DE DUELOS, CULPAS Y LIBERTAD

El sábado 8 de julio, pasaron dos largos meses desde que mi hijo del medio, Tomás Martín Montes (26 años) fuera con visto con vida por última vez en Mar del Plata, a las 15.30 de esa tarde del lunes 8 de mayo. Transcurrieron también 2 largos meses para que me sentara frente a la computadora e intentara como ahora, un pequeño escrito sobre tal espantosa desgracia, la de perder un hijo, sin dudas, la más terrible que puede afrontar un ser humano, con la carga adicional de haberlo tenido que reconocer en la morgue, la cual será una imagen que me perseguirá hasta el fin de mis días. Pero ésta es la secuencia de una serie de hechos y sensaciones que se fueron plasmando a través de estas semanas.

Escollera Norte, Mar del Plata, diciembre de 2022.

Primero, la sorpresa, frente al hecho de su desaparición y por supuesto, las hipótesis al respecto. Luego, los hallazgos incidentales y la búsqueda pero ya de un cuerpo, temiendo lo peor, incluyendo el mar. Finalmente, el hallazgo, un domingo, lleno de gente, tras seis días plagados de angustia y las más variadas conjeturas, cargadas de esperanza o desazón.

Luego, el duelo, que cada uno de los miembros de la familia, vivió como pudo, a su manera. El dolor, el vacío, los sueños (o pesadillas con quien ya no está físicamente), los recuerdos, el llanto a ver sus fotos, su sonrisa, su picardía como niño, sus potenciales tan enormes. Todo es preguntarse por qué tomaría una decisión de autoeliminación o por qué tuve que encontrarlo de la forma en que lo hallamos.

Allí empieza el proceso de las culpas. No haber podido absorber el drama del divorcio y la mudanza a otra ciudad lejana, la ruptura de los vínculos, el lamento por un futuro que no fue y la idealización de un pasado que no era. En todo caso, todos y cada uno de nosotros, hizo su introspección por no haber escuchado su grito de dolor interno y en mí, particularmente, por ni siquiera, haber estado cerca para intentar escucharlo además de confiar demasiado en su capacidad para enderezar el agobio, si lo tenía.

Finalmente, la libertad. Porque por más hastío o cansancio o decepción por ciertas situaciones, por más depresión uno tenga, no necesariamente, toma la decisión de irse de este mundo. Había demasiado desafíos pendientes (por ejemplo, su labor reciente en Caritas) para Tomás en este mundo aunque claro, siempre tuvo la libertad o no, de intentar afrontarlos o no. Hasta el dolor de ver o no, a su mamá con vida, podía ser un dilema a resolver. Con -y por- su propia existencia.

No hay consuelo, todavía hoy y no sé si lo habrá, por más ayuda o contención psicológica o religiosa que recibamos. Acercarse a Dios es un paso sí necesario, para orar y lograr que su alma esté en paz. No más ni nada menos, que eso. Para que algún día nos volvamos a encontrar y nos podamos abrazar y perdonarnos mutuamente. Sonriendo. Tomy, te tengo en mi corazón.

Rosario, 1997.

DE HIJOS A PADRES

Un día, hace mucho tiempo, un viejo Profesor de Contabilidad de mi Universidad, me dijo “no esperes que tus hijos te agradezcan todo lo que haces por ellos”. La vida me llevó por caminos diferentes, entre ellos, a veces conflictivos con alguno de ellos pero nunca atravesados por la indiferencia. Como me crié con padres algo reprochadores, no  esperé ni espero agradecimiento alguno.

Sin embargo, emociona ver cómo ciertos hijos sí agradecen a ciertos padres. En el Mundial de Qatar 2022, se ve cómo el norteamericano Timothy Weah exhibió muestras de cariño para con su padre, el legendario ex futbolista George Weah, hoy Presidente de Liberia, quien no pudiera jugar ningún Mundial con la Selección de su país africano, pero que fuera el primer africano Balón de Oro.

Aquí, el holandés Daley Blind, luego de marcar un gol, con Danny Blind, miembro del cuerpo técnico de Países Bajos y ex jugador de la Selección “Orange”.

El gran mediocampista Luka Modric también posteó una foto con su padre, fundiéndose en un abrazo.

Los pampeanos Mc Allister, igualmente postearon fotos especiales, tal vez con cierto sentido simbólico, con papá Carlos, el ex Boca, al lado de Maradona y su hijo Alexis, al lado de Messi.

