LA ARGENTINA RECIENTE A TRAVES DEL CINE

“Relatos Salvajes” (2014)

Fue ovacionada en el Festival de Cannes y llegó como precandidata al Oscar, como mejor filme extranjero pero quedó excluida. Una razón posible por no ver coronado su éxito, puede tener relación con su identidad (tan particular). La película refleja cabalmente, la naturaleza cultural e idiosincrática argentina, de fines de la década kirchnerista. Una sociedad aparentemente mansa, pero con actitudes individuales violentas, por doquier, producto del resentimiento, la envidia, el hartazgo con la burocracia, la obsesión por el diván, la falta de autenticidad generalizada, sobre todo, entre los “nuevos ricos”, donde prevalece el botox, el maquillaje y la sonrisa fácil, pero carente de sentimientos reales. Las explosiones emocionales que refleja la película, a lo largo de sus seis historias, son producto de aquella esquizofrenia, de un país, que fuera gobernado por una pretendida “actriz” -de dudoso talento-, a la que el género femenino detestaba, pero que en el fondo, quería imitar. Para no perderse: el personaje del ingeniero “Bombita” (protagonizado por Ricardo Darín) y la corrupción de la justicia argentina, simbolizada en el fiscal y el abogado de la cuarta historia.

“Los muchachos de mi barrio” (1971)

En los años sesenta, en pleno gobierno militar de Roberto Marcelo Levingston, eran otros los valores. La cultura del barrio, de los amigos, que jugaban desde niños en sus plazas, las primeras picardías, los castigos, las escenas del colegio, con el respeto, el orden y la famosa fila de todos encolumnados con sus impecables guardapolvos blancos, mientras se izaba la bandera cada mañana. Llegarían la juventud y la adultez y, con ellas, la separación. Amores concretados o perdidos, profesiones y matrimonios que ocupan todo el tiempo, triunfos en el exterior y la nostalgia permanente para quienes pretenden volver, siempre con el parámetro de la movilidad social ascendente, tan peculiar de la Argentina. Con la banda sonora del cantante exitoso en toda Latinoamérica, Ramón “Palito” Ortega, la película refleja esa alteraciones de vida, pero sobre todo, los valores y creencias con las que se afrontaban. Es un culto a la amistad, algo de lo que los argentinos suelen vanagloriarse, así como su pasión por el fútbol. Tal vez nada quede ya de aquella época, pero la emoción que se siente al ver esta película de guión sencillo, permita avizorar que algo de aquel pasado lejano, aún se resiste a sucumbir.

Entre una y otra película, pasaron 43 años, es decir, casi cuatro décadas y media. Es mucho tiempo en la vida de un país y mucho más en la de una generación y una vida en particular. En una Argentina, donde no necesariamente la trayectoria económica individual y la colectiva coinciden, todo ello trajo su correlato en el plano moral: así como en las sociedades postcomunistas, ese tejido quedó inexorablemente dañado, en una sociedad inflacionaria crónica como ésta, donde se desdibujan ganadores y perdedores, la erosión es enorme a la hora de la credibilidad en la palabra empeñada, la creciente vulgaridad en el lenguaje, la generalización de la mentira, la ausencia de espontaneidad, el apego a la inautenticidad, la segregación in crescendo, el egoísmo puro y simple por doquier.

GUAYAQUIL: LA CIUDAD DE LOS LIBERTADORES

Es una de las ciudades más modernas y pujantes de América Latina,
sin ser capital de un país, lo cual no dejó de acarrearle no pocos conflictos en su vasta historia. La misma que la tuvo como epicentro del único encuentro -y más importante- entre los dos Libertadores de América: los Generales José de San Martín (argentino) y Simón Bolívar (venezolano), el 26 de julio de 1822.

