PARAGUAY: LA ENERGIA GUARANI

Recientemente, el ex arquero y figura de la Selección de Paraguay de fútbol, el legendario José Luis Chilavert, estalló en las redes sociales, contra la llamada “choclotorta”, que preparaban chefs argentinos, en un programa televisivo dedicado a la cocina. Según Chilavert, famoso por sus penales atajados pero sobre todo por los convertidos más sus tiros libres y hasta goles insólitos de mitad de cancha, tal especialidad es de origen paraguayo y se llama “chipa guazú”. El héroe guaraní reivindicaba así la paternidad del producto de su país, como tantas otras veces, defendió su nacionalidad desde otros ámbitos mediáticos, con el orgullo que caracteriza a dicha nación.

Es que Paraguay, un Estado multicultural y bilingüe de 7 millones de habitantes, tiene una larga historia de subordinación a otros países, aunque nunca se haya sentido humillado. Como colonia española, tras la evangelización jesuita, supo plasmar su independencia un 15 de mayo de 1811, gracias a una campaña militar desastrosa del ejército de Buenos Aires comandado por Manuel Belgrano. Tras ella, famosa en estas tierras, por la triste desaparición del “tamborcito de Tacuarí”, se encendió la llama de la libertad y los paraguayos pronto pudieron independizarse de España. La larga dictadura nacionalista del Doctor José Gaspar Rodríguez de Francia (1816-1840), aisló a este sitio mediterránea del resto del mundo, pero sobre todo de las guerras intestinas argentinas y la política brasileña. Sin embargo, la Guerra de la Triple Alianza, donde la Paraguay del dictador Francisco Solano López tuvo que hacer frente sóla a Brasil, Argentina y Uruguay, con alguna ayuda británica entre bambalinas, diezmó la población masculina guaraní: sobrevivieron unos 28.000 hombres sobre una población total de 160 a 170.000 habitantes.

Sin pena ni gloria, Paraguay entró al siglo XX. Tras una victoria pírrica sobre Bolivia -la Guerra del Chaco (1932-1935)-, volviendo a caer en 1954 en otra dictadura, la del General Stroessner, siendo hasta 1989, una de las más largas y sangrientas del continente. Allí llegó por fin, la democracia, aunque de la mano del yerno del dictador, otro militar, el General Rodríguez, y en la que el Partido Colorado -hoy, nuevamente en gobierno, gracias a Mario “Marito” Abdo Benítez- y los liberales auténticos, se alternaron en el poder.

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