ARGENTINA: ABORTO LEGAL SÍ O NO

Hoy, se define tras una larga jornada en la Cámara de Diputados, la media sanción de un proyecto de ley referido a la despenalización del aborto, además de su provisión gratuita por parte del sistema público de salud. Huelga decir que el tratamiento de semejante tema tan polémico hubiera ameritado otra oportunidad temporal de debate, considerando las horas aciagas que vive Argentina en materia macroeconómica, con una situación fiscal delicada y una inflación descontrolada. Para que un lector extranjero tome conciencia de la vertiginosidad y la liviandad en la que vive este país, téngase en cuenta que el viernes pasado, el país se enteró por la TV, de un acuerdo de salvataje del FMI por 56.000 millones de dólares; ayer, los gremios convocaron a una huelga general para el lunes próximo; hoy, se debate el aborto en el Congreso, con calles con tránsito interrumpido alrededor del edificio, por temor a protestas y conflictos entre los dos bandos (abortistas y antiabortistas)  y mañana, hay un paro laboral universitario y de Camioneros, o sea, todas las rutas del país estarán colapsadas, como ocurrió en Brasil hace unas semanas.

En este contexto caótico y crítico, se me ocurre argumentar tres poderosas razones para inclinarme hacia el lado abortista, por razones de salud pública y libertad personal, aislando claramente el plano moral -reservado a la propia individualidad y la religión o creencia de cada uno. En primer lugar, este debate necesario llega tarde a la Argentina, tan tarde como a Irlanda, país ultracatólico, casi ultramontano, donde en las últimas semanas, por fin, se votó a favor de la legalización del aborto. Subrayo entonces la necesidad de entrar a la postergada modernidad con una ley como ésta, cuya discusión ha cruzado transversalmente a todos los partidos políticos, incluyendo a la coalición gobernante, el Frente “Cambiemos”. Este proceso se demoró 30 años años como antes se retrasó el del divorcio, finalmente votado en 1988 en la era Alfonsín. La sociedad argentina es muy conservadora, su interior geográfico lo es más aún como quedó demostrado en las marchas del domingo pasado, pero hay una razón que lo explica: el factor de poder que otrora fue la Iglesia Católica y los mensajes subliminalmente autoritarios que envía el Papa Francisco, operando desde Roma, a través de su extensa estructura clerical y paraclerical en el territorio nacional, movilizando a sus numerosos grupos católicos. En resumen, si Argentina quiere entrar por fin a la modernidad, o sea, a la sombra verde de abajo, debemos estar a favor de esta ley.

Segundo, y derivado de lo anterior, la sociedad cambió tanto que hoy el matrimonio se halla en evidente retroceso como institución, ídem la procreación de hijos, cada mujer y cada hombre se miran cada vez más a sí mismos, la vida es corta, aquellas instituciones no eran más que esperanzas ya en los ochenta pero nadie realmente las valoraba como fines en sí mismos. Es decir, ya sea desde una perspectiva feminista más liberal (a lo Mary Wollstonecraft) u otro más radical (a lo Nancy Fraser), es muy difícil hoy decirle o imponerle a una mujer qué hacer con su cuerpo. Las jóvenes solteras viven su sexualidad de manera muy diferente a las generaciones pasadas, estiman o valoran sus cuerpos, no quieren verlos deformados por la maternidad y las más adultas, están divididas, entre sus fracasos matrimoniales y sus estados momentáneos de felicidad. La mujer postmoderna tiene otros valores, otras creencias, otras identidades a las de antaño, ni mejores o peores, aunque ello lo reservamos al nivel de la opinión personal. Entonces, si la misma mujer, protagonista primaria de un eventual aborto, no quiere traer niños al mundo ni amamantarlos, regulando cuándo tenerlos o decidiendo no tenerlos,  privilegiando otro tipo de vida, pues se halla en todo su derecho. Es una de las posiciones más liberales que alguien puede refrendar. Si luego, le duele no tenerlo o perderlos, si sufre con cada pérdida, si siente culpa a futuro, por más que hoy no lo visualice y demás, que afronte sus consecuencias. Ejercer o practicar la libertad significa literalmente, hacernos responsables de nuestros actos. Si hay menos parejas, si hay más homosexaulidad, si hay menos hijos, si nuestras vidas se vacían, allá nosotros y nosotras: de todo ello, también habrá que hacerse cargo. La ley debe reflejar claramente este cambio social, sin importar si es un avance o un retroceso moral. Las leyes existen para reflejar los cambios sociales. Muchas revoluciones y sangre derramada por doquier, han ocurrido por no saber adaptarse los sistemas políticos y legales a las demandas sociales. Creo íntimamente, además, que la mayoría de los argentinos está a favor, con una buena proporción de indecisos y un tercio en contra: no les alcanza para imponer sus voluntad. Nuestra sociedad es más secular y moderna que nuestra dirigencia todavía aferrada a un vocabulario plagado de términoz medievales, como “libertinaje”, “derecho natural”, “valor de una vida que no nació”, etc.

