A LA CONQUISTA DE SIBERIA

Es cierto, como suele afirmar mi amigo Mariano Caucino, que los rusos no tuvieron la misma evolución histórica que “Occidente” y eso ya los diferencia notoriamente de anglosajones y europeos continentales, algo poco comprendido hoy en Bruselas, Berlín y París. Al atravesar una larga Edad Media, hasta desembocar en la modernidad, sólo de la mano, paradójicamente, de la Revolución Bolchevique -recién a inicios del siglo XX-, los rusos se perdieron procesos de la envergadura, nada más ni nada menos, que como el humanismo postmedieval, la Imprenta, la Reforma Protestante, el capitalismo y la Revolución Industrial. Todo ello en términos comparativos con Europa, pero qué puede decirse de otros pueblos que no son europeos pero que sí son vecinos históricamente bastante hostiles para los rusos? Me refiero específicamente a los asiáticos, como los turcos, los mongoles, los tártaros y por qué no, los chinos. Tanto en la historia de la Rusia zarista como en la soviética y también en la actual, postsoviética, todos ellos están coexistiendo, formando parte de Rusia o siendo vecinos y hasta socios de Rusia. Para ellos, que estaban más atrasados que Rusia aún, ésta era en sí misma, un tipo de “modernidad” a la que había que desalojar de sus territorios.

Parte de esa historia es reflejada por la película “La conquista de Siberia”, film ruso estrenado en 2019, antes de la pandemia de Covid-19. Hay muchísima filmografía referida a la “Conquista del Oeste”, en el archirrival de Rusia, que son los Estados Unidos, de hecho Hollywood se ha dedicado fehacientemente a “construir” toda una épica individualista de los pioneros (civiles), incluyendo los ambiciosos buscadores de  pepitas de oro pero acerca de Rusia, si bien hay algunas novelas dedicadas a la ocupación rusa de la Siberia (o “Lejano Este” o en ruso, “Сибирь), no existe mucho “relato” cinemtaográfico. Por ello, me satisfizo ver aquélla película rescatando la decisión zarista de Pedro El Grande de enviar un ejército leal a ocupar aquellas tierras en 1708, más allá de la circunstancia coyuntural de un gobernador que pretende manipularlo, un ex oficial sueco prisionero y resentido por la derrota en la Gran Guerra del Norte (1700-1721) y una historia de amor que no podía faltar en el guión ruso.

La película nos obliga a indagar acerca de Tobolsk, el primer y único gran kremlin que tenía Siberia allá por inicios del siglo XVIII, pero sobre todo, a pensar el tipo de colonización que hizo Rusia en aquella vasta región del mundo, inhóspita, donde prevalece la estepa, un clima tremendo con temperaturas frías máximas aunque también cálidas y bellísimos paisajes. Los rusos ocuparon aquellos territorios lejanos, nada europeos, llevando prisioneros de sus guerras, como los propios suecos, la herocidad y fe ortodoxa de sus hombres y mucho amor a la “Madre Rusia”, luchando incluso contra la venalidad y corrupción de sus gobernadores locales. A diferencia del caso norteamericano, no era fácil extender la burocracia central a lugares tan extensos, tan enormes y rodeados de enemigos.

Ojalá esta historia entusiasme a los interesados en la Rusia monárquica y Siberia sea más conocida que por su famoso Tren Transiberiano que atrae a tantos turistas año a año o por las matanzas de Stalin y la ex URSS. De paso, se van deconstruyendo mitos, como la tendencia natural occidentalista de rotular a los rusos como “salvajes” o de considerar a tan lejanas tierras, como verdaderos “infiernos”. La película citada revela cómo los rusos buscaron “integrar” siempre incluso a las tribus más hostiles y la defensa de las fronteras más alejadas como si fueran los hogares propios. Es que buena parte de la historia rusa, mal que le pese a muchos occidentales que no la quieren comprender, se escribe con gloria y fe cristiana, más que con ambición. 

“FORTALEZA SITIADA”

“No hay problema, estamos habituados a que nos agredan y saldremos de esto, victoriosos”. Lo escuché de alguien -ruso- cercano en 2014 y lo volví a leer en las mentes de los miles con los que me crucé cada mañana de abril, fría pero con sol en la que recorría la Plaza Roja y alrededores.

