Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes

CUANDO HAMILTON TOCO LA GLORIA

No es el piloto más popular de la Fórmula Uno. Todo lo contrario: lo comprobé en Monza apenas hace algo más de dos años atrás. Sin embargo, la perseverancia de Lewis Hamilton haciendo caso omiso de su propia raza, la que seguramente le jugó en contra en más de una ocasión, le permitió escalar hasta lo más alto del automovilismo mundial. No sólo superar el récord de 5 (cinco) campeonatos ganados por el argentino Juan Manuel “Chueco” Fangio, sino trepar hasta donde parecía imposible: los 7 (siete) del alemán Michael Schumacher, hoy postrado en Suiza.

Hoy, cuando terminó la prueba exigente mucho más por la lluvia desatada sobre buena parte del recorrido en el circuito turco, Hamilton lloró abrazado al cockpit. Sólo su cabeza sabe por qué lo hizo aunque me permito imaginar el gran sacrificio personal que implicaron estos largos 13 (trece) años de profesionalismo, para llegar a la cumbre. Incluso esta mañana, donde sobrellevó la carrera insólitamente desde atrás, donde no estaba habituado a hacerlo, calculando una duración de sus neumáticos al milímetro ya que con sólo verlos tan gastados, podemos comprobar que su especulación de no detenerse en boxes por segunda vez, fue una vez más, acertada. Es que hasta mentalmente, Hamilton demostró ser superior al resto de los 19 pilotos. Ello explica básicamente sus récords casi insuperables: el segundo piloto más joven en campeonar, pero el más ganador (con 92 victorias), más de 160 podios, 97 pole positions y 52 vueltas más rápidas.

Hoy, otro germano, Sebastian Vettel, quien amenazaba en desafiarlo estos años de competencia, pero se quedó allá atrás en torneos ganados, tras un tercer puesto más que meritorio, después de un año sin subir a podio alguno, en un gran gesto que lo enaltece como rival, fue el primero en felicitarlo al costado del Mercedes Benz ultraganador -también marca teutona-.

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HISTORICO TRIUNFO DEL RUGBY ARGENTINO

Cada vez que ocurren o lo ameritan, suelo escribir de las páginas de gloria del deporte argentino en este sitio. Hoy, la selección argentina de rugby más conocida con el nombre de “Los Pumas” escribió su página más dorada, al derrotar por primera vez en su rica y larga historia a la selección neozelandesa, célebre como los “All Blacks”, sin duda, la mejor del mundo desde hace ya tiempo. El resultado, una anécdota, 25 a 15, se concretó en suelo australiano, más precisamente en Sydney, en el marco de un Torneo TriNations o Tres Naciones, dada la deserción de Sudáfrica (los famosos “Springbooks”).

Al igual que el tenis que me encanta y el polo que le gustaba a mi padre, el rugby fue siempre un deporte de elite en Argentina. Yo lo conocí gracias a los comentarios de mis hermanas mayores, cuyos amigas o compañeras tenían conocidos varones que podían practicarlo. Lo mismo me ocurrió una vez que nos radicamos en Rosario y yo empecé a asistir al Colegio Sagrado Corazón. Este era un colegio donde el rugby era el deporte preferido de las sucesivas camadas, tenía un equipo propio, de camiseta blanquinegra de franjas horizontales y muchos de mis propios compañeros y hasta amigos lo jugaban cada sábado o domingo. Yo simplemente lo descarté por mi contextura física y apenas crucé a la etapa de mi adolescencia, me dediqué al tenis, más apropiado a mi estructura ósea y muscular, incluyendo la curación del asma que me tuvo a mal traer durante mi infancia, sobre todo en Santa Fe.

Ya en los últimos años del secundario, hasta logré jugarlo con entusiasmo, aunque como hobby y esporádicamente. En el Campo de Deportes del Colegio, sobre la Avenida Ovidio Lagos, me familiaricé con la técnica de correr y llevar la pelota ovalada y traspasarla, toda una verdadera ciencia, además de lograr eludir los tackles rivales. Finalmente, los fines de semana, ya socio del Club Gimnasia y Esgrima, en el Parque Independencia, no desaprovechaba con mi amigo Germán Lucini, incluso alguna vez mi prima Ester Festinger en Santa Fe, en asistir a algunos partidos de la Liga Rosarina o la Santafesina, pero para ver chicas agraciadas, que eran las habitués flirteando con los musculosos del deporte. En 1994, en oportunidad de asesorar al Doctor Roberto L. Villavicencio en el Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Fe, conocí al Dr. José Luis Imhoff, el entonces jefe de la cartera, quien fue Puma y asistente técnico de “Los Pumas” en 1978 y entre 1995 y 1999.

