LA MUSICA DE LOS “MILLENNIALS”: O EL REINO DESOLADOR Y GRIS OSCURO

Atravesamos varios países latinoamericanos este verano sintonizando varias radios FM y demasiadas canciones de varios géneros. Aún en Brasil, donde el 90 % de la música es en portugués aunque ya no se escuche la vieja y tradicional “Bossa Nova“, nos topamos con el mismo fenómeno. Para no hablar del “reggaeton” latino (Fonsi, Shakira, Enrique Iglesias, Ricky Martin, Maluma, Bad Bunny y Daddy Yankee, entre otros), la mayoría de las canciones “extranjeras”, en idioma inglés, estaban hegemonizadas fuertemente por la música de tres solistas: el británico Harry Styles (ex integrante de la banda “One Direction“),  el DJ anglo-noruego Alan Walker y la australiana Sia Furler, estos dos últimos, fieles representantes de la electronic music.

Esto significa que entre los tres tercios en que se divide el mercado consumidor radial del sur de América, dos de los cuales, están claramente globalizados, con la excepción de Brasil, donde la producción propia y en idioma portugués, es dominante, hay una franja básicamente demandada por los jóvenes “Millennials“, a quienes atrae el estilo de esos tres cantantes, con voces agudas y de gran impacto virtual -y visual-, a través de You Tube, donde sorprende la cantidad de millones de visitas que día a día reciben.

Si bien su música es impactante y pegadiza, tampoco puede obviarse el pesimismo y lo poco gratificante de la letra de sus canciones, sobre todo en la cuarentona Sia Furler y el joven Alan Olav Walker, quien a los 20 años, en poco tiempo, saltó a la fama, emergiendo de la comunidad de “videogamers” y difundiendo sus productos entre los “youtubers”, tras recibir una fuerte influencia de compositores de bandas sonoras de películas como el genial Hans Zimmer.

Reflexiono acerca de cómo los jóvenes de hoy, por ejemplo, mis alumnos universitarios y hasta los adolescentes que van terminando el nivel secundario, aunque haya distancia cultural también entre ellos, como no la había en el pasado, con generaciones más parejas, se identifican con esa música y sobre todo, con esa letra. Cuando uno ve el entusiasmo desbordante que despiertan Sia, Walker y Styles en sus recitales, en festivales como Tomorrowland (Bélgica), me preocupa que esas masas de jóvenes que paradójicamente, se han criado mucho más libres que las anteriores, que gozan de un entorno tecnológico tremendamente superior, que se socializaron con TV color y jamás vieron un “blanco y negro” y que acceden a mayores posibilidades educativas y laborales que en el pasado, aunque no sean concientes de ello, se identifiquen tanto con esa prosa tan desoladora, penosa, pesimista y hasta resignada, de aquéllos tres solistas líderes en todos los rankings musicales del último trienio.

Hay angustia, desesperación y si no, verifíquese la letra de “Chandelier“, trasuntando alcoholismo y hasta intento de suicidio; hay oscuridad -y por eso, se entiende la capucha y la mitad de la cara cubierta por un chico de 20 años como Walker o que muy ocasionalmente, la propia Sia aparezca a cara descubierta-; hay resignación y realismo, como indica la letra de Styles, reflejando el mensaje de una madre que va a morir, a su bebé, para que se habitúe a vivir sin ella y en un mundo que siempre será así; hay grito tenso, casi desesperado y cero relajación o intento de diálogo; no hay romance ni fantasía, sino sólo una fría falta de prejuicio, algo de compañía y sexo casual, “para pasar el rato y como si el mañana no existiera” -letra de Sia-. Pero en especial, para estos chicos nacidos en los años noventa, tan abrumadoramente seducidos por la imagen o el color y que sólo hallan interlocución en su celulares, tablets o notebooks, hay soledad, hay vacío existencial, hay miedo a vivir ESTA -y en ESTA- vida.

La presentación del video “Faded” del DJ anglo-noruego Alan Olav Walker.

Sia coprotagoniza esta canción y video con el también británico y ex compañero de Styles en “One Direction“, Zayn Malik: “Dusk Till Dawn”.

En tercer término, mostramos aquí, la canción de Harry Styles: “Sign of Times“. Al menos, en One Direction, había una prosa más romanticona. En apenas cuatro años, según parece, había que reemplazar esa cursilería.

Un último comentario, ahora sí. En mi época adolescente, allá por fines de los setenta, los hermanos australianos Gibb, es decir, los “Bee Gees”, cantaban empleando la técnica del falsete, simulando voces hiperagudas, pero toda su audiencia era conciente de ello y lo alababan o criticaban -duramente- por dicho estilo. Hoy, a los chicos nacidos en los noventa, les atrae particularmente el género de los agudos y lo aplauden en sus cantantes favoritos. Ni más ni menos que otra paradoja intergeneracional.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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