PARALELISMO DE DOS PAISES QUE EMPIEZAN CON “A”

Me preguntan que asemeja y qué diferencia a #Argentina y #Austria?

En principio, los iguala la globalización y por lo pronto, la fecha de elecciones (en noviembre). Luego, hay varias distinciones. No sólo que el segundo está poblado originariamente por germanos (campesinos y conservadores) mientras el primero, por mestizos, aunque ambos tuvieron grandes oleadas de inmigrantes cuando mejor les fue: Austria, ahora, desarrollada, con un generoso Estado Benefactor, miembro de la #UE y la #OTAN, atractiva para sirios, afganos, kurdos, iraníes, balcánicos, africanos, etc.; Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando recibió el récord de 6 millones de inmigrantes, preferentemente europeos.

Hay otras singularidades, a pesar de que te podés encontrar en el bus, una joven argentina, mendocina, tatuada, con su pelo teñido de violeta. que hace más de un año, deambula por Austria, eso sí, acompañada por un valenciano, estudiando Anatomía Patológica (Medicina) y ahora intentando entrar en Ingeniería, aunque antes debe rendir el nivel básico de alemán. Argentina es en grande, como esa joven. Está perdida, sin brújula. Austria es ordenada, organizada, todo funciona, no hay ruidos en su capital (Viena), excepto alguna ambulancia, autobomba o coche policial persiguiendo drogadictos en la costa baja de los canales del #Danubio (Donau).

En Viena, la ciudad con mejor nivel de vida de #Europa, donde gobiernan los socialistas hace 102 años, invictos en todas las elecciones, todo está limpio, impecable, sin grito alguno, la sociedad es homogénea y obediente pero responsable, no hay pobres en las calles, excepto algunos borrachos noctámbulos aislados. Los únicos diferentes son los refugiados e inmigrantes recientes de la última década, cuando aprisionados en #Turquía y #Grecia, se fueron viniendo al norte, recalando masivamente aquí, porque es el paso previo -y más accesible- que #Alemania.

En este país de Europa Central, lindero y tan afín a esa primera potencia europea (Alemania), los políticos no son profesionales: tienen vocación de servicio, están encuadrados ideológica y partidariamente -hay disciplina en tal sentido-, sujetos a códigos especiales y como no deben vivir de la política, o del #Estado, o del dinero de los contribuyentes, las propias empresas, sobre todo, las de seguros, los emplean. Sí, aquí los políticos se dedican a vender seguros: no entran a los directorios de las compañías para hacer lobbying en favor de sus intereses.

Como ya hemos visto, en una entrega anterior, el Presidente Van Der Bellen, por ejemplo, pasea todas las mañanas por el #Arenbergpark como un jubilado más o, concurre a su trabajo, en metro.

Respecto a temas de la agenda política, en vísperas de elecciones, el gran problema de los últimos años, es que han proliferado las ayudas a los refugiados e inmigrantes iraquíes, afganos y sirios -los más cultos de todos, igual que los iraníes-, con sólo llenar formularios y obligarse a aprender el alemán. Ello ha despertado inquietud y rechazo por parte de la población austríaca autóctona pero también de los inmigrantes de los ochenta y noventa, quienes han pagado ya un “enorme derecho de piso”, razón por la cual se enrolan en las filas del #FPÖ (Partido de la #Libertad), el viejo partido de Jörg #Haider, uno de los primeros dirigentes derechistas que tuvo #Europa, trágicamente desaparecido en 2008, tras haber sido gobernador del Estado de #Carintia (vecino a #Eslovenia).

Tuvimos la suerte de asistir a uno de los primeros actos políticos del #FPÖ (Partido de la #Libertad), agrupación de derecha conservadora-liberal, tercera fuerza nacional detrás de los socialistas y la coalición gobernante democristiana (conservadora-popular)-ecologista (izquierda actual). Fue en un distrito alejado de la ciudad de Viena, el 22, llamado Donaustadt -donde naciera el gran futbolista austríaco (negro) David Alaba-, pero el tercero más importante por su nivel de ingresos. En un bar al aire libre, con la sombra de los árboles, en lugar de choripán y una Coca Cola, les daban a los asistentes, casi todos, de mediana edad, blancos nativos y canosos, la tradicional salchicha (picante, para mi gusto), en un pebete vienés y un jugo de manzana.

