LA ULTIMA GRAN VUELTA DE LA ULTIMA GRAN CARRERA

El GP de Abu Dhabi que acaba de terminar de manera dramática era relevante por dos grandes motivos. Se retiraba el gran campeón de 2007, el finlandés Kimi Raikkonen, pero sobre todo, se definía el Campeonato Mundial de Conductores, entre Hamilton y Verstappen, en un final tan reñido, como no se veía desde 1974.

Ya es historia: Raikkonen se retiró abandonando en el giro 29 y Verstappen ganó en la última vuelta superando a Hamilton, con la ayuda de un safety car, motivado por el choque del canadiense Nicholas Latifi. Lo que parece ser una crónica fría, oculta una enorme emoción: los fans votando a Raikkonen simbólicamente como “el piloto del día” y la última vuelta que fue a pura definición, la más justa, la que merecía un torneo que fue tan emotivo de principio a final, consagrando al cuarto campeón más joven de la historia.

el homenaje de Ferrari a Raikkonen (último campeón de la escudería italiana)

Más allá de que también fue la despedida de varios pilotos de sus respectivos equipos (Bottas, de Mercedes Benz; Giovinazzi, de Alfa Romeo y Russell, de Williams), Kimi Raikkonen con su Alfa Romeo, largó  esta última carrera de F1 del año, dejando atrás de manera definitiva, una  exitosísima carrera profesional. En efecto, desde que se inició en Sauber en 2001, nos lega un campeonato mundial de pilotos, 21 victorias, 103 podios, 18 poles, 46 vueltas rápidas y 353 Grandes Premios.

Te vamos a extrañar Kimi y esta vez te dejaremos sólo, haciendo alusión a su famosa frase en plena carrera, con Lotus en el mismo Abu Dhabi pero hace 9 años atrás.

Párrafo aparte merece la definición por el campeonato de pilotos. Hamilton superó a Verstappen en la largada, dominó la carrera hasta que, sobre el final, Latifi fue chocado por Mick Schumacher y dicho evento, que lamentó el inglés, obligó a la entrada del safety car. Hasta ese momento, vuelta 53 de 58, el nederlandés descontaba un segundo por vuelta al 7 veces campeón, pero no iba a poder superarlo en condiciones normales porque ya no tenía tiempo. Cuando se retiró el auto de seguridad, faltando menos de dos vueltas, durante un largo minuto con cincuenta y ocho segundos, el holandés atacó la posición del británico, hasta superarlo de manera impecable y así, poder ver la bandera a cuadros antes que ninguno, mientras en las gradas, flameaban por doquier, banderas nederlandesas.

Consuelo para los alemanes de Mercedes Benz, cuyo director “Toto” Wolff reclamó dos veces en contra de la detención transitoria de la carrera: pudieron ganar por octava vez consecutiva, el Campeonato de Constructores, en gran medida, gracias al abandono del mexicano Sergio “Checo” Pérez, el coequipier de Verstappen en Red Bull.

Así, con una gran carga emocional, culminó la F1 2021, que recordaremos por mucho tiempo.

FRENTE A FRENTE EN LA F1

Este año será recordado como uno de los más emotivos de la máxima categoría del automivlismo mundial. El domingo próximo se correrá la última carrera en Yas Marina, el circuito de Abu Dhabi y llegarán empatados en puntos, el británico Lewis Hamilton y el nederlandés Max Verstappen. Reeditando finales parejas como las de Prost y Senna entre 1985 y 1993 o, Schumacher versus Hakkinen entre 1994 y 2000, los dos europeos buscan definir en unos días, no sólo quién se quedará con el palmarés de Pilotos sino también la marca líder en Constructores.

Un podio de a dos en Jeddah. Verstappen desairó el festejo

Precisamente, como nunca antes tampoco, se ha generado una puja especial entre los máximos directores de equipos: el de Mercedes Benz, el vienés Torger Christian “Toto” Wolff (nacido en 1972) y el de Red Bull, el inglés Christian Horner (nacido en 1973). La rivalidad de la pista se trasladó a los boxes, donde estos dos vieneses, también compiten por declaraciones públicas que denotan también antagonismos personales.

