ITALIA: CONTRA LA DEMOCRACIA O EUROPA?

Quedará para el análisis de la Política Comparada, si la nueva candidata a Premier italiana, Giorgia Meloni, es una versión 2022 de Alesandra Mussolini, nieta del “Duce“, sobrina de la actriz Sophia Loren, europarlamentaria y una de las fundadoras del Movimiento Social Italiano (MSI) que luego de su irrupción en los años ochenta, se reciclara en la “Alianza Nacional” de Gianfranco Fini. Como será objeto de discusión si el perfil de Meloni, es antiglobalista o contraria a la tan mentada Agenda 2030 o, si inaugurará un período histórico bisagra contra la cultura postmoderna y uno de sus gran íconos, el feminismo.

Quizás, en función de la guerra de Ucrania, interese más si la nueva líder italiana, decide rever la política exterior italiana en el seno de la Unión Europea, siendo que parte de su coalición con Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, es de tonalidad euroescéptica y en particular, si se opone o no, a las sanciones aplicadas a la Federación Rusa desde el 24F.

Todo lo demás está sujeto a interrogantes, porque los políticos de hoy no gozan del poder total y llegan a la cumbre del gobierno, en el seno de coaliciones o alianzas que suelen ser heterogéneas, por lo que, cualquier especulación que hagamos en torno a la identidad y/o ideología de Meloni, es prematura e incierta. Además, la política en Italia está plagada de ejemplos históricos de vaivenes en las trayectorias de sus actores, sobre todo en el mundo de la derecha y/o extrema derecha.

No puede decirse lo mismo del impacto de las declaraciones de la titular de la Comisión Europea, la alemana Ursula Gertrud Von der Leyen, quien advirtió el sábado pasado a Italia respecto a las posibles medidas que tomaría la Unión Europea en caso de que Italia votara como finalmente votó, lo cual demuestra que la opinión pública italiana pudo haber reaccionado con mayor ira en contra de Bruselas, optando por Meloni.

En última instancia, dependerá pues, de Meloni y sólo de ella, que emprenda un camino u otro. Una vez más, todo podrá medirse o evaluarse en términos de su propio liderazgo.

DE CLANES Y “SASSENACHS”

Puede que la causa que admire y me permita indagar acerca de la vida de esos pueblos (escoceses y rusos) tenga alguna relación con esa resiliencia respecto a la vida medieval. En efecto, a diferencia de buena parte del resto de Europa, salvo italianos y alemanes, Escocia y Rusia descubrieron y vivieron tardíamente la Edad Moderna, a la que arribaron, cruentamente, una a través de una batalla perdida (Culloden Moor) y la otra, a través de la Revolución Bolchevique, aunque tal vez, el antecedente de la liberación de la servidumbre decretada por el Zar Alejandro II en 1861, podría también ser considerada esa bisagra entre una era y la otra.

Outlander” (2014-2020) la serie de la norteamericana de origen latino, Diana Gabaldón, es muy interesante porque refleja el amor eterno a través del tiempo (siglos XVIII y XX) entre una dama inglesa (o “sassenach“, el calificativo despectivo en idioma gaélico con que se referían los escoceses a los forasteros ingleses) y un joven montañés guerrero y romántico de las Tierras Altas (Highlands), pero sobre todo, porque describe mejor que ninguna película hasta el momento, aquella transformación social en la que fenecía un mundo y advenía otro.

Por ejemplo, el capítulo V llamado “Rent refleja tales vicisitudes. En algún momento, parte del clan MacKenzie, liderado por Dougal, warchief y hermano de Colum el terrateniente  y tío de James (Jamie) Fraser, el protagonista de la serie, cuya cabeza tiene precio impuesto por los británicos, por agredir a un “Red Coat” (soldado “casaca roja”) se desplaza hacia las tierras bajo dominio de Colun, para cobrar la renta en dinero y especie (por ejemplo, animales) que los habitantes de ellas, les cedían cada temporada, a cambio de se seguridad. Esa era la forma de vida habitual por aquél tiempo (1743) en aquellas regiones de Europa, mientras los escoceses dependían de los ingleses, bajo el Acta de Unión de 1707, no obstante, habiéndose rebelado ya dos veces desde 1715.

