DEL LADO NORRIS DE LA VIDA

Una vez más, una carrera de F1 -como la disputada hoy en el autódromo ruso de Sochi-, ofreció de todo. Amenaza de lluvia durante casi toda la programación, aunque sólo lloviera sobre el final, cambiando casi todo, remontadas espectaculares como las del holandés Verstappen (de último a 2do.) y de los finlandeses Bottas (de 17mo. a 5to.) y Raikkonen (de 13ro a 8vo.), el triunfo 100 de Hamilton -superando tras 14 años a Michael Schumacher- y sobre todo -aquí me detengo-, la debacle del joven Lando Norris. En efecto, el inglés, dirigiéndose con su Mc Laren a su primera  victoria, mandó a callar a su dirección técnica de boxes, prefirió seguir con gomas slicks mientras se largaba a llover y a dos vueltas, del final, terminó despistándose para caer finalmente al séptimo lugar.

Más allá de que el equipo fue en parte corresponsable del ahora consumado error, porque antes decidió continuar en pista tras cambiar apenas una vez, por neumáticos duros en el giro 29, a diferencia de Mercedes Benz y el resto de los teams, lo interesante del caso es la actitud de Norris, inédita en deportes de alta competición, pero que ofrece, creo yo, un costado más que humano y honorable de esa vocación tan superprofesional del automovilismo de máximo nivel. Haber desafiado a su box y arriesgado por llegar a la bandera final a cuadros, al no parar para reemplazar sus slicks por gomas de piso mojado, como se le indicaba, nos revela una personalidad de 21 años, capaz de enfrentar la adversidad e intentar superarla. Norris hoy debe atravesar la peor noche de su corta vida, no pudiendo dormir, arrepentido de haber hecho lo que hizo, quedándose prácticamente con las manos vacías, pero debe saber que sobrevendrán otras batallas y con la actitud de hoy, las vencerá.

Gloria y honor al joven Lando Norris, habrás aprendido la lección del Mar Negro y te lloverán los triunfos.