JUNIO: UN MES SIEMPRE ESPECIAL PARA LOS ARGENTINOS

El sexto mes del año tiene un significado particular para los argentinos. no porque sea el de su independencia, que es en cada julio o el de su tan especial “revolución” que no lo fue, en cada mayo. En cambio, junio es el mes de su Bandera celeste y blanca, la misma del color del cielo, aunque no porque haya sido izada en algún  junio del siglo XIX, si no, en honor a su creador, Manuel Belgrano. Este fue un versátil político, abogado y militar, quien murió un día 20, de este mes, pero del año 1820, en una jornada muy especial, donde llegaron a coexistir tres gobernadores en la región más importante del país, que se acababa de independizar de España pero que ya empezaba a mostrar un desorden crónico.

No obstante, junio también es un mes de Mundiales de fútbol, cada cuatro años, y desde 1974, ininterrumpidamente, casi como si fuera una liturgia más importante que la católica, los argentinos se ubican en las pantallas de sus televisores y ven los partidos de su Selección clasificada a los 11 que han habido en diferentes países del mundo desde aquél año. También cientos de miles, los que pueden, por sus ingresos económicos, suelen viajar a las diferentes sedes de cada Mundial, en cualquiera de los continentes donde se haya jugado. Es que en 4 (cuatro) de esos 11 (once) torneos ecuménicos, Argentina fue protagonista especial: ganó en 2 (1978 en su casa y 1986 en México) y fue subcampeona en otros 2 (1990 en Italia y 2014 en Brasil).

Tuve la suerte de vivir todos, incluso el que no jugamos, en México 1970, donde me deleitó ver por TV, a Pelé y el scratch brasileño, donde se destacaban Gerson, Tostao y Rivelino, entre otros y además, disfruté en persona, en vivo y en directo, el Mundial de 1978, particularmente, el partido que le permitió a la Selección disputar y ganar la final contra Holanda en el Estadio Monumental de River Plate, el domingo 25 de junio de ese año. Me refiero al tremendo 6 a 0 a Perú, en el Estadio de Rosario Central, en Rosario.

En este video, se pueden ver los 15 goles argentinos en ese Mundial de junio de 1978, con los relatos del gran locutor deportivo José María Muñoz y los comentarios de Dante Zavatarelli. De esos 15, alguien con quien cené gracias a mi padre, en Rosario, en 1974, Mario Alberto Kempes, oriundo de la pequeña ciudad cordobesa de Bell Ville, cuna de las fábricas nacionales de pelotas de fútbol, ciertamente amenazadas por la importación de Pakistán y otros países asiáticos, fue el goleador del certamen, con 6 tantos.

Nacido en un barrio muy pobre de la ciudad de Buenos Aires, Villa Fiorito,  endiosado y odiado por igual, Diego Armando Maradona es la figura excelsa, más famosa a nivel global e histórico en el fútbol argentino: por su talento, por sus goles, por sus logros, por su carisma y su vida tan desordenada (obesidad, drogas, amoríos, amistades “peligrosas”, afinidades políticas).

He aquí su gol más recordado, el “Mejor Gol de la Historia” contra los ingleses, con toda la carga emocional que eso conllevó -y conlleva- para los argentinos, a raíz de la Guerra perdida de Malvinas, cuatro años antes, un 22 de junio de 1986,  en el Mundial de México, donde Argentina recibiría la segunda Copa de su historia. El relato, por cierto, emotivo al extremo, le pertenece al relator uruguayo Víctor Hugo Morales, quien inmortalizó dicho gol, como “el barrilete cósmico”.

Maradona fue también, aún lesionado, artífice del triunfo argentino más recordado y festejado en un Mundial, contra el archirrival Brasil, el  24 de junio pero de 1990 en Turín (Torino, en italiano). Los “verdeamarelhos” fueron absolutos dominadores del partido contra una limitada Selección nacional pero ésta logró convertir en un contraataque formidable urdido por el genio del fútbol mundial y ejcutado por el “Pájaro” -por su velocidad, Claudio Paul Caniggia. La imagen del arquero brasileño Taffarel arrodillado a sus pies o los hinchas brasileños llorando en las gradas del estadio turinés, provocaron un éxtasis inigualable en los fanáticos argentinos, que festejaron tanto ese triunfo como si equivaliese a la conquista del máximo trofeo.