No sirven las 8 baterías de sanciones occidentales desde 2014 hasta febrero pasado, más las 6 desde el 24 del segundo mes del año hasta hoy. Parece ser infructuoso también el camino de la censura de canales RT y Sputnik en la Unión Europea, más la prohibición de blogueros rusos/as en You Tube y otras redes. Ni hablar de las cancelaciones a artistas, bailarinas, conciertos, seminarios sobre escritores y demás actividades culturales alusivas a Rusia en todo el territorio del Viejo Mundo. Miles de años de civilización eslava arrojados al basurero, por obra y gracia de un castigo ejemplar y único que nadie se atrevió a darle a americanos, chinos, turcos, israelíes u otros pueblos igual o peores transgresores de las normas internacionales a lo largo de décadas. Hasta los deportistas rusos, una vez más, sufrieron la vindicta europea. Tenistas destacados excluidos de Abiertos importantes; Grand Prix de Fórmula Uno en suelo ruso, excluido del calendario de la máxima categoría del automovilismo mundial; gimnastas premiados, luego desclasificados, sólo por mostrar la bandera rusa o algún símbolo alusivo a la guerra, como la famosa “Z”.

Nada parece importarles a quienes caminan por las calles. Tampoco a los mozos de los bares que frecuentaba ni a los administradores del hotel, que saben triangular el cambio de euros o dólares por rublos y hasta eludir la prohibición de Western Union. Sobran los países vecinos, dispuestos a ayudar a Rusia. Georgia, que aprendió la lección de agosto de 2008, los centroasiáticos, la propia Turquía, que abre su espacio aéreo a aerolíneas rusas.

Asoma sí, un tanto decepcionante la actitud de hace varios años atrás, juzgada hoy como un tanto “ingenua” respecto a “Occidente”, cuando se decidió entre uno de los 3 sectores en los que básicamente se divide la coalición putinista de gobierno, que era mejor depositar algunas de las reservas o fondos soberanos rusos, nutridos incluso de ahorros de los propios contribuyentes del país, fuera del mismo, en bancos y compañías financieras europeas en particular. Tal vez, y en contra de las advertencias eurasianistas y ciertas dudas de los “nacionalistas moderados”, los liberales esperaban así, una respuesta positiva en torno de las posibilidades rusas en el capitalismo en el mediano plazo.

Queda expuesto ahora que la supuestamente hipervalorada seguridad jurídica no es significación en sí misma, como se pensaba hasta hace poco, ni siquiera para los propios occidentales que la pregonaron tanto durante tanto tiempo, sobre todo, como requisito para reformas estructurales en los países emergentes. Es evidente, una vez más, que los principios se acomodan a las conveniencias coyunturales y que ahora, usufructuar los fondos soberanos de un país, con la excusa de su intolerable agresividad, es legítimo, además de legal. Claro, el problema es a futuro: con este fenomenal atentado a la propiedad privada (de todo un país), que por estas horas, en Davós, debiera prepcuparle a más de uno de los allí presentes, se sienta un gravísimo precedente que hiere de muerte a todo el sistema financiero global. 

Duele sí la actitud ucraniana: tanta mentira y tanta traición. La propaganda de las primeras semanas hasta el episodio de Bucha, el colmo del descaro y la manipulación, revelan que los antiguos ex hermanos están dispuestos a todo, con tal de vender su poca dignidad ya a estadounidenses y polacos, entre otros. Aclaro: ucranianos del oeste, los de la ex Galitzia, porque los del sur y del este dejaron de serlo espiritualmente ya hace tiempo y la demostración es que saludaron como “liberadores” a los soldados rusos incluso antes de la caída de Mariúpol la semana pasada.

Duele el “bullying” a niños y niñas hijos e hijas de rusos que viven en Europa, que tuvieron que sufrir improperios, insultos, vejámenes morales de todo tipo, por ser meramente ciudadanos de un país que sólo intentó defender su interés nacional. Se han quemado banderas americanas frente a las embajadas pero jamás nadie osó tocar a un ciudadano americano, haciéndolo corresponsable de un crimen o un ataque o un bombardeo desde los ’60 hasta Afganistán 2021. Con los rusos pasó eso y mucho más. Muchos se atrevieron a mancillar gratuitamente el honor ruso, además claro, de destruir cementerios de soldados soviéticos muertos en la II Guerra Mundial en las grandes capitales de Europa Oriental.

Sin embargo, para enfrentar el presente desafío, Rusia tiene una ayuda extra especial: el peso de la religión. En efecto, la Iglesia Cristiana Ortodoxa, con su reflorecimiento a partir de 1992, tras décadas de ostracismo, le da cierta ejemplaridad histórica a Moscú como la “Tercera Roma”, la diferencia sustancialmente de la decadencia europea, puesta en evidencia una vez más en el último Festival de Eurovisión -una verdadera puesta en escena para favorecer adrede a la representación ucraniana- y, la fortalece en el temple y estoicidad necesarios, para resistir cualquier contraatatque y trampa que le tejan el eje Washington-Bruselas.

De todo ello, emergerá no una Rusia más débil, sino una más unida. No una Rusia más enfrentada a su poder nacional, sino una más cohesionada en torno a él. No una Rusia menos agresiva e indiferente, sino una más sensible y ofendida con todos. La peor cara de Rusia que pretendían, ahora la tendrán por mucho tiempo: la de la “fortaleza asediada”. Preparémonos. Han despertado al oso.