Monumento La Rotonda

Como ya lo he documentado, en el verano de 2018, con mi novia Ekaterina, en auto, luego de un largo paso por la costa brasileña, hasta el norte y luego descender hasta el sudoeste, atravesando la selva amazónica hasta llegar a la frontera peruana, me dispuse a hacer una modesta recreación del viaje sanmartiniano, en la campaña del Perú del siglo XIX. El sábado 27 de enero cruzamos el límite, llegamos a Cuzco el lunes 29 y a Lima, el miércoles 31. Subimos hacia el norte bordeando la costa del Pacífico, pasamos Trujillo (ciudad de casi un millón de habitantes) y Talara (125.000 habitantes) y finalmente, arribamos a nuestro objetivo de Guayaquil, el sábado 3 de febrero por la noche. Permanecimos una semana allí, recorriéndola además de visitar su playa más famosa, Salinas (35.000 habitantes).

Con más de 3 millones de habitantes incluyendo zona metropolitana, Guayaquil, “la Perla del Pacífico”, fundada en 1547, como astillero y puerto comercial de la Corona de España, bordeada por el Río Guayas, ha sido fundamental como centro neurálgico de la economía ecuatoriana en su faz independiente, dada la relevancia de su comercio marítimo, actividad mercantil y progreso industrial. El 40 % de las 1.000 empresas más grandes de Ecuador, se halla radicado en Guayaquil. Además, canaliza el 80 % del comercio exterior de todo el país y como es obvio, al ser una ciudad tan bonita y con tanta variedad, recibe muchísimo turismo nacional e internacional.

 

2019: UN AÑO ESPECIAL DE RECORDATORIOS

Además del 500 aniversario del viaje de Magallanes-Elcano circunnavegando el globo y el 80 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial, que ya comentamos, se celebran:

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A 500 AÑOS DE LA PROEZA DE MAGALLANES

A menudo pienso que si no fuera por las mentes inquietas, este mundo sería el reino de la monotonía. Pero la imaginación requiere de la acción para plasmarve o ser llevada a cabo. En el Día del Inventor -en Argentina-, a las mentes inquietas las estimo en gran forma pero mucho más a los exploradores, a aquellos que se animan a romper con paradigmas de conocimiento e intentan ir más allá de lo aceptado. Los Américo Vespucio, los Cristóbal Colón, los Marco Polo guardan para mí, una gran admiración pero mucho más aquellos navegantes como el capitán inglés James Cook (1728-1779) que emprendieron rutas alrededor del globo, incluo muriendo en el intento.

Aquí, muestro una escena dramática de la película “Capitán de mar y de guerra” (2003), del director australiano  Peter Weir, basada en el libro del mismo nombre, donde se ilustra el siempre difícil cruce del Cabo de Hornos, en una nave británica de inicios del siglo XIX, que competía con un buque francés en el contexto de las guerras napoleónicas.

Cuatro siglos antes de este cruce -que por aquél siglo XIX se había hecho habitual- y para que los británicos de la Royal Navy (holandeses, franceses o italianos) no se lleven todos los premios o halagos por sus hazañas marítimas, y este año, se cumplen 500 años de una de las más grandes proezas: la circunnavegación por mar, del globo. La encabezó un portugués y la terminó de concretar un español.

En efecto, un 20 de septiembre de 1519 partía de Sanlúcar de Barrameda, la expedición liderada por el portugués Fernando (o Hernando) de Magallanes y patrocinada por la Corona española —entonces, a cargo de un joven Carlos I (también Carlos V)—, compuesta por cinco naves, 239 tripulantes y un objetivo comercial: encontrar un paso por el sur de la recién descubierta América para llegar a las islas de las especias.

El resultado del viaje de 28.000 km. es de sobra conocido: sólo una de las embarcaciones, La Victoria, y apenas 18 hombres salvos (aunque no sanos), lograron regresar a Sanlúcar, tres años después. Magallanes murió a manos de indígenas en la isla de Mactán (Filipinas) y al frente de la famélica expedición venía un piloto de Getaria llamado Juan Sebastián Elcano. Tuvieron que ser ellos, los primeros hombres que circunnavegaron la tierra demostrando para la ciencia —aunque no era su objetivo inicial— que en efecto vivíamos en un planeta redondo.

