EL ENORME COSTO QUE PAGA UN GENIO: “BOBBY” FISCHER

De repente, en 1975, sin perder, le cedió el cetro al joven maestro soviético Anatoli Karpov (luego, ganador en 160 juegos en una década), fue detenido por la policía por vagabundear en Pasadena (California), se aisló durante años y tras reaparecer en los noventa, en la ex Yugoslavia, por desafiar las sanciones occidentales, del mismo gobierno que antes lo apañó como su “niño mimado” contra el comunismo soviético y ahora lo castigaba, terminó asilándose en Islandia, donde murió a los 64 años de edad en 2008, en la más absoluta soledad y abandono. Ese fue el último tramo de la vida, no de un perdedor, sino el de un exitoso ganador y campeonísimo del ajedrez mundial, entre 1972 y 1975, Robert Thomas “Bobby” Fischer. La parte que no describe la película “La jugada maestra” -en inglés “Pawn Sacrifice”-, estrenada en 2014, protagonizada por Tobey Maguire (el mismo de “El hombre araña”), en el papel del deportista estadounidense y Liev Schreiber, el actor judío americano que habla perfecto ruso, encarnando a Boris Spassky, el ajedrecista con quien rivalizaba Fischer, entre otros.

Hollywood suele elegir los finales felices, como por ejemplo, la coronación en la cumbre mundial del individualista y autodidacta Fischer, por fin, en el llamado “Match del Siglo” (Reykjavik, setiembre de 1972), al ganarle tras 21 partidas, a Spassky y a toda la estructura oficial soviética invicta desd 1948, su verdadera y única obsesión desde los 12 años de edad, en los tableros del deporte ciencia. Aburre con su tormentosa vida como niño, hijo de una madre enfermera de origen judío-suiza, que lo cuida sóla y que cansada de los reproches y maltrato del pequeño Bobby, hastiado de sus parejas inestables, lo abandona a sus 17 años para emigrar a California. El guión se regodea con una personalidad huraña, paranoica, caprichosa, obsesionada con el ajedrez y ganarle a los rusos, los mismos que forman parte de una conspiración mundial con los judíos, para no sólo vigilarlo sino dominar el mundo. Este pensamiento, nada novedoso, aunque lo fuera para el pequeño Bobby, que proyectaba todo su resentimiento contra su madre y sus parejas, en la raza judía, hoy tiene no pocos intérpretes, incluso en la arena política mundial. Terminaría refugiándose apenas en tres personas: primero en su mentor Carmine Nigro y luego, en un cura católico amigo llamado William Lombardy y su manager, un enigmático abogado, llamado Paul Marshall, seguramente con vínculos con la CIA, quienes lo acompañarían en su meteórico ascenso de una década, a la cima triunfando sobre los jugadores del bloque oriental y finalmente, los propios soviéticos, convirtiéndose así en una espada ideológica más de la superioridad democrática-capitalista-occidental contra el viejo “Imperio del Mal”, en plena Guerra Fría.

Pero claro, tanta egolatría, tanta megalomanía, tanta obsesión, tanta infelicidad, tanta soberbia, tanto odio a sus propias raíces, lo condujo a enfermarse. Allí, en pleno aislamiento, el “sistema” lo volvió a dejar a su merced. Hoy, puede decirse que sufrió de síndrome de Asperger y hasta esquizofrenia, algo que en esa época, se trataban como excentricidades. Jamás Fischer conoció otra vida qu la descrita. No tuvo un amor, no formó una familia, no procreó, ni siquiera vivió placeres con el dinero que ganó. Lejos de ser el genial talentoso, que nunca perdió una partida en una década (1962-1972), se trataba una máquina de ganar que ni siquiera disfrutaba la miel del éxito. Su vida vacía, no podía terminar sino de la manera que culminó. Un triste broche final.

Me pregunto cuántos Fischer hay en este mundo. Seguramente, muchísimos. Todos aquellos que son genios pero que conllevan y arrastran un enorme peso mental por serlo.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
Marcar como favorito enlace permanente.