PIOTR STOLYPIN Y LA RUSIA QUE NO FUE

A menudo, a lo largo de la historia de la humanidad, la existencia de ciertas personas generaron “bisagras” entre una época y otra, habiendo un “antes” y un “después” de ellas. Merced a sus logros o fracasos, dichos líderes o elites marcaron hitos en la historia de un país. Sin embargo, también existieron los malogrados: aquellos que nunca vamos a poder evaluar en función de sus resultados porque perdieron trágicamente sus vidas, con la sensación de que las suyas transitaron este mundo sin haber podido torcer, como lo ansiaron, los destinos de la nación en la que nacieron y habitaron. El caso de Piotr Stolypin es uno de ellos.

Conocí su nombre y su historia a través del genial Profesor de Economía (y demás Ciencias, incluyendo Religión) de la UNR -de donde fuera expulsado en plena era democrática post 1983- y la privada UCEL, el rosarino Tomás Rogelio Pontón. Atraído sobremanera pero inexplicablemente por la historia rusa, le pregunté en la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Económicas, si hubiera sido posible evitar la Revolución de Octubre y la toma del poder por los bolcheviques. A la clásica respuesta desde la Ciencia Política a la que estaba acostumbrado a oír, “Kerenski”, Pontón me nombró otro apellido ruso, casi al borde del grito: “Stolypin”!!!!

Quién era Stolypin? Piotr Arkadiévich Stolypin (Пётр Аркадьевич Столыпин), era un alemán, nacido el 14 de abril de 1862, en Dresden, la tristemente célebre ciudad bombardeada hasta el cansancio por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Su biografía destacará que fue un político ruso, convertido a la sazón, en Primer Ministro y Ministro del Interior del último Zar, Nicolás II, entre los años 1906 a 1910, año en que ocurrió su trágica muerte.

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