ENTREVISTA SOBRE LA GUERRA DE UCRANIA (TV VENEZOLANA)

En VIVOplay, con la periodista AnaVirginia Escobar, el martes 22 de febrero pasado, donde desestimé la posibilidad de una invasión de Rusia a territorio ucraniano. Dos días más tarde, los hechos no me darían la razón, aunqueuna operación que durase poco tiempo, podría sí desmentirme en cuanto a la eficacia de la misma. Estamos viviendo horas dramáticas al respecto.

CONVERSATORIO SOBRE LA INVASION RUSA A UCRANIA

Organizado por la agrupación estudiantil Franja Morada, de las Facultades de RRII de la UNR como de la UNICEN. ésta es la síntesis que me preparó gentilmente Fabián Cruz para su Radio Antorchas.

SOBRE RUSIA Y UCRANIA

Invitados por la Fundación Internacional Bases y su Presidente, Federico Fernández, compartimos un panel con Lars-André Richter, Director de la Fundación Naumann en Argentina, acerca de las presentes graves tensiones entre Ucrania y la Federación Rusa. Richter brindó el punto de vista alemán sobre el conflicto mientras quien suscribe, expuso el ruso.

SOBRE RUSIA

Fabián Cruz, de Radio Antorchas, me hizo recientemente este reportaje informal y ameno sobre la Rusia postsoviética reciente, sobre todo, en la era Putin.

Muchas gracias Fabián.

TREINTA AÑOS DESPUES

Se acaban de cumplir 30 años de la caída del Imperio Soviético aunque también ayer, por ejemplo, se cumplió un nuevo aniversario de su nacimiento: el 30 de diciembre del año 1922, se creó la URSS.

Cabe recordar que, al nacer, la URSS sóla, poseía cuatro repúblicas socialistas soviéticas, formadas directamente tras la Revolución de Octubre. Siguió expandiéndose hasta tener 15 repúblicas en 1940, ocupando una superficie de 22.402.200 kilómetros cuadrados. Contaría con más de 150 etnias y una población total de 293 millones de habitantes hasta 1991, siendo superada únicamente por China e India.

La URSS dejó de existir en 1991, cuando Rusia, Bielorrusia y Ucrania declararon su disolución y fue reemplazada por la Coalición de Estados Independientes (CEI), de efímero protagonismo.

Esa caida merece una serie de reflexiones, que podemos clasificar en términos psicosociales de “tragedia”, filosóficos de “reflexión identitaria” y finalmente proyectivos, de “balance y perspectivas”.

La caída como tragedia

En efecto, para la población rusa, la caída de la URSS primeramente, fue un “shock”, dado su carácter imprevisto y tumultuoso, rompiendo abruptamente con una socialización que permeó a generaciones enteras. Quien haya visto la película alemana “Goodbye Lenin” podrá imaginar la magnitud de ese golpe letal en la cabeza de millones de rusos.

Segundo, transmitió una evidente sensación de “fracaso”, dado que se percibió como nunca antes, la colosal magnitud de un esfuerzo colectivo, ya sin destino alguno. El regreso masivo de un humillado Ejército Rojo, aunque sin perder batalla alguna y la orfandad rusa entre las ex repúblicas que una tras otra se irían desbandando de la vieja unión, fueron los indicadores más evidentes de tal frustración.

En tercer lugar, un sentimiento de “traición”. Precisamente, el colapso soviético fue visto en diferentes planos, por ejemplo, “hacia afuera”, como el corolario de promesas incumplidas por parte de “Occidente” a Gorbachov (por la expansión de la OTAN hacia el este europeo); “hacia adentro”, por el oportunismo de Yeltsin a expensas de “Gorby”. El fin detonó todo tipo de deslealtades aunque hoy, a nivel de la opinión pública rusa, se crea que el héroe occidental de la culminación de la Guerra Fría, es el máximo traidor: el propio ex Secretario General del PCUS, el reformista Mikhail Gorbachov.

En cuarto término, más bien performativo, la caída fue una transición costosa y sin perspectiva alguna de éxito. Sólo los rusos saben la cantidad de capital humano que perdieron luego de 1991, es decir, una enorme migración masiva de gente, que se suma a las otras existentes durante el “socialismo real”, cuando no, las matanzas y la II Guerra. Agreguemos a ello, la enorme brecha de desigualdad social que se heredó de la era soviética y ahora agudizó.

