UN G20 CON ALGUN ALIVIO ARGENTINO

Pasó el G20 por Argentina, más precisamente por Buenos Aires y está claro, que cobra una dimensión especial, ver juntos a los 20 Jefes de Estado que representan a dos tercios de la población mundial y el 85 % del PBI global. Tanta presencia internacional masiva no se veía en el país desde el Centenario (1910), cuando Argentina era digna de elogio en todo el mundo, recibiendo millones de inmigrantes y convirtiéndose en tierra de oportunidades y progreso.

Claro, muy diferente a ésta Argentina, que venía precedida de la incapacidad para organizar con éxito y en paz, un simple partido de fútbol y a pocas horas del inicio de la Cumbre, el asalto a plena luz del día, a John Kirton, un economista e investigador canadiense, experto en temas como el G20. El “anillo de seguridad” en torno a los lugares, edificios y hoteles, donde se moverían los primeros mandatarios, en la exclusiva zona del Barrio de Recoleta, el más bonito de Buenos Aires; el fuerte operativo con aporte militar extranjero; la interna policial resuelta entre la Nación y la CABA; más el pacto de no agresividad en las protestas anticumbre, con las organizaciones sociales vernáculas, finalmente, revertirían los malos pronósticos y todo se ejecutaría con un cierto orden y tranquilidad, ofreciendo una “cara lavada y hasta maquillada” de una, últimamente, muy degradada, Buenos Aires.

El evento revistió mucho de social y algo de político. El glamour lo aportó la gala del Teatro Colón -aunque descartando otras acciones culturales más clásicas-, más los paseos de la Primera Dama Awada con las esposas de los colegas de su esposo Macri y hubo hasta posibilidades de escapar del protocolo de algunos líderes. Dos ejemplos: el paseo de Macron comprando libros en la librería Yenny-El Ateneo y recibiendo las ovaciones de gente de a pie, que en Francia, extrañará seguramente cuando enfrente nuevamente a los “chalecos amarillos” y la salida nocturna del sábado de Angela Merkel, cenando en la Parrilla Don Julio, como si fuera una ciudadana más, disfrutando de la libertad civil que los alemanes del este, sus coterráneos, no conocían en la vieja RDA.

En este G20 -un lugar al que entró de casualidad-, la gran preocupación de Argentina, un país sin debate ni rumbo estratégico desde hace décadas, era la redacción consensuada del documento final. Aprovechando al máximo, la capacidad de nuestra nación -por hallarse en una situación geopolítica ideal, dada una serie de ventajas naturales-, para construir consensos globales, Macri ofició de facilitador y ése es el rol que le cabe oportunamente: un buen Jefe de Public Relations –no se le puede exigir otro papel-. Lo logró aunque no puede desdeñarse el arduo desempeño de una vasta gama de diplomáticos y funcionarios que trabajaron con aquel objetivo durante largos meses.

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CORRUPCION ARGENTINA: AUN NO SE GANO LA GUERRA

Desde hace 15 días, con la sombra del “caso Odebrecht” sobre Argentina -el único país latinoamericano donde no hay ningún siquiera procesado hasta ahora-, se ha destapado un verdadero entramado gigantesco de corrupción, a partir del descubrimiento de cuadernos en los que metódicamente anotaba el chofer de uno de los funcionarios implicados en la densa red oscura que involucra a ex secretarios de Obras Públicas y sobre todo, empresarios del club o cartel de la construcción, terminando seguramente en políticos que se financiaban con tales sobornos. Los montos exceden largamente el cuoteo español, por ejemplo, el mismo que depositó a Florentino Pérez, el Presidente del Real Madrid, a partir de sus controvertidos contratos o licitaciones en la Europa Oriental postcomunista: mientras allá, no pasan del 5 %, aquí en las ex colonias del Virreinato del Río de la Plata, van entre el 10 al 15 % de las obras, algunas de las cuales, ni siquiera se terminaron.

