TODO DE CORAZON

Vale la pena recordarlo, en este mundo que hoy afronta asustado, temeroso, acorbardado  la presencia de un virus, temiendo perder la vida. Pero tener miedo a la muerte, sin haber disfrutado de la libertad pero sobre todo del amor, compartiendo momentos únicos e irrepetibles con otro u otra, me pregunto, qué sentido tiene. Tristemente, muchos seres humanos pasan por este mundo sin haber conocido la dicha -y la magia- del amor. Precisamente, cuando dos personas se encuentran y se aman, es un momento especial, que no encuentra parangón con ningún otro en la vida, tal vez, equiparable sólo al nacimiento de un hijo.

Ese amor es felicidad pura pero no creo que implique necesariamente una trayectoria fácil hacia él. Si  bien no hay por qué pensar de manera cristiana -o masoquista-, en “un camino plagado de espinas”, hay amores duraderos, para toda la vida, que aquí en algún momento repasamos, pero a veces, fogoneados o estimulados por condiciones adversas. Dos películas, una de ellas, habiendo hecho historia en el cine mundial, la otra tal vez menos conocida, pero inspirada en la anterior, trataron sobre dichas circunstancias desfavorables para un par de amores que sin embargo, lograron sobrevivir a todo -incluyendo la prisión, un matrimonio alternativo o el paso del tiempo, sin siquiera verse (7 años en un caso, 21 en el otro)-. Tanto “Diario de una pasión” (también conocida en inglés como “The notebook”) y “Lo mejor de mí” (“The best of me”) -con la música de la banda Lady Antebellum-, reflejaron con mayor o menor plenitud, esas situaciones que no pudieron doblegar la fuerza del corazón, tanto en los hombres como en las mujeres protagonistas.

En ambos casos, los jóvenes varones tuvieron que luchar contra sus propias adversidades familiares, pero no sólo contra ellas. En una época de postguerra, en los Estados Unidos del advenimiento del “baby boom“, donde las generaciones aprendían de sus mayores lo mejor que podían, en pleno auge de progreso material, donde ciertas familias progresaban notoriamente y otras sobrevivían con trabajos poco valorados, sendas chicas provenientes de las primeras se enamoraban perdidamente de jóvenes que crecieron en ambientes hostiles y hasta casi huérfanos. El rechazo de éstos por parte de los padres de aquellos grupos sociales adinerados, mancillaba el orgullo de los Noah y los Dawson pero igualmente se las arreglaban para desafiar aquél destino. En ambos casos, precisamente el destino jugaba sus cartas pero una y otra vez, los chicos demostraban que sólo ellos podían dirigirlo de tal manera de acomodarlo a los dictados de sus corazones.

Es que es la pasión la que mueve las trayectorias de las personas. Esa energía vital, incondicional, luminosa, fulgurante, que no necesita de pastillas adquiridas en la farmacia, ni de terapias alternativas ni de libros de autoestima, merece ser liberada, aún afrontando los costos de su expansión: el recelo, la envidia, la codicia de otros u otras, en la mayoría de los casos, de la misma sangre, que no desean ver consumadas las expectativas de felicidad de quienes se aman.

Ver ambas películas los hará reflexionar una vez sobre este capítulo de la vida, donde vale la pena arriesgarse. En una sociedad cada vez más pusilánime, que apenas se refugia en las redes sociales, para expresar lo que siente -o lo que dice sentir-, las historias de amor mencionadas, las de Noah y Allie y Dawson y Amanda, tal vez, inspiren a las nuevas generaciones para imitar a aquellos que por amor dejaron todo, sin temer las consecuencias. Porque aunque fuera por un breve período -en el transcurso de una vida-, fueron tremendamente felices porque dejaron gobernar a sus respectivos corazones.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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