“TOC TOC”

Es una enfermedad de la postmodernidad. Puede hallarse en la todavía no moderna Africa o algunos lugares de Asia y hasta América Latina, pero seguramente en sus centros urbanos sí, aquejando a cientos de miles o por qué no, millones de personas. Son fobias, tics nerviosos, expresiones, manías, que adquiriendo carácter crónico, parecen esclavizar a las personas que las sufren. Atacan a todo tipo de clases sociales, incluso se dice que hubo nobles y hasta reyes que las tuvieron. Por ejemplo, Pedro El Grande, el Zar ruso que construyó San Petersburgo, tenía muecas faciales constantes, guiñando los ojos, frunciendo boca y nariz y moviendo la mandíbula, todo lo cual era bien manifiesto en presencia de sus visitantes europeos que luego lo difundieron, según el pintos ruso del siglo XIX, Valentín Seróv. Hoy, estos emergentes de los miedos humanos, se tratan en el diván de los psicólogos o en terapia grupal, pero supongo que hay muchísimos que no lo hacen por vergüenza.

Por eso, rescato el filme español, estrenado el año pasado, donde sobresalen, un actor argentino, Oscar Martínez -en un papel mucho más lucido que en “Relatos Salvajes”- y una Rossy de Palma -que por fin se liberó de Pedro Almodóvar- y que se refiere al Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC; en inglés OCD). Precisamente, el nombre de la película -y obra teatral- se titula “Toc Toc”.

Habría que recordar que una década antes de “Toc Toc”, ya el genial Jack Nicholson había mostrado el trastorno en la película “Mejor imposible”, junto a Helen Hunt y Greg Kinnear.

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