DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO Y LA GRIETA DE SIEMPRE: CIVILIZACION O BARBARIE

Desde el día en que mi abuelo materno, un furioso peronista me advirtió que era “un loco”, como un niño siempre callado pero curioso, me interesé en investigar su biografía, sus numerosos y variados aportes, sus claroscuros, sus obsesiones, sus “culpas” (la muerte de su hijo “Dominguito”, tal vez), sus pasiones, incluyendo la femeninas, sus “locuras”.

Como todo en Argentina, una sociedad recurrente en la formación de “grietas” muchas veces, artificiales, tuve maestros y profesores que lo ensalzaban y otros que lo defenestraban, jamás un punto intermedio, especialmente, considerando que mi educación primaria y secundaria, la viví en un colegio católico.

Luego, a la hora de recorrer la historia argentina, por supuesto, entendí por qué los liberales (aunque no todos, sobre todo, los laicistas) lo amaban y los revisionistas lo odiaban.

En la Facultad de Ciencia Política en la UNR, donde conocí a mi gran amigo, Marcelo Fretes, sanjuanino como él, quien me atrapó con su gran amor de coterráneo, a Sarmiento.

Finalmente, al entrar a la UNVM como docente, menos entendí cómo profesores nacidos, viviendo y trabajando en la ciudad de Villa María – y su aledaña Villa Nueva, a las que algún diputado de la época de la presidencia del propio Sarmiento imaginó algún día, como territorio federal único y capital de la República y el sanjuanino vetó,  “hijas” de la “Pampa Gringa”, también en su enorme mayoría, lo cuestionaban, arguyendo posiciones semejantes a las de los historiadores revisionistas como fanáticos antisarmientinos que yo había escuchado hasta el cansancio, en mi adolescencia.

Hasta los niños desde el año 2003 hasta 2015, fueron “adoctrinados” en el canal de TV oficial Paka-Paka, por un personaje indiecito “Zamba”, encargado -desde el poder- de destruir la figura de Sarmiento. Fue recién muchos años después, en 2006, cuando me tocó ver a José Ignacio García Hamilton en el Teatro Verdi de Villa María  y en el año 2009, en San Juan, la cuna del gran Domingo Faustino, al mismo escritor y periodista tucumano que moriría poco tiempo después, quien reivindicó públicamente a Sarmiento y su legado, ante un auditorio que parecía reaccionar por fin, de tanta anestesia premoderna.

Continúe leyendo

RETIRO: UN EJEMPLO DEL ESPLENDOR DEL PASADO ARGENTINO

Cuando en agosto de 1990, conocí la Grand Central Station de New York, de inmediato, me vino a la mente, el recuerdo de la Estación de trenes en el porteño barrio de Retiro. Era inevitable porque estando en el centro del poder mundial, observando una estación ferroviaria que suele movilizar 660 trenes y medio millón de personas por día, su magnitud y majestuosidad al menos arquitectónica, era comparable con la que veía a menudo en la propia Buenos Aires.

Pero semejante infraestructura se ve realzada cuando efectivamente, también data de principios del siglo XX, lo cual demuestra una vez más, que nuestro país en aquella época y mal que le pese a los dos últimos gobiernos, el anterior, por razones ideológicas y el actual, por negación de todo pasado, por más glorioso que sea, bien merecía codearse en las ligas mayores del mundo.

Retiro se inauguró en agosto de 1915, tras el incendio de la antigua Estación central en 1897. De diseño europeo, basado en el academicismo francés, aunque con estructuras (de hierro y vidrio) que seguían un patrón funcionalista, los paragolpes hidráulicos que se hallan al final de los rieles, llegaron a ser los más poderosos del mundo, capaces de soportar el embate de un tren de 750 tn a una velocidad de 16 km/h.

Pasaron las décadas de aquel esplendor y en otra muestra de la desidia argentina, si bien fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, su falta de mantenimiento fue cada vez más notoria. Hasta que en los últimos años, el gobierno nacional acometió por fin, su restauración y aquí, a través de este video, pueden comprobarse sus mejoras.

