PAISES ESCANDINAVOS: EL MUNDO PERFECTO?

Nunca entendí demasiado el éxito o atractivo popular de los rankings de felicidad a nivel mundial, pero resulta evidente que éstos revisten un enorme interés cada vez que se difunden y generan toda una serie de comentarios, los más diversos, en las redes sociales. La semana pasada, apareció el último, que data de 2016, y una vez más, en los diez primeros lugares, encabezados por Dinamarca y Noruega, cinco son los escandinavos -se suman a los dos nombrados, a Suecia, Finlandia e Islandia-, erigidos en “los países más felices del mundo”. El indicador se suma y ratifica la enorme buena prensa que tiene aquel rincón del mundo, ya sea en términos de nivel de vida, desarrollo económico y humano, estabilidad política institucional, igualitarismo, etc.

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ESCOCIA: LA TIERRA QUE LA RAZON NO ENTIENDE

Famosa en los años setenta, por la tradicional vestimenta del kilt y el tartán, que incluso difundiera el buen inglés Príncipe Carlos de Windsor o, por el monstruo del Lago Ness o, por las películas de James Bond, protagonizadas por Sean Connery, un verdadero militante de la causa nacionalista; en los ochenta, por las canciones de Rod Stewart, Big Country, The Proclaimers (con su más que popular “I´m gonna be -5000 Miles”-) o, la película “Highlander”, con Christopher Lambert y en los noventa, por las de Travis; en tiempos recientes, nuevamente, el espía del MI5 ahora encarnado por Daniel Craig o, por el propio Premier británico David Cameron que sin desearlo, la puso en el mapa mundial, producto de su torpeza previa al referéndum de setiembre de 2014. No olvido al australiano Mel Gibson, que le rindió homenaje en su película “Braveheart” (Corazón Valiente) a uno de los tantos héroes nacionalistas de este pueblo, William Wallace, quien murió condenado al descuartizamiento y decapitación por los ingleses, pero, cuándo no, traicionado por los propios. Escocia, sí, Escocia.

Esas tierras montañosas y con valles bien verdes, hegemonizadas durante buena parte del año, por la humedad, la bruma y la lluvia, pero que conocieron tribus humanas desde tiempos inmemoriales, dando lugar a una historia pletórica en aventuras épicas, nobleza y como no podía ser de otra manera, ríos de sangre. Tal vez por ello, no sea extraño ni sorprendente que, en tiempos de gran revalozarización de las identidades políticas, es decir, aquellas “fantasías de completitud” que muchas naciones todavía legitiman, como respuestas a la inexorable globalización, en Escocia, la semana pasada, Nicola Sturgeon, la valerosa dirigente política y líder del SNP (Scottish Nationalist Party) haya solicitado formalmente al gobierno británico, la posibilidad de formular un nuevo referéndum hacia 2018 o 2019, con la esperanza de que esta vez, el “Sí” a la separación del Reino Unido -a la que está integrada desde 1707-, se imponga de modo pacífico en las urnas.

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LA HISTORIA BRITANICA A TRAVES DEL CINE

A lo largo de mis clases en Sistemas Políticos Comparados, cuando expongo el caso británico y su tan singular evolución histórica, suelo aburrir a mis alumnos, con enorme cantidad de menciones de películas y series europeas y norteamericanas, que se han detenido en diferentes episodios de aquélla. En tiempos de “Brexit” y de eventuales divorcios, respecto a Europa y Escocia misma, bien vale recordar cómo el cine a lo largo de décadas, ha expuesto esa variada historia.

Por ejemplo, si alguno de Ustedes, quiere conocer los orígenes de la Britania, esa isla poblada por tribus del norte de Europa, como los celtas, sajones y normandos, sometidos al dominio del Imperio Romano, pueden ver “La última legión”, con los actores ingleses Colin Firth y Ben Kingsley. La película trata sobre el ocaso del reinado de Rómulo Augústulo, cuando precisamente fueron los pobladores de las islas, los que devenidos en soldados del Imperio Romano decadente, intentaron resistir en inferioridad de condiciones, los embates de los bárbaros. Tal vez, los británicos hayan heredado esos genes guerreros de los romanos y mezclándolos con los de sus invasores, lograron forjar ese temple y capacidad de resistencia original, que han mostrado a lo largo de siglos.

