FERNANDEZ HARA LO QUE MACRI DILAPIDO?

Contaban en el programa de Fernández Díaz en Radio Mitre, hace unos días, que al Embajador de la India en Argentina, le llamaba la atención la vertiginosidad de la coyuntura en el país pero que ello contrastaba con la absoluta inmovilidad en un trayecto de 20 años. En efecto, cuando uno ve la película en 2 o más décadas, estamos parados como sociedad, en el mismo lugar. Pero vayamos a cómo se desarrollan las últimas horas para comprobar la hipótesis del diplomático que sin duda, por proceder de una cultura milenaria, conoce muy bien cómo afrontar el tiempo en plazos largos y entre otras virtudes -o no-, cómo actuar de manera resiliente. Ayer transcurrió la elección, para muchos, la más importante de la historia democrática, por todo lo que se jugaba, anoche se conoció el resultado, hubo festejos de un lado y llanto medido del otro, discursos y demás pero esta mañana, el desayuno de ganador y perdedor para iniciar transición y el precio del dólar, con aumento del cepo cambiario mediante, hicieron pasar a un segundo plano, la definición del 27.

De todos modos, analizando el resultado, claramente, no fue ni el 54 % de CFK de hace menos de una década ni tampoco la ampliación de la diferencia que esperaba el albertismo tras las PASO. Tampoco pudo Macri revertir el resultado para llegar al ballotage, pero su esfuerzo del último mes, valió la pena para alcanzar un 40 y pico % Este porcentaje es levemente inferior por ejemplo, a la minoría pinochetista-democrática cuando dejó el poder en el Chile de hace 30 años -hoy desafiado en las calles por una generación que ni siquiera vivió el plebiscito de 1988- y mucho mayor al menemismo en retirada en 2003. Además, contará con un bloque parlamentario propio de relevancia y rodeada del azul del Frente de Todos, a lo Boca Juniors, una franja “amarilla” de la Argentina central y productiva que tal vez, se convierta en un polo desafiante al nuevo oficialismo, si osa reeditar el aumento de la presión impositiva al estilo de marzo de 2008.

Tras la experiencia cafierista, otro economista heterodoxo, sin antecedente político alguno, el hijo político de CFK,Kicillof logró condenar al ostracismo a Vidal en territorio bonerense, erigiéndose en uno de los grandes ganadores de la jornada pero a pocos km., Rodríguez Larreta, pudo aplastar al “delfín” de Tinelli, en CABA, para posicionarse como futuro líder de la oposición y por qué no, presidenciable? Aliviado -a juzgar por las fotos post derrota de hoy-, Macri terminará con la maldición de un Presidente no peronista terminando su mandato, desde hace 91 años -como Alvear-, pero no podrá repetir la reelección de Perón, Menem y CFK. El gran vencedor, Alberto Fernández (AF) por fin, ganó una elección en su vida, ungido por CFK en insólita pero inteligente maniobra, pero tendrá un enorme desafío macroeconómico, para lo cual, habrá que ponerlo a prueba, en un rol que jamás tuvo.

Es que el mercado estudiará cómo se las arreglará Alberto Fernández para gobernar este 2020 que se viene, nada similar a aquel 2003 del “finado” Néstor (post Remes Lenicov y con la soja “por las nubes”). Cómo lo hace con una coalición heterogénea donde coexisten Massa, Malena Galmarini, Donda y Nielsen con Máximo, CFK y los pragmáticos gobernadores a quienes ella ninguneó o subalternizó más de una vez en sus 8 años de gestión. Cómo lo concretará con un FMI al que hay que abonar 37.000 millones de dólares en breve. Con un panorama monetario y fiscal endeble, con reservas menguadas (23.000 millones de dólares menos), con un dólar amenazante y una hiperinflación a la vuelta de la esquina, si osa emitir. Ni en sus sueños habrá imaginado gobernar así, con tantas restricciones y tan lejos del hegemonismo de 2011-2013.