Los discursos de Angela Schütz -la nieta del gran sociólogo austríaco Alfred Schütz, discípulo de la Fenomenología de Hüsserl y ex compañero de estudios de Mises y Hayek- y el candidato a concejal Maximilian Krauss, incitaban a los aplausos de los presentes, sobre todo, cuando se proponía pagarles boleto de regreso a los últimos inmigrantes. Conste que este acto se desarrolló unos días antes de la caída de Kabul, capital de Afganistán, lo cual podría generar otra oleada humanitaria hacia estas tierras, de la magnitud que tuvieron los austríacos con la guerra de Balcanes en los noventa y la crisis siria en 2015.

Qué objeta particularmente -y con alguna razón- la derecha austríaca en relación a los refugiados? Que por ejemplo, los refugiados provenientes de Afganistán son trasladados en helicópteros o aviones de la Fuerza Aérea Austríaca, financiados con el dinero de los contribuyentes austríacos. Allí nace una segunda objeción: “quien abandona su hogar para estar cómodo en nuestro Seguro Social no necesita protección, sobre todo si luego visita su país para irse de vacaciones a casa”. Agrego yo, en función del carácter gregario o colectivista de sus entornos familiares, hasta son portadores irresponsables del virus Covid-19, cada vez que van y vienen de sus tierras natales, por ejemplo, los balcánicos.

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VIENA Y SUS CONTRASTES

En el Arenbergpark de la majestuosa capital austríaca, podemos encontrarnos una mañana cualquiera sentado en un banco, a un anciano dándole de comer a las palomas -o a los cuervos, omnipresentes por la cercanía con el verdoso -no azul- Río Danubio (el Donau, en idioma alemán).

Es nada más ni nada menos que el Presidente Federal del país, Alexander Van der Bellen (77 años).

Por cierto, no podría imaginar algún primer mandatario latinoamericano y mucho menos, argentino, que adoptara ese tipo de conductas, incluyendo viajar en metro o en tren, como si fuera un ciudadano común más. En realidad, lo es aunque, independientemente de ese cargo que ostenta hace apenas cuatro años, algo más que simbólico o protocolar como en todo semiparlamentarismo, los gobernantes austríacos no gozan de privilegios especiales, viven en sus domicilios particulares, no tienen autos con choferes ni son mirados por la población, como príncipes o virreyes, con algún “derecho divino”, sino como simples servidores públicos, sin mayor distancia que la que guarda Van der Bellen con sus vecinos vieneses en el subte o el parque.

Foto tomada del Wiener Linien, 2019.

Más reciente, en plena pandemia, 2020.

Sin embargo, en el mismo parque al que suele concurrir el Presidente, profesor universitario (de Economía) y dirigente ecologista Van der Bellen, sorprenden erguidas dos moles de cemento, cerradas, tenebrosas, que impactan mucho más al estar rodeadas de verde, plantas, árboles, pájaros y hasta simpáticas ardillas, con un bar un poco más allá de ambas. Al lado de las mismas, incluso, hay una cancha de básquet -o fútbol cinco-, con piso de mosaico, donde juegan chicos propios del multiculturalismo de este país: negros africanos, balcánicos, musulmanes, cristianos ortodoxos, sirios, persas. Esas moles son los famosos bunkers de la II Guerra Mundial. Han permanecido allí como tristes recuerdos de un pasado austríaco ligado al nazismo: Adolf Hitler nació en Austria y este país fue anexado en 1938, en el contexto del famoso Anschluss (unión o reunión, en lengua alemana), preanunciando lo peor: la invasión un año más tarde, de la invasión alemana a Polonia, un 1 de setiembre de 1939.

Uno de los bunkers con la cancha de básquet al lado.

Una cabina teléfonica en desuso, reciclada a pequeña librería para donar. Atrás, uno de los bunkers.