ALGUNAS NOTAS MAS SOBRE LOS 2 MESES DE LA GUERRA EN UCRANIA

EN CARAS Y CARETAS, EN EL MES DE ABRIL

REPORTAJE DE “LA CAJA NEGRA”

EN GLOBAL OVERVIEW, TAMBIEN EN ABRIL PASADO

PRIMERA NOTA PARA C5N, DESDE MOSCU

LA NOTA EN LOS ESTUDIOS DE RT MOSCU, TAMBIEN EN ABRIL

EN EL REGIONAL DE VM, EN MAYO

SEGUNDA NOTA PARA C5N SOBRE EL PROBLEMA ENERGETICO ENTRE RUSIA Y LA UE

EN TELESCOPIO DE SPUTNIK, EN MAYO

ENTREVISTA EN RADIO UNRC

EN EL NOTICIERO DE RT, NUEVAMENTE EN MAYO

EN EL NOTICIERO DE RT, EN JUNIO

EN EL DIARIO “EL HERALDO” DE BARRANQUILLA (COLOMBIA)

EN LA REVISTA “SEMANA” DE COLOMBIA

HOPMAЛЬНО (NORMAL)

Aprovechando Semana Santa, para facilitar mi licencia universitaria y no perder tantos días de dictado de clases, me aboqué a viajar durante este momento histórico singular de la guerra en Ucrania, a Rusia. Quería verificar in situ, si bien el conflicto no está físicamente centrado allí, el grado de veracidad de la información que venía -y viene- de los medios occidentales sobre la realidad económica, social y política rusa. Moscú fue el epicentro de mi travesía, si bien era plenamente conciente de las dificultades que acarrearía, con ahorros propios, comprar el pasaje (desdoblado) hasta dicha capital, considerando las sanciones formuladas e implementadas por la Unión Europea y Estados Unidos contra Rusia por su “operación militar especial” del 24 de febrero en Ucrania.

Primero, el hecho de que ho hay vuelos directos desde Ezeiza hasta Moscú, lo cual obliga a adquirir el pasaje, como era habitual hasta 2019, vía otro trayecto desde cualquier capital europea. He aquí que el espacio aéreo europeo está vedado a las aerolíneas rusas o europeas con destino a Rusia. Los únicos aeropuertos abiertos desde “este lado del mundo”, son Belgrado (Serbia) y Estambul (Turquía). Este bloqueo incluye a los buscadores locales como Despegar.com o similares, que impiden desde aquí o desde Europa, hallar vuelos indirectos desde aquellas ciudades en dirección a Moscú u otras urbes rusas.

El segundo problema, es la falta de disponibilidad de tarjetas de crédito, tanto para comprar vuelos desde aquí como desde Europa, con destino a Rusia, cuando no, el uso de éstas en ese país. Tristeza daba ver a los comerciantes de negocios de souvenirs moscovitas cuando el último día de mi estadía en la capital, quise llevarme algunos llaveritos, imanes y demas recuerdos simbólicos, a modo de regalos para mis amigos/as y mis plásticos no funcionaban. Aunque sí operasen los de turistas chinos y centroasiáticos, de bancos rusos o de sus respectivos países, claro. Lo cual revela cómo la economía rusa sigue globalizada: “desoccidentalizarse”, no significa necesariamente “desmundializarse”.

Respecto a ese punto, está claro que el rublo volvió a su precio anterior al 24 de febrero, luego de haber caído frente al dólar de manera notable y haber estado suspendida la Bolsa de Valores moscovita durante un mes. Hoy se habla de un “superrublo”, ya no a 80 rublos el dólar como cuando estuve hace un par de semanas (del 10 al 24 de abril), sino a 66,50 rublos por la moneda estadounidense. Con reservas en oro, sin haber perdido tantas desde el bloqueo de cuentas -de un Estado soberano-, algo absolutamente ilegal y que sienta un pésimo precedente para el futuro del capitalismo, con la legalización de las criptomonedas y un manejo fiscal más que ortodoxo, Rusia pudo -y puede- afrontar incólume las baterías de sanciones post Euromaidán 2014 pero también las seis que lleva aplicándole “Occidente” desde el mismo 24 de febrero.

El título de la nota refleja entonces, la normalidad de la situación. El frío abril que me tocó vivir en Moscú, no se correlaciona con la habitual actividad de los rusos, como si no fuera un país en guerra. Protestas nulas, carteles o banderas o alusiones al conflicto, con la famosa “Z”, prácticamente inexistentes, los rusos caminando, tomando sus cafés itinerantes, desarrollando sus vidas comunes tan ordinarias como los vi en mis tres viajes anteriores (2010, 2011 y 2016). El mismo movimiento en el metro, con sus 9 millones de usuarios; un similar consumo en bares, restaurantes, supermercados y hasta hoteles, con turistas no europeos esta vez, pero sí turcos, chinos y centroasiáticos, con idénticos niveles de abastecimiento de productos. Las fotos que tomé en mi tienda habitual, la Азбука Daily, hablan por sí sólas, acerca de cómo el bloqueo europeo no es tal.