Antes del descubrimiento de “los cuadernos de Centeno” y de la masiva confesión de empresarios con el incentivo judicial del arrepentimiento, el ex Vicepresidente de CFK, Amado Boudou (ex UPAU) fue condenado a 5 años de prisión por el caso Ciccone (licitación espúrea de una imprenta para la Casa de la Moneda). Hay que recordar que un mediocre pero leal como Boudou fue nombrado como segundo de Cristina, anecdóticamente, de una manera peculiar: cuando “le iban a poner una inyección en la cola”, la enfermera le preguntó quién iba a ser su acompañante en la fórmula que ganaría con el 54 % de los votos en 2011, tras la muerte de su marido Néstor Kirchner en 2010 y la “traición” del radical Julio Cleto Cobos en agosto de 2008, a raiz de la crisis con el campo. CFK eligió así a su acompañante, de quien se sospecha, tenía otros vínculos personales con la ex Presidenta, hoy no procesada porque cuenta con fueros en el Senado. Hay que pensar y repensar una y otra vez que de allí venimos los argentinos: de ese mar de desparpajo, impunidad, silencio cómplice y votos de millones para con un régimen tan falaz y faccioso como los peores que tuvimos antes. Fueron algunos políticos (mujeres) como Elisa Carrió, Mariana Zuvic y Graciela Ocaña, en total soledad, algún ex Ministro como Roberto Lavagna y sobre todo, periodistas  de los diarios La Nación y Clarín sí, los denunciados por el propio kirchnerismo en una suerte de conspiración mediática de poderes concentrados-, como Hugo Alconada Mon, Diego Cabot, Nicolás Wiñazki, los que se animaron a desentrañar toda la trama de saqueo a las arcas fiscales argentinas, comparables a las peores de Africa. Sin embargo, fueron de nuevo las mujeres, en este caso, las esposas o ex amantes despechadas, las que ahora confesaron a esos mismos cronistas, la existencia de cuadernos donde se anotaba con lujo de detalles toda la maquinaria del robo.

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EL ENORME DEFICIT DE LIDERAZGO EN ARGENTINA

Tres escenarios ilustran como nunca antes, la acefalía en la que se halla la Argentina, un país pletórico de creatividad individual pero que en términos sistémicos, fracasa como proyecto colectivo, crónicamente seducido por un carrusel que lo deposita en el mismo lugar cada tantas décadas, lo cual demuestra el grado de adolescencia societal que afronta. Por ejemplo, algo semejante a lo que vivimos hoy, fue 1974, apenas murió Juan Domingo Perón, sí, hace exactamente 44 años.

En aquel terrible julio, cuando yo tenía 10 años de edad, ya tuve que afrontar el ocaso de un régimen por la pérdida física de su líder omnipresente, que dejó en su impresentable viuda “Isabelita” Martínez (una ex cabaretera del Caribe, todavía “becada” en Madrid), la responsabilidad de conducir el país, rodeada de obsecuentes, “brujos” como el ex cabo policial “Josesito” López Rega y bandas parapoliciales como la “Triple A”. En el Mundial de Alemania, la Selección era un caos por la improvisación con la que se preparó y las irregularidades con el nombramiento de su cuerpo técnico (Sívori-Cap). Pasamos la primera ronda gracias a un milagroso partido contra Haití y merced a la derrota de Italia a manos de Polonia, pero luego perdimos con Brasil y fuimos humillados por una Holanda, que llegaría a la final. Por último, en la materia, donde eclosionan todos nuestros problemas como sociedad, la economía, por vivir siempre más allá de nuestras posibilidades, emitiendo moneda, endeudándonos (afuera o adentro) y despojando al campo, vía retenciones, ya incubábamos el “rodrigazo”, un sinceramiento abrupto de todas las variables (tarifas y salarios), que por fin, explotaban, tras la irresponsable represión inflacionaria de años anteriores (con los militares y el propio Perón). Como los procesos anárquicos no pueden sobrevivir, aunque deriven  en guerra civil, 1976 fue el corolario triste de semejante bienio de estupidez colectiva: el advenimiento de una dictadura militar, que “reinstauró el orden”.

