EL MORUMBI NO TE MATO, COLON!!!

Fue una hazaña. Pero tal como lo planteó de manera realista e inteligente, conciente de nuestras limitaciones, Eduardo Domínguez -se nota el sello de su yerno Carlos Bianchi-, el libreto para neutralizar a un Sao Paulo (SPFC) más peligroso, se cumplió a la perfección por la enorme concentración y disciplina de los jugadores “sabaleros” -Colón fue astuto hasta en algunas jugadas puntuales como el choque entre el capitán Guillermo Ortiz y Diego Souza-.

Podíamos ir ganando ya en el primer tiempo, con la gran oportunidad que desperdició debajo del arco, el debutante Erik Godoy, pero luego en el segundo, la cancha se inclinó hacia el lado paulista y sufrimos algunos revolcones y hasta el travesaño lo salvó a Burián de una indecisión propia en plena área chica. Después, el zapatazo de Fritzler que se desvió en la espalda de Hudson, “abrió el placard” para que ya ningún tricolor pudiera empatar hasta el final. Así se consumió la victoria más importante en la historia de Colón de Santa Fe, equiparable o incluso superior a la lograda con el Santos de Pelé, terminando con dos invictos: el reciente de 11 partidos del Sao Paulo del uruguayo  Diego Aguirre en el Morumbí (35.000 torcedores contra 5.000 santafesinos) y el más lejano, de 30 contra equipos argentinos que nunca le ganaron en cancha (sí por penales). El 16 vendrá la revancha pero esta alegría será recordada para siempre por el pueblo colonista.

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MI GRAN PASION FUTBOLERA: COLON DE SANTA FE (I)

Santa Fe de la Veracruz. Tenía 6 años y mi papá me llevó por primera vez a una cancha de fútbol, “aupado” en sus brazos, para ver un partido. Paradójicamente, era la cancha de Unión, el archirrival de nuestro amado club, Colón, el querido “sabalero” -por la tradicional pesca de los sábalos, de nuestros hinchas pioneros, en el Río Salado, aledaño a nuestro Estadio Brigadier General Estanislao López, en pleno Barrio Centenario-. Jugaban entre sí y con otros equipos de hoy B Metropolitana (Ferro Carril Oeste, Los Andes, Atlanta, Banfield y los dos rosarinos, entre otros), un torneo reducido que se llamaba Reclasificatorio, para lograr permanecer en la Primera División o descender a la segunda. Colón pudo salvar la categoría aunque yo no recuerde hasta el día de hoy, el resultado de aquel primer partido, porque mi mente al respecto, es borrosa. Pero lo que no me olvido, es que a partir de ahí, mi amor por los colores rojinegros o “sangre y luto” de mi querido club, juegue donde juegue, permanecería inalterable.

No sabía que seguirían décadas de muchas alegrías y también, no pocas y profundas tristezas, pero lo cierto es que, mirando la historia del club en toda su perspectiva, a lo largo de 113 años recién cumplidos el 5 de mayo pasado, tuve la fortuna de vivir los 53 más lindos y honorables del club. Además, como me quedan varios años más de vida, no descarto que viva los mejores por venir. Grande sería mi felicidad si alguna vez, lo viera salir campeón -ya lo vi subcampeón en 1997 y el año 2000-.

El objetivo de esta semblanza, es mostrarles a Uds., los mejores momentos, los más intensos, gratos e ingratos que me tocó vivir con Colón. Tal vez, los más jóvenes puedan extraer como conclusión, la intensidad de este sentimiento deportivo: por qué depara tanto, el cariño por un club de fútbol en un país como Argentina. Como dice un pasaje de la película “El secreto de sus ojos, uno de los protagonistas, fanático de Racing de Avellaneda, expresaba que “uno puede cambiar de todo en la vida pero jamás de una pasión futbolera”. Sin llegar a ese extremo, obviamente que haber recorrido lugares como Rosario, Pergamino, Campana, Buenos Aires, acompañando a Colón, demuestra una fidelidad especial a dicha intitución centenaria.

Vamos a los recuerdos entonces.

Sin mucho por destacar de los años 60. Era pequeño y salvo ese Reclasificatorio, no recuerdo ni la exitosa campaña de campeón del ascenso en 1965 -con el uruguayo José “Pepe” Echegoyen como técnico (fallecido en 2004, a los 77 años de edad-, ni el proceso anterior como el inmediato posterior, excepto las menciones de nombres de grandes jugadores como los hermanos morenos -uruguayos- Orlando y Gisleno Medina, el puntero derecho, el rubio Juan Carlos Mottura (18 goles en 70 partidos y autor de un gol decisivo contra Unión, subido al alambrado y llevado en andas por los hinchas, un 1 de noviembre de 1970), otro puntero, Agustín “Mencho” Balbuena -quien luego  triunfaría en un Independiente campeón intercontinental-, el centrodelantero -luego campeón en Newell´s, Alfredo Domingo “Mono” Obberti, el “Negro” José Luis Córdoba, un 10 talentoso (22 goles en 128 partidos), el defensor Jorge Omar Sanitá, los mediocampistas Carlos Colman, Raúl Poncio, el rosarino José Omar “Pato” Pastoriza -un verdadero caudillo que también triunfaría en Independiente, falleciendo en 2004 a los 62 años de edad- y  Néstor Borgogno (23 goles en 81 partidos), los arqueros Luis Angel Tremonti y el luego consagrado en Estudiantes de La Plata y ya fallecido en Grecia en 2005, a los 66 años de edad, Néstor Martín Errea, entre otros.

 

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