Tanto “Rey Arturo”, en su versión más moderna, con Clive Owen, como “Los Caballeros de la Tabla Redonda”, en su versión más antigua, con Rod Taylor y Ava Gardner, son otras menciones ineludibles a la hora de planear sobre la historia británica, en sus inicios, sobre todo, describiendo al legendario rey y su grupo de nobles leales. “Ivanhoe” y “Robin Hood” son también films obligados, retratando en estos casos, las historias de otros nobles, ya sea en su versión de caballero guerrero -en el primer ejemplo- o de ladrón justiciero -en el segundo-, en tiempos de Cruzadas heroicas y reyes contrastantes como los hermanos Plantagenet, Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra.

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LA LECCION HOLANDESA

Esta semana, la novedad internacional la constituyó el resultado electoral de Holanda. En sus comicios parlamentarios, el oficialismo liberal de Mark Rutte (VVD), volvió a ganar como en 2012, aunque esta vez, sobre el candidato populista Geert Wilders (PVV), el “Trump nederlandés”. Este líder político, con su discurso xenófobo y antieuropeísta, había liderado las encuestas hasta las últimas semanas, en las que, producto de algunos errores de campaña, como su silencio ante la prensa, a la que también juzgó como “mentirosa”, fue cayendo hasta perder en los votos -aunque haya subido en el número de escaños-.

Pero cuáles son las reflexiones que demanda el caso holandés a esta hora? Así como desde hace siglos, la sociedad de ese país de Europa septentrional, otrora colonia española, fue un ejemplo paradigmático de tolerancia religiosa y hasta sexual, pluralismo cultural y civismo político, resultaba asombroso que también pudiera caer en la red del populismo antidemocrático. Las preguntas serían, en todo caso, qué razones o factores influyeron para que Holanda -un país, con un sistema atomizado de partidos, que no cumplía el mandato completo de su gobierno desde 1998-,  se viera sometida a tal amenaza y por qué finalmente, nunca terminó de plasmarse en un resultado electoral exitoso? Continúe leyendo

LOS IDUS DE MARZO

Tal vez, cualquier alumno de Teoría Política I pueda conocer el significado de “los idus de marzo” en la Roma antigua. Eran por ejemplo, los días 13 de cada mes, excepto en marzo, mayo, julio y octubre, en que se celebraban los días 15. Precisamente, el idus de marzo se festejaba el día 15, en honor a Marte, el dios de la guerra.

Pero básicamente, los idus implican en el lenguaje postmoderno, el advenimiento de tiempos con buenos augurios, pero que pueden torcerse súbitamente y tornarse negativos para quienes afrontan desafíos de gobierno o del poder.

La película que nos convoca, en términos de ficción, protagonizada por Ryan Gosling, George Clooney y el malogrado actor Philip Seymour Hoffman, entre otros, trata la campaña primaria del Partido Demócrata entre dos candidatos, un gobernador y un político tradicional, ambos asesorados por sus equipos de consultores. De un lado, un profesional joven, un tanto idealista, contratado por su amigo, un veterano del marketing político y del otro, su contracara, un consultor también avezado pero inescrupuloso. En el medio, una periodista contratada por el segundo para manipular la información del primer candidato.

En un contexto de ideas y valores progresistas, tras el fiasco de los “neocon” de Bush (hijo) en pleno comienzo de la era Obama, cuando se aguardaba en el mundo y en la propia Estados Unidos, una revalorización de la política doméstica y de los políticos en general, el film ofrece una mirada demasiado descarnada y realista que parece opacar aquellas expectativas iniciales.

Hoy, en una nueva era, la de Trump, ya habiendo vivido lo años de Obama, que pasaron sin pena ni gloria, “Los idus de marzo” nos recuerdan que el plano de los valores y los ideales se hallan en tensión permanente con los del poder y los votos, en el mundo de la política.

Claro que, semejante conclusión atrapa a los ciudadanos en un dilema igualmente desconsolador: la frescura que suponen la consecución de ideales, la alternancia y el cambio democrático, pierde sentido ante la ambición desmedida de los políticos, que no trepidan en apelar a cualquier estrategia, incluso inmoral, para acceder y mantener el poder. Esto explica en parte, la atracción que ejercen los nuevos líderes “antiestablishment”.