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DE CLANES Y “SASSENACHS”

Puede que la causa que admire y me permita indagar acerca de la vida de esos pueblos (escoceses y rusos) tenga alguna relación con esa resiliencia respecto a la vida medieval. En efecto, a diferencia de buena parte del resto de Europa, salvo italianos y alemanes, Escocia y Rusia descubrieron y vivieron tardíamente la Edad Moderna, a la que arribaron, cruentamente, una a través de una batalla perdida (Culloden Moor) y la otra, a través de la Revolución Bolchevique, aunque tal vez, el antecedente de la liberación de la servidumbre decretada por el Zar Alejandro II en 1861, podría también ser considerada esa bisagra entre una era y la otra.

Outlander” (2014-2020) la serie de la norteamericana de origen latino, Diana Gabaldón, es muy interesante porque refleja el amor eterno a través del tiempo (siglos XVIII y XX) entre una dama inglesa (o “sassenach“, el calificativo despectivo en idioma gaélico con que se referían los escoceses a los forasteros ingleses) y un joven montañés guerrero y romántico de las Tierras Altas (Highlands), pero sobre todo, porque describe mejor que ninguna película hasta el momento, aquella transformación social en la que fenecía un mundo y advenía otro.

Por ejemplo, el capítulo V llamado “Rent refleja tales vicisitudes. En algún momento, parte del clan MacKenzie, liderado por Dougal, warchief y hermano de Colum el terrateniente  y tío de James (Jamie) Fraser, el protagonista de la serie, cuya cabeza tiene precio impuesto por los británicos, por agredir a un “Red Coat” (soldado “casaca roja”) se desplaza hacia las tierras bajo dominio de Colun, para cobrar la renta en dinero y especie (por ejemplo, animales) que los habitantes de ellas, les cedían cada temporada, a cambio de se seguridad. Esa era la forma de vida habitual por aquél tiempo (1743) en aquellas regiones de Europa, mientras los escoceses dependían de los ingleses, bajo el Acta de Unión de 1707, no obstante, habiéndose rebelado ya dos veces desde 1715.

La serie en ese capítulo V, mostraría cómo esa recaudación a cargo de Dougal, tenía un doble perfil: por un lado, implicaba, con la asistencia de un veterano abogado (Ned Gowan) formado en la Universidad de Edimburgo, pero ansioso por nuevas aventuras, engrosar las alforjas de su hermano, a cambio de su protección y vigilancia de esas aldeas y villorrios pastoriles, pero por el otro, era para su propio pecunio individual -y la de su banda-. En efecto, Dougal usaba a su propio sobrino con su espalda llena de cicatrices profundas debido a los latigazos de los “Red Coats” enfrente de su propia hermana, quien fuera violada por un oficial a posteriori, para sensibilizar a los campesinos que así, aportarían a aquel tesoro común. Sin embargo, luego, se descubriría que los escoceses no eran vulgares ladrones, sino que ese fondo encubierto, tenía intenciones políticas ocultas: financiar la causa jacobita, es decir, el regreso de un Rey Estuardo a la Corona británica -después de 1688-.

En aquel contexto, como queda dicho, los líderes de los clanes como los MacKenzie y los Fraser, mantenían sus dominios conduciendo a miles de siervos y sus familias, como verdaderos señores feudales, aún con demasiados recelos y reyertas entre ellos, mientras buena parte de aquellas familias apenas tenían para comer y vestirse. El robo era muy común por aquellos días pero también era habitual que los propios guardias del terrateniente, que lo “protegían” a su vez, de los soldados ingleses, abusaran de esposas e hijas de los siervos o extorsionaran a sus propios protegidos, máxime si ansiaban cobrar las recompensas por delatar ante las autoridades británicas, a quienes habían cometido algún delito en esos feudos.

Hablando de mujeres, la vida para ellas, era miserable. Solían ocupar un rol absolutamente secundario, sin ninguna formación, salvo que agradaran y enamoraran a algún caballero, de lo contrario quedarían sometidas a la hostil forma de vida en el campo, criando cerdos y gallinas y lavando ropa, con la orina de ellas mismas, para facilitar que la suciedad se desprendiera más fácilmente. Los jefes de los clanes accedían a las más jóvenes, aunque era muy usual, mantener parejas paralelas con quienes tenían hijos bastardos.