El debate inconcluso

Pero claro, mientras predominaban la anarquía, el saqueo y la amenaza de separatismo de la era Yeltsin -“amigo” de EEUU-, con la expansión de la UE y OTAN hacia el este, los rusos quisieron recuperar el tiempo perdido, al menos desde el plano existencial. Hubo una enorme discusión identitaria acerca de “qué es Rusia”, algo que había sido interrumpido tras la Revolución Bolchevique. En un vasto país, donde la trayectoria histórica y la especificidad signada por la naturaleza y la tierra -la más extensa del mundo- marcan a fuego lo que es el carácter (o alma) de tal pueblo, el antagonismo entre eslavófilos versus occidentalistas volvía a emerger con fuerza inusitada. Se trataba de analizar y descifrar cómo encarar la globalización y por lo tanto, aparecían tres formas de mirar esa inserción: a) occidentalista (atlanticista-liberal); b) civilizacionista (eurasianista) y 3) nacionalista moderada (luego, putinista). Tras un breve “romance” con la primera (1992-1996), la elite rusa viraría, decepcionada con “Occidente”, hacia las opciones b) y sobre todo, c).

Plena expansión occidental (1992-2000)

Los noventa no podían ser peores para Rusia. Casi todos los Estados de Europa Oriental usaron como “chivo expiatorio” a la URSS para superar sus crisis identitarias, convirtiendo a Rusia, en una suerte de “paria” culposa por aquella herencia. Todos urgieron la necesidad de ingresar a la UE y a la OTAN, como si fueran la solución mágica a todos sus problemas históricos. En la propia Ucrania, en el referéndum crimeano, se votó mayoritariamente por mantenerse bajo jurisdicción de Kiev. En la larga crisis (europea) de los Balcanes, EEUU y la OTAN decidieron unilateralmente el destino de la región, a expensas de una Rusia destratada y hasta humillada. Como si todo ello fuera poco, la crisis financiera de 1998, les sirvió a los rusos para comprender que “Occidente nos presta para someternos pero no invierte lo prometido”. Mientras tanto, Rusia vivió cerca del infierno separatista (por Chechenia), una democracia presidida por un Presidente alcohólico y mafias que dirimían sus pleitos, en plena “democracia liberal” a plena luz del día, regando de sangre, las calles de Moscú y San Petersburgo.

La recuperación (2000 en adelante)

Al inicio del nuevo milenio, nadie podía imaginar que Rusia viviría otra etapa diametralmente diferente, tras la sensación de caos del período Yeltsin. Un cúmulo de factores contingenciales ayudó a que esto ocurriera. Los hubo institucionales como el mérito de la supervivencia de la ex KGB (FSB) -al menos, un poder organizado emergió para reencarrilar al país, sin entrar en valoraciones morales- y el peso de la Iglesia Cristiano-Ortodoxa, que pudo compensar o reequilibrar la forma y estilo de capitalismo que imperó en la Rusia postsoviética.

Lo hubo también político-personales. Nada de lo que pasó post 2000, puede explicarse sin la afortunada elección del “delfín” de Yeltsin:  Vladimir Putin. Su concepción de orden, luego legitimada a nivel externo, a partir del 11S de 2001, con “la guerra contra el terrorismo”, le daría un plus agregado a su popularidad doméstica. Pero económicamente, el “boom” de las “commodities” explicaría en gran medida, la reconstrucción rusa postsoviética.

Balance y perspectivas

Observándolo desde la culminación de 2021 e inicios de 2022, el fin de la URSS fue pacífico. Hubo improvisación pero el destino ruso quedó a salvo. No siguió la trayectoria de disgregación yugoslava.

Tampoco hubo réplicas ni mayor agresividad. Los episodios de Georgia (2008) y Ucrania (2014 en adelante), fueron la excepción, no la regla. La política exterior rusa fue casi siempre reactiva, a la defensiva,  no imperialista ni agresiva. Rusia toleró la expansión de la OTAN sin disparar un sólo tiro.

La convivencia con Europa está garantizada. Se trata de un mix especial de tensiones, negocios y turismo, pero esa misma interdependencia es el mayor reaseguro para que no vuelvan las guerras, a menos que haya un error de Kiev o Tbilisi.