“Argentina año verde” es una noche con resultados rápidamente oficializados y reconocidos, con reconocimiento hidalgo de derrotas, con escasa o nula agresividad a pesar de la mentada grieta. Un “mariscal de la derrota”, Marcos Peña Braun, autor intelectual de las operaciones de gestión que negaron la política por anticuada, siguió defendiendo lo indefendible, cuestionando un sistema electoral que jamás se animó a cambiar seriamente y a echar un manto de dudas sobre la demora de los resultados. Una muestra cabal de que la elite más rancia no sabe gobernar este país porque fue criado en un balcón, aunque haya viajado por todo el mundo. Fue él quien influyó a Macri para sacrificar a Vidal obligándola a no desdoblar y morir con él a pesar de haber tenido decenas de ocasiones para despedirlo.

Con Macri, tengo sensaciones ambivalentes. En estas páginas, lo he criticado “duro y parejo” por lo que no se animó a hacer o hizo mal, sobre todo, en materia macroeconómica. Tenía derrotado al kirchnerismo en octubre de 2017, con un peronismo dividido pero la ciega fe de Peña en la “no-política”, maltratando a operadores de fuste y “rosca” como Frigerio, Monzó y Negri, detonó un debate innecesario por la reforma previsional en aquel diciembre para luego humillar al ex Presidente del BCRA el “Día de los Inocentes” lo cual anticiparía la debacle devaluatoria de abril de 2018, que depositaría en la pobreza a millones de argentinos y resucitaría a los K. Una gran decepción (y van….) de un liderazgo no peronista que a pesar de reconocer errores e intentar cambiar, lo hizo tardíamente y sin consistencia en términos de equipo y gestión. Como con Alfonsín, recordaremos las libertades civiles pero está claro que en un país como Argentina con tantas expectativas sociales defraudadas, ello no alcanza. Cuando Peña reclame para su líder, el rol de principal opositor como si Argentina fuera un país parlamentarista -que no lo es ni lo será-, habría que hacerle pagar sus culpas de posibilitar la reunificación del peronismo y dejarlo en la fila de atrás, si es que pretende volver con alguna pretensión.

Trato de entenderlo. Es que Macri fue fiel a su profesión. Como todo buen ingeniero, fue un obediente asesorado para cubrir sus limitaciones, creyó que el modelo de CABA, con obra pública, asfalto y saneamiento, ganaría votos aún en los conurbanos o Provincias como las del norte, donde el empleo público o el doble empleo disimulan aquellas carencias históricas; un equipo de tecnócratas sin experiencia en el Estado; una prolija planilla Excel y una coordinación interministerial que jamás se plasmó en la realidad, le garantizarían la continuidad. Fue incapaz y terco, para resolver el cáncer de la inflación, a diferencia de un Menem que sí optó por un esquema de gobierno más eficaz, con un superministro de Economía, con un plan de shock y alcanzó la reelección.

Tal vez, con su campaña del “Sí, se puede” al hombro, dejando atrás el trillado timbreo y el escenario en 360 grados, alentando a multitudes autoconvocadasen 30 ciudades escogidas estratégicamente, con el corolario apoteótico del Obelisco y Córdoba Capital, Macri demostró una vez más, sobreponerse al traspié y hasta intentar revertirlo -estuvo a pocos puntos de hacerlo, cuando las encuestas lo negaban- y así, acabar con su drama existencial de hijo de padre omnipotente. No puedo dejar de mencionar a quien eligiera Macri como su candidato a Vicepresidente: el rionegrino Pichetto, ese peronista “republicano” que seguramente elegirá seguir formando parte de “Juntos por el Cambio”.

Penúltimo párrafo para los radicales. A pesar de los esfuerzos de Peña, por omitir su lugar en la historia, “salvaron la ropa” en Mendoza, en Córdoba y Entre Ríos, aunque perdieron en Jujuy y Corrientes. Habrá futuro para ellos, dentro del formidable bloque leal a Cambiemos o se dejarán seducir por un gabinete o armado político que se parezca a la transversalidad de Néstor cuando atrajo a los Cobos, Raimundi, Cornejo, Moreau, etc.?

