PUÑOS DE ACERO (DESDE ABAJO)

Esta semana los argentinos perdimos por el Covid-19, una legendaria figura del boxeo argentino. Juan Domingo “Martillo” Roldán, cordobés, no pudo coronarse campeón mundial de pugilismo, pero lo intentó tres veces (contra Marvelous” Hagler, Tommy “la Cobra” Hearns y Michael Nunn), dando muestras de su hombría, valerosidad y fortaleza, porque en esas diferentes ocasiones que tuvo, pudo evidenciar su carácter aguerrido y sus manos potentes, provocando serios daños en sus rivales, todos a la postre, grandes campeones.

Según el gran “Tito” Lectoure, hacedor de estrellas del ring-side, Roldán era lo más parecido que él había visto a Carlos Monzón, el otro gran campeón mundial de los medianos, quien también merece un reconocimiento en estas semanas, porque el 7 de noviembre pasado, se cumplieron 5 décadas exactas de su knock out sobre Nino Benvenutti, en la ciudad de Roma, lo que le posibilitaría acceder al máximo galardón, que defendería otras 14 veces invicto hasta su retiro. Ni Hagler ni Leonard pudieron superarlo jamás.

Si bien las trayectorias de ambos terminaron muy diferentes, sus orígenes eran parecidos y nos revelan la otra Argentina que tuvimos hasta 1970, la de la movilidad social ascendente. El “Negro” Monzón, criado en San Javier, al norte de mi Santa Fe natal, era un joven villero, flaco, desgarbado, casi desnutrido, al que le tenían que vendar las manos porque luego de cada uno de sus golpes durísimos, le dolían enormemente sus nudillos. Por el contrario, Roldán, nacido en la zona de Freyre, pueblito del norte de Córdoba, cerca de San Francisco, limítrofe con la Provincia santafesina, hombreaba bolsas y ordeñaba vacas.

Desde tales realidades, con dichas socializaciones, en esas condiciones tan precarias, lograron esforzarse y llegaron hasta lo más alto del boxeo mundial, al lujo de Montecarlo o al “circo””de Las Vegas, uno (Monzón) codeándose con la gloria y el otro (Roldán), a punto de lograrla. El primero tendría luego, una vida desdichada, donde sólo podría rescatar su amistad genuina con el actor francés Alain Delon y el gran tutelaje del gran Amílcar Brusa -el mejor entrenador de box en Latinoamérica, formador de 14 campeones mundiales y una campeona mundial-, muriendo en un accidente automovilístico en una salida temporal de la cárcel, a la que había entrado acusado de asesinato de su ex mujer. El segundo volvió al campo, a trabajar, como uno más, luego de haber desperdiciado también su dinero, aunque con su primera y única mujer.

Son historias que los jóvenes no conocen o sólo parcialmente, incluso tergiversada, como puede ser la del propio Monzón -hoy sería considerado un femicida-. Pero ambos nos hicieron inmensamente felices en los años setenta y ochenta. Eran heroicos, fueron casi míticos. El himno argentino sonaba más potente y la bandera se erguía orgullosa, con ellos y sus peleas. Desde la humildad, construyeron grandeza, haciendo caso omiso de  la adversidad.

MONACO, EL PRINCIPADO QUE RECIBE A LA FORMULA UNO

La segunda ciudad más cara del mundo detrás de Londres. pero a la que llegamos con mi novia Ekaterina, en bus urbano desde Niza (Francia) al módico precio de 1 euro con 50 centavos cada uno. Una urbe glamorosa y principesca, que vive por y para el turismo, pero que lucha cada década por ganarle 350.000 metros cuadrados más al mar. Es el país más edificado de Europa y uno de los más edificados del mundo. “Francia empieza donde terminan los edificios altos”, subraya un refrán del lugar. Según datos del año 2012, se trata del territorio con mayor esperanza de vida en el mundo, con 90 años de expectativa al nacer. Allí, uno de los pocos rincones europeos del siglo XXI, donde no hay pobres ni mendigos ni siquiera inmigrantes.

El Principado de Mónaco es una ciudad-Estado soberana, situada en Europa Occidental, encerrada entre el Mar Mediterráneo y los Alpes bajos, en la Riviera francesa. Con una frontera terrestre con Francia de algo más de 5 km. y una costa de casi 4 km., ocupa, con sólo 2 kilómetros cuadrados de superficie, el segundo lugar como país más pequeño del mundo, detrás del Vaticano. 

La ciudad se encuentra a 13 kilómetros de Niza, la cabecera del departamento francés de los Alpes Marítimos y a 11 kilómetros de la frontera italiana. El aeropuerto de Niza-Costa Azul, uno de los más importantes de Francia, está a tan sólo 20 km. y Mónaco se puede conectar a él, a través de un servicio regular de helicópteros.

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