RUSIA Y EL FUTBOL

En un año, comenzará el Mundial de Fútbol en Rusia 2018 y hoy, precisamente, se inaugura la Copa Confederaciones, que desde hace unos años, se realiza en cada país anfitrión, para ir motivando a la afición local con cierta antelación.

Pero está claro que desde la presidencia del brasileño difunto Joao Havelange hasta la fecha, el fútbol en países no europeos ni latinoamericanos es en realidad, además de un negocio preinstalado por la FIFA, para rodearlo de publicidad e inversión en infraestructura, por una cuestión de nichos de mercado, es una novedad. Rusia no es la excepción. Allí, el fútbol no es el deporte más popular y desde chicos, herencia o no soviética, no sólo el hockey sobre hielo, el básquet, el voley, la gimnasia sino hasta el ajedrez, están mucho más difundidos popularmente como actividades recreativas y lúdicas profesionalizadas colectivas.  Idem el tenis, aunque éste es un deporte individual y que tiene una trayectoria muy diferentes a los otros, dado que los Safin, Sharapova, Kournikova, Myshkina, Kuznetzov, Kafelnikov, Davydenko y tantos otros hipercampeones/as, nacieron y empezaron a practicarlo en Rusia pero contaron con dinero familiar y emigraron al extranjero para formarse y forjarse con entrenadores extranjeros, en el marco de la globalización que vive el mundo y a la que no fue ni es ajena Rusia desde los años noventa.

De todos modos, Rusia, al igual quizás que su enemistada Ucrania, heredó la práctica futbolística de la URSS, habitualmente, con buenos seleccionados y algunos éxitos deportivos singulares, como el campeonato de la Eurocopa en Francia en 1960 y tres subcampeonatos de ésta en España (1964), Bélgica (1972) y Alemania (1988), más las medallas doradas en las Olimpíadas en Melbourne 1956 y Seúl 1988 y algunos logros en juveniles, como el subcampeonato detrás de la Argentina de Maradona en Japón 1979. Tanto rusos como soviéticos han prometido siempre mucho más de lo que realmente lograron pero igualmente, pueden nombrarse una gran cantidad de enormes jugadores, cuyas acciones han quedado en nuestras retinas. Más recientemente, los noventosos Valery Karpin, Aleksandr Mostovoi, Andrei Arshavin y Roman Pavlyuchenko, pero mucho antes, las figuras de la “Araña” Lev Yashin, el guardavallas soviético eternamente vestido de negro, también arquero Rinat Dasaev, la figura de aquel subcampeón de 1988 y el gran goleador, ucraniano de origen, Oleg Blokhin, son muy recordadas para los rusos pero sobre todo, para el mundo, especialmente, Europa.

Sin embargo, más allá de esas figuras, hay una menos conocida. Los soviéticos le dieron un enorme legado a toda la humanidad, en muchos planos, más allá de su muy discutible ideología y sistema económicos. Una especie de “Pelé blanco”, un tal Eduard Anatolyevich Streltsov (en ruso, Эдуард Анатольевич Стрельцов), quien tras haber contribuido al éxito soviético en Melbourne  en 1956, pudo haber jugado dos años más tarde, el Mundial de Suecia, donde debutó el original y negro, el gran brasileño, Edson Arantes do Nascimiento, pero que no lo hizo, y con ello frustró las expectativas originales de su país, por razones políticas. En una situación algo parecida a la de Johan Cruyff quien no viajara a Argentina 1978, dejando semihuérfana a la subcampeona Holanda, por razones poco claras, Streltsov se vio forzado a desertar de Suecia. Una extraña denuncia por abuso y violación de una menor, más su confinamiento decidido por el inefable Nikita Khruschov, en un gulag siberiano, lo marginaron del magno certamen y tras un lustro, le torcieron su brillante carrera original que culminaría, tras ganar algunos torneos locales, con una lesión, en 1970.

Quienes lo vieron jugar a este brillante ex jugador soviético, afirman que nada le envidiaba a Pelé. Rápido, encarador, talentoso, solía hacer tacos con un talento prodigioso, había debutado en 1955 a los 18 años con la casaca roja de la URSS, ganándole 6 a 0 a la propia Suecia, convirtiendo él, un hat-trick. Pero claro, una vez más, la ofensa al régimen, la denuncia artera, la necesidad de castigo sistémico, propio de un régimen totalitario, pudieron más que la oportunidad de destacarse sobre la base del talento de Streltsov en el Mundial y cambiar la historia del fútbol y por qué no, de la propia URSS, habituada, excepto sus logros olímpicos,  a éxitos no deportivos como las proezas espaciales y científicas.

A pesar de no haber jugado nunca un Mundial, la propia FIFA lo reconoció como uno de los 50 mejores futbolistas a nivel internacional en el siglo XX y Streltsov es el cuarto goleador de la historia soviética, detrás del ya nombrado Blokhin, Oleg Protásov (delantero de los años ochenta) y Valentín Ivanov. Fue reivindicado recién 11 años después de su muerte, durante la era putinista, por un comité de expertos deportivos, liderado por el x campeón mundial de ajedrez, Anatoli Karpov.

Tal vez, tanto en esta edición de la Copa Confederaciones como en el Mundial el año próximo, la estrella de Streltsov ilumine sobre el equipo ruso y lo catapulte en el logro de algún éxito futbolístico, que hace ya mucho tiempo, se le viene negando.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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