Saliendo de Sao Paulo, se puede visualizar hacia los costados de la rodovia, tanto los morros como la enorme superficie verde y con una selva que va apareciendo.
Es interesante observar también toda la infraestructura caminera, puentes y túneles que conectan cada una de las ciudades brasileñas.
Estas son imágenes de la BR-050 que vincula la capital paulista con el gran puerto y ciudad industrial de Santos (433.000 habitantes), donde nació, debutó, jugó y se consagró Pelé (también la famosa dupla futbolera más reciente de Diego y Robinho). Son unos 80 kilómetros de distancia entre ambas ciudades.
Pero nuestro objetivo no era introducirnos en el caos de otra Porto Alegre, otra urbe industrial, con petroquímica y un puerto de poca belleza, aunque el más grande de América del Sur, si no, llegar rápidamente a la primera gran playa del Estado de Sao Paulo, la isla de Guarujá.
Guarujá es la ciudad principal de la Isla de Santo Amaro, la tercera mayor isla del Estado de Sao Paulo, considerada un balneario de más de 300.000 habitantes, que tuvo su momento dorado en los años setenta y ochenta pero que después tuvo un momento de cierta declinación a partir de la escasa infraestructura en proporción al descontrol demográfico que vivió. Hoy, se ha recuperado aunque ya no cuenta con el suficiente esplendor ante otros balnearios de la llamada “Costa Verde”.
Dejando Guarujá, se puede tomar la Ruta interbalnearia, la Rodovia Rio-Santos, la BR-101 para ir avanzando hacia el norte, siempre dentro del Estado de Sao Paulo. Estamos en plena “mata atlántica”, el bosque atlántico neotropical, que llega hasta el norte brasileño, cuando se enlaza con la selva amazónica. Allí vive el 70 % de la población brasileña total.
El primer punto destacado, es Bertioga (57.000 habitantes) y a 40 km, Boracéia (4.000 habitantes). En 1979, el “Doctor Muerte”, Josef Mengele, el médico genocida alemán y nazi, estuvo oculto en Bertioga, donde murió mientras nadaba en el mar.
Más allá, a otros 30 km., se encuentra la Praia de Juqueí (Juquehy), un balneario más bien, demasiado publicitado, según mi gusto, una pequeña villa de 5.500 habitantes con una vida nocturna familiar, más parecida a Mar Azul o Mar de las Pampas, en el litoral atlántico argentino. Maresias e Ilha Velha completan el grupo de balnearios destacados sobre esa región de influencia de Sao Sebastiao.
Llegamos así a Caraguatatuba, una ciudad muy moderna, que ha crecido mucho en los últimos años, situada en la Bahía del mismo nombre. Con una población de 111.000 habitantes, disfrutando sus 17 praias, esta urbe cuenta con una buena cantidad de bancos, supermercados y comercios en general, con una vida nocturna bastante signficativa. En 1967, vivió una catástrofe climática, producto de las abundantes lluvias continuas, que provocaron deslizamientos de lodo, generando más de 400 muertos, heridos y daños materiales.
Todo es relax en Brasil, “el templo del ocio”. Las nubes blancas y densas confundiéndose con los morros y el mar, éste y su tranquilidad más calidez, tanta que puede llover y los turistas gozar del mismo, porque no se siente ninguna sensación de frío. Hasta los brasileños entran al mar acompañados de una latita de cerveza Skol, que los acompaña, según parece, hasta cuando concurren al baño.
Hasta ellos se sienten como en su casa.
Seguimos viaje y nos fuimos aproximando a Angra dos Reis. A 26 kilómetros, siempre por la costa y por la BR-101, Ubatuba (87.000 habitantes), incluyendo a praias como Maranduba, Vermelha y Perequé, conforman una muy rica costa en naturaleza y mar, además de Prumirim y Picinguaba, algo más al norte.
Luego, ya con Paraty y Angra dos Reis, entraremos en el Estado de Rio de Janeiro, pero ello se los contaré en otra entrega.