Los hombres cazaban, cuidaban y amansaban caballos en los establos, como lo hacía el joven Jamie  pero también bebían a raudales, máxime considerando las inclemencias de un clima hostil, frío y húmedo y caso nunca soleado.

Pero claro, la vida clánica tenía otros componentes tal vez hoy, dignos de nostalgia. El honor ocupaba un rango muy especial. Como muestra “Outlander“, los escoceses eran rudos y muy pendencieros, pero en numerosas ocasiones, eran capaces de pelear o sacrificarse con la tortura vía latigazos en la espalda, por defender el honor de una mujer, si alguien osaba llamarla “prostituta”. Lo mismo ocurría con las relaciones sexuales. No era raro que un hombre, como lo hizo Jamie Fraser, con la propia Claire Beauchamp Randall (la otra protagonista), se instalara toda una noche, aguardando semidespierto aún cansado, en la puerta de la habitación de una mujer, sólo para custodiarla de eventuales ataques de otros montañeses borrachos. Jamie llegó al extremo de dejarse violar por el oficial inglés “Black Jack” Randall en la cárcel para que éste libere a Claire.

Asimismo, los escoceses podían ser caballeros pero ello no impedía que fueran también apasionados y guerreros. O quizás al revés: el hecho de que fueran tan salvajes, a los ojos del resto de los europeos, sobre todo, los presumidos ingleses, los convertía en galantes y corteses.

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RUSIA Y “OCCIDENTE” EN TIEMPOS DE BIDEN Y DEL FIN DE LA ERA MERKEL

ENTREVISTA CON FEDERICO GYURKOVITS (SPUTNIK) SOBRE LA RELACION CONFLICTIVA ENTRE LA UNION EUROPEA Y RUSIA, POR EL CASO NAVALNY

TORMENTAS EN EL NUCLEO DE LA “MADRE RUSIA”?

Putin no gana para sustos en este 2020, tan vertiginoso y lleno de sorpresas -desagradables-. Apenas pudo disfrutar el histórico triunfo en el referéndum por la reforma constitucional, que le allana el camino hasta 2036 al frente del Kremlin, en un rol incluso suprainstitucional. La pandemia del Covid 19, le complicó el primer semestre sobre todo, en el Gran Moscú, aunque pudo esquivar las esquirlas del costo político de la gestión, rápida en cerrar la frontera con China y bajando el perfil, al delegar en los gobernadores, en nombre del singular federalismo ruso. Cuando pudo anticiparse en la carrera de vacunas, con la propia (Sputnik), en un nuevo éxito de “soft power”, aunque despierte críticas en los medios occidentales, no logró evitar que otro traspié lo agitara.

Esta vez, fue “Papá” Lukashenko, quien ganara por sexta vez desde 1991, la elección presidencial bielorrusa, pero que tendría que afrontar protestas la misma noche del escrutinio, en otra de pesadilla para Putin, que le hizo recordar lo peor del caos alemán del 9 de noviembre de 1989, cuando cayó el Muro de Berlín y Moscú no respondía los llamados de sus espías o, las carpas naranjas en Kiev en noviembre de 2004 o, la peor, los campamentos armados de la derecha neonazi ucraniana en la Plaza Maidán en febrero de 2014.

Había justificación para tal preocupación en el Kremlin? A priori, no, porque Bielorrusia, gozaba de un poder sistémico cuasi cercano a un totalitarismo, con una oposición minúscula y frágil, incapaz de amenazar seriamente el bloque hegemónico y hegemonizante de Minsk. Incluso durante la pandemia, la fórmula de “vodka más sauna” y la prisión para aquél que enferme de covid-19, que ensayó demagógicamente Lukashenko, parecía tener éxito popular. Tampoco el país tiene los clivajes étnicos, lingüísticos y hasta religiosos que sufre Ucrania. Por último, la virulencia de las protestas se justifican por el desgaste y hartazgo con el poder omnímodo de “Papá”, para una sociedad que es igualitaria, pero empobrecida aunque todavía vital -el Viber es un invento de la juventud bielorrusa, inteligente e innovadora, desde la cuna-. No obstante ello, nadie canaliza de manera positiva, la rebelión, como sí lo lograría  la oposición de Kiev.

