no de las más populosas, pero sobre todo, la que me recibió a este mundo por primera y única vez. Mi Santa Fe de la Vera Cruz.

Tenía otra de mis varias cuentas pendientes con ella y por lo tanto, saldé una más: estar allí en sus festejos, con Los Palmeras, celebrando sus cinco décadas de carrera musical, llevando a un par de alumnos cordobeses avanzados míos de confianza, como Lucio Piatti Borello y Alvaro Oliva y siendo agasajado allá por una pareja amiga, Gastón y Cayena, dos grandes hinchas de mi Colón querido.

El mural de Los Palmeras

Como corolario, degustamos pescado de río, en todas sus variedades, en el popular Quincho de Chiquito, cuyo dueño falleciera hace algunos años pero nos dejara el permanente recuerdo de “La Vuelta del Pirata” y éste, su nuevo legado, donde hay fotos y recuerdos históricos por doquier, como los de boxeo, fútbol y sus grandes campeones nacionales e internacionales.

Agustín Uleriche

Dedicado al “Chino”Maidana

Dedicado al “Zurdo” Vázquez

Carlos Monzón, Diego Maradona, Carlos Reutemann, entre tantas estrellas del deporte y el espectáculo, pasaron por allí y posaron junto a “Chiquito”. Buena parte de mis recuerdos emocionantes de mi infancia y adolescencia se concentraron allí la noche del martes 15N.

el recuerdo de Carlos Monzón

la imponente estatua que lo recuerda en la calle aledaña al restaurante

ROCK AND ROLL “FIERITA”

 

Mi hijo Nicolás Andrés tenía dos fechas para nacer en octubre de 2000, habiendo descartado ya hacerlo el mismo día que yo (el mítico 17): el 23, el día del cumpleaños de “Charly” García -en el el que nació- o, el 30, el de Diego Armando Maradona. En cualquier caso, sería un día escorpiano, el de un talentoso puro, un genio, aunque Nico hasta el día de hoy, intenta y lo logra, no serlo. Porque sabe en su interior, por eso lo admiro, que ese tipo de vidas son realmente intensas, desmesuradas, constantemente en un subibaja o montaña rusa -a lo Kusturica- y él prefirió la tranquilidad absoluta. Su bajo perfil le permite disfrutar a su manera de las oportunidades que le brinda la vida y él busca, tomar distancia de las adversidades de algunos de sus hermanos mayores e ir zigzagueando los peligros que le deparó -y depara- la vida misma.

Pero claro, ése no fue el camino de Maradona que nos dejó ayer a las 12 del mediodía, a la temprana edad de 60 años, con un corazón grande pero desgastado y pulmones más que agobiados. Si ser Maradona fue difícil y eso lo torturó, como creen descubrir ahora algunos intelectualoides, él también lo buscó. Todos elegimos ser lo que somos. El eligió esa vida porque otra tal vez no le hubiera permitido ese genio del fútbol mundial que fue y hoy todos, sobre todo, fuera del país, reconocen y hasta veneran.

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“SIAMO FUORI DELLA COPA”: 3 DECADAS DESPUES

En numerosas ocasiones de la vida, uno suele estar en el lugar justo en el tiempo apropiado. En el deporte, ello también es factible. Mientras a algunos se les negó siquiera la oportunidad de estar -recuerdo tanto al nacido colombiano pero nacionalizado argentino ex arquero de Boca y Vélez, Carlos Fernando “Mono” Navarro Montoya como al propio Hugo Orlando “Loco”Gatti, que no pudieron disfrutar de la Selección Nacional, salvo en el caso del segundo, algunos amistosos de 1976-, otros pudieron hacerlo y disfrutarlo. Es el caso del por entonces chico de River, el guardameta suplente, oriundo del pueblo bonaerense de Lima, Sergio “Vasco” Goycochea, quien gracias a una lesión del titular Nery Pumpido en el segundo partido del Mundial de Italia 1990 contra la ex Unión Soviética, pudo debutar y luego consagrarse en dos partidos consecutivos, contra Yugoslavia en cuartos de final y contra el local Italia, en la semifinal, para permitirle a la Argentina jugar su segunda final en 8 años contra Alemania.

Todos recordamos con especial devoción aquel Mundial, porque su carga emocional fue significativa: desde su banda sonora (“Un’estate italiana”) a cargo de Edoardo Benatto y Gianna Nannini -la hermana de Alessandro, el ex piloto de F1-, pasando por el decepcionante debut con Camerún, haberle ganado a Brasil en octavos de final, habiendo sufrido todo el partido, las lesiones de Maradona y medio equipo, ya de antemano diezmado y de poca calidad, los insultos del ídolo a los italianos cuando entonábamos el himno y por supuesto, culminando en los penales de “Goyco”. Cómo olvidar semejante proeza, que finalmente se frustraría con la derrota por un discutido penal en la final con los teutones.

Con el análisis de Don Pedro Carcuro, el genial comentarista de TVN (televisión oficial chilena), recordamos este video de aquél emocionante partido semifinal entre italianos y argentinos.

Un dato: Goycochea nació un 17 de octubre -como yo- pero de 1963.

 

 

DUBAI O LA VIDA MISMA

Es lujo, más que calidad; es capricho más que excentricidad; es abundancia más que riqueza.

Es modernidad dentro de la era de la postmodernidad actual. Es globalización a pesar de que se halla en el corazón del mundo musulmán. Allí en el núcleo de las conexiones aéreas del mundo, arribando a su aeropuerto, unos 15 millones de turistas por año, además de algunas categorías exóticas del automovilismo internacional o los top-ten del tenis, que se desplazan a esta capital con alguna frecuencia y se suman a sus 3 millones de residentes habituales. A lo largo de toda su historia, desde el siglo XVIII cuando era un protectorado del naciente Imperio Británico, fue confluencia de viajeros de toda Asia, merced a su estratégica ubicación en el Golfo Pérsico y sus relaciones comerciales con China, India y Pakistán.

Al mismo tiempo, también es carencia. No había oro ni hormigón ni tampoco trabajadores allí. Pero se exportaron en grandes cantidades, gastando fortunas. Claro, trabajando 14 horas por día, con un sol abrasador, una temperatura de 55 grados a la sombra y unos 90 euros por mes. Tampoco hay agua y éste sí es un grave problema. El agua adecuada para beber, al tener gusto a sal porque no está bien purificada, es cada vez menor. Por el contrario, la arena está omnipresente, provocando tormentas que dejan la ciudad excesivamente sucia. Estos problemas crónicos conllevan la necesidad de conseguir agua a un altísimo costo. Uno de los últimos proyectos en ciernes, es la de transportar bloques de hielo (“icebergs”) desde la propia Antártida.

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