MI HOMENAJE DE HOY: A LA MILANESA

Apenas con 5 años, mi primer contacto con mi comida preferida, típicamente argentina -y nada delicada ni compleja, fue en el Restaurant y Cervecería La Recova, en mi ciudad natal, Santa Fe. Los mozos de aquel entonces, la ofrecían acompañada por el puré o las papas fritas, pero siempre cortada en cientos de pedazos para pinchar con el escarbadientes individual. Pero el tiempo pasó y lejos de olvidar ese momento inicial de placer gastronómico, se profundizó esa pasión por la milanesa. Aprendí a comerla con arroz (mi predilecto), huevos fritos, pero también en forma de sandwich, en los picnics estudiantiles y por supuesto, a medida que entraba en la fase adulta, con ensaladas mixtas. Empecé a verificar que no sólo yo mantenía ese particular gusto, por una comida que no es claramente, fina.

Es que la milanesa, que hoy cumple su día conmemorativo especial, en la tribu de las redes sociales, es una de las comidas típicas del país, incluso más que el asado, porque la consumen ricos y pobres, jóvenes y viejos, hombres y mujeres y obviamente, niños. Lo paradójico es que nunca aprendí a cocinarla. Para los extranjeros que la desconocen y lo viví especialmente cuando viví en Chile, donde se la confunde mal con el llamado escalope, se trata de un filete fino, preferente -aunque no únicamente- de carne vacuna, sobre todo, de nalga, pasado por huevo batido y luego por pan rallado, que se cocina fritada aunque más raramente, horneada. Además pueden haber milanesas de pescado, de pollo, de soja, de berenjena y hasta de queso mozzarella.

Matizando aún más las formas de cocción de la milanesa en Argentina, puede ofrecerse, sobre todo en los restaurantes porteños, como “milanesa a caballo”, o sea, con dos huevos fritos encimados o, como “milanesa a la napolitana”, cubierta con salsa de tomate, jamón cocido, queso y especias (orégano, pimienta y ají molido) que se termina de cocinar al horno. Esta última versión sí es genuinamente capitalina, porque esta variante de la milanesa se ofreció por primera vez en el ya desaparecido Restaurant Nápoli, frente al estadio cubierto del Luna Park.

Si bien se pueden ofrecer milanesas con sus nombres típicos respectivos en diferentes regiones de Italia (en el norte, en Milán y, en el sur, Nápoles y Palermo), Austria, Alemania y hasta Francia, mucho se duda de su verdadero origen. Es probable que hayan sido los inmigrantes europeos quienes la trajeron y difundieron en nuestros países sudamericanos, considerando que también se come además de Argentina, en Uruguay, Chile y Bolivia, aunque igualmente se han descubierto, con otros nombres, en Colombia y México.

Por mi parte, ya bastante vegetariano en este etapa de mi vida, la vez al año que como milanesas, opto por ir al Patio de la Cervecería Santa Fe, para reemplazar a la extinta Recova y cuando viajo a Rosario o Buenos Aires, cada vez que puedo, me acerco al novedoso “Club de la Milanesa”.

Lo hago porque cada momento de placer vale mucho más en esta corta vida y aunque resulte efímero, disfrutar una milanesa, resulta una emoción deliciosa, tanto para mí como para muchísimos argentinos.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
Marcar como favorito enlace permanente.

Deja una respuesta