Ojalá todo se dirima en el pavimento y gane el mejor, para acabar con todas las polémicas que han signado esta hermosa temporada.

Wolff: de la bronca al éxtasis

PAISES BAJOS Y SU DIVERSIDAD EN VIVO Y EN DIRECTO

A cualquier desprevenido, le costaría reconocer otra fisonomía para Holanda, que no sea la de una nación homogénea, que habla un idioma dialecto del alemán, que es el flamenco, tan inentendible como su lengua materna y una conformación étnica, muy singular: una población blanca, con mayoría de rubios de ojos claros. Podría incluirse una religión protestante (ya sea en su versión calvinista o luterana). Claro, ya tenemos un problema inicial. Holanda no es un país como tal, sino una Provincia más de siete, los mismos que conforman los llamados Países Bajos, el Reino de los Países Bajos, recordando que alguna vez, en su historia, durante una fase muy breve, fue una república.

Provincias que entre otros, fueron dominadas por los Duques de Borgoña, luego sometidas por el Imperio español de los Habsburgo (Carlos I o V y Felipe II), mucho más tarde por Napoleón Bonaparte ya en el siglo XIX y finalmente, sí podrían independizarse hasta volver a ser conquistadas por la Alemania nazi en 1941 hasta 1945.

Esa voracidad de potencias extranjeras vecinas y no tanto, explica que desde sus orígenes vikingos del norte de Europa, este pueblo marcadamente marítimo, se haya mantenido neutral históricamente a fin de evitar invasiones o involucramiento en guerras innecesarias que la hubieran borrado del mapa. El camino que eligieron las Provincias nederlandesas, fue el de salir a los mares diversos para abastecer de comida a su población y de ese modo, intercambiar bienes incluso con tierras recónditas. Los inquietos “mendigos del mar”, ésta sí es su marca identitaria clave y por eso, hoy cuentan con el segundo puerto más importante del mundo y primero de Europa (Rotterdam -700.000 hab.), se animaron a llegar a lugares tan diversos, como Indonesia, en el Lejano Oriente, a Africa meridional, a Ceylán, al Caribe americano y hasta la hoy isla de Manhattan. El Almirante De Ruyter fue un ícono de la Marina nederlandesa y aquí ya le hemos dedicado un espacio especial.

La Reina Máxima -de origen argentino- y el Rey Guillermo Alejandro de Orange, la misma Casa Real que por un momento, gobernaría el Reino Unido, a principios del siglo XVIII, gobiernan este territorio pequeño que va del nordeste europeo al sudoeste, allende al Mar del Norte, pero rodeado de agua (ríos y canales), pero además con territorios de ultramar como destinos turísticos en nuestro continente como las Antillas Holandesas (Curazao, Aruba y Saint Marteen). Muchas argentinas se han enamorado de holandeses, como Máxima Zorreguieta. Nuestro fútbol se ha enfrentado a ellos en Mundiales, donde han sido tres veces subcampeones. No obstante ello, parecen bien diferentes a nuestra cultura.

Por empezar, como país desarrollado, siempre se halla en el ranking de los 9 o 10 países del mundo, en términos de calidad de vida, felicidad o reputación, codeándose con los escandinavos y superando largamente a su vecina Bélgica.

La felicidad deriva de que en Países Bajos, por ejemplo, los niños se crían en holgura y con alegría. Están mucho tiempo pasando sus primeros años de vida en familia. No tienen tanta exigencia horaria escolar, excepto desde los 10 años y la vida en familia, favorecida por el Estado, donde el ocio y los paseos o la contención del padre o la madre, son habituales, les permiten criarse en un contexto de cierta relajación. Eso explica la valoración de la mujer argentina del hombre holandés. Los adultos son relajados, muchos practican deportes preferentemente grupales desde pequeños, sin disciplinas rígidas a lo que debemos sumar su vocación mercantil: desde niños, aprenden a vender, ahorrar y ser autosuficientes. El hecho de que la mayoría de la población use la bicicleta como medio de transporte tan generalizadamente, revela cuan vitales y cerca de la naturaleza se sienten los nederlandeses. Ellos no entienden cómo en América Latina, en verano, con tanto sol, nos encerramos con el aire acondicionado en lugar de disfrutarlo a pleno. La influencia judía pero también la calvinista seguramente, juegan aquí positivamente en todas estas actitudes y hábitos.