Finalmente, Giannina Maradona posteó la foto de Brasil animando a Pelé que pasa por un momento delicado de salud, reprochando a la Selección Argentina que no homenajea a su padre.

Hijos y padres, padres e hijos, una relación de cierta protección y/o control, pero aún no negando momentos de tensión o distancia, también ricas en amistad, cuidado, hasta de orgullo y proyección, nunca de indiferencia.

“LUI”

La crisis de los ’40, los ’50 o los ’60 o, simplemente, los devaneos y contradicciones de un adulto casado -o en tren de separación con amante incluida-, padre de dos niños, haciendo un balance de su vida, donde abundan los reproches a su ex, amante de su ex, sus padres, sus hijos, mejores amigos, etc. etc. etc., pero sobre todo, a sí mismo. En el medio, la excusa de su necesidad de inspiración musical -es compositor- y por lo tanto, la opción de irse a vivir a una isla de Bretaña, en el Atlántico francés.

Buenos diálogos, mucha autorreflexividad, un tanto oscura la fotografía, aunque acordes con la cabeza neblinosa del protagonista y un buen reparto para esta película francesa donde grandes actores como Mathieu Kassowitz y Nathalie Baye aparecen como secundarios. Dirigida y superprotagonizada por Guillaume Canet, la sugiero aunque no de manera ultra entusiasta, sino más bien para quienes se sientan identificados/as con la trama.

“MESTEREN”

No todo es lo que parece en esta película estrenada en 2017, por el cine danés, que como Uds. saben, me fascina por la madurez y también creatividad, de sus guiones.

Puede ser una película sobre la típica rivalidad entre un padre y un hijo varón, sobre todo, si el primero es célebre y exitoso en su arte y haya dejado a su madre por una más joven, pero tan pronto, como se va desenvolviendo la trama, se descubrirá que los conflictos irán evolucionando hacia un desenlace imprevisto, no muy acorde con lo que esperábamos al inicio.

En el contexto de competencias intergeneracionales atizadas por las nuevas tecnologías, los detalles de este buen film de Charlotte Sieling -la directora de la afamada serie “Borgen”– no pueden desdeñarse y mantendrán en vilo al espectador hasta el último minuto.

Altamente recomendable.

SANGRE DE MI SANGRE

Así se llama un capítulo de la temporada cuarta de la  galardonada serie “Outlander” que aquí ya hemos comentado anteriormente, sobre todo en su parte primera, que se desarrolla en mayoritariamente en continente europeo (Francia, Inglaterra y sobre todo, Escocia, entre 1743 y 1768). Pero ese capítulo citado ya forma parte de la segunda etapa del gran amor incondicional y eterno del highlander Jamie y la curandera Claire.

Producto de un naufragio que casi los ahoga, llegan a las costas de las colonias americanas -más exactamente, Carolina del Norte-, donde abandonando su pretensión de volver a la isla natal del primero, resuelven hacer una nueva vida, como muchos escoceses. Jamie se transformaría en un hacendado civilizado e indultado por los ingleses y ella, devendría en una agricultora y cirujana.

Casi toda la trama de este segunda parte, ya no los tiene a ellos como protagonistas, sino a sus hijos. Por un lado, William, el joven criado desde 1758, por Lord Grey, el aristócrata y ex oficial británico y gobernador de Jamaica, homosexual, enamorado perdidamente de Jamie, viudo de la amiga (Isobel) de la ex amante (Geneva) del escocés, quien había muerto apenas tras engendrar al “pequeño Willie”. Tras una década, Lord Grey junto a William, irían a visitar a Jamie y Claire en su cabaña del Cerro Fraser.

Por el otro, Brianna, queriendo evitar la muerte de sus padres, atravesaría las piedras en Craig Na Dun y luego de un azaroso viaje desde Europa a América, por fin los hallaría en Wilmington, tras un emotivo encuentro. El destino la uniría con su padre natural: ambos fueron violados, él por Jonathan Randall en prisión y ella por un pirata irlandés, Stephen Bonnet.

El nexo de ambos, tanto de William como Brianna, aún sin conocerse, aún teniendo padres adoptivos (Lord Grey como Jack Randall, respectivamente), cuya honestidad, bondad y desinterés, no puede ser puestas en duda, era la sangre. Ambos, a pesar de no verlo en más de dos décadas, no sólo compartían los aspectos biológicos de su padre, sino, lo más importante, tenían el carácter de Jamie: su terquedad, su nobleza, su orgullo, su frontalidad.

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