Rusia no se permitió recorrer el camino de Alemania (desarrollo), pero tampoco el de China. La paz social fue privilegiada a rajatabla. Su propio camino apenas la puede depositar en el destino portugués. Pero Rusia es inmensa y no puede tampoco llegar allí. Buscará el desarrollo aplicando la Doctrina Sinatra: “a su manera” y, a pesar de Greenpeace, explotando el Artico, sobre todo, si continúa la tendencia al cambio climático.

Hay un mix social y moral que conforma a los rusos: no se trata de invocar ni exaltar la decadencia europea ni el carácter retrógrado de cierto Islam. La prioridad es la sacrosanta especificidad rusa.

En el horizonte social ruso, hay tres claros peligros: el anquilosamiento o la esclerosis bajo el putinismo al estilo de lo que fuera el estalinismo, sobre todo, si es que Putin se erige en el “Zar electo” hasta 2036; hay una gran incertidumbre respecto al futuro y el rol de la juventud rusa, que por un lado, estalla por libertades en las calles pero también admira los valores de la milicia y el machismo patriarcal y, finalmente, existe el gran desafío de grandes reformas estructurales postergadas por impotencia.

PARALELISMO DE DOS PAISES QUE EMPIEZAN CON “A”

Me preguntan que asemeja y qué diferencia a #Argentina y #Austria?

En principio, los iguala la globalización y por lo pronto, la fecha de elecciones (en noviembre). Luego, hay varias distinciones. No sólo que el segundo está poblado originariamente por germanos (campesinos y conservadores) mientras el primero, por mestizos, aunque ambos tuvieron grandes oleadas de inmigrantes cuando mejor les fue: Austria, ahora, desarrollada, con un generoso Estado Benefactor, miembro de la #UE y la #OTAN, atractiva para sirios, afganos, kurdos, iraníes, balcánicos, africanos, etc.; Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando recibió el récord de 6 millones de inmigrantes, preferentemente europeos.

Hay otras singularidades, a pesar de que te podés encontrar en el bus, una joven argentina, mendocina, tatuada, con su pelo teñido de violeta. que hace más de un año, deambula por Austria, eso sí, acompañada por un valenciano, estudiando Anatomía Patológica (Medicina) y ahora intentando entrar en Ingeniería, aunque antes debe rendir el nivel básico de alemán. Argentina es en grande, como esa joven. Está perdida, sin brújula. Austria es ordenada, organizada, todo funciona, no hay ruidos en su capital (Viena), excepto alguna ambulancia, autobomba o coche policial persiguiendo drogadictos en la costa baja de los canales del #Danubio (Donau).

En Viena, la ciudad con mejor nivel de vida de #Europa, donde gobiernan los socialistas hace 102 años, invictos en todas las elecciones, todo está limpio, impecable, sin grito alguno, la sociedad es homogénea y obediente pero responsable, no hay pobres en las calles, excepto algunos borrachos noctámbulos aislados. Los únicos diferentes son los refugiados e inmigrantes recientes de la última década, cuando aprisionados en #Turquía y #Grecia, se fueron viniendo al norte, recalando masivamente aquí, porque es el paso previo -y más accesible- que #Alemania.

En este país de Europa Central, lindero y tan afín a esa primera potencia europea (Alemania), los políticos no son profesionales: tienen vocación de servicio, están encuadrados ideológica y partidariamente -hay disciplina en tal sentido-, sujetos a códigos especiales y como no deben vivir de la política, o del #Estado, o del dinero de los contribuyentes, las propias empresas, sobre todo, las de seguros, los emplean. Sí, aquí los políticos se dedican a vender seguros: no entran a los directorios de las compañías para hacer lobbying en favor de sus intereses.

Como ya hemos visto, en una entrega anterior, el Presidente Van Der Bellen, por ejemplo, pasea todas las mañanas por el #Arenbergpark como un jubilado más o, concurre a su trabajo, en metro.