Hay que recordar que estas Provincias fueron históricamente receptoras y tolerantes a la emigración. Todos los judíos y protestantes expulsados o perseguidos por los países católicos, llegaban a tierra nederlandesa para poder escribir, desarrollar sus artes, predicar, trabajar, invertir. Erasmo de Rotterdam con su filosofía humanista y Baruch Spinoza han sido los grandes ejemplos de esa tolerancia que se practicaba en el siglo XVI pero también en el XVII en este rincón de Europa mientras en el resto se mataban los unos con los otros por su credos religiosos. Producto de esa libertad civil, pronto llegarían a estas tierras, la propiedad privada, antes que en el resto del continente.

La tolerancia se practica de la mano de esa vida relajada. El nederlandés valora la honestidad y la franqueza: decir lo que uno piensa, sin rodeos, puede verificarse en los encuentros de amigos y allegados. Allí se habla de todo menos dinero o bolsillo propio, sí de los temas que les preocupan: familia, sexo, religión. Abiertamente, sin tapujos, se empatiza así. La responsabilidad individual es un atributo que permite socializar a los holandeses por lo que no hay nada que ocultar: nadie los juzgará ni acusará. Jamás hubo Inquisición alguna en esas tierras rodeadas de agua. Luego, en su ámbito privado buscará su salvación, si cree en ello. En realidad, hoy cerca del 48 % de la población se declara atea o agnóstica. Ningún Papa o Dios les dice a ellos cómo o cuándo uno debe morir. La eutanasia está legalizada hace tiempo ya.

Muy tolerantes son pero también muy igualitarios, a pesar de que hay pocas mujeres que trabajen fuera del hogar. El feminismo no equivale automáticamente a mujer laboriosa fuera del hogar. En todo caso, se percibe en términos de equiparación o reducción de la brecha salarial o compartir tareas del hombre con la mujer en el hogar.

El ascetismo intramundano a lo Peter Berger, funciona a la perfección allí en la moral nederlandesa. Hay que ganarse el cielo aquí en la Tierra y punto. Hay que ser laborioso, esforzado, sacrificado pero valorar la vida, el placer, el sol -que sale dos a tres días apenas en la semana, el resto está nublado o llueve-. En tal sentido, hay que ganar tierras al mar. Los holandeses son expertos en hacerlo: pólders. Canalizar ríos, dragarlos para hacerlos operables, navegarlos, no tenerlos de simple adornos estéticos para la vista turística. Me acuerdo de la obsesión permanente de mi viejo Profesor de Geografía Económica Mundial, el desarrollista Juan Carlos Aguilar en la UNR, hace 30 años, porque los argentinos convirtamos en navegables no sólo la Hidrovía Paraná-Uruguay-Paraguay, sino todos los ríos interiores. Hasta el hartazgo, abogaba por imitarlos aquí. En Rótterdam, vi como los ciudadanos, usan taxis o buses fluviales. Cada barcaza además de transportar carga o mercadería, lleva el auto del señor o la señora, desde su barrio alejado separado por agua, hasta el centro de la ciudad donde trabajan.

Es que la gente vive rodeada de agua (canales y ríos). Desde la gran inundación de 1953, la construcción de diques ha evitado males peores pero el riesgo siempre existe y máxime ahora, con el gran cambio climático. Experiencialmente, uno sólo puede disfrutar el viento cuando va dejando el Río Mosa y se empieza a adentrar en barco en el Mar del Norte.

Encendemos la TV y vemos una programación muy especial, revelando el rol de pueblo campesino que también asume Holanda. Desfilan imágenes y reportajes a gente común en sus granjas (con importante tecnología) pero granjas al fin, ordeñando la leche de las vacas, cultivando y exhibiendo orgullosos sus flores. También aparece un entrenamiento de niños vestidos prolijamente con sus casacas coloridas, jugando al rugby. Claro, uno se pregunta desde cuándo a los holandeses les gusta el rugby. Bueno, no son muy profesionales seguramente, pero a sus niños les agrada jugar este deporte colectivo donde más allá de la rivalidad en el campo de juego, luego se fomenta la camaradería, el famoso “tercer tiempo”. La ancianidad también tiene su espacio en los medios. La vida cotidiana, simple, en paz. En los noticieros, primera gran preocupación es el clima, del día y de mañana y toda la semana, dónde lloverá y cuánto. Luego, Europa y el mundo. Quizás la inmigración musulmana (la prohibición o no, de usar el burka) o el tránsito. No hay noticias ni imágenes de delitos o crímenes.