“LOS POLITICOS SON LADRONES PORQUE LOS PUEBLOS LO SON”

Qué pasaría si un buen día, nuestro político gobernante al frente de la sociedad, es reemplazado por un loco, salido del manicomio, que bien disimula su condición? Ese es el eje llamativo del film “Viva la Libertá”, protagonizado por el brillante actor italiano cuasi sexagenario Toni Servillo, que nos invita a preguntarnos hasta qué punto la política actual, llena de políticos, acartonados o no, populistas o no, inescrupulosos o no, pero sí cobardes, con falta de luces, sin emociones que les transmitan a electorados cada vez más zoombies. Serán necesarios locos (no bufones como Trump, Johnson, Wilders o Beppe Grillo) que saquen a la opinión pública de este tedio pseudodemocrático en el que estamos sumidos, con expresiones responsabilizadoras como la de nuestro título? Lo paradójico es que el film se ambienta en Italia, un país que ha sido laboratorio de todos los experimentos con su clase política desde la Logia P2, pasando por la Tangentópolis, el homo videns” de Sartori, Silvio Berlusconi y el ex Premier reformista Matteo Renzi. Un variado menú de variados discursos y frases inolvidables, con un sarcasmo poco habitual sobre la labor de quienes nos gobiernan, con una sorprendente reflexión sobre la mentira institucionalizada en ambos mundos: el de la política y el propio cine. Súper recomendable.

LA FRANCIA QUE CASI CATAPULTA AL PODER A MARINE LE PEN

En medio de la marea del “Brexit” y el triunfo de Trump, con un elocuente mensaje nacionalista, xenofóbico y antieuropeísta, la líder del Front Nationale, Marine Le Pen, encabezaba los sondeos en octubre pasado en Francia.

Sin embargo, en las últimas semanas del año 2016, Francois Fillon, le ganó la primaria de la derecha a Alain Juppé en segunda vuelta y a Nicolás Sarkozy y Jean Francois Copé, entre otros, en la primera. Este episodio ha demostrado una vez más, que la derecha liberal está mucho más politizada y movilizada de lo que se suponía, incluso, mucho más que en otros países de Europa, donde la extrema derecha y algunos retazos de izquierda moribunda, parecen ocupar toda la franja del espectro político, inclinado así hacia el “iliberalismo”. Un 10 % del electorado votó por las primarias del espacio político mencionado, es decir, unos 4,3 millones de votantes, una cifra absoluta marcadamente superior a los 2,8 millones que votaron en las primarias de la izquierda ganadora hace un lustro. Señalando a la izquierda por el fracaso en el gobierno del pusilánime Hollande y advirtiendo a los franceses sobre la potencial quiebra del país, en caso de que ganen la familia Le Pen, Fillon convocó de inmediato a sus ex rivales derechistas para tomar el Palacio Elíseo en las elecciones de abril próximo. Este liberal, católico, jesuita, que votó en contra del Tratado de Maastricht en el referéndum de 1992 y es amigo del Presidente ruso Putin, sabía que tiene una oportunidad histórica, aprovechando la decepción de los progresistas con su propio gobierno, para ganar en primera vuelta y luego, triunfar en el ballotage, como lo hiciera de manera abrumadora (83 contra 17 %) Jacques Chirac contra el padre de Marine, Jean Marie Le Pen, en mayo de 2002. Continúe leyendo

ITALIA: EL RINCON EUROPEO DE LOS CONTRASTES

Octavo PBI mundial, una población de 61 millones de habitantes y con 51 Patrimonios de la Humanidad, declarados por la UNESCO, sobre un total de casi un millar en todo el mundo, Italia sufrió en el segundo semestre del año pasado, sendos terremotos que destruyeron pueblos enteros en su sísmica región central. Movimientos telúricos que por su escala medida en grados de intensidad, hubieran sido entre leves a moderados y sin mayores daños en países como Chile o Japón, en Italia, fueron arrasadores, considerando la importancia de los daños materiales. Es que buena parte del país debe su infraestructura a mil años a dos mil años de existencia, con lo que este tipo de fenómenos destrozan todo a su paso, por lo que es más fácil que en otros territorios, que ello ocurra. En realidad, podríamos sorprendernos del verdadero “miraccolo” (milagro) de que no hayan habido más daños aún a lo largo de siglos, por lo que debiéramos suponer la eficacia arquitectónica de los romanos, quienes constituían un pueblo de guerreros y prácticos, como bien señala Reginald Haynes Barrow. Al mismo tiempo, cómo se entiende que un país desarrollado e industrial, una verdadera potencia exportadora a nivel mundial, muestre todavía hoy semejantes carencias físicas, es un interrogante serio a formularnos y que el propio ex Presidente del Consejo de Estado italiano, Matteo Renzi, no pudo disimular, prometiendo repararlas, tras décadas de desidia.