Como decía Marx en “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, “cuando la historia se repite, primero lo hace en forma de tragedia y luego, deriva en farsa”. Unos 35 años de democracia, a la que volvimos -y nunca debemos olvidar-, producto de una guerra perdida en Malvinas -y no por la lucidez dirigencial-, donde no encontramos líderes estadistas, sino políticos con ambiciones vulgares que priorizaron su perpetuidad personal (Menem y Kirchner -incluso éste falló en su cálculo-) o fracasados como Alfonsín y De la Rúa, por errores propios y conspiraciones ajenas. Respecto a 1930, sólo aprendimos que haya cierta alternancia en el poder y que el peronismo haya aceptado en paz, sus tres derrotas electorales (1983, 1999 y 2015) aunque como opositor, le haya plagado el camino de espinas a sus rivales triunfantes.

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ARGENTINA, MACRI Y LA CULTURA DE “ZAFAR”

Hace unas semanas apenas, Argentina atravesó una feroz corrida cambiaria, el BCRA perdió el mayor nivel de reservas en 12 años y el peso se devaluó respecto al dólar entre noviembre del año pasado y ayer, un 80 % Esto significa que todos los argentinos somos un 80 % más pobres que en 2017. A ello debe sumársele una inflación que se mantiene alta, entre un 2 a un 3 % mensual. En otro contexto y otra época, un gobierno como el de Macri jaqueado por la macroeconomía, habiendo fracasado en su estrategia gradualista y pidiendo auxilio al FMI, todo ese cóctel explosivo, producto de errores no forzados propios, empecinamientos de -y con- no pocos funcionarios, cierto autismo y también canibalismo opositor, ya hubiera estado cerca de derrumbarse o directamente caído, al estilo de De la Rúa 2001 o Alfonsín 1989. Sin embargo, se mantiene incólume y apuesta a volver a ganar en 2019, como si nada hubiera pasado.  Cómo se explica?

Fuente: Diario La Gaceta de Salta

Daré un ejemplo análogo, muy propio de la cultura cívica argentina, para entender este fenómeno. En gran medida, el proceso de decadencia del país, se explica por el marcado deterioro del sistema educativo, a lo largo de décadas. Pero éste se apoya en no pocas tolerancias, por ejemplo, al facilismo o falta de exigencia estudiantil. “Zafar” es un infinitivo inventado en los años ochenta, para describir la conducta de algunos alumnos que sólo estudiaban para rendir, apenas un día u horas antes del examen. Por supuesto, no les interesaba contraerse al estudio ni mucho menos, la materia o espacio curricular del que se trate. Sólo estudiaban lo mínimo y necesario y con ello, superaban el obstáculo, con un 4 (cuatro), la nota mínima aprobatoria. Luego seguían evadiendo su responsabilidad y cada vez que afrontaban un examen, recurrían al mismo método. “Zafaban” ante ellos mismos, ante sus profesores y su propios padres. Los conformaban, los satisfacían con una sonrisa cómplice y seguían la vida como si nada hubiera ocurrido. Niños pobres y ricos, adolescentes pobres y ricos, se comportaban así: sin distinción de clases. Siempre había alguien dispuesto a tolerárselos.

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TWO MIRRORS WHERE ARGENTINA DOES NOT WANT TO LOOK ITSELF

In few days, “Cambiemos” Front´s government wasted much of the whole political capital accumulated since December 2015 when Mauricio Macri won the presidential election in second round and especially October 2017, in occasion of his victory in parliamentary ballots. Last weeks, from the end of April and during the beginning of this current May, lots of capitals escaped from our country, provoking an abrupt devaluation of peso,  from 20 pesos = 1 dollar to more than 25 pesos = 1 dollar. Inflation, the second in the world, behind Venezuela, has hit 25 per cent, when the initial targeting rates were 15 per cent for this year. This financial situation, in a country with chronic inflation of two digits and three hyperinflations during more than seven decades, complicates once again the macroeconomic context and surely, the political arena. If last November Macri appeared with great possibilities to be re-elected in October  2019, these chances now, seem distant due to the growing generalized criticism and deception, because of expectations of higher inflation and recession. In Argentina, every government, peronist or non peronist, which does not control inflation, is condenmed to lost the next election.