Los programas de debates en paneles nocturnos, tratan sobre Putin y Rusia. Les llama la atención la represión a las protestas, sobre todo de los más jóvenes en Moscú. Periodistas y algún analista que algo conoce del tema ruso, se hallan presentes discutiendo y analizando el tema, al cual le sucede el accidente nuclear en el Artico. Igualmente, Rusia aparece como el “Otro” europeo que no forma parte de la “civilizada” Unión Europea.

Pero claro, la Federación siempre los atrapa desde hace mucho. Nada más ni nada menos que el Zar Pedro l El Grande, viajó disfrazado de civil, a Holanda para conocer de cerca cómo los nederlandeses fabricaban barcos en sus astilleros. Luego, cuando volvió a Rusia, se encerró obsesionado durante meses en una cabañita de madera donde apenas entraba por su altura, para copiar los diseños que había observado al detalle. Más tarde, esos planos llevarían a la conformación de la Flota Naval del Mar Báltico, decisiva para ganarle a los suecos en la Gran Guerra del Norte. Algunos siglos más después, Holanda y Rusia verían quebrados sus lazos por dos episodios. Uno, en 2013, la supuesta violencia ejercida por un funcionario de la Embajada rusa contra sus hijos en su domicilio en Amsterdam, lo cual generó denuncias de sus vecinos por los ruidos molestos generados, a lo que Moscú respondió que el ámbito diplomático de la casa del diplomático es territorio soberano e immune a la injerencia holandesa. Dos, en julio de 2014, el derribo de un avión comercial de Malaysian Airlines en territorio ucraniano, aparentemente abatido por un misil de fabricación rusa, por parte de las fuerzas rebeldes prorrusas en la guera civil que azota al país otrora hermanado a Rusia. En dicho avión, viajaban 193 ciudadanos holandeses que pasaban sus vacaciones en Asia oriental.

Más allá del poderoso capitalismo nederlandés, que excede por lejos tal pequeño país, desde aquella primera gran multinacional que tuvo, como La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, pasando por las actuales megaempresas y holdings como Shell (petróleo), ING (finanzas y seguros), ABN Amro (banca), Maersk (servicios portuarios), KLM (aviación), Heineken (cerveza), Erven Lucas Bols (ginebra), Philips (lámparas eléctricas y electrodomésticos), entre otras, hay otras dimensiones morales interesantes que exceden la cuestión macroeconómica.

Por ejemplo, producto de ese clima de tolerancia y libertad civil cuasi irrestricta, a los nederlandeses les importa poco lo que cada uno hace con su cuerpo, si lo usa o no, lo somete a excesos, etc. Luego, será el Estado el que recoja los heridos o muertos por tales vicios. Desde 1976, drogas como la marihuana y el hachís, están legalizadas, permitiéndose los coffee-shops para turistas, donde pueden consumirlas libremente. Las duras como la cocaína y la heroína, no, pero se sabe muy bien que entran por Rotterdam sin demasiado freno, debido a la corrupción aduanera. La prostitución también se ejerce libremente, sin penalización alguna y el Barrio Rojo de Amsterdam es otra demostración cabal de ello, tal como vimos antes en Hamburgo (Alemania). Las uniones gays también están permitidas por ley al igual que la muerte digna o eutanasia. Respecto al aborto, existe una ley aprobada por una sólo voto de diferencia, en 1980 y reglamentada en 1984, que es de plazos, o sea, lo permite dentro de las primeras 24 semanas de gestación y sólo en un centenar de hospitales y clínicas autorizadas en todo el país.