Respecto a temas de la agenda política, en vísperas de elecciones, el gran problema de los últimos años, es que han proliferado las ayudas a los refugiados e inmigrantes iraquíes, afganos y sirios -los más cultos de todos, igual que los iraníes-, con sólo llenar formularios y obligarse a aprender el alemán. Ello ha despertado inquietud y rechazo por parte de la población austríaca autóctona pero también de los inmigrantes de los ochenta y noventa, quienes han pagado ya un “enorme derecho de piso”, razón por la cual se enrolan en las filas del #FPÖ (Partido de la #Libertad), el viejo partido de Jörg #Haider, uno de los primeros dirigentes derechistas que tuvo #Europa, trágicamente desaparecido en 2008, tras haber sido gobernador del Estado de #Carintia (vecino a #Eslovenia).

Tuvimos la suerte de asistir a uno de los primeros actos políticos del #FPÖ (Partido de la #Libertad), agrupación de derecha conservadora-liberal, tercera fuerza nacional detrás de los socialistas y la coalición gobernante democristiana (conservadora-popular)-ecologista (izquierda actual). Fue en un distrito alejado de la ciudad de Viena, el 22, llamado Donaustadt -donde naciera el gran futbolista austríaco (negro) David Alaba-, pero el tercero más importante por su nivel de ingresos. En un bar al aire libre, con la sombra de los árboles, en lugar de choripán y una Coca Cola, les daban a los asistentes, casi todos, de mediana edad, blancos nativos y canosos, la tradicional salchicha (picante, para mi gusto), en un pebete vienés y un jugo de manzana.

Los discursos de Angela Schütz -la nieta del gran sociólogo austríaco Alfred Schütz, discípulo de la Fenomenología de Hüsserl y ex compañero de estudios de Mises y Hayek- y el candidato a concejal Maximilian Krauss, incitaban a los aplausos de los presentes, sobre todo, cuando se proponía pagarles boleto de regreso a los últimos inmigrantes. Conste que este acto se desarrolló unos días antes de la caída de Kabul, capital de Afganistán, lo cual podría generar otra oleada humanitaria hacia estas tierras, de la magnitud que tuvieron los austríacos con la guerra de Balcanes en los noventa y la crisis siria en 2015.

Qué objeta particularmente -y con alguna razón- la derecha austríaca en relación a los refugiados? Que por ejemplo, los refugiados provenientes de Afganistán son trasladados en helicópteros o aviones de la Fuerza Aérea Austríaca, financiados con el dinero de los contribuyentes austríacos. Allí nace una segunda objeción: “quien abandona su hogar para estar cómodo en nuestro Seguro Social no necesita protección, sobre todo si luego visita su país para irse de vacaciones a casa”. Agrego yo, en función del carácter gregario o colectivista de sus entornos familiares, hasta son portadores irresponsables del virus Covid-19, cada vez que van y vienen de sus tierras natales, por ejemplo, los balcánicos.

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UN RINCON TRANQUILO Y PROSPERO DEL BALTICO: LITUANIA

El domingo pasado se desarrollaron las elecciones de primera vuelta en Lituania. Ganó un partido de centro-derecha (la Unión de la Patria Cristiana-Demócrata Lituana -HU/LCD-) sobre la oficialista Unión de los Agricultores y Verdes (LFGU), en una elección reñida entre ambos, pero bastante fragmentada entre las 15 restantes fuerzas. Todo ello, destinado a repartir los escaños en el Parlamento lituano (Seimas), supone una distribución de sus 141 bancas (71 por circunscripciones unipersonales y 7o por representación proporcional) de manera bastante pareja entre los diferentes bloques, incluyendo los socialdemócratas y socialistas varios. Estos quedaron afuera de la segunda vuelta, pero sus votos pueden ser decisivos para que Ingrida Simonyte, la candidata de la coalición que salió primera, puede ahora sí ser la nueva Primer Ministra, derrotando al actual, el independiente Saulius Skvernelis, en el ballotage programado para el domingo 25 de octubre.

Ex Ministra de Finanzas entre 2009 y 2012, Simonyte perdió el año pasado, la Presidencia del país a manos de Gitanas Nauseda, economista como ella y ex jefe de la filial lituana de un banco sueco. Entre ellos dos y el actual Primer Ministro que peligra en su cargo, se han repartido el liderazgo político de este pequeño país báltico que tienen grandes estándares educativos, incluso a nivel mundial, que es muy homogéneo culturalmente por la herencia soviética, es muy estable macroeconómicamente -lo que le permitirá superar en unas décadas a los países de Europa Meridional- y desde ya, tiene una muy equilibrada distribución de la riqueza, al nivel de los Estados nórdicos.

