MARSELLA: EL PUERTO DE LA COSTA AZUL

Luego de haber recorrido parte de la Costa Azul (en francés, Côte d’Azur) en 2016, claramente reconozco que tenía cierta aprehensión a conocer Marsella y más aún cuando llegamos a la propia terminal de buses y empecé a ver la variedad de rostros y etnias presentes allí. Sabía de sus rasgos de ciudad antigua -fundada en el 600 a.C. pero también cosmopolita y global, con más de un millón de habitantes (un tercio de musulmanes) pero pensaba que producto de todo ello, estaría desordenada en su tráfico, más bien sucia, con escaso patrimonio arquitectónico, dado el “boom inmobiliario” reciente. La cercanía con el Africa de refugiados e inmigrantes ilegales, me permitía ahondar esas expectativas negativas y más aún, su pasado focense (griego) y provenzal, me desalentaban de conocerla.

Tal vez, hasta haya influido en demasía ver desde tan pequeño, la película “Contacto en Francia” (1971), donde las redes de narcotraficantes corrompían a la policía francesa y uno de los “buenos” moría al final, traicionado por los propios. El escenario era Marsella. En los noventa, para colmo, se constituyó en el epicentro del voto nuclear del xenofóbico Front National de Jean Marie Le Pen. En 2014, según estadísticas oficiales, Marsella también recibió, producto de la crisis financiera de 2008-2009, inmigrantes europeos: los del sur, como españoles, portugueses, italianos y rumanos pero también del norte, polacos.

Confieso que la ciudad nos deslumbró desde todos los ángulos, incluso sus playas, ni hablar su puerto -tanto el de veleros, lanchas y yates como el de cruceros- y la costanera en general. Cabe subrayar que Marsella es el primer puerto comercial más importante de Francia y el tercero más relevante de toda Europa, tras Rotterdam (Holanda) y Amberes (Bélgica).

La historia de Marsella está asociada al mundo antiguo pero también al moderno: el himno nacional (la “Marsellesa”), el corso Napoleón Bonaparte, las celebraciones del Ejército imperial, etc.

Hasta tuve el placer de vivir otra “frutilla del postre”. El famoso Castillo de la isla de If, donde Edmundo Dantés estuvo encerrado junto al abate Faria en la novela de Alejandro Dumas “El conde de Montecristo”, se halla enfrente de la siempre soleada costa de Marsella.

Ah, no faltan los “churros” en Marsella. Algún argentino afrancesado?

Bueno, para el final pero no menos importante, mi novia Ekaterina luciéndose en la Costa Azul. Las fotos son de su Instagram.

RECORRIENDO LA COSTA AZUL DE FRANCIA

La Costa Azul (en francés, Côte d’Azur) o Riviera francesa, es el litoral marítimo ubicado al sudeste de Francia, sobre el Mar Mediterráneo. Se extiende desde Génova (Italia) y concentra tres de las ciudades y playas con mayor turismo europeo y mundial, o sea, Niza, Cannes y Saint Tropez, además, claro está, del Principado de Mónaco, al que ya he descrito en anterior ocasión.

Ya en el siglo XX, fue el destino elegido para descansar, por parte de la aristocracia de Europa septentrional, preferentemente, la británica, en virtud de su agradable invierno.

Jurisdiccionalmente, estamos describiendo el Departamento de Alpes Marítimos dentro de la región administrativa de Provence-Alpes-Costa Azul.

Con 340.000 habitantes y una área de influencia de un millón, Niza es la quinta ciudad importante de Francia y el segundo aeropuerto nacional de mayor flujo de pasajeros, ubicándose a apenas 30 km. de Italia, 20 km. de Mónaco y 960 km. de París. Se trata de una ciudad muy cosmopolita ya que un 16 % del total de su población, es extranjero: básicamente, tunecinos, marroquíes, italianos, argelinos, portugueses, españoles, turcos, judíos y hasta rusos, en ese orden.

Sí, también en Niza, hubo y hay rusos. Para sorpresa de mi novia Ekaterina. Empezaron a llegar en la segunda mitad del siglo XIX. Desde 1912, se ha erigido la Catedral cristiana-ortodoxa rusa de Saint Nicholas, en honor al príncipe heredero al trono de los Romanov, Nicolás Aleksándrovich, quien falleció allí mismo, en el año 1865.

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LA FRANCIA QUE CASI CATAPULTA AL PODER A MARINE LE PEN

En medio de la marea del “Brexit” y el triunfo de Trump, con un elocuente mensaje nacionalista, xenofóbico y antieuropeísta, la líder del Front Nationale, Marine Le Pen, encabezaba los sondeos en octubre pasado en Francia.

Sin embargo, en las últimas semanas del año 2016, Francois Fillon, le ganó la primaria de la derecha a Alain Juppé en segunda vuelta y a Nicolás Sarkozy y Jean Francois Copé, entre otros, en la primera. Este episodio ha demostrado una vez más, que la derecha liberal está mucho más politizada y movilizada de lo que se suponía, incluso, mucho más que en otros países de Europa, donde la extrema derecha y algunos retazos de izquierda moribunda, parecen ocupar toda la franja del espectro político, inclinado así hacia el “iliberalismo”. Un 10 % del electorado votó por las primarias del espacio político mencionado, es decir, unos 4,3 millones de votantes, una cifra absoluta marcadamente superior a los 2,8 millones que votaron en las primarias de la izquierda ganadora hace un lustro. Señalando a la izquierda por el fracaso en el gobierno del pusilánime Hollande y advirtiendo a los franceses sobre la potencial quiebra del país, en caso de que ganen la familia Le Pen, Fillon convocó de inmediato a sus ex rivales derechistas para tomar el Palacio Elíseo en las elecciones de abril próximo. Este liberal, católico, jesuita, que votó en contra del Tratado de Maastricht en el referéndum de 1992 y es amigo del Presidente ruso Putin, sabía que tiene una oportunidad histórica, aprovechando la decepción de los progresistas con su propio gobierno, para ganar en primera vuelta y luego, triunfar en el ballotage, como lo hiciera de manera abrumadora (83 contra 17 %) Jacques Chirac contra el padre de Marine, Jean Marie Le Pen, en mayo de 2002. Continúe leyendo