Mientras en “usinas del círculo rojo” como Radio Mitre, se ilusionan con una nueva fase republicana, donde el ganador encuentra límites como los ya comentados al desborde hegemónico, podrá AF gobernar mejor de lo que significa ganar elecciones? Podremos tener alguna vez, además de coaliciones electoralmente exitosas, otras igualmente duraderas de gestión o gobierno? El acuerdismo que despreció Macri, no será suficiente para manejar el país si no está acompañado de un plan económico integral y consistente que ataque la inflación, estabilice la economía y ponga su foco en la exportación. No hay margen para el error, tampoco para seguir dilapidando tiempo intergeneracional y ver cómo los vecinos nos superan. Ni hablar qué pasará con muchos argentinos si en el ballotage uruguayo, triunfa Lacalle Pou.

UN MILAGRO PARA MACRI HACIA OCTUBRE

Confieso que cuando el lunes pasado por la mañana, en Viena, Ekaterina, dueña de un prodigiosa intuición, me avisó que en la info de su celular, no aparecía como ganador o ganadora de la elección primaria en Argentina, ni Macri ni CFK, pensé en lo peor -y adiviné-: ganó Alberto Fernández (AF), quien por primera vez en su vida, había abandonado por un momento su traje de “monje negro” para convertirse en un líder expuesto y vencedor en las urnas. El problema no era sólo su triunfo sino el elevado margen con el que lo hizo: cuando vi los porcentajes, tampoco podía creerlo. Hasta supuse que igualmente sorprendidos estarían mis amigos peronistas, que aventuraban desde hacía meses, igual que la consultora Isonomía, que Macri podía perder hasta en primera vuelta con CFK -algo que ella misma ahora debe estar mascullando por regalarle tanto protagonismo a AF-.

En fin, las sorpresas, ahora llamadas “cisnes negros” siempre existieron aunque no dejo de buscarles alguna explicación: ése es mi rol de analista. Porque más allá del singular discurso impregnado una vez más de misticismo republicano de la Diputada Elisa Carrió el jueves 16 de agosto en el seno del gabinete ampliado -en pleno shock y duelo juntos-, en el que retó y reprochó a marketineros como Durán Barba, “mártires” como Marcos Peña, funcionarios insensibles y cobardes, veraneantes europeos como yo mismo, en suma, a la sociedad toda, lo relevante es entender que la sorpresa tenía muy poco de ello. Es que nadie quiso ver lo que estaba ocurriendo desde por lo menos, la crisis devaluatoria de abril de 2018, es decir, el gobierno estaba licuando rápidamente su capital político acumulado hasta la parlamentaria de octubre de 2017 y su estrategia de confrontar o polarizar con CFK para sacar rédito, sin tomar ninguna medida estructural, por temor a pagar costo político, no hacía mas que unir al peronismo, lo cual lo dejaría en franca y evidente desventaja a Macri de cara a este agosto.

Que luego los grupos focales del ecuatoriano, las encuestas, la propia Isonomía que se iría desdiciendo de sí misma en abril, los medios, los periodistas, hasta los mercados, creyeran que Macri había emparejado, es otra historia. Pero la realidad, oculta tras el voto vergonzante de la clase media -la que se quedó en Argentina-, estaba presente desde hacía mucho. Ni siquiera el propio kirchnerismo la vio venir en toda su dimensión.

Qué queda de aquí a futuro, en 2 meses? La reacción del dólar el mismo lunes, con mercados temerosos de otro default, la amenaza brasileña de quebrar el bloque regional, la especial atención de Washington, etc., complican a AF más de lo previsto y lo obligan a seguir con atención la trayectoria del “teorema de Baglini”. La sensatez puede primar sobre cualquier fantasía populista y entonces, en su horizonte, puede perder votos desencantados con su nuevo realismo o abrir grietas con el ala kirchnerista. Tanto pragmatismo -no creo-, pueda soportar CFK y su entorno.

