G7 VERSUS G5?

Había una vez, un orden mundial donde, tras el fin de uno bipolar y estable basado en la amenaza de apretar el botón nuclear, se intentó estructurar un acuerdo de potencias diversas mutuamente interrelacionadas. Al ceder algunas de ellas a la voluntad de una, ese orden se resquebrajó generando uno alternativo, que lo desafía, aunque no sabemos bajo qué parámetros. Ignoramos el desenlace pero es probable que estemos transitando dicha secuencia. Precisamente, habiendo estado hace un par de meses, en el lugar donde se dirime “el gran tablero mundial”, es decir, Eurasia, me voy autoconvenciendo de que ya está gestando ese “otro mundo” a pasos agigantados.
Foreign Affairs publica hoy un artículo de Ivo Daalder y Michael Lindsay sobre la última posibilidad de que el G-7 -ya sin Rusia, en el formato ad hoc que antes la incluía como un octavo integrante-, pueda “construir un mundo mejor”. Me atrevería a decir que esa alternativa es improbable porque el G-7 ya no es lo que era, en parte por los errores de sus miembros, en parte por la voluntad de los que no están integrados allí.
Repasemos. En términos coyunturales, en función de la guerra de Ucrania, la relación ruso-europea está irremediablemente rota y tardará en recomponerse, por la obsecuencia de la UE en seguir los caprichos geopolíticos de Estados Unidos. China ha ganado liderazgo y poder y de ninguna manera, cederá en favor de quienes ha estado superando. Otros actores estatales emergentes como Turquía e India se atreven a desafiar medidas que el bloque occidentalista ha impuesto, sin acuerdos previos. En términos estructurales, la demografía y el comercio mundial han empequeñecido el mundo del G-7.
Al mismo tiempo, ha aumentado la dimensión de “otro mundo” al que desde 2013 no se le ha prestado suficiente atención, pero hoy, ha acelerado su presencia. Se trata del BRICS, el bloque que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, su último integrante.
El BRICS representa el 43% de la población mundial y el 27% de la superficie terrestre del planeta; si se le suma Iberoamérica, juntos representan el 48% de la humanidad y un tercio de la superficie terrestre del globo.
En la Cumbre de estos últimos días y sus numerosas reuniones relacionadas, bilaterales y multilaterales, esa mitad de la humanidad adoptó un proyecto que se basa en el rechazo al actual sistema de casino financiero y lo reemplaza por uno que proporciona crédito para proyectos de desarrollo con alta tecnología; en educar y entrenar a la juventud para que haga frente a los crecientes retos del futuro; en el pleno respeto a la soberanía nacional, proscribiendo la política imperial de cambios de régimen y guerras; y en la promoción explícita del interés común entre las naciones.
“La historia nos dice que la ley de la selva no es el camino de la coexistencia humana”, subrayó el Presidente chino Xi Jinping. “Toda nación debería obedecer el principio de igualdad, confianza mutua, aprendizaje de los demás, cooperación y búsqueda de beneficios colectivos… para la construcción de un mundo armónico, sustentado en la paz y la prosperidad colectiva”, añadió en la Cumbre citada.
El BRICS y sus aliados están construyendo un sistema mundial basado en valor real, no en valores de papel falsos. Las naciones del BRICS están decidiendo qué es el valor real, y lo están imponiendo, que consiste en el costo de los poderes productivos del trabajo en una situación cambiante. Las mismas sanciones que “Occidente” impuso sobre Rusia ahora mismo, provocan un efecto “boomerang” sobre el valor del dólar y el rublo. Moscú se desdolariza, fortalece su propia moneda y exporta oro a terceros.
El problema subyacente con el que nos tenemos que enfrentar hoy, es la “asimetría del valor en el mundo”, que viene de dos sistemas distintos que operan con una lógica y una métrica diferentes y que son totalmente incompatibles.
De un lado, está el sistema transatlántico. Del otro, tenemos un sistema emergente, incompatible con el primero, que está construyendo un mercado basado en valor real. El valor real proviene y se mide por el desarrollo de los poderes productivos del trabajo, es decir, mediante la introducción de nuevas tecnologías creadas científicamente, poniendo en marcha procesos productivos que incrementan la densidad de flujo energético a través de la economía física de tal modo que se incrementen inmensamente los poderes productivos del trabajo. Ese nuevo sistema creará un proceso mediante el cual el incremento de la densidad de flujo energético se incrementará a sí misma a una tasa que se va acelerando.