La serie en ese capítulo V, mostraría cómo esa recaudación a cargo de Dougal, tenía un doble perfil: por un lado, implicaba, con la asistencia de un veterano abogado (Ned Gowan) formado en la Universidad de Edimburgo, pero ansioso por nuevas aventuras, engrosar las alforjas de su hermano, a cambio de su protección y vigilancia de esas aldeas y villorrios pastoriles, pero por el otro, era para su propio pecunio individual -y la de su banda-. En efecto, Dougal usaba a su propio sobrino con su espalda llena de cicatrices profundas debido a los latigazos de los “Red Coats” enfrente de su propia hermana, quien fuera violada por un oficial a posteriori, para sensibilizar a los campesinos que así, aportarían a aquel tesoro común. Sin embargo, luego, se descubriría que los escoceses no eran vulgares ladrones, sino que ese fondo encubierto, tenía intenciones políticas ocultas: financiar la causa jacobita, es decir, el regreso de un Rey Estuardo a la Corona británica -después de 1688-.

En aquel contexto, como queda dicho, los líderes de los clanes como los MacKenzie y los Fraser, mantenían sus dominios conduciendo a miles de siervos y sus familias, como verdaderos señores feudales, aún con demasiados recelos y reyertas entre ellos, mientras buena parte de aquellas familias apenas tenían para comer y vestirse. El robo era muy común por aquellos días pero también era habitual que los propios guardias del terrateniente, que lo “protegían” a su vez, de los soldados ingleses, abusaran de esposas e hijas de los siervos o extorsionaran a sus propios protegidos, máxime si ansiaban cobrar las recompensas por delatar ante las autoridades británicas, a quienes habían cometido algún delito en esos feudos.

Hablando de mujeres, la vida para ellas, era miserable. Solían ocupar un rol absolutamente secundario, sin ninguna formación, salvo que agradaran y enamoraran a algún caballero, de lo contrario quedarían sometidas a la hostil forma de vida en el campo, criando cerdos y gallinas y lavando ropa, con la orina de ellas mismas, para facilitar que la suciedad se desprendiera más fácilmente. Los jefes de los clanes accedían a las más jóvenes, aunque era muy usual, mantener parejas paralelas con quienes tenían hijos bastardos.

Los hombres cazaban, cuidaban y amansaban caballos en los establos, como lo hacía el joven Jamie  pero también bebían a raudales, máxime considerando las inclemencias de un clima hostil, frío y húmedo y caso nunca soleado.

Pero claro, la vida clánica tenía otros componentes tal vez hoy, dignos de nostalgia. El honor ocupaba un rango muy especial. Como muestra “Outlander“, los escoceses eran rudos y muy pendencieros, pero en numerosas ocasiones, eran capaces de pelear o sacrificarse con la tortura vía latigazos en la espalda, por defender el honor de una mujer, si alguien osaba llamarla “prostituta”. Lo mismo ocurría con las relaciones sexuales. No era raro que un hombre, como lo hizo Jamie Fraser, con la propia Claire Beauchamp Randall (la otra protagonista), se instalara toda una noche, aguardando semidespierto aún cansado, en la puerta de la habitación de una mujer, sólo para custodiarla de eventuales ataques de otros montañeses borrachos. Jamie llegó al extremo de dejarse violar por el oficial inglés “Black Jack” Randall en la cárcel para que éste libere a Claire.

Asimismo, los escoceses podían ser caballeros pero ello no impedía que fueran también apasionados y guerreros. O quizás al revés: el hecho de que fueran tan salvajes, a los ojos del resto de los europeos, sobre todo, los presumidos ingleses, los convertía en galantes y corteses.

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PUÑOS DE ACERO (DESDE ABAJO)

Esta semana los argentinos perdimos por el Covid-19, una legendaria figura del boxeo argentino. Juan Domingo “Martillo” Roldán, cordobés, no pudo coronarse campeón mundial de pugilismo, pero lo intentó tres veces (contra Marvelous” Hagler, Tommy “la Cobra” Hearns y Michael Nunn), dando muestras de su hombría, valerosidad y fortaleza, porque en esas diferentes ocasiones que tuvo, pudo evidenciar su carácter aguerrido y sus manos potentes, provocando serios daños en sus rivales, todos a la postre, grandes campeones.