A Macri no le queda otra más que “remarla” y dar un giro de 180 grados en su política y su entorno: será capaz de hacerlo? En 2015 -desde setiembre-, lo hizo; por qué no ahora? Otra vez, estará a prueba su liderazgo tan singular pero para revertir todo en dos meses, deberá alejarse de influencias cercanas tóxicas y dar señales claras -y no ficticias- de cambio. La llegada de Lacunza por un inoperante Dujovne, puede avanzar en tal sentido. Porque para cambiar al país, como prometió, antes deberá cambiar él.

CFK EN EL CENTRO Y HACIA EL CENTRO?

“Con Cristina no alcanza pero sin ella, no se puede” (Alberto Fernández)

En un país que perdió la brújula allá lejos en el tiempo y donde no se discuten proyectos colectivos, sino trayectorias personales, ahora a tono con la realidad de la política mundial, no sorpende que las únicas noticias provengan de las situaciones o conductas que gesten o atraviesen los actores principales del devenir político nacional. En el último lustro, ese protagonismo básicamente lo han tenido el Presidente Mauricio Mauricio Macri y la ex Presidenta -dos períodos- Cristina Fernández, viuda de Kirchner.

Además, los asesores a cargo de la gestión de campaña de Macri, han estimulado la confrontación entre ambos, produciendo una “grieta”, en gran medida para disimular la inoperancia del gobierno, no obstante que ellos hayan dado pruebas de que tal antinomia existe “científicamente” en los grupos focales con los que trabajan semana a semana. Desde el año 2017 en que la ahora Senadora fuera derrotada en el distrito bonaerense, esa grieta lejos de haber desaparecido, se mantuvo impertérrita y hasta se profundizó, en los medios de comunicación, las redes sociales y el discurso de la mayoría de la clase política y hasta empresarial. Los mercados han reaccionado una y otra vez ante los movimientos de la ex Presidenta y en un contexto de altísima volatilidad financiera y monetaria, estimulada por la propia mala praxis del elenco gobernante, este año electoral, parecía ir inexorablemente hacia una segunda vuelta dirimida entre los dos grandes protagonistas.

Sin embargo, en los últimos dos meses, hubo enormes presiones del “establishment” (o “círculo rojo”, como le agrada llamarlos el encuestador ecuatoriano Durán Barba) para que Macri abandone el barco, deje su candidatura a María Eugenia Vidal (“Plan V”) y fortalezca la “pata peronista” de “Cambiemos”. Claro que dicha jugada es muy riesgosa porque puede nacer políticamente débil -recuérdese lo ocurrido con Angeloz en plena debacle alfonsinista- y porque deja huérfano el bastión de la Provincia de Buenos Aires, muy relevante para ganar la elección presidencial. Negándose a admitir su fin como partido nacional, los radicales, socios siempre imprevisibles y no muy leales, como quedó demostrado con la Alianza de De la Rúa y con el propio kirchnerismo (Cobos), esperan hasta su Convención, el 27 de mayo para definir si acompañarán a Macri “hasta el cementerio” o lo abandonarán para optar por un eje moderado (con socialistas y peronistas del interior).

Del otro lado, pendiente de sus potenciales juicios por corrupción y mirándose en el espejo de Lula, CFK tomó nota de todo y buscó no perder el centro de la escena, aunque tornándose pragmática y moderada, como en sus viejos tiempos (2007 y 2011). No era para menos: hace 8 años que pierde elecciones y a sabiendas que ni el peronismo de los gobernadores (mejor fiscal y electoralmente con Macri que con ella misma) ni el gobierno ni los medios tolerarían su regreso y le prepararían un “blitzkrieg” mortal, intentó reposicionarse.

Como una orfebre, fue tejiendo cada uno de sus pasos. Se impuso silencios largos, con los que subió en las encuestas, aprovechando la debacle de su”Otro” (Macri); tendió puentes con el Papa -vía Juan Grabois-; evitó humillaciones en las elecciones provinciales, bajando a sus candidatos; se reconcilió con viejos socios devenidos en enemigos como el Presidente de la Corte Suprema, Lorenzetti, el sindicalista camionero Hugo Moyano pero sobre todo con Alberto Fernández -viejo operador de Menem, Cavallo y Duhalde y ex Jefe de Gabinete de Néstor- y, luego de hacer un acto triunfal con la presentación de su libro en la Feria del Libro -a la que también antes defenestró-, volvió a cobijarse en el sello del PJ al que había despreciado cuando logró su histórico 54 % Para rematar su teleraña, hoy a las 9 de la mañana presentó y fundamentó en un video difundido en las redes sociales, su candidatura, pero a Vicepresidenta, del propio Alberto Fernández.Todo sea para volver al poder, con otro ropaje, con otros estilos, con otros ejecutores, con otros valores -aparentando magnanimidad y generosidad-, exhibiéndose hasta seductora de los sectores medios que ella misma cuestionó otrora a granel.

