ADELE, OTRA VEZ AL RUEDO

Hace unas 3 o 4 décadas, una separación (y mudanza) era una especie de velorio personal -adulto- y así lo reflejaba ABBA por ejemplo, en “One of Us” o “The Winner takes it all”.
Hoy -o ayer- esta cantante británica -americanizada-, de excelente voz, pero letras no tan convincentes, refleja el hecho en términos de lamento y fragilidad cuasi adolescente.
Pero me pregunto, a los 33 años se sigue considerando una niña? Como suele afirmar Clint Eastwood, cabe hablar de una “generación de cristal”?
En fin, estamos presenciando cambios generacionales de gran magnitud y formas de ver la vida, muy singulares.

O seré yo el ingenuo y existen más de 170 millones de razones “verdes” para actuar y expresarlo de esa forma artística?

RICHARD MARX: 30 AÑOS DESPUES

En las redes sociales, puede vérselo igualmente delgado, pero ya sin su melena look ochentoso. Continúa atrayendo masas de seguidores, jóvenes de aquélla época que gozaron sus romances con aquellas viejas baladas. Porque Richard Marx debe ser uno de los pocos de su apellido, reconocidos en su enorme país pero también trascendiendo sus fronteras, llegando a confines del mundo como Japón y también Argentina.

En abril pasado, se cumplieron 30 años del lanzamiento de su disco más famoso “Repeat Offender”, el álbum que vendió varios millones de discos y que enamoró a muchísimas madres de los “Millennials”. Marx fue hijo de un músico de jazz que se ganaba la vida como compositor de jingles publicitarios por lo que el joven Richard se crió en Chicago, escuchando esas letras y ritmos pegadizos, que realmente le sirvieron mucho en su carrera profesional. Una demostración más del tipo de socialización más original, natural y creativa, que la que tienen los propios jóvenes de hoy, habituados al “encierro” de los celulares y las redes sociales.
Aquí, 3 (tres) de sus grandes temas: el primero, “Right here waiting” se refiere al amor a distancia; el segundo, “Hazard”, se refiere a un caso real, la muerte de una joven a manos de la policía local, lo cual testimonia que ya en esa época, los femicidios eran usuales en algunos Estados americanos, con la complicidad de la propia fuerza policial y el tercero, “Angelia” también a un amor que se va, en tiempos de una creciente inmigración latina.

En un mundo donde todo es efímero y emociona poco y nada, me conmueve ver cómo generaciones de 50 años o más, sueltan sus lágrimas al escuchar las mismas baladas que las estremecían hace 3 décadas, porque en realidad, las canciones, parecen no ser más que pequeñas “máquinas del tiempo”.