Tercero. la hipocresía de las clases más altas o pudientes que parecen vivir en otro país y no se solidarizan con la cantidad de abortos clandestinos con todos los peligros de mala praxis médica que conllevan, a los que deben recurrir las más pobres. Siendo Argentina un país con escasas y pobres estadísticas, en el que apenas se conoce, un 15 % de los nacimientos del año 2015, provinieron de madres adolescentes, menores de 19 años, lejos de creer que nuestro jaqueado Estado podrá hacerse cargo a lo Suecia, “gratuitamente” de los abortos de aquí en más, tal vez, esta nueva presión, con el cada vez más ruidoso y hasta poderoso lobby feminista detrás, de manera persistente -el gran desafío de esta ley, es que no decaiga el mismo- estimule a que se modifique el paradigma de la salud pública, que de otros modos, nunca se ha visto sacudido como a partir de hoy. La criminalización fracasó y la legalización, lejos de aumentar la cantidad de abortos, como profetizan apocalípticamente las antiabortistas, al menos, impedirá la clandestinidad y por ende, la inseguridad con la que abortan las mujeres más pobres.

En fin, celebrando, más allá de los oportunismos coyunturales o los cálculos duranbarbistas, que un Presidente como Macri, estando en contra del aborto legal y gratuito, haya decidido abrir este debate, quería dejarles estas sencillas reflexiones respecto al tema en discusión.

Hago votos también para que los hipócritas antiabortistas, sobre todo, provenientes de las Provincias más conservadoras del país, se acuerden más de buenos objetivos como “poblar el territorio nacional”, “valorar la familia y la maternidad”, “educar sexualmente a los niños y adolescentes”, no en los templos religiosos, sino en los ámbitos institucionales donde corresponde: las políticas de urbanización, educativa, de vivienda, de colonización, etc. Es la deuda interna que toda la clase política argentina tiene con nuestra sociedad.

Ojalá la jornada transcurra en paz, con las pasiones hirvientes, como debe ser en un verdadero choque de ideas, pero en paz.

EL BRILLANTE DISCURSO DE LA DIPUTADA NACIONAL SILVIA GABRIELA LOSPENNATO (CAMBIEMOS, PROVINCIA DE BUENOS AIRES)

EL DISCURSO DEL DIPUTADO MARTIN LOUSTEAU (EVOLUCION RADICAL, CABA)

BRENDA AUSTIN (UCR, CORDOBA)

MARCELO WESCHLER (PRO, BUENOS AIRES)

CARLA CARRIZO (EVOLUCION RADICAL, CABA)

LA VOTACION FINAL EN DIPUTADOS DE LA NACION

LA MAREA VERDE FEMINISTA INCONTENIBLE EN LAS CALLES DE BUENOS AIRES

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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