Según el gran “Tito” Lectoure, hacedor de estrellas del ring-side, Roldán era lo más parecido que él había visto a Carlos Monzón, el otro gran campeón mundial de los medianos, quien también merece un reconocimiento en estas semanas, porque el 7 de noviembre pasado, se cumplieron 5 décadas exactas de su knock out sobre Nino Benvenutti, en la ciudad de Roma, lo que le posibilitaría acceder al máximo galardón, que defendería otras 14 veces invicto hasta su retiro. Ni Hagler ni Leonard pudieron superarlo jamás.

Si bien las trayectorias de ambos terminaron muy diferentes, sus orígenes eran parecidos y nos revelan la otra Argentina que tuvimos hasta 1970, la de la movilidad social ascendente. El “Negro” Monzón, criado en San Javier, al norte de mi Santa Fe natal, era un joven villero, flaco, desgarbado, casi desnutrido, al que le tenían que vendar las manos porque luego de cada uno de sus golpes durísimos, le dolían enormemente sus nudillos. Por el contrario, Roldán, nacido en la zona de Freyre, pueblito del norte de Córdoba, cerca de San Francisco, limítrofe con la Provincia santafesina, hombreaba bolsas y ordeñaba vacas.

Desde tales realidades, con dichas socializaciones, en esas condiciones tan precarias, lograron esforzarse y llegaron hasta lo más alto del boxeo mundial, al lujo de Montecarlo o al “circo””de Las Vegas, uno (Monzón) codeándose con la gloria y el otro (Roldán), a punto de lograrla. El primero tendría luego, una vida desdichada, donde sólo podría rescatar su amistad genuina con el actor francés Alain Delon y el gran tutelaje del gran Amílcar Brusa -el mejor entrenador de box en Latinoamérica, formador de 14 campeones mundiales y una campeona mundial-, muriendo en un accidente automovilístico en una salida temporal de la cárcel, a la que había entrado acusado de asesinato de su ex mujer. El segundo volvió al campo, a trabajar, como uno más, luego de haber desperdiciado también su dinero, aunque con su primera y única mujer.

Son historias que los jóvenes no conocen o sólo parcialmente, incluso tergiversada, como puede ser la del propio Monzón -hoy sería considerado un femicida-. Pero ambos nos hicieron inmensamente felices en los años setenta y ochenta. Eran heroicos, fueron casi míticos. El himno argentino sonaba más potente y la bandera se erguía orgullosa, con ellos y sus peleas. Desde la humildad, construyeron grandeza, haciendo caso omiso de  la adversidad.

FIUMICINO

Lejos de ser un karma innecesario, es un placer aguardar varias horas en un aeropuerto internacional, sobre todo, en espera de un ser amado, mi Ekaterina. Así terminé agosto, en Fiumicino, el centro aéreo neurálgico de Roma, aún cuando cuente también con Ciampino, de menor jerarquía y tamaño. Pienso que por Fiumicino, embarca el Papa Francisco, cada vez que entra o sale de la “Ciudad Eterna”, pero también han pasado obligatoriamente por allí, músicos y artistas italianos además de europeos, como así también deportistas y hombres de negocios y de la ciencia.

Cuántas veces habrá pasado Maradona por ejemplo, por Fiumicino de paso a Nápoli y recuerdo que la primera vez que escuché ese nombre en mi vida, yo tenía apenas 6 años, producto del triunfo del gran campeón santafesino y mundial de boxeo Carlos Monzón sobre el “campeoníssimo” italiano y mundial “Nino” Benvenutti, en la misma Roma, un 7 de noviembre de 1970.

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ARMENIA, A 102 AÑOS DEL GENOCIDIO

El 24 de abril de 2015, el recuerdo centenario del genocidio, a manos del régimen de los “Jóvenes Turcos”, en el cual murieron 1,5 millones de armenios, colocó en la escena principal de la comunidad internacional, precisamente, a Armenia, un pueblo muy singular. No es el Estado cristiano más antiguo del mundo, porque fue superado por uno de la Mesopotamia, como el arameo-helénico de Urhoy-Edessa-Urfá, pero sí el más duradero en la tierra bíblica entre el Monte Ararat (“Massís”, en armenio y “Agri Dagi”, en turco, que significa “Montaña de los Lamentos”).

