UN PROCER DEL TENIS ARGENTINO Y MUNDIAL: GUILLERMO VILAS

Por una parte, él es el dueño de una frase que lo resume todo: a diferencia de otros deportes, “en el tenis, los jugadores son libres”, y ello explica mi pasión por ese deporte, tan aleccionador para uno mismo.

Por otra parte, “de tal palo, tal astilla”. Alguna vez, nos preguntamos no sólo en el caso de los hijos de padres intelectuales, sino sobre todo, en el caso de los deportistas exitosos o talentosos, si heredarán algunas de las cualidades de sus progenitores e incluso, los superarán. Por eso, me dio una enorme alegría saber que el pasado fin de semana, Andanin Vilas, la hija del gran “Willy” de Mar del Plata, acababa de ganar su primer gran torneo junior (sub 14) de tenis, el deporte por el cual saltó a la fama, su padre y actual entrenador, que además fue quien le entregó la copa ganada en Niza, Francia.

Fuente: Diario Olé.

Cabe recordar que Guillermo Vilas, nacido un 17 de agosto -como cada aniversario de la muerte del Gran Prócer argentino, el General San Martín-, con 65 años de edad, fue el tenista argentino más ganador en la era profesional, con 62 títulos y un puesto en el ranking mundial, número 2, algo muy discutido y que la ATP jamás ha reconocido cambiarle por el 1, a pesar de las numerosas investigaciones posteriores que así lo justificarían.

De esos 62 títulos que logró Vilas, 4 de ellos fueron Grand Slam: 2 en Australia (1978 y 1979), el Abierto de Estados Unidos en Forest Hills y el Abierto de Francia en Roland Garros, ambos en 1977. También logró conquistar 7 torneos equivalentes a los Masters 1000: 3 veces en Montecarlo (1976, 1981 y 1982), 2 en Canadá (1974 y 1976), Hamburgo (1978) y Roma (1980). Estuvo invicto más de 50 partidos, hasta perder con el rumano Ilie Nastase y su ilegal raqueta de doble encordado, además de ser el cuarto tenista más ganador de toda la historia. Ochenta y tres semanas estuvo segundo en el ranking en un año, con 16 títulos en ese inolvidable 1977. Ganó la friolera de 659 partidos en polvo de ladrillo, convirtiéndose en el más triunfador en esa superficie.

Como si todo ello fuera poco, poniendo la vara demasiado alta para que su hija Andanin pretenda igualarlo en tenis femenino, Vilas fue subcampeón jugando para Argentina en Copa Davis 1981 aunque había ganado la Copa de Naciones por equipos nacionales, un año antes. También Vilas fue innovador en el tenis, creando una famosa -pero dificultosa- jugada con su sello original: la “gran Willy”.

Hablando de aporte nacional, Vilas debiera ser considerado un prócer en su país. Hasta su llegada a la cumbre del tenis, éste era considerado un deporte elitista, sólo reservado para las clases altas de la Argentina. Vilas que no pertenecía a ellas, aunque se codeara con esos círculos en el Club Náutico de Mar del Plata, logró popularizarlo. A partir de su figura, el tenis pasó a ser jugado por toda clase de chicos y chicas, en los diferentes clubes del país, pero también en las miles de canchas nuevas y privadas que no dejaron de abrirse desde fines de los setenta. Hasta la escenografía de los partidos de tenis, sobre todo, los de Copa Davis, cambió a partir de Vilas: aparecieron las barras, los hinchas bulliciosos, los papelitos desde las tribunas, los cánticos casi futboleros, etc.

En un país donde el Estado se habitúa a financiar o ejecutar por sí mismo, obras deportivas que nadie demanda ni usa lo suficiente, el fenómeno Vilas creó un mercado tenístico que se traduce en sucesivos éxitos deportivos de camadas de jóvenes estrellas, incluyendo una Copa Davis en 2016 además de una presencia cada vez más extendida del mismo deporte hasta en los confines del territorio nacional.

Tres ítems más en la semblanza acerca de Vilas. Está claro que su éxito representando al tenis nacional a nivel global, como nunca nadie antes, superando a figuras pioneras como Enrique Morea y la santafesina Raquel Giscafré, molestó a algunos tanto dentro como afuera de las fronteras argentinas.

Al interior del país, al demandar un proceso lógico de cambio institucional y de infraestructura acorde a la masificación y democratización del tenis, el “populista” Vilas, terminó enfrentándose a las autoridades de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), ligada a los intereses más conservadores del deporte. Durante años, esa rivalidad se mantuvo y recién ahora, cuando muchos de ellos han muerto o desaparecido de la vida política, Vilas encuentra un lugar posible, de la mano de su archirrival contemporáneo en las canchas, José Luis “Batata” Clerc, quien aspira a ser el nuevo Presidente de la AAT (141 clubes y 11.000 afiliados) en los próximos días, enfrentado al cordobés Agustín Calleri, representante de la llamada “Legión Argentina” que incluye a las nuevas generaciones de ex jugadores (Coria, Acasuso, Zabaleta, etc.). Que Vilas tan tardíamente no sólo sea reconocido sino se vea legitimado, al menos, para alzar su voz acerca del presente y del futuro tenístico argentino, revela claramente cuan conservadora es la política institucional del país, aún en términos deportivos, prefiriendo dejar hegemonizar el poder, a mediocres lobbystas que ni siquiera saben pegarle a la pelotita.

Fuera del territorio argentino, la proyección internacional de Vilas provocó la envidia de sus contemporáneos latinoamericanos, tanto en Brasil, Chile y Paraguay. Excepto su amigo en el circuito, el guaraní Víctor Pecci, el éxito de Vilas molestó a los Koch, los Kirmayr, los Motta, a los Fillol, a los Cornejo, a los Rebolledo pero también a las generaciones más jóvenes como el chileno -siempre desmesurado- Marcelo “Chino” Ríos, que lo acaba de catalogar como un “viejito”, en el contexto de una nueva edición de la Zona Americana de Copa Davis, entre Chile y Argentina.  Hasta cabría reconocer tal vez, que los éxitos en el ranking de la ATP que luego de Vilas, lograron otros tenistas latinoamericanos, por más efímeros que hayan sido, como los números uno del ecuatoriano Andrés Gómez en dobles en 1986, el brasileño Gustavo “Guga” Kuerten en singles a fines de 2000 y el ya citado Ríos, también en individuales, dos años antes, podrían deberse a su trayectoria pionera accediendo a la elite mundial.

Por último, el legado de este orgulloso marplatense, además del ya comentado, biológico, a través de su hija Andanin. Así como creó su club en Argentina, el Vilas Racket Club en Palermo (Buenos Aires), este deportista nada egoísta y puro corazón, algo inédito en el tenis, también se ha propuesto formar nuevos campeones mundiales. Entonces, en pleno corazón de Europa, en la patria de Rafael Nadal, Mallorca, ubicada estratégicamente cerca de los torneos más importantes del verano del Viejo Continente, ha montado desde hace 9 años, su propia escuela, donde los profesores no son jóvenes, sino grandes ex profesionales. 

 

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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