Hoy se pueden cruzar esos 565 km. de largo del hoy famoso Estrecho de Magallanes -sin saberlo- en apenas 24 horas pero el gran navegante lusitano y su flota necesitaron 36 días.  Durante siglos, bien conocido y cartografiado ya el Estrecho, las naves de vela tardaban mucho más por la complejidad del escenario, por las dos angosturas que casi los estrangulan y por los fortísimos vientos que baten la zona. A García Jofré de Loayza le costó cuatro meses atravesarlo en 1526. El célebre capitán francés Louis Antoine de Bougainville, nada sospechoso de impericia marinera, necesitó 52 jornadas en 1767. Solo un marino lo hizo más rápido y ostentó el récord de la travesía hasta que se inventaron los barcos de vapor: Francis Drake —sir para unos; pirata para otros—, que en 1578 lo atravesó como el rayo en solo 16 días. Tal vez, la codicia por el oro ajeno daba alas a los corsarios.

Claro,  la celebración del 500º aniversario de la primera circunnavegación de la Tierra, y el protagonismo de España y Portugal, parece que ha provocado algunos roces diplomáticos entre los dos países, aunque solo sea por la forma en que han encarado el proyecto.

El aniversario de la gesta ha traído a la actualidad que la Historia se puede escribir de muchas maneras, pero que aún hay más variantes a la hora de enseñarla. Si para un escolar español, la vuelta al mundo la dio el vasco Juan Sebastián Elcano (Guetaria, España, 1476-Océano Pacífico, 1526); a un colegial portugués, el protagonista de la aventura fue su compatriota Fernando de Magallanes (Portugal, 1480-Filipinas, 1521). Hasta la Wikipedia, ya sea en su versión española o portuguesa, le da crédito a uno u otro héroe. Obviamente, se trata de discusiones postmodernas carentes de sentido.

Lo cierto es que gracias a Elcano y sus 17 marinos, desagregados en cuatro griegos, dos italianos, un portugués, un alemán y diez españoles (vascos, gallegos, andaluces, extremeños y cántabros), pudieron llegar al “fin del mundo” y a la postre, relatarlo y difundirlo, gracias a lo cual, pudimos conocerlo.

Lo que más lamento es que tal espíritu de desafío y aventura se haya perdido tanto en España y Portugal y que por culpa de su propia desidia, en gran medida, influida por el catolicismo dogmático, monópolico y rampante y por consiguiente, el empobrecimiento mental y la escasa propensión a una ética del trabajo, ambas naciones hayan atravesado una oscura decadencia por siglos, sólo interrumpida recientemente con el ingreso a la Unión Europea en los últimos 40 años.

EL ULTIMO REY POLACO

A esta altura, nadie subestima la heroicidad del pueblo polaco, puesta a prueba en más de una ocasión, sobre todo en la II Guerra Mundial, a partir del mismo momento en que fuera atacada por la Alemania nazi, en setiembre de 1939. Con sólo recordar miniseries como “Holocausto” (1978) – sobre la macabra realidad de los campos de concentración y el ghetto de Varsovia- y películas como Hurricane” (2018), sobre la valentía de los pilotos polacos al servicio de la RAF en la Batalla de Inglaterra, “El pianista” (2002) y la más reciente “Varsovia 1944” (2014), ambas descriptivas del levantamiento de la ciudad capital, el 1 de agosto de 1944, en el que hubo 2.000 muertos y unos 700.000 desplazados, ante la inminente llegada de los -hoy denostados- soviéticos -en esa época, erigidos en “salvadores”- que venían a barrer con la Wehrmacht, basta para destacar la bravura especial de aquella nación.

Hoy integrada a la Unión Europea y con tropas de la OTAN en su territorio, luego de haber tenido durante décadas, las del Pacto de Varsovia, Polonia atraviesa otro momento especial de su larga y tumultuosa historia. Su gobierno semiparlamentarista, de corte conservador, populista y nacionalista, al avanzar con decisiones polémicas, incluso de raigambre moral, sobre la división de poderes, concretamente sobre el Poder Judicial, ha confrontado con la propia institucionalidad de Bruselas a la que se abrazara tan ciegamente en los años noventa, luego de los gloriosos ochenta, que nos recuerdan a las huelgas del sindicato Solidaridad de Lech Walesa y al meteórico ascenso al Vaticano, de Karol Wojtyla (Papa Juan Pablo II). Pero también, reconocido y reivindicado por el propio Donald Trump en histórica visita, Polonia se ha convertido en uno de los Estados-ariete de la prédica de una supuesta amenaza rusa, especialmente tras la paranoia desatada por el accidente aéreo de su ex Presidente Lech Kaczynski y la anexión de Crimea en su vecina Ucrania, con la cual, la une una particular y antigua ligazón.