Pero claro, Lukashenko empezó hace tiempo a coquetear con la UE y EEUU, tratando de evitar el destino de Ucrania, además de pelear el negocio de la provisión energética con Moscú. Esta desconfió del viejo amigo aunque no tuvo en la mano, ningún “plan B”, lo cual demuestra una vez más, la falta de estrategia de largo plazo del Kremlin, aún en su patio trasero, su “cercano exterior”, el corazón del alma eslava, la que creó la URSS y la que firmó su defunción en el bosque de Belavezha en la Navidad de 1991.

Como si todo ello fuera poco, Navalny, que ya había sido envenenado hace unos años y luego proscripto en elecciones por evasión fiscal, fue otra vez objeto de ataque con una sustancia letal en su té mientras regresaba desde Siberia. Cualquier especulación gira en torno a los métodos putinistas, porque se trataría de una manera sutil y eficaz de alertar a la oposición doméstica, para disuadirla de imitar el “modelo Minsk”. Como siempre, Putin concibe que le rodean la manzana desde afuera, ya sea Washington o Europa, aunque lo más probable es que sean sus eternos enemigos, los oligarcas exiliados, como Khodorkovsky, quien junto a los ucranianos, pretenden derrocarlo por cualquier mecanismo. Ahora, con Navalny recuperándose en Alemania, no se deja de especular con la intervención americana en aras de incomodar a Merkel y presionar para que detenga el Nord Stream II.

Entiéndase que Rusia es un vasto mundo, al que desde 1999, lo gobiernan los oligarcas o los siloviki (servicios de inteligencia), con una economía manejada por burócratas liberales, en una extraña y heterogénea coalición apoyada por los militares, con un status creciente, que ha evitado el destino de una Yugoslavia disgregada. Cualquier amenaza sobre su vecindario, será evitada sin importar los medios, pero el interrogante es hasta cuándo, podrá resistir semejantes golpes de efecto, cada vez más incisivos e impactantes, impregnados de una sed de venganza que empequeñecería cualquier novela de Tolstoi o Dostoievski.

 

NO FUE EL ULTIMO VERANO EN PARIS

Advertidos de la hermosa pero lacrimógena canción de ABBA, “Our last summer” donde una amante lamentaba el último verano en París, con un tal Harry, a posteriori casado, un burgués padre de familia y fanático del fútbol, recorrimos París sin desayunar ni comer croissants en cada bar aunque sí caminando al borde del Río Sena, pero sobre todo, con el proyecto de volver a visitarla. Porque la vida no es una cuestión de stock (disfrutar una sóla vez y no hacerlo más) sino de flujo (más y más placer).

Con dicha convicción, conocimos la Torre Eiffel y sus alrededores, incluso el Jardín de las Tullerías y el emblemático Museo del Louvre. En cada momento, fui imaginando la fastuosidad con la que vivía la monarquía antes de 1789.

El lujo y las Ferrari están también presentes cerca de la Torre.

En las fuentes de enfrente de la Torre, con mayoría de inmigrantes en una jornada de muchísimo calor de agosto.

De ahí en más el largo pero refrescante camino a las Tullerías y al Louvre.

Hacemos un alto en el camino para mirar detenidamente el mausoleo urbano levantado con adornos florales dejados por sus admiradores anónimos, en honor a “Lady Di”, la Princesa Diana de Inglaterra, quien falleciera en un trágico accidente en ese túnel de París a orillas del Río Sena, hace 22 años.

Más allá, el busto a los exploradores franceses del siglo XVII que descubrieron el Canadá: Champlain y Cartier.

Winston Churchill también tiene su estatua merecida en las cercanías.

Continuando con la caminata.

