“LOS POLITICOS SON LADRONES PORQUE LOS PUEBLOS LO SON”

Qué pasaría si un buen día, nuestro político gobernante al frente de la sociedad, es reemplazado por un loco, salido del manicomio, que bien disimula su condición? Ese es el eje llamativo del film “Viva la Libertá”, protagonizado por el brillante actor italiano cuasi sexagenario Toni Servillo, que nos invita a preguntarnos hasta qué punto la política actual, llena de políticos, acartonados o no, populistas o no, inescrupulosos o no, pero sí cobardes, con falta de luces, sin emociones que les transmitan a electorados cada vez más zoombies. Serán necesarios locos (no bufones como Trump, Johnson, Wilders o Beppe Grillo) que saquen a la opinión pública de este tedio pseudodemocrático en el que estamos sumidos, con expresiones responsabilizadoras como la de nuestro título? Lo paradójico es que el film se ambienta en Italia, un país que ha sido laboratorio de todos los experimentos con su clase política desde la Logia P2, pasando por la Tangentópolis, el homo videns” de Sartori, Silvio Berlusconi y el ex Premier reformista Matteo Renzi. Un variado menú de variados discursos y frases inolvidables, con un sarcasmo poco habitual sobre la labor de quienes nos gobiernan, con una sorprendente reflexión sobre la mentira institucionalizada en ambos mundos: el de la política y el propio cine. Súper recomendable.

ITALIA: EL RINCON EUROPEO DE LOS CONTRASTES

Octavo PBI mundial, una población de 61 millones de habitantes y con 51 Patrimonios de la Humanidad, declarados por la UNESCO, sobre un total de casi un millar en todo el mundo, Italia sufrió en el segundo semestre del año pasado, sendos terremotos que destruyeron pueblos enteros en su sísmica región central. Movimientos telúricos que por su escala medida en grados de intensidad, hubieran sido entre leves a moderados y sin mayores daños en países como Chile o Japón, en Italia, fueron arrasadores, considerando la importancia de los daños materiales. Es que buena parte del país debe su infraestructura a mil años a dos mil años de existencia, con lo que este tipo de fenómenos destrozan todo a su paso, por lo que es más fácil que en otros territorios, que ello ocurra. En realidad, podríamos sorprendernos del verdadero “miraccolo” (milagro) de que no hayan habido más daños aún a lo largo de siglos, por lo que debiéramos suponer la eficacia arquitectónica de los romanos, quienes constituían un pueblo de guerreros y prácticos, como bien señala Reginald Haynes Barrow. Al mismo tiempo, cómo se entiende que un país desarrollado e industrial, una verdadera potencia exportadora a nivel mundial, muestre todavía hoy semejantes carencias físicas, es un interrogante serio a formularnos y que el propio ex Presidente del Consejo de Estado italiano, Matteo Renzi, no pudo disimular, prometiendo repararlas, tras décadas de desidia.

 

En efecto, durante unos días de octubre de 2016, transitando por parte de la costa italiana sobre el Mar Mediterráneo, algo del norte y ese centro afectado, pueden comprobarse los enormes contrastes de este país, que al mismo tiempo, guarda un especial atractivo para los argentinos, considerando que desde allí provinieron sucesivas oleadas migratorias de piamonteses, lombardos, genoveses, friulanos, abruzzenses, napolitanos, sicilianos, etc., tanto en la segunda mitad del siglo XIX como a mediados del XX, en el período entreguerras y durante la II Guerra Mundial. Hacia 1980, se calculaba que la mitad de los argentinos era descendiente de italianos y hoy, se estima que más de 25 millones de compatriotas tiene raíces italianas. El italiano, hablado por 1,5 millones de argentinos, es el segundo idioma hablado en nuestro país. Toda esta temática, que encierra un sentido más que significativo, a esta hora de tanto debate en el mundo, incluso en Argentina, sobre el rol y la magnitud de la inmigración en tiempos de globalización.

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