En realidad, me impactó como deporte cuando el 16 de octubre de 1976, vi cómo en Cardiff, Gales le ganaba en el último minuto a “Los Pumas”, a pesar de que éstos habían desarrollado una defensa impecable con una eficacia contragolpeadora increíble, con Arturo Rodríguez Jurado (tempranamente desgarrado), Alejandro Tavaglini, Gonzalo Beccar Varela y Martín Sansot como estandartes. Ese partido y muchos otros que seguí luego, me fueron identificando con la garra de “Los Pumas” y ese pateador formidable que tenían, el gran capitán Hugo Porta, quien luego, al retirarse, sería nada menos que Embajador argentino en la Sudáfrica en transición democrática de Nelson Mandela.

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TODO DE CORAZON

Vale la pena recordarlo, en este mundo que hoy afronta asustado, temeroso, acorbardado  la presencia de un virus, temiendo perder la vida. Pero tener miedo a la muerte, sin haber disfrutado de la libertad pero sobre todo del amor, compartiendo momentos únicos e irrepetibles con otro u otra, me pregunto, qué sentido tiene. Tristemente, muchos seres humanos pasan por este mundo sin haber conocido la dicha -y la magia- del amor. Precisamente, cuando dos personas se encuentran y se aman, es un momento especial, que no encuentra parangón con ningún otro en la vida, tal vez, equiparable sólo al nacimiento de un hijo.

Ese amor es felicidad pura pero no creo que implique necesariamente una trayectoria fácil hacia él. Si  bien no hay por qué pensar de manera cristiana -o masoquista-, en “un camino plagado de espinas”, hay amores duraderos, para toda la vida, que aquí en algún momento repasamos, pero a veces, fogoneados o estimulados por condiciones adversas. Dos películas, una de ellas, habiendo hecho historia en el cine mundial, la otra tal vez menos conocida, pero inspirada en la anterior, trataron sobre dichas circunstancias desfavorables para un par de amores que sin embargo, lograron sobrevivir a todo -incluyendo la prisión, un matrimonio alternativo o el paso del tiempo, sin siquiera verse (7 años en un caso, 21 en el otro)-. Tanto “Diario de una pasión” (también conocida en inglés como “The notebook”) y “Lo mejor de mí” (“The best of me”) -con la música de la banda Lady Antebellum-, reflejaron con mayor o menor plenitud, esas situaciones que no pudieron doblegar la fuerza del corazón, tanto en los hombres como en las mujeres protagonistas.

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ESTADOS UNIDOS: AL BORDE DE UN ATAQUE DE VIRUS

Difícilmente Estados Unidos vuelva a ser lo que fue, la gloria de 1945 tras la victoria sobre el nazismo o el símbolo del “triunfo” -que no fue tal- sobre la URSS en 1991. Dicho esto, sobre todo pensando en términos domésticos, porque la legitimación de sus -aún así- discutibles políticas exteriores, se sustentaban en el carácter democrático y estable del que gozaba su presidencialismo y sus “checks and balances” que habían diseñado sus “Padres Fundadores” para el orden interno. Tras casi cinco días de conteo de votos y con amenazas de violencia callejera por doquier, esa legitimidad herida de muerte ya hace dos décadas con el escrutinio de Florida que le daría el triunfo al ex alcohólico Bush (hijo), se terminó de derrumbar.

Otro párrafo merece la derrota de Donald Trump y por ende, el triunfo de Joe Biden. El primero al perder, más allá de que tenga o no éxito con la judicialización del reclamo, rompe con la tradición de los Presidentes reelectos, vigente desde 1993, con la derrota de Bush (padre). Pero lo más relevante a subrayar, es que representa la revancha del establishment, que claramente, agonizaba pero no desapareció en noviembre de 2016. Una conjunción de medios de comunicación abrumadoramente en contra del ex magnate inmobiliario, artistas de Hollywood, movimientos sociales de los más variados, como el reciente “BlackLivesMatter”, la intelectualidad, las mujeres, no pocos gobernadores, con sus enfoques tan antagónicos como el neoyorquino Andrew Cuomo,  y hasta alguna fracción de su propio Partido Republicano (GOP), abrumado por su avance como líder transgresor en contra de las instituciones, fueron demasiado para Trump. Como si esto fuera poco, y aún pensando en la agresividad de su retórica en momentos tan singulares como los vividos en la pandemia, la forma en cómo enfrentó el virus del Covid19, también pudo haber mellado la confianza sobre todo de la población más adulta que le retiró su apoyo.

