En el marco de mis estudios de Doctorado en Relaciones Internacionales que cursé en la UNR a partir de 2009 hasta defender mi tesis sobre política exterior de Rusia en marzo de 2015, pude realizar un par de estancias de investigación en el Instituto de Latinoamérica (ILA) en la capital de la Federación, Moscú, tanto en noviembre de 2010 como en setiembre de 2011.




En el primero de esos viajes, que coincidió con la estación otoñal y una fecha especial, la del 4 de noviembre, que en la época soviética, recordaba el aniversario de la “Revolución Bolchevique” de 1917 y desde 2004, el Día de la Unidad Popular (en ruso, “День народного единства“), rememorando la expulsión por parte del pueblo de la emblemática ciudad, de las fuerzas de la Mancomunidad Lituana-Polaca en 1612.
Paradójicamente, me esperaba una cruda nevazón, una de las primeras del mes, que anticipaba el -que me imagino- un crudo invierno, el mismo que espantó seguramente a las tropas francesas de Napoléon Bonaparte en el siglo XIX y las alemanas de Hitler a mediados del XX. Las imágenes con un cielo gris plomizo, fácil de divisar apenas el vuelo de Lufthansa que me traía de Frankfurt, se aprestaba a llegar a uno de los tres grandes aeropuertos moscovitas, Schremétyevo.

La mítica Plaza Roja de Moscú lucía así por aquellos días.









Cómo luchó Moscú contra la peor nevada jamás registrada. https://www.youtube.com/watch?v=TjiSEdm2f9Y&feature=share&fbclid=IwAR2xkleMMjXm3Ntbsw9Id21_aHDt4fSJNH8FxC7V3FOkJsLQhFLmEYrP23Q
Moscú, la tercera megalópolis del mundo. https://es.rbth.com/viajes/88817-moscu-tercera-mejor-megapolis-mundo?fbclid=IwAR3nWeSAjruLA09oNdajc01Y01-StgJ1VOCN5v3KaSiP4SBkHwgnRC3qFtI