Termino mi artículo con dos menciones al cine y París.

Uno, la referencia a otro actor de Hollywood (Tom Hanks) que filmó también en el Museo del Louvre, junto a la actriz gala Audrey Tatou (Amélie -2001-) aunque preferentemente de noche, en la película Código da Vinci (2006). Aquí, se puede ver la escena final, con música de Hans Zimmer.

https://www.youtube.com/watch?v=KcfNpfaGejA

La segunda mención se refiere a un video futurista de 1985, del grupo británico Duran Duran, que habiendo compuesto la banda sonora del último James Bond que hiciera Roger Moore -“En la mira de los asesinos”, en la propia Torre Eiffel, se atrevería a grabar un atentado con una videocámara simulando un dron actual. Para ratificar una vez más, la visión y creatividad artística que abundaba en esa época, un lustro y medio antes del final de la Guerra Fría.

https://www.youtube.com/watch?v=skLWuiEkVvk

 

 

FRANKFURT, LA ALEMANIA GLOBALIZADA

Alemania cuenta con dos Frankfurt. Una es Frankfurt -o Fráncfort, en español- del Meno, en el Estado de Hesse y la otra es Frankfurt del Oder, en el Estado de Brandenburgo. La primera, a la cual visitamos, esla quinta ciudad más importante de Alemania, con más de 730.000 habitantes, detrás de Berlín, Hamburgo, Münich y Colonia. La segunda, fue prácticamente destruida en un 90 % durante la II Guerra Mundial, cuando tenía 67.000 habitantes, unos 9.000 más de los que cuenta hoy mismo, en un elocuente ejemplo de declinación demográfica.

Desde el siglo VIII d.C., a orillas del Río Meno (o Maln, en alemán), Frankfurt es una ciudad muy relevante, superando a Wiesbaden, que es la capital de Hesse. Primero, fue ciudad imperial libre, luego aquella que elegía y coronaba al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El propio Carlomagno habitó allí gran parte de su vida.

También fue capital de la Confederación del Rin (1806) y la Germánica (1815) en el Siglo XIX.

Hoy, es un centro económico y financiero europeo, alojando al Banco Central Europeo (BCE), a la Bolsa de Frankfurt y también a la Frankfurt Messe, centro de convenciones internacionales como el Salón del Automóvil y la Feria del Libro.

La Eurotower, sede del BCE

Dada su gran cantidad de rascacielos, se la compara con Manhattan.

Así llegábamos a Frankfurt, desde Rotterdam (Holanda), en una jornada lluviosa.

Ahora sí, vamos a ver y disfrutar esta fantástica ciudad de Frankfurt del Meno, que también fuera semidestruida por los aliados pero luego levantada por el esfuerzo alemán.


La gente disfruta al borde del Río Meno.


BREXIT SIN ACUERDO: EL FIN DE LA GRAN BRETAÑA CONOCIDA?

Todavía queda margen para evitar el infierno. Ayer, lunes 21, la Premier Theresa May -cuyo contraste con Margaret Thatcher es elocuente-, presentó apenas un esbozo de nueva propuesta de acuerdo de Brexit o salida ordenada de Reino Unido de la Unión Europea (UE). Lo hizo demostrando escaso liderazgo -ya es superada en popularidad por el Speaker de los Comunes, John Bercow-, pero también una enorme capacidad de resiliencia.

Fue derrotada estruendosamente en el Parlamento el martes pasado, algo histórico que no ocurría desde 1924 para un Primer Ministro en ejercicio y ayer apenas superó una moción de censura del laborista Jeremy Corbyn. Acorralada por sus propias incoherencias -la más importante: ser euroescéptica, pero no apoyar el Brexit en 2016 y luego conducir su Partido Conservador y su gobierno hacia tal desenlace-, May se halla en una situación parecida a la de Gorbachov en los meses finales de la ex URSS: salvar el barco, intentar enderezarlo o hundirlo definitivamente.