 

En efecto, durante unos días de octubre de 2016, transitando por parte de la costa italiana sobre el Mar Mediterráneo, algo del norte y ese centro afectado, pueden comprobarse los enormes contrastes de este país, que al mismo tiempo, guarda un especial atractivo para los argentinos, considerando que desde allí provinieron sucesivas oleadas migratorias de piamonteses, lombardos, genoveses, friulanos, abruzzenses, napolitanos, sicilianos, etc., tanto en la segunda mitad del siglo XIX como a mediados del XX, en el período entreguerras y durante la II Guerra Mundial. Hacia 1980, se calculaba que la mitad de los argentinos era descendiente de italianos y hoy, se estima que más de 25 millones de compatriotas tiene raíces italianas. El italiano, hablado por 1,5 millones de argentinos, es el segundo idioma hablado en nuestro país. Toda esta temática, que encierra un sentido más que significativo, a esta hora de tanto debate en el mundo, incluso en Argentina, sobre el rol y la magnitud de la inmigración en tiempos de globalización.

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A MAN CALLED OVE (EN MAN SOM HETER OVE): FROM SWEDEN TO THE WORLD

No es una película típica de Hollywood, ultrapromocionada y con un elevado presupuesto. Tampoco exhibe un guión efectista para buscar taquilla o apelar a recursos fáciles. Viene de un país, cuya sociedad es juzgada injustamente como fría. Ojalá a partir de ahora, tenga sus premios porque bien los merece este film de origen sueco. En un contexto como el actual, donde la Generación Millennial parece importarle poco el prójimo, excepto si se trata de un celular, la existencia de personas adultas, ya casi ancianas, como Ove, resulta incómoda. De principios sólidos, habituado a hacer su trabajo, responsable de sí mismo, desde la pérdida tanto de su madre en la infancia como de su padre en la adolescencia, enamorado de una única mujer a la que quiso más allá de su muerte, Ove es el espejo de otra generación, que hoy parece ser dinosáurica. Pero la película dirigida por Hannes Holm, sobre la base del libro de Fredrick Backman,  no sólo es la descripción de la azarosa vida de este sueco de postguerra, sino que además, trasunta muchos otros planos de la compleja vida actual: la vigencia del amor, la amistad, la soledad y la envidia, la convivencia intercultural (la inmigrante iraní es otra gran protagonista), la solidaridad vecinal, la frialdad de los sistemas estatales y de salud privada. Valores y principios morales de antaño que ceden paso a otros aunque sin una hoja de ruta que oriente a las viejas generaciones que van quedando atrás. Hermoso film, altamente recomendable.

LA BUENOS AIRES DE HOY, LA ARGENTINA DE HOY

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Sensaciones encontradas cuando viajo a la Buenos Aires del primer trimestre de 2017. Entre paréntesis, una ciudad fantástica, fascinante por su variedad e historia, pero que me entristece cuando la veo así.

Por un lado, apariencias de prolijidades, mucho marketing amarillo y verde que simbolizan sensación de orden y estatalidad en una ciudad y un país caracterizados por no reivindicar esos factores: policía nueva, unificada (Federal y Metropolitana); carteles de “perdone las molestias, estamos trabajando por vos”, cada dos cuadras; edificios antiguos por reciclar; publicidad oficial con las obras en puentes y subte; bicisendas coquetas con bicicletas públicas impecables; las omnipresentes grúas que acarrean autos mal estacionados; oficinas burocráticas nuevas y viejas del Gobierno de la Ciudad Autónoma, que conduce el obsesivo tecnócrata Horacio Rodríguez Larreta (ex dirigente de la línea peronista de “Palito” Ortega en los años noventa), el sucesor del ahora Presidente Mauricio Macri.

Pero en enorme contraste con esta imagen de cuasi pulcritud, ni siquiera caminando la turística y extranjerizada San Telmo, pueden disimularse los olores nauseabundos por los calles; la gente durmiendo hasta en los volquetes de basura -algo insólito y realmente desagradable-; mendigos de gran variedad pidiendo ayuda en los semáforos, al borde de la extorsión a los automovilistas; camiones que circulan de modo ilegal por arterias de Puerto Madero, la zona portuaria e inmobiliaria más “chic” de la ciudad; caos vehicular a diario, causados por piquetes de desocupados, de desalojados, de todos los que se consideran despojados por algo, aunque no lo estén, tras 12 años de patrañas publicitarias K, “incluyendo” a todos en su “fiesta”.

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