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37 AÑOS DE DEMOCRACIA ARGENTINA: ALGO PARA CELEBRAR?

No mucho porque la foto del momento es patética. La semana que acaba, nos dejó al peronismo bifronte al desnudo: con la carta de la Vicepresidenta CFK “respaldando” al Presidente Fernández (perdón?) y pidiendo negociar (perdón? bis) con -no se sabe bien- quién; el desalojo de Guernica en manos de piqueteros de izquierda subsidiados por el gobierno, pero reprimidos por parte de Berni, que forma parte de la misma coalición gobernante; la expulsión de los ocupantes -también paragubernamentales en este caso, a cargo del delegado papal Juan Grabois- de otro campo, el de la familia Etchevehere, azuzada por una interna entre hermanos, por parte de la policía entrerriana y, como si esto fuera poco, la baja artificial del dólar “blue” con la venta de dólares a futuro, o sea, un típico seguro de cambio que pagará más tarde o más temprano, toda la población argentina, aún la que como decía Perón, “jamás vio un dólar”.

De este peronismo dividido por el propio “fuego amigo”, que gobierna o simula gobernar sobre este Titanic a la deriva que es la Argentina, al borde de una hiperinflación y un caos en materia de gobernabilidad, pasamos al radicalismo que quiere reconstruir un polo alternativo, a la manera de lo que fue “Juntos por el Cambio” y antes “Cambiemos”, que no cambió nada y en todo caso, nos retrotrajo al pasado reciente más oscuro (2003-2105). El problema es que tanto ésta como la del oficialismo, parecen querer recrear adentro, una alternativa socialdemócrata con Rodríguez Larreta, Vidal, Carrió y Lousteau, pero con el republicano liberal López Murphy adentro, como si intentaran recrear (sic) los infelices años ochenta, dado el enorme desencanto que produjeron. Todo un síntoma de un tiempo que se niega a desaparecer como fueron los setenta para buena parte de la elite kirchnerista, que usó y abusó de esa iconografía falsa de la rebeldía de aquellos “jóvenes idealistas”.

La izquierda parece resucitar y vuelve a salir a las calles y hasta propone huelgas en el seno de las Universidades, donde estaba durmiendo el sueño de los débiles o aletargados, algo que avergonzaría hasta el mismísimo “Che Guevara”.

Finalmente, la centroderecha que se había apartado a los medios y sólo había apoyado con votos, el fantasioso experimento macrista, descubrió con la aparición de Javier Milei que la posibilidad de un déjà vu de los años ochenta, en la gloria del Capitán Ingeniero Don Alvaro Alsogaray y su nave insignia -la UCEDE- es factible, para volver a erguir este país moribundo.

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“GREYHOUND”

La Batalla del Atlántico es más conocida por los combates aéreos entre la Lutwaffe alemana y la Royal Air Force pero es bastante ignorada la guerra que se libró entre barcos aliados y submarinos alemanes, sobre todo, en ocasión de la protección de aquéllos, brindada a los convoyes de la Marina Mercante. Unos 3.500 navios fueron hundidos provocando la muerte de 72.200 almas en el Mar del Norte en esa oscura etapa de la II Guerra Mundial.

“Greyhound: en la mira del enemigo”, la película estrenada este año, producida y protagonizada por Tom Hanks, tiene el mérito de reflejar aquellos días en el mar. La historia se centra en el capitán del Greyhound, un navío americano que deberá proteger un convoy, del ataque de los U-Boat germanos. Seis de ellos atacarán por las noches, a los barcos ingleses provocando las dudas del capitán primerizo en esas lides aunque luego, con la promesa de cobertura aérea, logrará revertir el resultado, hundiendo a cuatro. El orgullo de la tarea encomendada y la satisfacción de haberlo hecho con honor y magnanimidad, son virtudes relevantes para un hombre religioso, como el líder protagonizado por Hanks.

Sugiero ver la película por su carga humana y su aguda descripción de hechos verdaderos en alta mar en aquellos aciagos días de 1942, para entender el heroísmo en silencio de aquellas generaciones que lo daban todo por su patria, pero sobre todo, por su deber.