ARGENTINA: UN TRIUNFO OFICIALISTA ARTIFICIAL?

Ganó por apenas un punto, en un ballotage en el año 2015, prometiendo un fenomenal cambio histórico en Argentina. Gobernó menos de dos años, tuvo cierta iniciativa durante sus primeros meses y luego, cometió errores básicos de gestión, incluso comunicacionales, a pesar de jactarse de conformar un “gran equipo” de ex CEOs de empresas privadas, exaltando el pragmatismo más elocuente por encima de las ideologías. Sin embargo, no importaron las promesas incumplidas, tampoco los déficits de gestión. Su “gurú”, el ecuatoriano Durán Barba, a quien ya nos hemos referido en estas mismas columnas hace un tiempo atrás, aconsejó a fines del año pasado, sobre la base de sus estudios en grupos focales, una confrontación discursiva polarizante con el pasado más reciente, es decir, los 12 años de la década kirchnerista y su candidata, la ex Presidente, Cristina Fernández (CFK). Si era necesario ralentizar adrede la gigantesca agenda transformacional que exige la Argentina, había que hacerlo, en función de la búsqueda de poder electoral indispensable para asegurar gobernabilidad.

No pocos medios de comunicación, formando parte del llamado “círculo rojo”, criticaron estas decisiones estratégicas porque le consumían al gobierno, una energía que bien pudo haber acumulado e invertido precisamente, en gobernar. No lo hizo, insistió en esa fórmula electoralista, acompañada por dos grandes aportes: la maquinaria de timbreo masivo de los funcionarios y empleados en cada rincón del país, con una planificación exhaustiva diseñada por “los Marcos Peña´s boys” y cierta sensiblería mostrada en los últimos días de campaña, por candidatas femeninas, como la diputada nacional chaqueña Elisa Carrió y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

En las primarias del domingo 13 de agosto de 2017, una suerte de encuesta previa a la elección legislativa de medio término de octubre próximo, mal no le ha ido: venció en el promedio nacional (36 %), encabezó en 10 Provincias (incluyendo las pequeñas en superficie pero simbólicamente relevantes Santa Cruz, el bastión histórico cuasi feudal del kirchnerismo y San Luis, la “fortaleza hasta ayer invicta, de la familia Rodríguez Saá), probó ser una vez más exitoso -prácticamente no ha perdido desde hace una década-, pero sobre todo, en la Provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo apostaba sus últimas fichas de supervivencia, ungiendo a CFK como senadora nacional, le pudo arrancar un empate técnico, con final de “bandera verde” televisiva, cuando una semana atrás, las encuestas le pronosticaban una derrota por 5 puntos.

Continúe leyendo

HACE UNA DECADA: NIEVE EN ARGENTINA

Para generaciones enteras de argentinos, fenómenos trágicos o cataclismos como guerras continentales, volcanes, terremotos, tsunamis y hasta tormentas de nieve o arena, son más que improbables o inexistentes a lo largo de sus vidas. Pueden no serlo para europeos, para americanos del norte, incluso para latinoamericanos como los vecinos chilenos y peruanos, pero no para los argentinos.

Clima templado en la mayor parte del territorio nacional, geografía de llanura, recorrida por ríos, lagos y lagunas, bordes costeros de mares, sólo las zonas montañosas, lindantes al oeste con Chile o o al norte con Bolivia, es decir, sólo los habitantes del norte, oeste y sur del país, pueden sufrir algunos de aquellos fenómenos climáticos o geológicos., aunque tampoco con la misma intensidad o duración.

Por eso, y en el marco de un cambio climático innegable, aún cuando sean discutibles las causas. sorprendió sobremanera la nevada sobre buena parte del territorio argentino, incluyendo la llanura, el día lunes 9 de julio de 2007, hace exactamente una década.