 

En los shoppings como Ojotny Ryad y GUM (ГУМ, Главный Универсальный Магазин, en ruso), tampoco se ven señales de un país “sufriendo” una “economía de guerra”. Muy pocas casas de ropa de alta costura, comidas rápidas, etc. han cerrado sus puertas y lo han hecho con no pocos productos en su interior, sin atención al público, pero con insólitos carteles en sus puertas, donde admiten cierres transitorios y “por razones técnicas”. Además, llama la atención por qué algunos sí y otros no. Por ejemplo, tienen clausuradas sus actividades Starbucks y Mc Donalds pero está abierto Kentuchy Fried Chicken. Está cerrado Chanel pero Valentino está funcionando de manera normal y así sucesivamente.

A una cuadra y media de la Plaza Roja, solía recorrer la Avenida Tverskaya, con su movimiento habitual, pletórica de autos de alta gama, corriendo a velocidades increíbles, con los famosos túneles peatonales para evitar el esquive y potenciales accidentes como las patinadas en la nieve invernal. Otra muestra más de la grandeza de esta megalópolis de 12 millones de personas.

Lenin al lado de Valentino 

Algunos días de mi permanencia de 10 días en la capital rusa, fueron muy fríos, con temperaturas oscilantes entre 3 (mínima) a 8 grados (máxima), algo ilógico si se considera que estábamos ya en primavera, por lo cual no era muy visible en esas jornadas grises, la presencia de demasiada gente en las calles, excepto en el concurrido subterráneo, las oficinas de trabajo o los bares, donde llama la atención la elevada calefacción. Téngase en cuenta que existe un fácil acceso y distribución del gas natural en dicho país, a un bajo costo, igual que el suministro de nafta o gasolina para el transporte público y los vehículos particulares.

Tal vez, precisamente, producto del encono que generaron las sanciones, la Administración Putin haya ejecutado la necesidad del pago en rublos del gas ruso a los países de la Unión Europea, tratándolos de “hostiles”. La posibilidad de que no puedan reemplazarlo con fuentes alternativas en el corto y mediano plazos, en caso de que se negaran a abonar en moneda rusa, los expone a varios Estados, incluyendo los ya sancionados Polonia y Bulgaria, a la posibilidad de tener un invierno próximo muy duro, si es que Moscú les interrumpe el suministro, como ya lo ha anticipado.

En cualquier caso, mi breve paso por Moscú 2022, fue una ratificación de la “alegoría de la caverna” a lo Platón, en la que vivimos sumergidos a diario, engañados por los medios de comunicación occidentales. Un mundo de prejuicios y hostilidad rusofóbica, insinuándonos una Rusia imperialista que sufrirá por los efectos de las sanciones de Bruselas y Washington, que la condenarán a un destino de Corea del Norte y una observación personal, totalmente contraria a tal mitología. Un país digno, que equivocado o exagerado en su reacción, intenta seguir viviendo en la normalidad, sin resignarse a perder su nivel de vida, el mismo que le costó tanto recuperar y mantener durante estas 3 últimas décadas de capitalismo y “democracia tutelada”.

A LOS RUSOS, EL MUNDO NO LOS ENTIENDE

Ayer, tanto el Pentágono americano como el espionaje británico, difundieron la noticia de cierta desinformación y mal asesoramiento en torno al Presidente Putin, queriéndolo convertir en un líder acosado del síndrome o “efecto Potëmkin”. La respuesta del Kremlin no tardó en llegar. Hoy, el vocero del Kremlin Peskov fue enfático respecto a que aquellas usinas del poder occidental, que no casualmente están -tras bambalinas- desde fines de 2021, “fogoneando” a Kiev en contra de Moscú, no entienden al Presidente Putin pero tampoco el mecanismo de toma de decisiones ni el estilo de trabajo del máximo nivel de autoridad en el Kremlin.