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EL VATICANO EN LA SEMANA SANTA

Estos días, especiales de recogimiento para mil millones de católicos en todo el mundo pero también para el resto de cristianos, verán una vez más, concentrar la atención en la TV mundial, sobre Roma, el Coliseo, donde se desarrolla el Vía Crucis y el Vaticano, donde el Sábado Santo, el Papa Francisco (o Francesco en italiano, el argentino Cardenal Jorge Bergoglio) celebrará la Misa de Vigilia y el Domingo Santo, la Misa de la Pascua de Resurrección.

Precisamente, el Estado del Vaticano, es un país soberano, uno de los seis microestados europeos y el más pequeño del mundo, con una superficie de apenas 44 km cuadrados y unos 800 habitantes. Debe su existencia a los Estados Pontificios tras la independencia italiana en 1870 y el Tratado de Letrán, una verdadera “mancha” o “pecado original” de su nacimiento, firmado por “Il Duce” Benito Mussolini, en 1929, por el cual, Italia -y Roma- le cedieron su espacio para constituirse como Estado Soberano. De manera inesperada, tuvimos la fortuna de visitarlo, junto a Ekaterina, en ocasión de la santificación del también argentino y cordobés “Cura Brochero”, en octubre de 2016.

Alberga la Santa Sede, los edificios, residencias  y la burocracia vaticana, incluyendo unos 73 cardenales, unos 300 diplomáticos, más de 50 sacerdotes, hermanos religiosos y monjas y la Guardia Suiza, un centenar de soldados, en su totalidad varones, que se encargan de la seguridad del Vaticano. Este posee sus propios medios de comunicación, radio, TV y hasta su propio periódico, L’Obsservatore Romano y también su servicio telefónico, además de una red integrada de transporte, ligada a Roma y hasta un helipuerto. Se puede llegar a él, a través de líneas de colectivo urbano de la propia ciudad de Roma. Continúe leyendo

ITALIA: EL RINCON EUROPEO DE LOS CONTRASTES

Octavo PBI mundial, una población de 61 millones de habitantes y con 51 Patrimonios de la Humanidad, declarados por la UNESCO, sobre un total de casi un millar en todo el mundo, Italia sufrió en el segundo semestre del año pasado, sendos terremotos que destruyeron pueblos enteros en su sísmica región central. Movimientos telúricos que por su escala medida en grados de intensidad, hubieran sido entre leves a moderados y sin mayores daños en países como Chile o Japón, en Italia, fueron arrasadores, considerando la importancia de los daños materiales. Es que buena parte del país debe su infraestructura a mil años a dos mil años de existencia, con lo que este tipo de fenómenos destrozan todo a su paso, por lo que es más fácil que en otros territorios, que ello ocurra. En realidad, podríamos sorprendernos del verdadero “miraccolo” (milagro) de que no hayan habido más daños aún a lo largo de siglos, por lo que debiéramos suponer la eficacia arquitectónica de los romanos, quienes constituían un pueblo de guerreros y prácticos, como bien señala Reginald Haynes Barrow. Al mismo tiempo, cómo se entiende que un país desarrollado e industrial, una verdadera potencia exportadora a nivel mundial, muestre todavía hoy semejantes carencias físicas, es un interrogante serio a formularnos y que el propio ex Presidente del Consejo de Estado italiano, Matteo Renzi, no pudo disimular, prometiendo repararlas, tras décadas de desidia.

 

En efecto, durante unos días de octubre de 2016, transitando por parte de la costa italiana sobre el Mar Mediterráneo, algo del norte y ese centro afectado, pueden comprobarse los enormes contrastes de este país, que al mismo tiempo, guarda un especial atractivo para los argentinos, considerando que desde allí provinieron sucesivas oleadas migratorias de piamonteses, lombardos, genoveses, friulanos, abruzzenses, napolitanos, sicilianos, etc., tanto en la segunda mitad del siglo XIX como a mediados del XX, en el período entreguerras y durante la II Guerra Mundial. Hacia 1980, se calculaba que la mitad de los argentinos era descendiente de italianos y hoy, se estima que más de 25 millones de compatriotas tiene raíces italianas. El italiano, hablado por 1,5 millones de argentinos, es el segundo idioma hablado en nuestro país. Toda esta temática, que encierra un sentido más que significativo, a esta hora de tanto debate en el mundo, incluso en Argentina, sobre el rol y la magnitud de la inmigración en tiempos de globalización.

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