Continúe leyendo

JUNIO: UN MES SIEMPRE ESPECIAL PARA LOS ARGENTINOS

El sexto mes del año tiene un significado particular para los argentinos. no porque sea el de su independencia, que es en cada julio o el de su tan especial “revolución” que no lo fue, en cada mayo. En cambio, junio es el mes de su Bandera celeste y blanca, la misma del color del cielo, aunque no porque haya sido izada en algún  junio del siglo XIX, si no, en honor a su creador, Manuel Belgrano. Este fue un versátil político, abogado y militar, quien murió un día 20, de este mes, pero del año 1820, en una jornada muy especial, donde llegaron a coexistir tres gobernadores en la región más importante del país, que se acababa de independizar de España pero que ya empezaba a mostrar un desorden crónico.

No obstante, junio también es un mes de Mundiales de fútbol, cada cuatro años, y desde 1974, ininterrumpidamente, casi como si fuera una liturgia más importante que la católica, los argentinos se ubican en las pantallas de sus televisores y ven los partidos de su Selección clasificada a los 11 que han habido en diferentes países del mundo desde aquél año. También cientos de miles, los que pueden, por sus ingresos económicos, suelen viajar a las diferentes sedes de cada Mundial, en cualquiera de los continentes donde se haya jugado. Es que en 4 (cuatro) de esos 11 (once) torneos ecuménicos, Argentina fue protagonista especial: ganó en 2 (1978 en su casa y 1986 en México) y fue subcampeona en otros 2 (1990 en Italia y 2014 en Brasil).

Continúe leyendo

DURAN BARBA: UN GURU DE LA POLITICA POSTHUMANA

Es ecuatoriano pero no creo que coincida con la “Revolución Ciudadana” del ex Presidente de su país, Rafael Correa. Fue alumno del filósofo y teólogo mendocino -naturalizado mexicano- Enrique Domingo Dussel Ambrosini, en la Universidad Nacional de Cuyo, pero tampoco creo que éste, gran teórico del neoindigenismo latinoamericano, fundamento del llamado “giro a la izquierda” que empezó en 1998 con el militar venezolano Hugo Chávez Frías. Se formó profesionalmente en la Fundación Bariloche aprendiendo del recientemente extinto sociólogo Manuel Mora y Araujo, quien lo admiraba por su minuciosidad y detallismo en el estudio de la opinión pública, vía encuestas y “focus groups” diarios, pero tampoco creo que Mora hoy si viviese, admitiese algunas de sus conclusiones que defiende con firmeza. Durán Barba ya no es el mismo “ancianito de 18 años”, que creía en “la marcha peronista”, en el liderazgo de Perón o la “Revolución Cubana”.

Por ejemplo, Durán Barba cree que no hay verdades en esta sociedad líquida y postmoderna, pero que se puede estudiar exhaustivamente la opinión pública para detectar qué piensa, qué siente y qué vota. Tampoco cree en el llamado “círculo rojo”, es decir, lo que piensan, sienten y expresan los políticos, los intelectuales, los periodistas, los empresarios, los sindicalistas, de decir, todos los viven politizados o interesados en la política: no más del 20 % de la población. El se interesa por el restante 80 %, aquellos que son decisivos pero que muestran ningún conocimiento o absoluta apatía por la política. Para saber su comportamiento, se obsesiona con estudiar sus actitudes, sus creencias y sus interpretaciones respecto a la comunicación verbal y no verbal de los políticos. Finalmente, en este mundo posthumano, tal como lo describía el neohegeliano Fukuyama, a fines de los ochenta, las ideologías han muerto porque la revolución tecnológica nos conduce inexorablemente a la robótica y a la inmortalidad en el 2080. En este contexto, destaca el liderazgo “de la nueva época” de los Macri, Macron y, Trudeau  versus el sesgo un tanto primitivo de Trump, aunque también, como aquellos, sustentado en el poder de las redes sociales.

No me cierran varias de las hipótesis de Durán Barba, alguien al que difícilmente me imagino, lograr algún respeto por parte de la academia universitaria, pro que se jacta orgulloso de dictar cátedras en la George Washington University, leer y escribir muchísimo y hasta encerrarse meses y meses sólo para publicar por ejemplo, su último libro, donde discute si la política es un arte, un mito o una ciencia, tras 4 décadas de trabajo profesional.