Atrás en el tiempo, quedaron la resistencia civil a un Imperio decadente como el soviético en 1989, bajo la novedosa “Cadena Báltica”, ese verdadero muro humano que enfrentó en agosto de 1989, la eventual represión del despertar nacionalista bajo dos figuras emblemáticas: Algirdas Brazauskas (1932-2010) y Vytautas Landsberghis. Luego, durante la recuperación rápida de la economía lituana, ya bajo un marco institucional democrático con una economía de mercado, ambos se alternaron en el poder. El primero, ingeniero civil y comunista devenido en socialista moderado, fue Presidente del país entre 1993 y 1998 y Primer Ministro, entre 2001 y 2006. El segundo (nacido el 18 de octubre de 1932) fue el fundador del movimiento nacionalista, llamado Sajudis, artífice de la independencia lituana y Presidente del país entre 1990 y 1992. Luego, este escritor, ajedrecista y profesor de piano, luterano nacido en la ciudad de Kaunas, fue diputado del Seimas entre 1996 y 2000 y desde 2004, miembro del Parlamento Europeo.

Claro, hablamos de una sociedad altamente calificada, donde una buena parte de ella, tiene título universitario. Ello le permite a este país junto con Letonia y Estonia, participar en Unión Europea, como un país de rango de desarrollo medio, aspirando a más. También integra la OTAN y allí asume una posición claramente antirrusa, junto con los polacos, agitando el fantasma de la agresividad del Kremlin. No es casual que haya recibido a la candidata bielorrusa opositora Svetlana Tikhanovskaya hace algunas semanas, incomodando una vez más a Moscú. Precisamente, en el terreno doméstico, Vilna se empeña en ser un peón molesto para Vladimir Putin, quedando al borde de la violación de la cláusula democrática de la UE, cuando eliminó el idioma ruso, como segunda opción en las escuelas, dañando los derechos a educarse de los hijos de los muchísimos rusos que se han quedado a vivir en Lituania, porque gozan de un mejor nivel de vida que en su propio país de origen. Ya tempranamente, en 1991, los lituanos descargaron su furia contra las estatuas soviéticas, condenándolas a un parque temático retirado, el Grutas Park, algo que muchos años después contagiaría a estonios y letones.

Ayer, Telma Luzzani me reporteó sobre las elecciones lituanas y este panorama económico y social general del pequeño país báltico. He aquí la totalidad de su programa en Radio Cooperativa y los últimos 20 minutos dedicados a la entrevista.

2019: UN AÑO ESPECIAL DE RECORDATORIOS

Además del 500 aniversario del viaje de Magallanes-Elcano circunnavegando el globo y el 80 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial, que ya comentamos, se celebran:

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ANIVERSARIO 208 DEL EJERCITO ARGENTINO

Las primeras películas que vi en mi vida fueron tres militares: “El Santo de la Espada”, protagonizado po el gran actor argentino Alfredo Alcón, en homenaje al General José San Martín; “Bajo el signo de la Patria” con el actor español Ignacio Quiroz, personificando a Manuel Belgrano y, “Güemes: la tierra en armas”, también con Alcón como figura central. Desde pequeño, me encantaba a ir a los desfiles militares, escuchar la Fanfarria “Alto Perú” del Regimiento Granaderos a Caballo, ver a los Patricios y escuchar su Banda “Tambor de Tacuarí”.

Precisamente, fue este último regimiento el primero creado por el Decreto inicial de la Junta Revolucionaria de Mayo, un 29 de mayo de 1810, apenas cuatro días después del estallido de la Revolución en Buenos Aires. De allí en más, se tiñó de gloria en los campos de batalla de Suipacha, en Paraguay, Tucumán y Salta, bajo el mando de Antonio González Balcarce y el propio Manuel Belgrano. Luego, con el fracaso de retomar el Alto Perú, “la posta” la tomó nuestro regimiento afrancesado, pero de caballería, una innovación respecto a Europa: los Granaderos. San Martín, Las Heras, Alvear, Lavalle, lo llevaron a cruzar los Andés: fue una locura pero también una epopeya. Liberaron de los españoles, Chile y Perú y volvieron tras una campaña militar exitosísima.

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