Tampoco es ilógico este proceder de la cumbre del poder occidentalista-transatlántica, la misma que está empeñada en sobrevivir aunque los valores del llamado “Occidente”, sean cuestionados desde adentro hace ya tiempo, porque se trata de dos grandes enemigos históricos de Rusia. Uno (Estados Unidos), desde los tiempos de la Guerra Fría, aunque luego, de la caída de la URSS, simulara alguna “amistad” con la Rusia de Yeltsin, tal vez en correspondencia con la debilidad y humillante carácter que ésta presentaba. El otro (Gran Bretaña), archirrival desde mucho antes, tal vez, para poner una fecha, el siglo XIX, empeñándose en frustrar los planes geopolíticos del viejo Imperio zarista, por ejemplo, en Crimea. Allí también cabe mencionar otra excepción: el breve período de conveniencia, matizado por una enorme desconfianza, de 1942-1943, cuando, como documentó sobradamente el periodista británico Alexander Werth, en ocasión de la invasión nazi a Moscú y en virtud de la necesaria defensa aérea de Londres, Churchill recordó que los soviéticos podían serle útiles a sus planes nacionales. Hoy, ambos, norteamericanos y británicos, convergen en sus viejos odios al corazón de la última civilización cristiana en pie, apoyando a una Ucrania (al menos, a su mitad pro-polaca-lituana), que se victimiza y manipula a los poderosos, excepto a su “hermano del alma”.

Sin embargo, este nuevo ataque de esa alianza transatlántica que quizás se niega a ver que el centro del poder mundial gira al sudeste asiático o, tal vez porque precisamente lo ve, al menos intenta retener para sí, gran parte de Europa, intentando dividir el frente ruso, no es novedoso desde la perspectiva rusa, con una experiencia milenaria. Los rusos saben que el mundo, no sólo los americanos y los británicos, no lo entiende desde hace tiempo. Como subraya Iver Neumann, cuando los europeos enviaban a sus primeros diplomáticos a Moscú allá a finales de la Edad Media y pretendían que el Zar, quien se autopercibía él mismo, enviado de Dios a la Tierra, reconociera a sus reyes mundanos o, cuando el francés Marqués de Custine, en apenas tres meses de 1839, apenas conociendo la “culta” San Peterburgo, dibujó para Europa y el mundo entero, incluso por los siglos venideros, una imagen de Rusia, como pueblo bárbaro, brutal, despótico y plagado de siervos, que sólo contenía una apariencia o fachada occidental.

Claro, Custine no se tomó el trabajo ni el tiempo de recorrer semejante mundo en sí mismo, de ese país-continente, su diversidad cultural, su idioma tan complejo, sus claroscuros históricos, su enorme riqueza incluso climática. Como tampoco lo han hecho todos los extranjeros que pisaron Rusia desde aquellos años en adelante. Es más fácil remitirse a la trillada frase de Churchill, citándola pero jamás adentrarse en ese acertijo, misterio o enigma que es Rusia. Es más fácil prejuzgarla, llenarla de estereotipos hollywoodenses, castigarla como se hace ahora con las sanciones occidentales, pero jamás interpretarla de acuerdo a esa enorme sensibilidad humana, para lo bueno y para lo malo, que poseen sobradamente los rusos.

Ojalá esta guerra de Ucrania cambie algo ese destino. Creo que la cancelación de la cultura rusa que se está observando en el mundo pero también el bullying virtual (y real) al que se ven sometidos muchos rusos a lo largo y ancho del planeta, no son buenas tendencias en aquel sentido. De seguir siendo así, ese sexta parte de esta Tierra, que es Rusia, se aislará mucho más aún, tal vez, como nunca antes en la historia, volviendo a creer que el resto de los seres humanos no rusos, no los entendemos ni entenderemos jamás.

Pero ésta será una mala noticia, no sólo para ellos, sino para nosotros mismos, porque nos privaremos de todo lo que ellos pueden crear y entregarnos, desinteresadamente, como lo han hecho a lo largo de siglos. Sólo que esta vez, si Europa, cuando tengan un Napoleón u otro Hitler o quizás, los musulmanes, golpeando las puertas de Viena, y busque la ayuda rusa, ya no la americana, para que la defienda, dudo que la encuentre.

RUSIA Y “OCCIDENTE” EN TIEMPOS DE BIDEN Y DEL FIN DE LA ERA MERKEL

ENTREVISTA CON FEDERICO GYURKOVITS (SPUTNIK) SOBRE LA RELACION CONFLICTIVA ENTRE LA UNION EUROPEA Y RUSIA, POR EL CASO NAVALNY

VACUNA RUSA CONTRA EL COVID-19: ENTRE LA URGENCIA Y LAS “FAKE NEWS”

Me parece importante aclarar el panorama de la vacuna rusa Sputnik V, más allá de la operación mediática y manipulación política que hiciera el gobierno argentino, además de las fantasías y hasta delirios, que se formulan tanto oficialismo y oposición, desconociendo la seriedad e historia de la ciencia rusa. Por ello, lo mejor que he visto escrito, para no caer en fuentes rusas, en diciembre pasado, es un hilo en Twitter, del Grupo argentino de científicos “Ciencia Nuestra”, que aquí reproduzco:

Sobre la editorial de @nelsonalcastro sembrando dudas sobre la vacuna del Centro Gamaleya, Gam-COVID-Vac o Sputnik V. Dice Nelson Castro que los estudios de fase 3 concluyen en mayo de acuerdo a la página de clinical trials. Es verdad. Abrimos hilo:

Lo que omite @nelsonalcastro es que los de Pfizer terminan el 30 de julio, y lo mismo sucede con el resto. Lo que hay ahora para TODAS es un análisis preliminar de los estudios de fase 3 una vez que han llegado a un número de contagiados que permita hacer análisis de efectividad.