Entre otras hipótesis que esboza, dudo de aquella por la que subraya que la gente hoy, precisamente, por la revolución de las telecomunicaciones que estamos viviendo, es “independiente”, a menos que, “nos introduzcamos en sus vidas y gravitemos de alguna forma en las mismas”. Allí, en esa última frase, tal vez, se resuma mi desconfianza: quizás, como nunca antes, se cuenta hoy con mucha tecnología para manipular a la gente y orientarla como zombie, a pensar en esto o aquello. Por lo que me permito dudar entonces, de la supuesta independencia de criterios de la opinión pública, más allá de la confianza de Durán Barba, el mismo que dice “no creer en nadie”, excepto en Yuval Noah Harari (el autor de “Homo Deus”) y Ray Kurzweil, el gurú de la “singularidad”.

Es que en este mundo que reivindica tanto el gurú ecuatoriano, el mismo de la “Big Data”, la omnipresencia de Google, donde uno busca sólo lo que le interesa y la postverdad, la manipulación de las masas, supuestamente en “el reino de la singularidad”, está al alcance de las manos de quienes gobiernan y sus adláteres.

ANDRES PERCIVALE: OTRO PERIODISMO

En algún momento de mi vida, cuando estaba en cuarto año del secundario, en el Colegio Sagrado Corazón de Rosario, dudé acerca de seguir la carrera de Periodismo en la UNLP. Una experiencia como pasante en febrero de 1982, en el desaparecido Diario “La Tribuna” en Rosario, me terminó por desalentar pero me parece oportuno recordar las razones por las que me había entusiasmado durante mi adolescencia por dicha carrera.

Desde pequeño, había crecido viendo en la televisión, las notas periodísticas de un joven, un tal Andrés Percivale en Canal 13, como corresponsal de guerra en la guerra de Vietnam. Varios años más tarde, conduciría el noticiero del mismo canal. Tanto Percivale como su compañera de viajes, Mónica Mihanovich (luego Cahen D´Anvers), con su exitoso programa nocturno, llamado “Mónica Presenta”, recorriendo el mundo, me inspiraban al ver cronistas que hablaban un perfecto inglés y hasta el idioma francés, permitiéndonos conocer otras realidades e historias de vida. Desde este rincón tan lejano del mundo, periodistas de semejante talla podían influir sobre mi cabeza inquieta y voladora, así como seguramente el de muchos más. En ellos, había audacia pero sobre todo, una enorme riqueza de contenido cultural.

Continúe leyendo

TRIBUTO A MANUEL MORA Y ARAUJO

Tal vez, la respete a la Sociología -la disciplina que eligió estudiar mi hija-, gracias a Alexis de Tocqueville y a dos argentinos, José Luis de Imaz y Manuel Mora y Araujo. Pero de éste, que nos acaba de dejar a sus 79 años de vida, rescato otras virtudes y creencias que me legó apenas lo conocí en los años ochenta, más exactamente en 1984, cuando vino por primera vez a Rosario, traído por la Fundación Libertad. He aquí el detalle.

En los años sesenta, Mora y Araujo, quien se desempeñaba en la Fundación Bariloche, era un sociólogo marxista, que creía en la teoría de la dependencia de Cardoso y Faletto pero cuando viajó a Inglaterra junto a los historiadores Ezequiel Gallo y Oscar Cornblit, su mirada intelectual cambió rotundamente. Allí, en Sussex, conoció al genial epistemólogo austríaco Karl Popper y también a Friedrich Von Hayek y eso llevó a los tres a modificar sus miradas históricas y sociológicas de manera completa.

