“CRIMEN EN EL CAIRO”: EL TRIUNFO DEL MAL

Es un buen filme sueco de Tarik Saleh con una historia descorazonadora en un Egipto que fue Imperio y ahora pena por la “normalidad” desde hace algunos siglos. Un país norafricano más del mundo subdesarrollado y oriental, que empero, se ha acostumbrado a la anormalidad. La de la inestabilidad institucional crónica, la del militarismo, la de los autócratas como Gamal Nasser (1954-1970), Anwar El Sadat (1970-1981), Hosni Mubarak  (1981-2011)y el emergido del último golpe de Estado, Abdel-Fatah Al Sisi (2013 hasta la actualidad), la de las esperanzas destrozadas como “la Primavera Arabe” con la “Hermandad Musulmana” (2011-2013), es decir, con muchas oscilaciones políticas pero sin cambios de fondo, reales, que democraticen la sociedad egipcia en serio y terminen con la impunidad, la desigualdad económica, la inequidad, la frustración juvenil y la falta de horizontes.

En ese contexto tan desalentador, el filme narra un crimen en el Hotel Nile Hilton de la capital egipcia, enfrente de la histórica y simbólica Plaza El Tahir, escenario de los disturbios de “la Primavera Arabe”, que tiene como protagonista a una prostituta contratada por un millonario vinculado al poder de Mubarak y toda la complicidad de la policía y la justicia, por evitar que se sepa la verdad. Como siempre hay un policía honesto -o estúpido, según se juzgue moralmente la trama o red de corrupción de la que hablemos-, éste es el caso de Nourredine Mustafá, que se empeña en esclarecer el crimen pero termina enredándose con Gina, una amiga de la occisa, ignorando que ésta es un “cebo” que le colocan los victimarios para extorsionarlo y alejarlo de la investigación que tanto los incomoda. De allí en más, los sicarios, los policías compañeros de Mustafá y sus jefes, desnudan su papel de mafia protectora del asesino, operando en contra del “buen policía” junto con la única testigo del crimen, Salwa, una empleada negra del mismo hotel de lujo y emigrada de Sudán.

La película estrenada el año pasado, finaliza con la huida de la sudanesa ya sin destino alguno en una Egipto corrupta y el mismo Mustafá rendido a sus contradicciones y vacilaciones máxime cuando descubre que su propio tío, el general Kammal, es uno de los grandes interesados en ocultar al verdadero asesino, con tal de cobrar su millonaria parte y así seguir, su vida de manera tranquila, aún rodeado de una putrefacción generalizada.

Paradójica es la escena final, cuando todo se blanquea en medio de los disturbios de “la Primavera Arabe” y el entusiasmo por el derrocamiento de Mubarak. Todos vislumbraban un futuro mejor para Egipto pero en poco tiempo, esa esperanza se hizo añicos, en gran medida, porque suponemos, que  nada de lo que muestra la película, cambió en realidad. Máxime que con Al Sisi en el poder hoy, el mensaje popular pareciera ser: “si no se puede contra el Mal, que nos gobierne El”.

La misma desesperanza que hizo que en la última elección de inicios de este mes, donde se ratificó el liderazgo de Al Sisi, el tercer candidato más votado fue insólitamente, el gran y carismático jugador y goleador de fútbol del Liverpool de Inglaterra y máxima estrella del seleccionado egipcio que participará en el Mundial de Rusia en junio, Mohamed Salah.

Como si esto fuera poco, en una sociedad que se resiste a perder la sonrisa, abrumada por su realidad oprobiosa, un joven hincha egipcio llamado Mohamed “Ibn Nufal” Nufal, viaja desde hace unos días, unos 5.000 km., en bicicleta hasta Rusia, a ver a su selección y gritar los goles de Salah.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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