También dice que los estudios en >60 de fase 2 terminan el 30/12. Los estudios de fase 2 exclusivamente para >60, no son condición necesaria cuando ya han concluido el 12/08 para 18-60 años habiendo evaluado seguridad y eficacia y publicado internacionalmente con éxito.

Basta con hacer una fase 2/3 donde se evalúe desarrollo de anticuerpos y eficacia como han hecho otras. En el caso de Sputnik V a partir del 22/10 realizaron un reclutamiento de 110 >60 para ver seguridad e inmunidad por anticuerpos y células.

https://www.clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04587219?term=Gam-COVID-Vac&cond=Covid19&draw=2&rank=9

Los mismos han demostrado ser seguros y producir inmunidad, pero su medición es de hasta 42 días y con puntos de seguimiento a los de 90 y 120 días para ver si esa inmunidad perdura, sólo por eso en la página de “clinical trials” siguen abiertos hasta fin de diciembre.

Nadie dijo nada respecto a que la fase 2 de la vacuna de Pfizer analizó sólo 15 adultos >60 con la dosis y formulación actual y los siguió hasta el día 35. Y no se dijo porque en ambos casos está bien, teniendo en este punto, Gamaleya, más rigurosidad.

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33053279/

Más allá de este estudio, lo que tiene peso para que defina hoy la ANMAT es que el Centro Gamaleya inicio el 7/11 un estudio de fase 3, con >40mil voluntarios entre los que hay miles >60 para evaluar eficacia, y de los que ya hay resultados preliminares.

https://www.clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04530396?term=Gam-COVID-Vac&cond=Covid19&draw=2

En el reporte entregado por el Centro Gamaleya a la ANMAT el 2/12, en el rango etario de >60 sólo había 2 infectados, por lo que realizar análisis de eficacia no resultaba correcto por eso aún no se aprobó de emergencia para adultos mayores

Vale aclarar que el estudio de fase 3 publicado el 10/12 por Pfizer posee 20 infectados en >65 a través de los cuales analizan la eficacia en ese rango etario, un número bajo pero suficiente para su aprobación de emergencia en varios países incluso Argentina

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33301246/

Hoy nos encontramos a la espera de los números que dan resultado a los porcentajes de eficacia que se dieron a conocer anteayer por el Centro Gamaleya y que resultan prometedores siendo que han reportado más de 90% de eficacia para el rango etario >60 años.

Lo que es cierto es que tanto la vacuna Gam-COVID-Vac (Sputnik V) como la BNT162b2 (Pfizer) o la mRNA-1273 (Moderna) han sido aprobadas por distintos países previo a la publicación de los resultados de fase 3 en revistas internacionales.

En el caso de la de Pfizer la aprobó para aplicación en el Reino Unido el 2/12 y la publicación recién salió el 10/12. En el caso de la Sputnik, la ha aprobado la ANMAT para menores de 60 y en los próximos días esperamos se encuentre disponible la publicación internacional.

También Moderna estuvo en silencio durante su desarrollo y nadie dijo nada, de hecho todavía NO PUBLICÓ datos de Fase 3, sólo de Fase 1 y 2 al igual que el Centro Gamaleya. Sin embargo Moderna se encuentra aprobada por la FDA y se la ha aplicado el asesor del gobierno americano Fauci.

La vacuna de Oxford/AstraZeneca dio baja eficacia en fase 3 (~60%) y ha firmado convenio para combinar su vacuna con la Sputnik, sin embargo ningún medio ha levantado esta noticia después de haber anunciado la de Oxford como la mejor meses atrás.

Tampoco comunica que la aplicación de la vacuna de Pfizer se demora en Alemania debido a dudas en la cadena de frío durante su distribución. Recordemos que no es simple la logística para su distribución y aplicación dado que requiere -70°C.

Tengamos en cuenta que para TODAS las vacunas en general, hubo primero, sólo gacetillas de prensa, porque nos encontramos ante una emergencia sanitaria y en este momento del desarrollo de vacunas para presentar los papeles PARA USO DE EMERGENCIA, ninguna necesitó publicar todos sus datos.