Este rol del progreso tecnológico y avance científico es lo que la especie humana hace de manera única. Tal creatividad es realmente la fuente de valor en una economía y es el camino en el cual nuestra acción para crear el futuro define el valor presente.
Sin duda, el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) y el Acuerdo de Reservas de Contingencia (ARC) son la base de una arquitectura financiera internacional totalmente nueva, aunque aguarda una gran batalla política para que esta política entre en vigor, por encima de las violentas objeciones de la City de Londres y Wall Street, incluyendo sus agentes en algunos de los países del BRICS. El documento de fundación del NBD con cautela se adhiere a la idea de que el NBD y el ARC sólo se destinan a “complementar” a instituciones existentes como el FMI; pero los principios sobre los cuales se fundaron no sólo contradicen a los del FMI, sino que son mutuamente excluyentes.
Más significativo: el NBD se orienta claramente a prestar dinero para desarrollo real, sin las odiadas condiciones de austeridad y políticas ecologistas asociadas con el FMI y el Banco Mundial. Por ejemplo, la declaración conjunta CELAC-China contiene una divergencia radical con las condiciones del FMI y el BM, y llama “a hacer buen uso de los préstamos en condiciones favorables garantizados por China, de acuerdo con las necesidades y prioridades de los países receptores. Enfatizamos la importancia de la construcción y modernización de infraestructura”.
El Presidente Putin, no es ajeno a ser el blanco de la guerra económica, presentó una propuesta complementaria: “Las naciones del BRICS deberían cooperar más de cerca en los mercados de materias primas. Tenemos un recurso singular básico: nuestras naciones poseen el 30%-50% de las reservas globales de diferentes recursos. Por lo tanto, creemos que es imperativo desarrollar la cooperación en minería y procesamiento, y organizar un centro para la capacitación de expertos en industrias metalúrgicas en las naciones del BRICS”.
Tal acuerdo quebraría el control absoluto del gran enemigo de Rusia -Gran Bretaña- de las materias primas y su habilidad para especular con la subsistencia de las naciones y su misma existencia. Para hacer viabilizar estos propósitos, el NBD y el ARC tendrían que funcionar con un muro cortafuegos contra el sistema canceroso denominado “en dólares”. Es digno de atención que el NBD está autorizado en el futuro a recibir capital adicional y a otorgar préstamos al BRICS y a otras naciones, en monedas alternativas.
Una vez que tres, cuatro o más países estén involucrados en grandes proyectos recibiendo tales préstamos en monedas distintas al dólar, de hecho se habrá creado una nueva moneda, a la que también le seguirá el acuerdo de tipos de cambio fijo entre las naciones participantes. Ese sólo paso instantáneamente traería aparejado un retorno al sistema de Bretton Woods anterior a 1971, de tipos de cambio fijos (predecibles), barriendo de un plumazo, billones de dólares de especulación con monedas a futuro.
Como conclusión, ignoramos si el BRICS construirá un nuevo orden mundial. Pero lo que sí sabemos es que todo el contexto actual y las torpezas de la alianza transatlántica con sus sanciones ineficaces a Rusia y su obstinación por armar a Ucrania, para prolongar una guerra de antemano perdida, no ha hecho más que inflamar orgullos del otro lado y provocar reacciones adversas en aquellas culturas milenarias que hasta aquí, actuaban razonablemente y sacaban provecho del orden mundial actual. Ello puede ser motivador suficiente para que el BRICS, aún reconociendo posibles desacuerdos entre sus propios miembros, cobre vuelo y dinamismo, intentando al menos, erigirse en la alternativa como “el mejor mundo posible”.
Ese mundo mejor lo puede ayudar a edificar el BRICS porque se trata de países vigorosos -y no envejecidos-, que cooperan entre sí -sobreponiéndose a sus viejas rencillas- y tienen vocación de liderazgo global -pero compartido-.
A modo de despedida, les dejo el video premonitorio que realizó Jorge Lanata hace más de una década para el Canal Infinito, sobre el entonces BRIC -sin Sudáfrica en ese momento-. A veces, los cambios aparecen ante nuestras narices, pero no los vemos.