Aquí, algunas fotos de mi llegada en mi último breve viaje hace 3 años por Varsovia (Aeropuerto Federico Chopin).

De todos modos, esta vieja nación, percibida a lo largo del tiempo, como una víctima de vecinos belicosos como suecos, austríacos, prusianos, alemanes y rusos, también a fuerza de una sólida identidad religiosa (católica), un idioma singular y un lugar reservado y por ende, problemático, para diásporas como la judía, también goza de misterios y verdades poco conocidas o difundidas. Por ejemplo, Polonia no sólo fue una Confederación junto a Lituania en el siglo XVII que hasta se dio el lujo de invadir fallidamente Moscú en 1612 sino también contó con una monarquía electiva. En efecto, Polonia tuvo un Rey -elegido- y el más célebre, fue su último monarca: Estanislao Poniatowski.

Hago un paréntesis en el relato histórico y muestro fotos del moderno aeropuerto de la capital polaca.

La familia Poniatowski se tornó célebre a fines del siglo XVIII y XIX: en apenas tres generaciones, la familia ascendió del rango de la nobleza al del Senado y luego a la realeza, lo cual se traducía en un trampolín directo al trono.

El origen de la familia se remonta a finales del siglo XV, cuando aparecieron en Poniatowa , a unos 40 km al oeste de Lublin en 1446. Poniatowa fue la residencia de varias ramas de la familia Poniatowski: Tłuk, Jarasz y Ciołek. El 7 de septiembre de 1764, en Wola, un barrio de la actual Varsovia, el miembro más famoso de la familia, Stanisław Poniatowski , fue elegido Rey de Polonia y Gran Duque de Lituania.

Estanislao Antonio Poniatowski nació en 1732, sus padres fueron el Conde Estanislao Poniatowski, Palatino de Cracovia -amigo y compañero de Carlos XII de Suecia- y la Princesa Constanza Czartoryska. Desempeñó cargos diplomáticos desde su juventud, destacándose entre la nobleza polaca (szlachta) por su ingenio e inteligencia y ambición y también gracias a la influencia de sus tíos de la aristocrática familia Czartoryski.
Gracias a tales influencias, no tardaron en enviarlo en misión diplomática a San Petersburgo en 1755 en el séquito del Embajador británico Williams, convirtiéndose en amante de la Princesa rusa Catalina Alekséievna, la esposa del príncipe Pedro, quien sería la Zarina Catalina la Grande.

Durante su estancia en Rusia, Estanislao Poniatowski destacó por su brillantez para hacer contactos políticos de alto nivel, así como por granjearse la confianza firme de los aristócratas rusos, al punto de aceptar varios encargos como el de ser Embajador del Imperio Ruso ante la corte de Sajonia.

Cuando el rey  Augusto III de Polonia falleció a fines de 1763, los aristócratas polacos convocaron a su Parlamento (Sejm) con el fin de elegir a su nuevo monarca, como era ley en la República de las Dos Naciones. Con las credenciales de sus fluidos vínculos con la poderosa Rusia, y con el apoyo familiar, Estanislao se presentó como candidato. Gracias a las presiones rusas, así como el pago de caros sobornos del Kremlin a varios altos jefes de la szlachta, Estanislao Antonio Poniatowski fue elegido Rey de Polonia en setiembre de 1764 a los 32 años de edad, con el abierto apoyo de la Emperatriz  Catalina II La Grande. El nuevo Rey tomó para sí, el nombre de Estanislao II. Habitó este Castillo Real, cuya foto adjunto.