Los derechos humanos son un bien público exportable para los nederlandeses. La Haya es la capital jurídica mundial. Allí está la sede de la Corte Internacional de Justicia, que depende de la ONU. El Derecho Internacional Público tiene su templo allí, donde se suelen juzgar las atrocidades y genocidios de los Milosevic y los dictadores africanos. La sociedad civil también actúa. La Iglesia Protestante de Holanda participa en el financiamiento y cooperación política con otras ONGs que están embanderadas en la difusión de los derechos humanos, com por ejemplo, en nuestra Argentina, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. El parentesco directo de Máxima con su familia donde su propio padre fue funcionario de Agricultura de la última dictadura militar, involucrada en violaciones a los derechos humanos, generó enorme controversia pública en su momento, antes de llegar al trono de los Orange. Aunque los reyes y reinas “reinan pero no gobiernan”, como en cualquier parlamentarismo europeo.

Hablando de DDHH, Países Bajos tiene una historia particular en la II Guerra Mundial. Cuando creían que no serían atacados por los nazis, en función de su neutralidad, se equivocaron pero su rol en el conflicto, es digno de cuestionamiento. Ana Frank, la chica germano-judía encerrada en un departamento camuflado, dos años y medio, para evitar ser descubierta por la Gestapo, es un buen ejemplo que suele dejar bien parados a los holandeses de bien. Idem la Resistencia, quer recibía apoyo aéreo de la RAF y con ello, mantenía en jaque a los alemanes en su tierra. No obstante ello, también hubo mucho colaboracionismo pronazi, como bien revela el director de cine emblemático de Holanda, Paul Verhoeven, quien cansado de la crítica nacional a sus películas de denuncia social, probó y logró mucha fortuna en Hollywood con películas de la talla de “Robocop” (1987) y “Bajos instintos” (1992). En “El libro negro” (2006), Verhoeven revela cómo la propia Resistencia “jugó su propio pellejo jugando a dos puntas”, con los nazis, a expensas de los judíos. los holandeses entonces, no tienen per se, ninguna moral superior al resto de los humanos.

Aquellos demonios del pasado parecen haber vuelto, bajo otros formatos. Antes, en 2002, Pim Fortuyn (político de extrema derecha) y en 2004, el cineasta y escritor Theo Van Gogh, asesinados por islamistas radicalizados por su ofensiva discursiva y gráfica contra Mahoma y sus fieles y hoy, Geert Wilders, que lidera la principal fuerza política en el Parlamento, de neto corte islamofóbico, parecen reproducir aquellos fantasmas de la intolerancia y el racismo.

Que por lo visto, se suman a otros dramas existenciales. Los holandeses ríen a menudo, saben hacerlo pero no por ello, no ocultan traumas o pesares realmente pesados. En la película “Borgman” (2013), se puede observar la frialdad sádica de un verdadero “equipo” de vagabundos que viven en los interminables bosques y que operan, con la complicidad tácita de una niñera danesa, sin gestos ampulosos, hasta destruir literalmente la vida anodina de una familia burguesa de clase alta, donde la pasión sexual era cero.

En “Luz del día” (en flamenco, “Daglicht”), film también estrenado en 2013, una joven abogada, madre soltera con un hijo autista en conflicto escolar y un hermanastro que desconoce, en la cárcel, por un crimen que no cometió, se enfrenta sóla a una familia empresaria, que está ligada a su vida, mucho más de lo que ella misma cree. Una abuela negadora, un holding que incluye una empresa dedicada a la pornografía infantil pero sobre todo, una historia familiar que revela un silencio atroz por décadas. Así, como en las calles, sin bocinas, sin gritos, sin histerias, sin siquiera llantos, sin puestas en escena, pueden guardar reserva durante años enteros, hasta que algún día, la verdad se sabe y se desnuda pero se resuelve, cueste a quien le cueste. Muy diferente de la cultura latina y católica.

Auto eléctrico en Rótterdam
Foto 1 con el gran piloto de F1 Max Verstappen
Foto 2 con Verstappen
Foto 3 con Verstappen

Algunas imágenes del viaje (lluvioso, nublado y soleado) a Breda (180.000 hab.) y Eindhoven (223.000 hab.), la cuna de la Philips y el PSV, el famoso club de fútbol, gran campeón holandés y de Europa.

Para despedirnos, pemsaban que Argentina no tiene alguna foto también en Holanda?

Parrilla argentina?