“EL ULTIMO DE LOS MOHICANOS”

Siempre me fascinaron los procesos sociales que se resisten morir ante el avance de aquellos que se aproximan para instalarse. La novela de James Fenimore Cooper, no retrata precisamente, “un choque de civilizaciones” a lo Huntington, sino más bien, lo contrario. Esboza la posibilidad de cercanías o semejanzas entre indios, mestizos y blancos, ya sea colonos americanos como oficiales y soldados británicos y franceses. El contexto o ambiente del libro, es la guerra de los Siete Años (1756-1763), entre la victoriosa Inglaterra y la derrotada Francia en Europa, trasladada al continente americano, donde ambas potencias peleaban por la posesión de Canadá y la región de los Grandes Lagos en el territorio septentrional de la actual Estados Unidos.

Los protagonistas de esta historia de 1757, son el riflero mestizo “Ojo de Halcón” (Hawkeye) o “Carabina Larga” y sus amigos, los indios mohicanos Chingachgook y su hijo Uncás, que se enredan sin desearlo en las batallas, del lado de colonos, delaware (o “mingos”) e ingleses, dirigidos por el Teniente Coronel George Munro, cuyas hijas Alicia y Cora, se enamoran de los dos primeros, a pesar de que Alicia está semicomprometida con el oficial “casaca roja”, el Mayor Heyward. En la vereda opuesta, están los franceses del caballero honorable Mayor Louis Joseph Marqués de Montcalm y sus indios aliados, los hurones, que comerciaban su lealtad a cambio de negocios con los blancos. El personaje principal de este flanco militar, es el pérfido y sanguinario indio, Magua, el guía y jefe de los hurones.

La trama, a la manera del “Facundo, civilización o barbarie” del argentino Sarmiento, varias décadas más tarde, es el reconocimiento del triunfo de la “civilización” sobre la barbarie, a través de la extinción lenta pero persistente del mundo indígena, al cual parece añorar el propio autor Cooper. También la novela encierra una mirada romántica de la mujer: ambas jóvenes son protegidas por los mohicanos y “Ojo de Halcón”, que arriesgan sus vidas por ellas. En compensación, ellas les enseñan a estos hombres habituados al riesgo, incluso de vida, sentimientos morales, típicamente femeninos, como la suavidad, la dulzura y la compasión. El Medioevo y la Modernidad se entremezclan permanentemente en la historia.

Una de las lecciones de la novela es la tristeza de los personajes al ver desaparecer el viejo mundo indígena, sobre todo, con la muerte del hijo del jefe mohicano, con la que se produciría el fin de toda la tribu. Al mismo tiempo, lo cual resulta una paradoja, cómo civilización y barbarie se entremezclan de tal modo, que lo salvaje se niega a desaparecer de manera absoluta. De hecho, Alice, a pesar de ser la mujer más civilizada, tendrá una relación fogosa, bastante irracional con “Ojo de Halcón”, aprendiendo junto a él, a perder todos sus miedos iniciales, sobre todo, en esa frondosa espesura natural de los bosques y valles del Río Hudson.

El cine reprodujo la novela cinco veces desde 1912 y la última fue esta versión de 1992, que reproducimos aquí, con el irlandés Daniel Day Lewis -quien este sábado 29 de abril, cumple 60 años- y la norteamericana Madeleine Stowe como actores principales y donde sobresale en su escena final, la música del genial Hans Zimmer.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
Marcar como favorito enlace permanente.

Un comentario

  1. Pingback: “MOHAWK”: UNA CANADA MÁS ALEJADA DE ESTADOS UNIDOS – El desafío de interpretar y liderar el cambio

Deja una respuesta