Desde Ciencia Nuestra nos gustaría que todo fuera ideal y ver los datos pormenorizados de todos los voluntarios publicados antes de su aplicación. El Instituto Gamaleya, así como Moderna, AstraZeneca, Sinovac, Janssen, etc prometen publicar en revistas importantes. Ojalá que así sea.

Mientras tanto la ANMAT que tiene datos preliminares emite informes para no seguir mirando cómo sumamos muertos y podamos, más temprano que tarde, vacunar a la población argentina.

Estamos ante una situación de emergencia dónde los resultados preliminares, habiendo ya pasado las fases de seguridad correctamente, son entregados a los entes regulatorios previo a su publicación, siguiendo todos los pasos y regulaciones en los países donde se están aprobando”.

CRONICA DE UN FINAL ANUNCIADO

Un Presidente, que se había preparado toda su vida para serlo,  miente por el escándalo “Watergate” y finalmente, renuncia, acuciado por la crecientemente poderosa prensa escrita -dos periodistas que lograrían una enorme fama posterior-. El mismo Presidente, un feroz pero incoherente anticomunista, que asesorado por su maquiavélico Secretario de Estado, viajaría a China para lograr desnivelar a favor, la adversa ecuación de poder internacional con la entonces desafiante Unión Soviética.

Logrado el pírrico triunfo por la cumbre global en 1991, no sin antes exhibir cómo otro Presidente optimista, carismático y brillante comunicador, también mintiera sobre el “Irangate”, el país alardeó esta vez, ante el mundo, de su poder de manera innecesaria y hasta injustificada. Hasta se dio el gusto de intervenir en la elección del Presidente de su ex archirrival, para impedir el triunfo comunista. Inmoralizó la Casa Blanca con un joven Presidente, ex gobernador de un Estado irrelevante y luego, la ocupó con otro de pasado alcohólico, que venía a saldar deudas con su padre otrora poderoso. Ese Presidente llegó al poder por un sólo voto, en una reñida y ya discutida elección.

Luego, la reivindicación social, como resulta obvio, tardía. Un Presidente negro, pero del establishment, prometió mucho e hizo poco (o nada). Hace cuatro años, un Presidente antiestablishmente, aunque haya crecido gracias a él. Allí se encendieron todas las luces de riesgo. Levitsky y Ziblatt advirtieron sobre cómo mueren las democracias pero no pudieron evitar que el descenso acentuara su trayectoria.

Todo ello describe elocuentemente cómo Estados Unidos hace tiempo ya, venía en caída libre. Un cúmulo de factores que aquí no comentaremos, por razones de espacio, lo hicieron posible, pero sobre todo, la propia sociedad americana y en gran medida, su elite, eligieron recorrer tal camino decadente.

Hoy, con las imágenes de un Presidente perdidoso -aún con fraude no demostrado- incitando a la violencia en la propia Casa Blanca; un Vicepresidente, en nombre del establishment que en noviembre se cobró revancha, aunque también pírricamente, dispuesto a certificar la entrega del poder a Joe Biden y, finalmente, una banda de fascinerosos y violentos, el gran temor lejano de los Founding Fathers, que irrumpieron haciendo todo tipo de tropelías en el propio templo legislativo americano, el Capitolio, en Washington DC, no me voy a burlar de tal patético espectáculo de la #democracia liberal norteamericana, porque me entristece.

Pero sí elijo mofarme de los muchos argentinos, académicos y no académicos, que alardeaban de la supuesta superioridad moral, racional e institucional de #EEUU, por ser #anglosajones, civilizados, hasta superiores moralmente, a los latinoamericanos, musulmanes, rusos y chinos, entre otros, sin releer siquiera a Huntington. Más allá, de que jamás descarté que vivan hasta asalariados de la democracia americana (vía fundaciones, “think-tanks“, etc.). Permítanme “disfrutar”, obviamente, con algún dejo de nostalgia.

Hace rato que #EEUU ya no es lo que era y cada vez se asemeja más a #Latinoamérica, lo cual tampoco es un mérito: al contrario. Pero demasiada gente aquí, se negó a verlo.

Independientemente de cómo termine la historia, si Pence se impone sobre Trump o éste sobre el sistema, violando todo, nada bueno se avizora sobre el horizonte. Elija: autogolpe consumado, castigo para un ex Presidente, asunción de otro cuasi senil, por qué no disgregación nacional y hasta guerra civil.

EL PRIMER FRACASO LIBERAL EN RUSIA

Además de tener la superficie más grande del mundo, Rusia ha tenido una historia milenaria llena de cataclismos políticos que pocos países pueden siquiera emular.  Si bien hoy puede disfrutar apenas de 29 años de continuidad democrática (iliberal) pero democrática al fin, se trata de un muy breve período aún de su rica evolución. Ella ha sido rica pero en despotismos, algo que llamó la atención de Tocqueville y muchos europeos, que siempre la consideraron “salvaje” y “atrasada” por no seguir la trayectoria “normal” de los presuntuosos europeos. En diez centurias, Rusia ha vivido un Imperio zarista fuerte, cruel y expansivo, además de invasiones a su territorio, magnicidios y revoluciones con efectos sociales de gran magnitud. Lo que no ha tenido paradójicamente, es alguna experiencia que se precie de liberal o constitucional, al estilo de la anglosajona.