EL GIRO “OTOÑAL” DE MACRI

Todavía no encuentro las razones para explicar cómo y por qué superó el gobierno de “Cambiemos” la crisis cambiaria del año pasado, además del notorio aumento inflacionario y por ende, depreciación salarial, que derivaron de aquélla. La promesa de “cero emisión”, algunos cambios en las autoridades del BCRA, una política de flotación del dólar entre bandas y un mayor respaldo del FMI, anticipando préstamos, calmaron relativamente a los mercados, aunque a costa de un riesgo-país creciente -el más alto desde 2014-y mayor fuga de capitales. Ayudado mediáticamente por un G20 distractivo, el 2018 cerró “tranquilo” para Macri, con una tasa de interés por la nubes para frenar la compra de dólares, lo cual se tradujo en altísimas rentabilidades para los bancos, a costa del sector productivo. Tras un verano estabilizado por cierto y ligero “viento de cola” que llegó del “Norte”, volvieron las turbulencias a fines de marzo y abril, de la mano de un dólar que escaló hasta el límite máximo de la banda superior y una inflación del 4 y pico por ciento mensual, muy difícil de derribar. Nada de lo que hizo este gobierno supuestamente pro-mercado a lo largo de este último año de estallido, se tradujo en estabilidad monetaria ni cambiaria, seducción de capitales o, reducción sustancial de la inercia inflacionaria. Por el contrario, los argentinos estamos inmersos en una larga agonía que nadie tampoco entiende, hacia dónde conduce porque comunicacionalmente Macri tampoco con su liderazgo, transmite un sentido de su “no-política”.

Con este panorama, este otoño no podía dejar de tener impactos políticos. La imagen negativa de Macri creció y la paridad inicial en las encuestas con CFK empezó a vislumbrar la posibilidad de que la “Doctora” -en términos de Jorge Asís-,  gane en un eventual ballotage. Comenzaron los primeros indicios de fractura con los radicales en la coalición oficialista, que nunca lo fue de gobierno y sí electoral: Córdoba dio el insólito puntapié. Le siguió Mendoza, alentada desde la propia Casa Rosada. Los resultados provinciales no ayudaron. La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, San Juan, Entre Ríos fueron determinando resultados conservadores donde los oficialismos provinciales ganaron -en gran medida, gracias a la “montaña de recursos” que les aseguró este gobierno federal a partir de la resolución de la Corte Suprema de Justicia apenas ungido en el poder-, el kirchnerismo fue castigado pero los candidatos de “Cambiemos” lo fueron más, saliendo terceros en algunos territorios.

Dependiendo de una buena liquidación de la cosecha de granos en dólares, a Macri no le quedó otra alternativa que brindar una respuesta en materia de política pública. A los radicales, todavía influidos por economistas demasiado heterodoxos como Prat Gay y Lousteau, se les ocurrió una especie de “remake” del “Plan Primavera” de agosto de 1988. Previo “anclaje” del dólar por parte del BCRA, el ataque a la escalada de precios se tradujo en una dosis más de “kirchnerismo de buenos modales” -en términos de Espert-: un nuevo set de “precios cuidados” o congelamiento de precios incluyendo tarifas hasta el cambio de gobierno. A los más de 500 ya existentes, se pactaron otros 64 precios de alimentos -sin fruta alguna, ni pollo ni pescado, en un país de creciente obesidad-, con apenas 16 empresas de la COPAL, lo cual revela la enorme concentración sectorial que todavía tiene el país -hemos retrocedido respecto a los denostados noventa-. La respuesta de los mercados no se hizo esperar: más desconfianza, más fuga de capitales, mayor caída de bonos argentinos. La opinión pública tampoco se demoró: las primeras encuestas revelan el mayoritario apoyo popular a las medidas de paliativo, incluso entre los votantes K. 

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EL “CUBO MAGICO” DE ARGENTINA

Lejos de ser un juego, se trata de un laberinto horrible y decadente que lleva años y nadie puede descifrarlo. Así lo llamó brillantemente un economista argentino llamado Rodolfo Santángelo, para aludir a la gran cantidad de distorsiones macroeconómicas entreladas que tiene el país: déficit fiscal, déficit comercial, atraso cambiario, tasa de interés creciente, elevada presión fiscal (para el que la paga), costos (logísticos y laborales) altísimos para producir, subsidios para más de la mitad de la economía nacional, etc. Es un desaguisado, donde si el gobierno de Macri toca alguna de esas variables, afecta a la otra o las otras. Producto de todas ellas, que generan un verdadero desastre macroeconómico generalizado, se produjeron enormes despropósitos, impensados en un “país normal”.

Por ejemplo, observando las cuentas públicas, mientras se le engañó a la sociedad argentina, habituada a vivir mucho más allá de sus posibilidades (de productividad y consumo), comunicándole que había superávit fiscal y comercial, incluyendo desendeudamiento externo, entre 2003 al 2007, ese éxito pírrico se lograba con subsidios cruzados como los que comentaremos a continuación, con tarifas de servicios públicos por debajo de precios razonables, con cortes de luz y gas en las industrias, que los pagaban en mayor medida que los consumidores de la clase media. Como si ello fuera poco, también se recurría a la virtual confiscación de los ahorros previsionales de 9 millones de argentinos, pasaron a administrar desde el ANSES (la caja oficial de manejo de los fondos jubilatorios), burócratas dependientes del poder político de turno.

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