En junio, asimismo, nacieron dos de las tres grandes estrellas del fútbol argentino más reciente: Lionel Messi y Juan Román Riquelme, casualmente -o no tanto-, el mismo día, otro 24, aunque en años diferentes, 1987 y 1978, respectivamente.  Mientras Messi acaba de cumplir 30 años y le quedan tal vez, un par de Mundiales por jugar, sobre todo, si clasificamos para el de Rusia el año próximo, algo que todavía debe confirmarse, Riquelme ya es un jugador retirado, sin demasiados éxitos nacionales en su carrera, excepto los títulos (incluso internacionales) que logró con su club de origen, Boca Juniors.

El 16 de junio de 2006, en el Mundial de Alemania, Argentina humilló a Serbia y Montenegro -en ese momento, aún unidas- y Riquelme -en la cumbre de su juego-  jugó junto a Messi -era su segundo Mundial-, con Maradona en las tribunas, alentando a ambos, en uno de los mejores y más vistosos partidos que yo le haya visto a la Selección Nacional, la misma que terminaría sexta en el certamen, tras haber sido eliminada en polémicos penales con el propio combinado germánico, a la postre, tercero.

Párrafo aparte para la organización -o desorganización- del propio fútbol argentino. Este es un reflejo de un cúmulo de décadas de improvisación, con clubes empobrecidos, pero dirigentes millonarios como el ex ferretero Julio Humberto Grondona o los ex camioneros Hugo Moyano o Claudio “Chiqui” Tapia -lo cual revela la elevada e histórica movilidad social del país-; con una gran corrupción sedimentada; con un enorme desinterés por las divisiones inferiores (desde 2007, Argentina ya no logra títulos mundiales en esa categoría); con torneos mal organizados; con la violencia de “barrabravas” (“hooligans” vernáculos), protegidos por el poder político; con regulaciones para contrarrestar esa misma violencia realmente absurdas, como prohibir el ingreso de hinchas visitantes a los estadios; con infraestructura poco moderna pero sobreutilizada y, podríamos continuar. Sin embargo, de ese mismo fútbol, parece mentira que Argentina, un país que se ha ido empobreciendo a lo largo de décadas, siga produciendo y exportando jugadores a todo el mundo, no sólo a las mayores ligas europeas sino al resto del mundo. Tal vez, sea una de las industrias “sin chimeneas” más productivas y superavitarias del país en relación al orden global. Un verdadero “milagro”.

Ahora bien, por qué son tan importantes los Mundiales de fútbol para los argentinos? Por qué en un pueblo donde a pesar de la homogeneidad racial, lingüística y religiosa, cuesta tanto construir consensos o acuerdos sobre cuestiones básicas, el fútbol obra como un galvanizador, un unificador de todos y todas? Cuál es la razón de que se festeje, grite y llore en las plazas y parques, cada triunfo o logro y se vea a miles y millones de argentinos, sin distinción de clases, eufóricos y mancomunados como nunca a lo largo de años? Puede un deporte algo banal, como el fútbol precisamente, convertido en otro “negocio” global, lograr que multitudes enarbolen o lleven orgullosas sus banderas celestes y blancas, como en ninguna otra oportunidad convocante? Es más, puede el fútbol lograr en los argentinos, lo que no logran otras actividades en la vida de ellos mismos, como el propio sexo diario o semanal? Porque en los videos, Ustedes mismos habrán comprobado cómo los argentinos, siempre tangueros,  lloran y hasta manifiestan tener verdaderos “orgasmos” mentales en cada celebración o cada éxito deportivo obtenido.

Son quizás, preguntas sin respuestas aunque tal vez, las tengan sociólogos, psicólogos sociales o antropólogos. De lo que sí estoy seguro, es que aun no siendo nacionalista, en las ocasiones que me tocó festejar, pude formar parte de esa marea colectiva de emoción extrema y a todo ello, para que el mundo la conozca, hoy le rindo mi pequeño homenaje.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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