Sin embargo, en ese pobre derrotero institucional, pocos saben que a un siglo prácticamente de la tristemente célebre Revolución Bolchevique, de la que se cumplieron cien años hace apenas un trienio, se llevó a cabo otra revolución, pero de carácter liberal. La misma denominada “decembrista” porque se produjo en diciembre de 1825, fue protagonizada por oficiales del ejército zarista, aristócratas, que sorprendidos gratamente con las libertades civiles observadas durante su periplo en suelo francés, al ocupar dicho país, en ocasión de la caída de Napoleón Bonaparte, una década antes, pretendieron llevar adelante esa idea de cambio político, es decir, una Constitución liberal, una monarquía parlamentaria y la instauración del sufragio universal, en la propia Rusia autocrática y cristiana-ortodoxa de la familia Romanov.

Lo hacían motivados en principio por el propio Zar Alejandro I, el tercero de los Zares llamados “modernizadores” (tras Pedro el Grande y Catalina la Grande) quien los había ilusionado respecto a una posible sucesión en su hermano, el Príncipe Constantino. Este -de inclinación liberal-, a la sazón, se hallaba al frente del Zarato de Polonia -nación católica a la que Alejandro sí le había dado cierta autonomía inexistente en su propio país-. Pero la imprevista muerte de Alejandro, ante el casamiento de Constantino con una aristócrata polaca, que lo invalidaba como posible Zar, terminó depositando en el poder a Nicolás I, quien tenía una idea sustancialmente diferente a la de su padre y su tío, o sea, mantener una férrea autocracia sin cambio alguno.

El 26 de diciembre de 1825, en San Petersburgo, la revolución se produce, en función de tales expectativas y va cobrando vigor con los días a medida que los rebeldes se enteran del cambio, interpretado como una especie de usurpación del poder por parte de Nicolás, un joven débil de carácter, permanentemente temeroso y afecto a veleidades militaristas, como jugar a la formación de ejércitos, desde niño. El sofocaría la asonada hasta con cañonazos sobre los 3.000 oficiales y soldados rebeldes, incluso bombardeando el Río Neva congelado para que mueran ahogados. Salvo los cinco cabecillas que serían condenados a la horca, los demás decembristas (en ruso, Декабристы) serían penados con varios años de trabajos forzados en la lejana y fría Siberia, acompañados de sus valerosas esposas e hijos, sobre quienes se construyó una mítica historia.

Así tristemente terminaría aquella revolución genuinamente liberal rusa, cuya historia, poco conocida, sería difundida en una película reciente estrenada en 2019, llamada “Unión de la Salvación” (en ruso, Союз спасения), en honor a la logia secreta masónica de inspiración liberal española, creada en 1818, que conducirían Serguei Ivanovich Muravyov-Apóstol (en ruso,  Сергéй Иванович Муравьев-Апостол), Mikhail Pávlovich Bestúzhev-Ryumin (en ruso, Михаил Павлович Бестужев-Рюмин), Piotr Grigoryevich Kakhovsky (en ruso,  Пётр Григорьевич Каховский),  Pavel Ivánovich Pestel (en ruso, Павел Иванович Пестель) y Kondraty Fiodorovich Ryleyev (en ruso, Кондратий Фёдорович Рылеев) -el intelectual y poeta del grupo-, los cinco líderes de la rebelión, a la postre castigados con la máxima pena por el propio Zar Nicolás I.

Es contrafáctico pero si aquellos valientes oficiales aristócratas rusos hubieran triunfado aquellos días en San Petersburgo, Rusia se hubiera evitado el asesinato de Alejandro II (hijo de Nicolás I), las absurdas guerras de Crimea y la naval japonesa, el asesinato de Stolypin y con seguridad, la Revolución Bolchevique de 1917 -contra Nicolás II, bisnieto paterno de Nicolás I-. Demasiado dolor, sufrimiento, pesar, porque de haber tenido éxito, los Muravyov y Pestel pudieron haber ensayado un camino más moderado hacia una monarquía constitucional capaz de asegurar por primera vez, los derechos y las garantías individuales de los rusos, algo inédito en la historia de dicho país.

Hasta enero de 1992. Ni más ni menos. Como también soñó el genial poeta Aleksandr Pushkin, quien inspiró aquella revuelta, aunque el Zar Nicolás I omitió castigarlo -al menos de modo oficial- dada su enorme popularidad.