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FIUMICINO

Lejos de ser un karma innecesario, es un placer aguardar varias horas en un aeropuerto internacional, sobre todo, en espera de un ser amado, mi Ekaterina. Así terminé agosto, en Fiumicino, el centro aéreo neurálgico de Roma, aún cuando cuente también con Ciampino, de menor jerarquía y tamaño. Pienso que por Fiumicino, embarca el Papa Francisco, cada vez que entra o sale de la “Ciudad Eterna”, pero también han pasado obligatoriamente por allí, músicos y artistas italianos además de europeos, como así también deportistas y hombres de negocios y de la ciencia.

Cuántas veces habrá pasado Maradona por ejemplo, por Fiumicino de paso a Nápoli y recuerdo que la primera vez que escuché ese nombre en mi vida, yo tenía apenas 6 años, producto del triunfo del gran campeón santafesino y mundial de boxeo Carlos Monzón sobre el “campeoníssimo” italiano y mundial “Nino” Benvenutti, en la misma Roma, un 7 de noviembre de 1970.

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CATALUÑA: EL INICIO DE OTRO BIG-BANG EUROPEO?

Hay situaciones en la que pierden relevancia los finales. Cuando se desencadenan ciertos procesos, como una bola de nieve, precipitan otros y más aún, por lo que, cuál es y dónde y quiénes llegan a la línea de llegada, pierde interés. El problema es previo: se fue gestando, se fue incubando, se fue moldeando, hubo actores que lo detonaron, hubo errores, apresuramientos, contradicciones, consecuencias no deseadas. Asimismo, ya habrá tiempo para elucubrar las causas. Hoy, están de moda los “cisnes negros” pero éstos siempre ocurrieron, la vida está llena de ellos. La historia cambia todos los días.

Ocurre que la academia, conservadora como pocas otras actividades, permanece aferrada a las viejas verdades como temiendo las nuevas. La de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, no es la excepción. Por eso, con alguna excepción, imbuidas de una nefasta y soberbia pretensión de universalismo miope, no vio venir la caída de la URSS, tampoco el 11S, Al Qaeda, ISIS, la crisis ucraniana, el Brexit, los separatismos primero de Europa Oriental en los noventa y los de Escocia y Cataluña hoy. Sí, nada de lo importante que ocurrió en los últimos 26 años.

Si se llena la Plaza Central de Cataluña en Barcelona; si ganó el Sí abrumador a la nación catalana, para su independencia de España; si hubo 800 a 1000 heridos; si se judicializará todo el proceso; si habrá nuevas elecciones tanto en Cataluña como en toda España;  si ruedan o no, las cabezas de Rajoy y Puigdemont; si la UE apoyará a España -y lo que quedará de ella-; si el País Vasco no demorará en reclamar por lo suyo; si toda Europa eclosionará o si, Macron intentará proponer algo para refundarla, es lo de menos. Importa la dinámica del cambio a futuro, su ritmo, su vertiginosidad, pero sobre todo, el reconocimiento que la España de hoy es completamente diferente a la de ayer, que incluso, la Unión Europea de hoy es radicalmente diferente ya de la que fue hace apenas una semana, cuando los fundamentalistas europeístas volvían a su autoconvencimiento autista, con los triunfos de Rutte, Macron y Merkel, como si “todo estuviera marchando viento en popa”.

Todos sabíamos del enorme enfado de las clases medias europeas, por el cínico salvataje a los bancos por parte de los líderes occidentales, tras la crisis financiera de 2008-2009, que sepultó las ilusiones de progreso y bienestar de millones de ciudadanos, tan de a pie, como los catalanes de hoy. Todos conocíamos que la crisis griega fue silenciada con miles de millones de euros, al igual que la de España, Irlanda y Portugal, poniendo al frente de ellas, a tecnócratas o políticos complacientes con la troika. Nadie escuchó, nadie se hizo cargo: las consecuencias están a la vista. Los botes ya estaban preparados para escapar del naufragio del gran buque insignia. Faltaban los primeros ocupantes. Una parte del “malestar del bienestar” se canalizó a través de los “indignados”, Podemos y Syriza, pero la mayor franja, encontró en los nacionalismos, la puerta abierta a la fuga hacia adelante.

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