ABSURDOS JUEGOS DE GUERRA

Ayer, Corea del Norte, para quien no terminó la Guerra Fría, “festejó” el cumpleaños de su líder Kim-Jong-Un, con un fabuloso desfile militar,  en una evidente demostración de fuerza, exhibiendo un misil de alcance intercontinental. Hoy, sábado 15 de abril de 2017, muchos medios y analistas internacionales, especulaban sobre la posibilidad de una especie de “Día D”, es decir, un ataque de la imprevisible Estados Unidos de Trump al territorio norcoreano, lo cual, como indicó el genial Profesor Huntington hace ya 20 años, podría desatar la III Guerra Mundial, que tanto profetiza también, en sus homilías el Papa Francisco. Esta Semana Santa, en la que, paradójicamente, millones de cristianos se dedican al rezo, ayuno, autoflagelamientos, sacrificios de todo tipo pero también al turismo, mostró su contracara en exhibiciones militares: tras bombardear Siria, Estados Unidos hizo lo propio con Afganistán, a través de su bomba no nuclear más poderosa y Rusia de inmediato, anunció que contaba con un artefacto explosivo de mayor magnitud y alcance que la anterior.

 

Cabe preguntarse, si ya no hay disputas ideológicas, ni tampoco carreras de rearme nuclear como antaño, tenemos el mismo club atómico de 9 miembros de antaño, qué sentido tienen estas bravatas militaristas, en un mundo hiperglobalizado e interconectado en casi todos los niveles? Claramente, el “lobby” militar sigue siendo poderoso en cada uno de los países.

En algunos, los totalitarios, como China, Norcorea y Cuba, siguen controlando el poder, por lo que, las amenazas a la integridad territorial, siguen favoreciendo sus planes de continuidad en el liderazgo de cada régimen. En otros, semidemocráticos, como Rusia, las fuerzas armadas son un grupo de presión, incluyendo la oblogatoriedad del servicio militar -una rémora-, con una cantidad de efectivos, reservistas, oficiales, burocracia, presupuesto y votos nada desdeñable, si se quiere mantener el poder. Finalmente, en la llamadas democracias occidentales, fundamentalmente Estados Unidos, incluyendo a la OTAN, que es la fuerza que se encarga a modo de protectorado, de la seguridad del 80 % de Europa -aún no entiendo, respecto a qué amenaza-, el “lobby” militar es un cúmulo de hombres y mujeres profesionales, generales, oficiales, presupuestos y votos, pero sobre todo, logística, infraestructura, armamentos y tecnología al servicio de la guerra exterior. Si a todo ello, sumamos a los Estados fallidos o semifallidos, como Siria, Venezuela, Libia, Somalia, Irak, etc., donde los militares combaten a la población civil, a otras bandas armadas o se defienden de redes terroristas, piratas o “warlords”, tenemos que concluir que el militarismo beneficia, aunque parezca inverosímil, a muchas elites de este mundo, que en nombre de la disuasión (hacia otros Estados), sólo se preocupan por su supervivencia política.

En el lado opuesto, para no hablar del monstruoso costo fiscal que estos “juegos de guerra” involucran, además de estimar las otras erogaciones con mayor sentido económico y social, hacia las que podría derivarse ese dinero de los impuestos de los contribuyentes, está el drama humanitario: los muertos, los heridos y los refugiados.

Sin caer en una lectura maniqueísta de victimarios y víctimas, resulta evidente que no en vano y producto -en los últimos quince años- de las absurdas e inútiles intervenciones norteamericanas en Irak y Afganistán, en nombre de “la guerra contra el terrorismo” e inventando patrañas como el objetivo de la eliminación de las Armas de Destrucción Masiva (AMD), los bombardeos sobre Libia, la “Primavera Arabe” y la guerra civil en Siria,  la gente de aquellas regiones, tiene dos opciones de vida: toma las armas o se escapa de semejante infierno (terrenal). Ello explica la sobresaturación de campamentos de la ONU, la huida masiva a Grecia, Turquía y los Balcanes y nuevos problemas -demográficos y de política étnica- para toda la Unión Europea. A medida que fluyen las bombas hacia el Oriente Medio, también crece proporcionalmente la emigración de cientos de miles de seres humanos hacia la nueva “Tierra Prometida”. Pero la globalización tampoco los deja en paz: muchos mueren ahogados en el Mar Mediterráneo, tras haber ahorrado durante años para escapar, luego de entregar esos miles de euros a redes de inmigración ilegal que los estafan; cuando llegan a las costas europeas, los aguardan las represiones policiales o el racismo de los islamófobos blancos, cuando no, el mismo terrorismo islamista, de sus propios connacionales, en venganza por la sangre derramada en su tierra de origen.

Todo este sinsentido puede quebrarse a través de dos opciones: con liderazgos políticos e intelectuales que cambien esta nefasta ecuación de poder y desvíen la lógica, atención y recursos de la guerra a la paz, haciendo posible los sueños de “guerrillas mentales”, “sembrar flores en lugar de bombas”, “hacer el amor en vez de la guerra” de John Lennon en “Mind Games” o, alejándonos nosotros, cada uno de nosotros, ciudadanos de este mundo, de ese entramado irracional e insensato. En lugar de la pasiva actitud de orar, rezar o suplicar al más allá, tenemos por ejemplo, a través de las redes sociales, ese poder: usémoslo.

En efecto, existe una comunidad del saber o epistémica que puede ir modificando esta perversa relación orientada al belicismo absurdo, así como se ganaron otras batallas antes, como la conciencia medioambientalista. La paz puede construirse día a día, desde nuestros ámbitos, logrando mayores adherentes a nuestra causa, para hacer así posible, el ideal kantiano. Sólo así, podremos alejarnos de la estupidez de no pocos, que compiten insólitamente por la paternidad de las bombas y, que parecen arrastrar a la humanidad, al verdadero y único infierno que existe, el que está aquí mismo, en algunas regiones de este bendito planeta.

Acerca de Marcelo Montes

Doctor y Magister en Relaciones Internacionales. Politólogo. Profesor universitario, área Política Internacional. Analista de la política exterior de la Federación Rusa. Investigador. Columnista de medios de comunicación escrita, radial y televisiva. http://consultoriayanalisisrrii.blogspot.com.ar/ https://twitter.com/marceloomontes
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