Cuando el rey  Augusto III de Polonia falleció a fines de 1763, los aristócratas polacos convocaron a su Parlamento (Sejm) con el fin de elegir a su nuevo monarca, como era ley en la República de las Dos Naciones. Con las credenciales de sus fluidos vínculos con la poderosa Rusia, y con el apoyo familiar, Estanislao se presentó como candidato. Gracias a las presiones rusas, así como el pago de caros sobornos del Kremlin a varios altos jefes de la szlachta, Estanislao Antonio Poniatowski fue elegido Rey de Polonia en setiembre de 1764 a los 32 años de edad, con el abierto apoyo de la Emperatriz  Catalina II La Grande. El nuevo Rey tomó para sí, el nombre de Estanislao II. Habitó este Castillo Real, cuya foto adjunto.

Royal Palace in Warsaw

Ya en el trono, Estanislao II fomentó el desarrollo de la Ilustración en Polonia, promoviendo la edición de diarios, tertulias literarias y creaciones artísticas varias, al punto de crear e impulsar el primer teatro nacional polaco, en una especie de “renacimiento intelectual” que favoreció notablemente las artes y las letras de Polonia-Lituania.

No obstante ello, tras consumarse la primera Partición de Polonia en 1772, Estanislao Poniatowski vivió el dilema permanente entre modernizar su Mancomunidad Lituana-Polaca, apoyando a los nobles más reformistas y liberales aplicando un programa democratizador pero nacionalista o, mantener el statu quo, apoyándose en la aristocracia más conservadora y apegada a Rusia.

Así, pese a haber apoyado la Constitución liberal de 1791, Estanislao retornó pronto a su alianza con los elementos más absolutistas de la szlachta por temor a que una liberalización de Polonia significara perder privilegios para sí y sus nobles. Tras la segunda partición de 1793, el resignado Rey Estanislao prácticamente se sometió a los planes de la aristocracia prorrusa reunida en la Confederación de Targowica, oponiéndose a la sublevación del general Tadeusz Kościuszko. Consumado el tercer reparto de Polonia con la derrota de Kościuszko en 1795 y la consiguiente desaparición de Polonia como nación independiente, Estanislao II se vio forzado a abdicar ante estos hechos, aunque sin nombrar sucesor.

El ex monarca se exilió pronto en San Petersburgo, donde pasó el resto de su vida, ocupado en una variada correspondencia con otros aristócratas europeos y escribiendo sus memorias hasta su muerte en 1798. Los zares rusos le sucederían desde entonces de facto, utilizando formalmente el título de “reyes de Polonia” entre 1814 y 1917. Como se puede observar, su vida aciaga es bastante similar aunque habiendo sido coronado, a la del “Bello Principe Carlos Bonnie Prince Charlie“Estuardo en Escocia y el destino polaco del siglo XVIII, tal vez se asemeje al de Ucrania en la actualidad.

La escritora mexicana Elena Poniatowska (nacida en París, en 1932) es descendiente indirecta del rey Estanislao II Augusto Poniatowski. Todavía hoy hay Poniatowski viviendo en Polonia, Francia, México, Italia, Rusia, Estados Unidos, Alemania y muchos otros países del mundo.

Varsovia, julio de 2016.

“DIA D”, 75 AÑOS DESPUES: DONDE ESTA RUSIA?

A un lado y otro del Canal de la Mancha, se celebró hoy el 75 aniversario del desembarco aliado en las playas de Normandía. En efecto, tanto veteranos de guerra supervivientes, ya ancianos, como políticos de las naciones victoriosas pero también las derrotadas (Alemania y Japón), se hicieron presentes en los festejos. Tanto Donald Trump, que se dio el lujo de humillar en estas horas a los británicos de variadas formas, como Emmanuel Macron, Angela Merkel y la Reina Isabel, entre otros, se dieron cita en Portsmouth y Colleville-sur-mer, para recordar esta epopeya occidental?