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30/10/17: EMPIEZA EL GOBIERNO DE MACRI?

Lunes 30 de octubre. Ironía del destino: Macri convoca al CCK, el centro emblemático de convenciones reinaugurado por el kirchnerismo en honor a su adalid, a la elite nacional: autoridades de los tres poderes, políticos opositores, empresarios, sindicalistas, clérigos, rectores universitarios, dirigentes sociales. Les hablará de sus propuestas para los futuros dos años de gobierno, de las reformas que postergó y ahora habrá que hacer, los convocará al consenso -extraña manera de hacerlo, desde un atril-. Llegó la hora de gobernar. La pregunta inmediata pasa a ser: qué pasó en estos dos años de “gobierno”? no gobernó? En el interín, los comicios del 22 de octubre pasado.

En efecto, las elecciones legislativas de medio término, consagraron un rotundo triunfo del frente electoral “Cambiemos”, habilitando esta nueva sensación de legitimidad de origen que necesitaba Macri para permitirse una invitación del fuste intitucional como la de mañana.

De todos modos, a esta victoria oficialista corresponde analizarla en cuatro planos: el estrictamente electoral, el institucional, otro de carácter más gubernamental y un cuarto, el financiero.

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ARGENTINA: UN TRIUNFO OFICIALISTA ARTIFICIAL?

Ganó por apenas un punto, en un ballotage en el año 2015, prometiendo un fenomenal cambio histórico en Argentina. Gobernó menos de dos años, tuvo cierta iniciativa durante sus primeros meses y luego, cometió errores básicos de gestión, incluso comunicacionales, a pesar de jactarse de conformar un “gran equipo” de ex CEOs de empresas privadas, exaltando el pragmatismo más elocuente por encima de las ideologías. Sin embargo, no importaron las promesas incumplidas, tampoco los déficits de gestión. Su “gurú”, el ecuatoriano Durán Barba, a quien ya nos hemos referido en estas mismas columnas hace un tiempo atrás, aconsejó a fines del año pasado, sobre la base de sus estudios en grupos focales, una confrontación discursiva polarizante con el pasado más reciente, es decir, los 12 años de la década kirchnerista y su candidata, la ex Presidente, Cristina Fernández (CFK). Si era necesario ralentizar adrede la gigantesca agenda transformacional que exige la Argentina, había que hacerlo, en función de la búsqueda de poder electoral indispensable para asegurar gobernabilidad.

No pocos medios de comunicación, formando parte del llamado “círculo rojo”, criticaron estas decisiones estratégicas porque le consumían al gobierno, una energía que bien pudo haber acumulado e invertido precisamente, en gobernar. No lo hizo, insistió en esa fórmula electoralista, acompañada por dos grandes aportes: la maquinaria de timbreo masivo de los funcionarios y empleados en cada rincón del país, con una planificación exhaustiva diseñada por “los Marcos Peña´s boys” y cierta sensiblería mostrada en los últimos días de campaña, por candidatas femeninas, como la diputada nacional chaqueña Elisa Carrió y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

En las primarias del domingo 13 de agosto de 2017, una suerte de encuesta previa a la elección legislativa de medio término de octubre próximo, mal no le ha ido: venció en el promedio nacional (36 %), encabezó en 10 Provincias (incluyendo las pequeñas en superficie pero simbólicamente relevantes Santa Cruz, el bastión histórico cuasi feudal del kirchnerismo y San Luis, la “fortaleza hasta ayer invicta, de la familia Rodríguez Saá), probó ser una vez más exitoso -prácticamente no ha perdido desde hace una década-, pero sobre todo, en la Provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo apostaba sus últimas fichas de supervivencia, ungiendo a CFK como senadora nacional, le pudo arrancar un empate técnico, con final de “bandera verde” televisiva, cuando una semana atrás, las encuestas le pronosticaban una derrota por 5 puntos.