Cuando retornó a la Argentina, le tocó explicar en un brillante artículo publicado en la Revista “Desarrollo Económico” del IDES de 1982, por qué nuestro país era un “modelo” de anormalidad de postguerra: el famoso ciclo político argentino de más de 5 décadas, donde los civiles fracasaban pero también lo hacían los militares, a diferencia de otros casos postautoritarios exitosos como Corea del Sur, Taiwan y Chile. El “fracaso” era una sociedad improductiva, con una inflación alta y crónica y una inestabilidad política estructural, donde la típica explicación del antagonismo peronismo-antiperonismo ya no tenía validez, tampoco la responsabilidad exclusiva del llamado populismo (versus los militars supuestamente proliberales y oligárquicos) pero menos la poseían otras miradas, como la propia de Mora en su juventud, es decir, la dependencia de terceras potencias. La variable institucional era “la madre de todas las explicaciones” según Mora, apoyándose nada más ni nada menos, que en la sabiduría de la Ilustración Escocesa, que todavía hoy el 90 % de la intelectualidad social argentina ignora que existe.

Continúe leyendo

MUSEO JUAN MANUEL FANGIO EN BALCARCE (ARGENTINA)

Me quedé sorprendido cuando a fines de febrero de este año, sobre el final de la temporada estival, visitamos con mi novia Ekaterina, el Museo del Automóvil Juan Manuel Fangio en la pintoresca ciudad de Balcarce, “capital nacional de la papa”, en pleno corazón de la Pampa Húmeda bonaerense, a cuarenta minutos de Mar del Plata. No esperaba ver la magnitud de la exposición de tantos autos de variada gama y antigüedad pero tampoco, el buen cuidado de las instalaciones y las máquinas.

En Balcarce, nació Juan Manuel Fangio, el ex mecánico y piloto pentacampeón de Fórmula 1 (F1), por lo que, en vida, se dedicó a dejarle como legado a su ciudad, semejante valioso patrimonio histórico. La misma ciudad, que lo cobijó y en la que está enterrado, tras su muerte, a los 84 años de edad, el 17 de julio de 1995. Su Museo se empezó a planear en 1979 y se inauguró el 22 de noviembre de 1986, cuando recibió la visita de otros grandes ex pilotos colegas de Fangio, como Luigi Villoresi, Phil Hill, Jack Brabham, Maurice Trintignant, entre otros.

Aquí les presento algunas de las numerosas fotos que tomamos al interior del Museo.

El ingreso.

Continúe leyendo

COCINA RUSA (II): ENSALADA OLIVIER

En Argentina y no pocas regiones latinoamericanas, incluso las que no poseen diásporas rusas, como sí tiene nuestro país, se suele cocinar y comer la llamada “ensalada rusa”. Sin embargo, hay que reafirmar que ella no es tal, o, al menos, no es la original proveniente del gigantesco país eslavo.

En efecto, fue un cocinero ruso de origen franco-belga, Lucien Olivier (1838-1883), a quien puede considerarse como “el padre de la ensalada rusa”. Junto a un socio ruso, Yakov Pegov, abrió el restaurante “Hermitage” en pleno centro de Moscú, en 1864. Dedicado a la alta cocina francesa y con una decoración y servicio de lujo, el Hermitage se tornó famoso en el contexto de aristocracia moscovita. Allí, Olivier solía servir una ensalada hecha con carne cocida de pollo, perdiz o venado alternadas con capas de caviar, alcaparras y caldo en gelatina. Alrededor, llevaba colas de cangrejo y lengua de ternera, además de papas cocidas, huevos duros y pepinos, todo ello coronado por una mayonesa aderezada con mostaza y especias.

Al parecer, los clientes solían mezclarlo todo junto en el plato y el cocinero decidió servir la ensalada de ese modo, picada en trozos pequeños y con más salsa. Olivier se encerraba en un espacio especial de la cocina y nadie más tenía acceso cuando preparaba su ensalada. Se llevó el misterio de la receta -al menos, de una gran parte de ella- a la tumba porque falleció en 1883 y el restaurante se cerró en 1905.

De este modo, se hizo célebre tal comida en Rusia -sobre todo, incluso después que el propio Zar Alejandro II fue al Hermitage a probarla-, bajo el nombre popular de  “Ensalada Olivier” o en ruso, “Салат Оливье”.

Continúe leyendo