Bueno, he allí la duda. Porque a poco de memorizar correcta e íntegramente los hechos, hubo una marcada participación soviética, legitimada por Roosevelt y Churchill en diferentes Cumbres, decisiva a la luz de lo ocurrido, a lo fines de quebrar el frente alemán. Esa invisibilización, para nada ya sorprendente, explica tal vez, la ausencia de Rusia de este tipo de eventos, lo cual le permite por un lado, habilitar su propio festejo cada 9 de mayo en la Plaza Roja y por el otro, ignorar la fiesta occidental, al recordar Putin con su colega chino Xi-Jinping, los 70 años de relaciones entre Moscú y Pekín.

Otra sutil manera que demuestra la propensión rusa de sentir y exhibir fastidio ante cada omisión adrede de un “Occidente” venido a menos y la apuesta a futuro al próximo hegemón mundial.


RICHARD MARX: 30 AÑOS DESPUES

En las redes sociales, puede vérselo igualmente delgado, pero ya sin su melena look ochentoso. Continúa atrayendo masas de seguidores, jóvenes de aquélla época que gozaron sus romances con aquellas viejas baladas. Porque Richard Marx debe ser uno de los pocos de su apellido, reconocidos en su enorme país pero también trascendiendo sus fronteras, llegando a confines del mundo como Japón y también Argentina.

En abril pasado, se cumplieron 30 años del lanzamiento de su disco más famoso “Repeat Offender”, el álbum que vendió varios millones de discos y que enamoró a muchísimas madres de los “Millennials”. Marx fue hijo de un músico de jazz que se ganaba la vida como compositor de jingles publicitarios por lo que el joven Richard se crió en Chicago, escuchando esas letras y ritmos pegadizos, que realmente le sirvieron mucho en su carrera profesional. Una demostración más del tipo de socialización más original, natural y creativa, que la que tienen los propios jóvenes de hoy, habituados al “encierro” de los celulares y las redes sociales.
Aquí, 3 (tres) de sus grandes temas: el primero, “Right here waiting” se refiere al amor a distancia; el segundo, “Hazard”, se refiere a un caso real, la muerte de una joven a manos de la policía local, lo cual testimonia que ya en esa época, los femicidios eran usuales en algunos Estados americanos, con la complicidad de la propia fuerza policial y el tercero, “Angelia” también a un amor que se va, en tiempos de una creciente inmigración latina.

En un mundo donde todo es efímero y emociona poco y nada, me conmueve ver cómo generaciones de 50 años o más, sueltan sus lágrimas al escuchar las mismas baladas que las estremecían hace 3 décadas, porque en realidad, las canciones, parecen no ser más que pequeñas “máquinas del tiempo”.

LA F1 DE LUTO: NIKI LAUDA

La máxima categoría del automovilismo mundial, es decir, la Fórmula Uno, está atravesando una de sus horas más aciagas, no sólo por su momento de cierta monotonía, por la hegemonía de Mercedes Benz, sino por la muerte de uno de su ex campeones- ícono, el austríaco Nicolaus Andreas “Niki” Lauda, ayer en Zurich (Suiza). Para colmo, el 19 de mayo se cumplió un nuevo aniversario del cumpleaños -el número 91- del también ya fallecido -en 1982-, genial diseñador, constructor y hacedor de una de las marcas más gloriosas de la F1 -Lotus-, el británico Colin Chapman.

Pero volvamos a Lauda, insisto, tres veces campeón (1975, 1977 -ambos con Ferrari- y 1984 -con Mc Laren-), subcampeón en 1976 y dos veces cuarto (1974 y 1978). No estoy de acuerdo con la mirada al estilo de la película “Rush: pasión y gloria” (2013) donde se construye una imagen del austríaco como un piloto fino, pero sobre todo frío, racional, calculador, en constraste con el aventurero y siempre audaz británico James Hunt.

Tal vez, la imagen grabada en nuestras retinas del abandono de Lauda el día de la carrera de Fuji (GP de Japón) en 1976, por condiciones adversas en la pista, debido a la copiosa lluvia, cediéndole el trofeo de campeón a Hunt, algunas carreras después del propio terrible accidente que sufriera en Nürburgring (GP de Alemania), haya contribuido a dejarnos esa falsa representación.