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DURAN BARBA: UN GURU DE LA POLITICA POSTHUMANA

Es ecuatoriano pero no creo que coincida con la “Revolución Ciudadana” del ex Presidente de su país, Rafael Correa. Fue alumno del filósofo y teólogo mendocino -naturalizado mexicano- Enrique Domingo Dussel Ambrosini, en la Universidad Nacional de Cuyo, pero tampoco creo que éste, gran teórico del neoindigenismo latinoamericano, fundamento del llamado “giro a la izquierda” que empezó en 1998 con el militar venezolano Hugo Chávez Frías. Se formó profesionalmente en la Fundación Bariloche aprendiendo del recientemente extinto sociólogo Manuel Mora y Araujo, quien lo admiraba por su minuciosidad y detallismo en el estudio de la opinión pública, vía encuestas y “focus groups” diarios, pero tampoco creo que Mora hoy si viviese, admitiese algunas de sus conclusiones que defiende con firmeza. Durán Barba ya no es el mismo “ancianito de 18 años”, que creía en “la marcha peronista”, en el liderazgo de Perón o la “Revolución Cubana”.

Por ejemplo, Durán Barba cree que no hay verdades en esta sociedad líquida y postmoderna, pero que se puede estudiar exhaustivamente la opinión pública para detectar qué piensa, qué siente y qué vota. Tampoco cree en el llamado “círculo rojo”, es decir, lo que piensan, sienten y expresan los políticos, los intelectuales, los periodistas, los empresarios, los sindicalistas, de decir, todos los viven politizados o interesados en la política: no más del 20 % de la población. El se interesa por el restante 80 %, aquellos que son decisivos pero que muestran ningún conocimiento o absoluta apatía por la política. Para saber su comportamiento, se obsesiona con estudiar sus actitudes, sus creencias y sus interpretaciones respecto a la comunicación verbal y no verbal de los políticos. Finalmente, en este mundo posthumano, tal como lo describía el neohegeliano Fukuyama, a fines de los ochenta, las ideologías han muerto porque la revolución tecnológica nos conduce inexorablemente a la robótica y a la inmortalidad en el 2080. En este contexto, destaca el liderazgo “de la nueva época” de los Macri, Macron y, Trudeau  versus el sesgo un tanto primitivo de Trump, aunque también, como aquellos, sustentado en el poder de las redes sociales.

No me cierran varias de las hipótesis de Durán Barba, alguien al que difícilmente me imagino, lograr algún respeto por parte de la academia universitaria, pro que se jacta orgulloso de dictar cátedras en la George Washington University, leer y escribir muchísimo y hasta encerrarse meses y meses sólo para publicar por ejemplo, su último libro, donde discute si la política es un arte, un mito o una ciencia, tras 4 décadas de trabajo profesional.

Entre otras hipótesis que esboza, dudo de aquella por la que subraya que la gente hoy, precisamente, por la revolución de las telecomunicaciones que estamos viviendo, es “independiente”, a menos que, “nos introduzcamos en sus vidas y gravitemos de alguna forma en las mismas”. Allí, en esa última frase, tal vez, se resuma mi desconfianza: quizás, como nunca antes, se cuenta hoy con mucha tecnología para manipular a la gente y orientarla como zombie, a pensar en esto o aquello. Por lo que me permito dudar entonces, de la supuesta independencia de criterios de la opinión pública, más allá de la confianza de Durán Barba, el mismo que dice “no creer en nadie”, excepto en Yuval Noah Harari (el autor de “Homo Deus”) y Ray Kurzweil, el gurú de la “singularidad”.

Es que en este mundo que reivindica tanto el gurú ecuatoriano, el mismo de la “Big Data”, la omnipresencia de Google, donde uno busca sólo lo que le interesa y la postverdad, la manipulación de las masas, supuestamente en “el reino de la singularidad”, está al alcance de las manos de quienes gobiernan y sus adláteres.