Alberto Fernández en la UNVM, abril de 2018.
Alberto Fernández en el programa de Roberto García en mayo de 2017.

En la vereda opuesta, Macri, que no sólo se equivocaba gobernando, sino que además, parecía imitarla con su último “no-plan económico”: precios esenciales”, actuaba como una fuerza centrífuga: ahuyentaba radicales, como Storani y Alfonsín (hijo) pero también operadores propios valiosos como Monzó y Massot -quien seguramente le tendió una trampa reciente en Córdoba-; se recostaba en laderos republicanistas pero confrontativos como “Lilita” Carrió y el círculo ultramacrista del Jefe de Gabinete, Marcos Peña e, insistía con sus peleas a lo Pugliese (1989), con los empresarios y comerciantes. Hasta parte de la “mesa chica” de “Cambiemos” le pudo haber solicitado “por lo bajo” que decline, valorando que pasará a la historia como el primer Presidente no peronista que termina su mandato desde 1928 y que su gobierno será recordado por el gran respeto de la libertades civiles, cuando pocos esperaban ese mérito de un Mandatario Ingeniero.

El martes 21, CFK irá a tribunales a afrontar su primer juicio oral, algo que estuvo en duda, ante las idas y venidas de la Corte Suprema, que pareció apostar a su triunfo. Si hace de ello, una nueva victimización que le reeditúe, habrá que esperar a verlo. Pero si continúa tejiendo a través de Fernández, para que en estas semanas previas a las PASO, en las que empezará a medir en las encuestas, medra en el seno de algunos gobernadores, atrae a Massa y otros peronistas no K y se torna amigable con poderes fácticos, pronto todo puede sonreírle más allá del adverso contexto judicial, incluso por qué no, invertir el sentido de la fórmula. Más allá de todo racionalismo, ya sea habiendo construido esta jugada, por impulso, para ocultar su propia debilidad -y temor por la embestida judicial- o, como prenda de futuras negociaciones con el resto del peronismo, con la posibilidad hasta de alterar el sentido de la fórmula, Cristina se comporta como una realista de pura cepa.

De todos modos y más allá de las analogías históricas (Cámpora-Solano Lima y Perón-Perón en 1973 y 1974, respectivamente), y sin aventurar interpretaciones machistas que me atraen en torno al peso moderador que ejercen los hombres en su entorno, CFK retomó la iniciativa: con un sólo y ágil movimiento de piezas, movió todo la totalidad del tablero político argentino. Advirtiendo su desgracia futura o, especulando con el discurso de la “unidad” licuando la estrategia de la Rosada, CFK le dejó a peronistas “racionales” como Schiaretti, Urtubey y Pichetto y al propio gobierno, la oportunidad tardía de hacer las próximas movidas.

Dependerá de ellos, asomar como más inteligentes e impedir que la ex “Primera Ciudadana”, sin figurar ya visible en primer término, les cope el centro para no llegar primera en la línea de largada de agosto porque resulta claro que en las próximas semanas, fanáticos y rivales, hablarán de ella.

Para Macri, en cambio, cuando la economía comenzaba a tranquilizarlo, estas novedades del bando contrario, no parecen dejarlo en paz, al descolocarlo. Dependiendo de la reacción de los mercados el lunes 20, pueden ser semanas aún más difíciles para un Presidente que prometió modernizar y cambiar al país y termina enredado en su propio laberinto y en un pasado que su archirrival quiere que se asemeje más a 2007 que a un futuro promisorio.