Pero más allá de qué factor influyera en esa polémica decisión, está claro que toda la extraordinaria trayectoria de Lauda antes y después de ese accidente, su increíble recuperación, quedando desfigurado para toda la vida, volviendo a salir campeón mundial de pilotos ocho años después y hasta emprendiendo nuevas actividades fuera de la F1 pero en otro campo tanto o más peligroso pero excitante, como la aviación comercial civil con “Lauda Air”, “Niki” y “Laudamotion”, en su país natal – poco afecto al emprendedorismo capitalista-, demostraron sobradamente que el gran Niki, era tanto o más orgulloso, luchador, perseverante pero también audaz, arriesgado y veloz que cualquier colega top, escribiendo una de las páginas más gloriosas y épicas del automovilismo global.

Terminaría sus días antes de tener sus recientes complicaciones de salud que lo llevarían a su deceso en Suiza, como asesor en los boxes de Mercedes Benz, donde se cansó de ver los triunfos de Lewis Hamilton. Seguramente, este gran vencedor británico, no muy querido a escala mundial, ha recibido más de un consejo del gran ex piloto nacido en Viena.

A pesar de que, al igual que Senna y Vettel, nunca fue mi ídolo -por su puja con el mío, Carlos Alberto Reutemann-, mucho más tarde, reconocí su grandeza. Con esta página, creo saldar esa deuda pendiente. Sus coterráneos, pero sobre todo, los simpatizantes en el mundo de Ferrari, Mc Laren y Brabham, entre otros también pensarán lo mismo. QEPD Nicki.

MARSELLA: EL PUERTO DE LA COSTA AZUL

Luego de haber recorrido parte de la Costa Azul (en francés, Côte d’Azur) en 2016, claramente reconozco que tenía cierta aprehensión a conocer Marsella y más aún cuando llegamos a la propia terminal de buses y empecé a ver la variedad de rostros y etnias presentes allí. Sabía de sus rasgos de ciudad antigua -fundada en el 600 a.C. pero también cosmopolita y global, con más de un millón de habitantes (un tercio de musulmanes) pero pensaba que producto de todo ello, estaría desordenada en su tráfico, más bien sucia, con escaso patrimonio arquitectónico, dado el “boom inmobiliario” reciente. La cercanía con el Africa de refugiados e inmigrantes ilegales, me permitía ahondar esas expectativas negativas y más aún, su pasado focense (griego) y provenzal, me desalentaban de conocerla.

Tal vez, hasta haya influido en demasía ver desde tan pequeño, la película “Contacto en Francia” (1971), donde las redes de narcotraficantes corrompían a la policía francesa y uno de los “buenos” moría al final, traicionado por los propios. El escenario era Marsella. En los noventa, para colmo, se constituyó en el epicentro del voto nuclear del xenofóbico Front National de Jean Marie Le Pen. En 2014, según estadísticas oficiales, Marsella también recibió, producto de la crisis financiera de 2008-2009, inmigrantes europeos: los del sur, como españoles, portugueses, italianos y rumanos pero también del norte, polacos.

Confieso que la ciudad nos deslumbró desde todos los ángulos, incluso sus playas, ni hablar su puerto -tanto el de veleros, lanchas y yates como el de cruceros- y la costanera en general. Cabe subrayar que Marsella es el primer puerto comercial más importante de Francia y el tercero más relevante de toda Europa, tras Rotterdam (Holanda) y Amberes (Bélgica).

La historia de Marsella está asociada al mundo antiguo pero también al moderno: el himno nacional (la “Marsellesa”), el corso Napoleón Bonaparte, las celebraciones del Ejército imperial, etc.

Hasta tuve el placer de vivir otra “frutilla del postre”. El famoso Castillo de la isla de If, donde Edmundo Dantés estuvo encerrado junto al abate Faria en la novela de Alejandro Dumas “El conde de Montecristo”, se halla enfrente de la siempre soleada costa de Marsella.

Ah, no faltan los “churros” en Marsella. Algún argentino afrancesado?

Bueno, para el final pero no menos importante, mi novia Ekaterina luciéndose en la Costa Azul. Las fotos son de su Instagram.

UN “BATALLON” RUSO: FEMENINO

El año pasado se cumplieron 100 años del final de la I Guerra Mundial, un conflicto eminentemente europeo, pero que fue tremendamente sangrienta y detonó incluo revoluciones, como la bolchevique en Rusia. Precisamente, esa guerra enfrentó entre otros, a alemanes y rusos, a pesar de los vínculos dinásticos entre las familias gobernantes de ambos países. Sin embargo, Lenin negoció la paz con los germanos quienes a cambio, le financiaron su levantamiento contra el Zar Nicolás II Romanov. En 1917, éste abdica y se genera una situación caótica en el propio frente de batalla, con innumerable cantidad de soldados rusos que desafían a la oficialidad en nombre de la “nueva libertad” y desertan en forma masiva, volviendo a sus hogares, al carecer ya de legitimidad, morir por el Zar.

Los alemanes incentivan la situación, al convidar con alcohol (brandy) y tabaco a sus enemigos. Ambos ejércitos bailan donde antes peleaban y los rusos se desbandan, ebrios y ladrones, en cada aldea que recorren. Los soviets y los comisarios políticos comunistas obran aún como fuerzas más disolventes.

En San Petersburgo, ante semejante panorama anárquico, el gobierno provisional y constitucionalista de Alekandr Kerenski, trata de sobrevivir, manteniendo la decisión de afrontar la guerra. En tal contexto, intenta usar como factor estimulante, a un batallón de mujeres jóvenes, liderada por la fornida suboficial, oriunda de Veliki Nóvgorod, María “Yashka” Bochkariova (en ruso, Мари́я Лео́нтьевна Бочкарёва), quienes podrían actuar como aleccionadoras en un frente donde los hombres aparecían como traidores y cobardes.

Como hace algunos años antes, la película estrenada en 2008, llamada “Almirante” (en ruso, “Адмираль”), sobre la vida del Almirante Kolchak,el film presentado en 2015, denominado “Batallón” (o “Батальонъ” en ruso) rescata aquella trama de la rica historia rusa, omitida adrede en el relato historiográfico soviético. En la era putinista, impregnada de nacionalismo y amor a la tierra, por encima de cualquier ideología, además de valores como el honor y el heroísmo, la nueva película “calza perfecta”. Incluso, lo hace para contrastar de manera inteligente, con el feminismo postmoderno occidental (o europeo), que tiende a anular la femeneidad.

En el film, puede observarse la notable valentía de aquellas 300 mujeres menores de 35 años, de todas las clases sociales, que dejando familias atrás o queriendo vengar a esposos o novios, iban al frente a luchar contra un enemigo a priori, supuestamente amigable pero traicionero que hasta solía usar gases tóxicos para amilanarlas. La cruel lucha en trincheras y cuerpo a cuerpo, con el rezo o la bendición previa del cura ortodoxo, completan un cuadro que ilustra cabalmente tanto la heroicidad como la religiosidad del pueblo ruso.

En el caso de aquellas mujeres soldados de la I Guerra como de las que cavaban trincheras en la II Guerra para defender Moscú o las que desfilan cada 9 de mayo en el Día de la Victoria en la Plaza Roja, se puede y se debe ser mujer y al mismo tiempo, amar a la Madre Rusia y sonreír cuando reciben flores de sus amores masculinos. Es una manera de reivindicar los viejos pero perennes valores, aquellos que el bolchevismo intentó borrar a lo largo de 7 largas décadas.

Un último detalle. En la película, nada se dice de la forma cruel en que murió fusilada en mayo de 1920, la fornida Bochkariova, condenada por un tribunal soviético en un juicio absolutamente parcial, al igual que el Almirante Kolchak. Ambos eran jefes del movimiento blanco, antibolchevique, que lucharía en la guerra civil que siguió a la Revolución. Tampoco se informa de cómo los norteamericanos no cumplieron con su promesas de apoyo militar a ambos líderes. Por alguna razón que no conocemos, el cine putinista prefirió omitir tales referencias, concentrándose en la historia de valor de aquellas mujeres.